Tu nombre real — Kim MinSeok

A Strange Stranger

Y estoy sentado aquí otra vez. Estoy sudando. Esperando. Otra vez. Esto pareciera un deja vu, como las otras veces, debería estar sentando y sin rumbo, esperando por nada. Pero esta vez es ligeramente diferente. WuFan no está aquí y espero por alguien. No es solo perder el tiempo. No tengo una bebida frente a mí aún, porque estoy esperando. Decidí pagar al extraño su bebida, como agradecimiento.

Mis manos estaban inquietas, pero no debajo de la mesa, ellas estaban encima. La gente me enviaba miradas extrañas, probablemente porque veía hacia la puerta cada vez que la oía abrir. Sabía que había llegado con quince minutos de anticipación, pero no quería parecer desagradecido.

Casi no noté—¿a quién engaño? Por supuesto que lo había notado; miré la entrada como si me fuera a dar una sentencia de muerte—como el extraño pasó a través de la puerta. Cuando me vio sentado en la misma mesa que el día anterior, sonrió. Nada extravagante, sino una sonrisa normal y amigable. No pude frenar mis labios de formar una también. Me relajé al verlo con su cabello castaño, casi negro y sus ojos marrones. Sus dientes se mostraron cuando sonrió.

Se acercó a mí y colocó su mochila en la silla frente a mí. Lo miré. —¿Deberíamos ir a pedir algo para tomar?

Me levanté y asentí. Dejó sus cosas, la misma que yo y me aseguré de llevar mi cartera[1] conmigo.

Caminamos hacia la caja registradora y mientras esperábamos en la fila no dijimos nada. Solo nos miramos. No era vergonzoso y no sabía porque. ¿Por qué no me avergonzaba? No había razón para estarlo. Éramos tan solo dos chicos reuniéndonos para para beber algo y conversar, nada serio. Pero luego noté su rostro. Era tan inocente y aniñado y solo quería pinchar sus mejillas regordetas. Y esos labios. Por favor, no me hagan comenzar con esos labios. Mis ojos se detuvieron en ellos por uno o dos segundos, antes de viajar de nuevo hacia sus ojos.

La cobradora interrumpió nuestro escaneo—probablemente era solo yo quien lo hacía.

—¿Qué les puedo servir? —Su voz era muy severa y ella no sonaba menos entusiasmada. Ella nos miró y no pudo evitar quebrar su sonrisa. La mayoría de las personas sonreían cuando me veían, supongo que una buena parte lo hacía para verse más atractivas, pero ella no sonreía, no por lo menos con el extraño a mi lado.

Hice que el extraño pidiera primero.

—Un late, por favor —ordenó, junto como ayer.

La mujer presionó unos botones y sus ojos se dirigieron hacia mí, se veía algo molesta, esperando mi orden.

El extraño no había especificado su bebida, así que me vería como un esnob[2] si lo hacía. Por lo que solo me adherí a lo que estaba en el menú.

—Té helado con leche, por favor —dije, mirándola.

Asintió y presionó más botones. —Son 10.000 ₩, por favor.

El extraño llevó su mano hacia el bolsillo y antes de que pudiese sacar su cartera dije: —Déjame a mí, —Y sonreí, con una sonrisa que sabía podía derretir a más de un corazón, y si me preguntas, él se vio como si su corazón su hubiese derretido.

Asintió y me dejó pagar las bebidas, y luego solo esperamos. Nos quedamos uno al lado del otro y un lindo color rosa pintó sus mejillas. Estoy muy seguro que mis mejillas estaban igual.

Y así fue como pasaron los cuatro minutos más largos y difíciles sin intercambiar palabras. Solo mirábamos como la chica molía los granos y hervía agua o lo que sea que hiciera. No me importaba realmente; la única cosa que me preocupaba era el hermoso color rojo que teñía las mejillas del extraño.

—Su orden —anunció la chica y nos alcanzó las bebidas.

Las tomamos, le asentimos y luego ella se dirigió a la caja. El extraño se volvió después de haber dado dos pasos.

—Minji. —Su angelical voz sonó invadió la tienda y no pude entender como esa voz podía venir del hombre detrás de mí. sonaba tan distante, tan increíble, tan perfecta—. Recuerda sonreír, o seguirás asustando a los clientes.

¿Y pensaba en los demás, también? ¿Por qué es tan perfecto? Es tan intimidante, es casi como si brillara.

