“¿Por qué crees que no funcionó?” pregunta Tiffany, tomando un pequeño trago del líquido transparente en su vaso.

Jessica se encoge de hombros y la mira directo a los ojos “No lo sé, tú dime ¿Por qué crees que lo nuestro no funcionó?”

Tiffany se lleva las manos a la barbilla, finge analizarlo y, al cabo de unos segundos, sonríe con ironía “No lo sé”

Jessica se ríe estruendosamente; quizá la respuesta de Tiffany no dejaba lugar a una carcajada pero la pálida ríe de todos modos, aunque no de diversión, sino de puro resentimiento y sarcasmo.

“Tú mencionaste algo de la comunicación pero míranos, estamos hablando, no es necesario separarse entonces” acota la menor, hay un toque de malicia en su voz, como si buscara hacer daño.

“Sabes que va más allá de eso. Pero hay algo muy en claro, si nos separamos no es por mi culpa”

“Es cuando, Jessica” corrige Tiffany y luego suelta una carcajada cargada con ironía “No es si nos separamos, es cuando nos separemos”

Jessica rueda sus ojos “De acuerdo, como quieras. El punto es que no es mi culpa. Ni siquiera nos separamos todavía y ya buscas lastimarme”

Tiffany ríe de nuevo y toma otro sorbo “Tú me lastimaste todo este tiempo, me parece más que justo”

“Creo que ambas nos hemos lastimado demasiado mutuamente, hubo un momento en el amor desapareció ¿No es así, Fany?”

La menor siente un escalofrío recorrer su espina dorsal al escuchar el nombre que antes era dicho tan dulcemente por los labios de Jessica; es un claro recuerdo de aquellos días en los que eran felices y no estaban odiándose, justo como ahora.

Sin embargo, Tiffany asiente, sin perder la compostura “Cierto. En ese caso, también fue tu culpa”

Jessica parece pensarlo y luego se encoge de hombros “No importa; creo que también se debió a lo apresuradas que fuimos ¿Casarnos luego de terminar la escuela? Que idiotas”

“Somos más idiotas por divorciarnos al terminar nuestros veintes” dice Tiffany, buscando abrir más y más la herida, si no puede causar amor en Jessica, le gustaría provocar un poco de dolor, al menos “No fuimos apresurados, Jessica”

“¿Cómo que no?” refuta la mayor “Nos conocíamos muy, muy poco”

“Por eso nos casamos, Jessica, porque nos conocíamos muy poco. Y ahora nos conocemos tanto que queremos divorciarnos”

Jessica abre la boca para decir algo más, pero sabe que está en lo cierto; por lo general, gusta de llevarle la contra a Tiffany, mas esta vez no hay nada para debatir.

Le gustaría volver a esos días felices, de eso no hay duda, pero nunca lo admitiría y menos frente a Tiffany.

La menor termina el contenido de su vaso y se siente más valiente, por eso se anima a seguir con la conversación que, sabe, terminará por destruirlas a ambas.

“¿Por qué crees que no funcionó?” pregunta de vuelta.

Jessica suspira fuertemente “No lo sé…No me mires de esa forma, ya te he dicho que no lo sé”

“Era todo más fácil cuando éramos adolescentes” dice Tiffany, con cierta nostalgia impregnada en su voz “No había tantas preocupaciones”

“Aprovechábamos noches como estas para escaparnos y escondernos en algún lugar muy oscuro” recuerda Jessica con una sonrisa melancólica “Solías tener mucho miedo, por eso tomabas mi mano. Estábamos acercándonos y no alejándonos, justo como lo estamos haciendo ahora”

Tiffany asiente, no parece afectada por las palabras, pero lo cierto es que una ola de recuerdos la invade y se sienten tan, tan lejanos que duelen. “Es una pena que esos tiempos no vayan a volver”

“¿Y por qué no?”

La menor se pone de pie, súbitamente, una ira descontrolada la quema “¿Qué por qué no?” pregunta, en un susurro casi inaudible que denota resentimiento en su máxima expresión “Porque no somos esos adolescentes, Jessica, no lo somos y nunca lo seremos de vuelta”

“¿Y eso es algo malo? Digo, hemos crecido, hemos evolucionado, eso implica envejecer”

“No lo entiendes” dice Tiffany, moviendo la cabeza de un lado al otro “Yo me enamoré de ti porque amaba tu personalidad de ese entonces, te admiraba, dios, te admiraba demasiado; como hacías todas esas…cosas con la música, y tus letras y cuando las expresabas y parecían que eran para mí” suspira y niega de nuevo, esperando que las lágrimas se evaporen con el movimiento. “Ya no eres esa persona, Jessica, esa persona que hacía lo que amaba y que amaba lo que hacía, que admiraba la música más que a ninguna otra cosa en el mundo. Ya no eres esa, Jessica”

“Sigo amando la música” dice por la mera necesidad de acotar algo, de defenderse,  porque sabe que tiene razón y estuvo pensando en eso todo este tiempo, pero es demasiado débil como para admitirlo o hacer algo al respecto.

“Lo sé, pero decidiste seguir ciencias económicas de todas formas, Jessica ¿Hace cuánto que no escribes alguna canción o que las grabas?”

Jessica se encoge de hombros y