Era un lunes, había faltado a la High School pero me convino sin querer ya que, me topé con Jessica ingresando a la casa con una chica más baja que ella. Recuerdo haberla visto y tratado poco con ella, no era de mi gusto.

Ambas dejaron sus cosas en el sofá más grande de la sala, se tumbaron en el sofá que se encontraba de frente del grande y juntas, suspiraron. Me atreví y asomarme un poco más e hice todo lo posible para no dejarme ver y hacer algún ruido. Achiqué mis ojos lo más que podía y ví como Jessica se levantaba a los minutos.

— Tengo sed, ¿Quieres algo, Taeng?

Taeng… Ese es un buen apodo para la enana.

— No, Sica. No tengo tanta sed, al rato quizá.

— Cómo quieras.

Mi hermana, desinteresada como siempre, se dirigió a la cocina que estaba algo lejos de la sala. Aprovechando, corrí a mi habitación para tomar mi libreta y lápiz. Llegué gateando a las escaleras y me escondí detrás del muro que se conectaba con esta. Teniendo una mejor vista, me acomodé para ahora anotar lo que veía y oía.

— Dale un sorbo — Oí decirle a Jessica cuando regresaba a su lado.

— Jess… — Dijo ella y soltó una carcajada.

Dios, parecía vieja con eso.

— Hm, muchas gracias — Dijo después de haberle regresado el vaso de jugo.

Jessica se inclinó y la besó. ¡AGH! ¡Lo peor que he visto!

¡¿Por qué a ella, Eonnie?! ¡¿Por qué a esa enana?!

Estás ciega, SooYeon.

Bueno, reanudando. Jessica regresó a su sitio y así se quedaron por minutos, estaba a punto de rendirme e irme hasta que ví un movimiento de la enana. Se levantó y fue por su mochila, sacó un cuaderno y le extendió a Jessica.