Recuerdo.

La chica más triste de la ciudad.

‘’ (…) Aunque esos ojos, sin duda, son los suyos, 
más cargados de nostalgia, quizás más oscuros. ’’

—Recuerdo, Ismael Serrano.

 

Una vez más, otro día más me despierto por el ruido de mi despertador a un lado de mi cama, sobre la mesita de noche. Con pereza estiro mi brazo próximo al artefacto para apagarlo de un manotazo, para que ese horrible sonido deje de aturdir mis oídos. Cierro los ojos un instante y estiro mi cuerpo, tratando de que la pereza salga de mi cuerpo, revolcándome entre las sábanas. De una vez por todas agrupo toda mi fuerza de voluntad y salgo de ahí, antes de que me gane la flojera y no llegue a trabajar.

Me voy directo al baño a tomar una ducha. Creo que funciona, parte del sueño se va con el agua por las cañerías de la bañera, directo al desagüe.

Una vez ya vestida y medianamente arreglada me dirijo a la cocina, aún queda tiempo para tomar el desayuno, junto a la televisión encendida desde hace un rato. Noticias pasan por el canal en el cual está, tragedia tras tragedia, cual de todas más impactante que la anterior. Nos decimos civilizados y es cosa de mirar un poco al lado para ver que estamos tan equivocados…

Apago la televisión una vez acabado mi café, tomo mi bolso y salgo de mi apartamento con dirección al metro, ya llegará el día en que el sueldo me alcance para comprar un auto y poder trasladarme más cómodamente, por ahora esta es la mejor opción de todas. Compro un boleto y subo al vagón una vez se detuvo la gran maquina en los rieles, subo rápidamente antes de que el tumulto de gente junto a mi acapare todos los asientos disponibles.

Saco mi celular y reviso un par de correos antes de llegar al trabajo y encontrarme con el típico desastre de la mañana, todos corriendo de aquí para allá en la oficina, todos apurados tratando de cumplir con sus deberes atrasados. El ser puntual con mi trabajo en ese aspecto es un punto a favor; no suelo estar estresada por cumplir con los papeleos a tiempo. El enfoque es bueno en ocasiones. Después de todo hace mucho que no hay alguien que me esté esperando para cenar, llegar temprano a casa y ver una sonrisa en esa cara o simplemente aguardando mi llegada, expectante en la puerta.

Una vez termino de verificar que no existe ninguna novedad en términos laborales, despego mi mirada del móvil. Todavía queda mucho camino para llegar a mi destino. Entonces me dedico a observar a mí alrededor todas aquellas caras somnolientas, algunas parecen conocidas, otras nuevas. Algunos bostezos mañaneros se escapan de las bocas.

Aburrida así, vigilo las caras de los viajeros, compañeros en la rutina.

Me detengo súbitamente en algo en particular. Alguien en particular.

Será… ¿Serás tú?

Justo frente a mí, en el asiento de enfrente, un rostro muy parecido al tuyo. Esos gestos son exactamente iguales a los tuyos.

Siento como el vagón de pronto se ilumina con mi hallazgo. Aunque no estoy segura.

Recuerdos inundan mi mente al verte, tantas memorias pasadas en tantos lugares de otros tiempos en los que mi vida era mejor de lo que es ahora, hacías mi vida mejor en aquellos instantes. Tus gestos, tu mirada es tan familiar… Pero no me atrevo a decir nada, no estoy segura.

Mas, esos ojos… Son los tuyos, aunque parecen cargados de nostalgia ¿Melancolía, quizás? Tienen una tonalidad diferente, mucho más sombría que  aquellos años en los cuales estábamos juntas. Sigues casi igual, hermosa como he de recordar, quizás aún más que hace un tiempo atrás.

Sigues pareciendo la chica más triste de la ciudad.

Es ahora cuando reparo en que estaba apretando fuertemente mis puños que se encontraban sobre mi bolso que llevo en mis piernas. Ahora reparo en todos los errores que cometí desde el primer día. Y la pregunta en tu mirada cada vez que alguien preguntaba.

Si tan sólo no hubiera cometido tantos errores en aquel entonces, si tan sólo no le hubiera gritado a esta estúpida sociedad a los cuatro vientos que ‘’No’’.

No teníamos nada.

Podría estar evitando esta miserable existencia mía.

Tendría a alguien que me esté esperando para cenar

Ver una sonrisa cada vez que llegue temprano a casa.

O simplemente aguardando mi llegada, expectante en la puerta.

Decidí huir cobardemente, dejar nuestras promesas de amor en el olvido a cambio de algo a lo cual no le importaba a nadie en lo más mínimo. A ellos no les importaba, pero aun así gritaban y repudiaban lo nuestro, sin saber que lo que teníamos era…

Era simplemente el más puro y codiciado de los sentimientos.

Simplemente era amor, y yo lo dejé ir.

Porque tenía miedo.

—‘’Agárrate de mi mano, que tengo miedo del futuro’’.

Y ahí estabas tú cada vez que quería escapar, susurrándome que no me preocupara por nada, que estaríamos bien. Susurros que todavía hacen eco en mi mente. Pero me precipité y, un día sin más, escapé. Lo hice sin ti pensado en que sería lo mejor para ambas, pensando en que era la decisión correcta para las dos. Podríamos rehacer nuestras vidas separadas. Sobre todo tú.

Me arrepiento tanto de mi falta de determinación. Tanto de haberte arrojado tan lejos de mi cuerpo. Cada vez que vuelvo a casa, me siento sola y malherida en el regreso, las noches no tienen un sentido y están vacías sin tu compañía.

Quiero remediarlo y saber lo que es una vida junto a ti, quiero que haya alguien en casa esperándome para cenar, que se alegre por haber llegado temprano del trabajo o simplemente esperando, expectante a la puerta. Aun arde esa llama que encendiste tiempo atrás, mi más profundo deseo es que se convierta en un incendio y sólo se extinga cuando la muerte me llame. No es tarde, nunca es tarde para volver a comenzar; una vida junto a ti. Mi meta será renacer este amor.

Para amarte, para que me ames.

El metro de pronto se detiene y salgo de mis cavilaciones algo aturdida, veo que te preparas para bajar en la próxima estación, quizás. Tengo que hablarte, estoy decidida a hacerlo, no quiero perderte una vez más. Deseo mirarte a los ojos, y tal vez recordarte que antes fuimos eternos. Determinación, coraje para vivir la vida que hace tiempo atrás me proponías fue los que me faltó. Gallardía y valentía, cualidades que a ti te sobraban y trataste de enseñarme. Ahora es el momento de poner en práctica lo que aprendí en aquel tiempo.

Me paro decididamente y me acerco a ti.

Siento que me falta el aire, mi pecho se tensa y algo se rompe.

— ¡TaeYeon-ah! ¿Cómo estás? Ha pasado mucho tiempo… ¿te acuerdas de mí?

Me sonríes tímidamente y respondes:

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

 

 

—Perdone, pero creo que se ha equivocado.

—Oh… Disculpe. Sólo me recuerda tanto a una mujer que conocí hace ya algunos años.

De pronto siento que los años me pesan y un cansancio invade mi cuerpo, vuelvo al asiento en el cual estaba sentada, aburrida observo las caras de los viajeros, compañeros en la rutina y en los bostezos.

 

Like this story? Give it an Upvote!
Thank you!

Comments

You must be logged in to comment
LlamaAmerica #1
Chapter 1: Wooow. Que triste!!! :'(
Zyth1004
#2
Te odio. Quiero que lo sepas desde aqui tambien <3.