Volvió hacia mí y tenía una sonrisa estampada en sus labios cuando hicimos el camino hasta la mesa otra vez. Otros minutos se fueron sin que habláramos.

Aclaré mi garganta tan suave como pude, porque estaba preocupado de asustarlo. —Gracias por lo de ayer, pero creo que me debes una explicación.

—¿Tú crees? —Él casi sonaba como… ¿desafiante? Tenía un brillo de entusiasmo en sus ojos—. ¿Qué te parece jugar un juego? Haces una pregunta, luego yo hago otra y continuamos así.

—No soy un niño —le señalé, pero me sentí tentado de seguirle la corriente. Ya había intentado ese juego antes, ya saben, revelas secretos muy estúpidos que deberías haberte guardado. Pero estaba listo para darle una oportunidad; nunca había intentado ese juego con un completo extraño.

—Vamos. —Sonrió y pude sentirme cediendo—. Es solo un juego inocente y cuando quieras parar lo hacemos. Pararemos y nos distanciamos, ¿dale?

Asentí. —Pero yo empiezo. ¿Cuál es tu nombre?

—Kim MinSeok —contestó, y no pude creerle.

—Tu nombre real.

—Kim MinSeok.

Le miré por uno o dos largos segundos, intentando notar algún signo de deshonestidad en su rostro, pero todo era honestidad. Asentí, aceptando su respuesta.

—¿Cuál es tu nombre? —preguntó y se echó hacia atrás en la silla con su bebida en la mano.

—LuHan, pero probablemente ya lo sabías. —Y todo lo que recibí fue un asentimiento con una sonrisa engreída que me gustó más de lo que debería. Se adaptaba a su rostro de una manera retorcida—. ¿Cuántos años tienes?

—Veintitrés, ¿tú?

—Veintitrés. —Pude sentir las emociones bajar por mi espina cuando le contesté. Dos verdades que mencioné sobre mi novio inventado. Tenebroso—. ¿De dónde te conozco?

—No me conoces. Somos extraños —dijo, con una sonrisa plasmada en sus labios, y sus siguientes palabras fueron un poco extrañas—. No me conoces, pero yo sé algunas cosas sobre ti.

—¿Qué sabes sobre mí? —pregunté, pero sacudió la cabeza.

—Es mi turno de preguntar. —Apoyó la taza en la mesa—. ¿Eres chino?

Asentí. —De Beijing. ¿Por qué me ayudaste?

Miró hacia su taza, como si realmente estuviese pensando la respuesta que me daría. Abrió y cerró su boca algunas veces antes de contestar—. Pensé que te veías en problemas y solo quise hacerlo.

—¿Pero cómo sabías que responder? —pregunté, sabía que no era mi turno.

—Es mi tur…

—Para —le corté—. No quiero jugar más, solo contesta lo que pregunto. Merezco saber. —También quería saber si era un acosador, porque esa clase de gente era aterradora. Realmente aterradora.

Él suspiró y bajó sus manos hacia el regazo. —Comenzó hace unos meses. Vi a este hombre alto, guapo…

—WuFan —dije, o intenté ayudarle. No sé realmente.

—Sí, WuFan —sonrió, no me estaba mirando y dijo el nombre en un tono soñador. Eso de alguna forma me hizo sentir algo desagradable en el estómago—. ¿Cómo puedes no notarlo? Quiero decir, en serio. Es una torre. Como sea, luego te noté a ti.

Eso hizo que la sensación desapareciera un poco, no mucho y mi pecho comenzó a doler.

Él continuó: —Te veías tan nervioso sentado frente a tu amigo. Pensé que era alguna clase de traficante de drogas al que le debías mucho dinero. Bueno, solo me senté a unas mesas de distancia tuya para hacer mis tareas y poder escuchar su conversación. Así es como quedé atrapado y junté algunas pistas de esta persona de la que estaban hablando. No noté nada sospechoso hasta la siguiente vez que estuvieron aquí. Te veías tan nervioso como la primera vez, sabía que algo estaba mal. Y luego continué escuchando hasta que salté ayer. Se veía como si estuvieses listo para matarte de los nervios antes de que llegara y te ayudara.

Entonces él… ¿secretamente escuchaba nuestras conversaciones? No podía culparlo; WuFan es ruidoso cuando estamos en público. Sigue sin adaptarse a la cultura asiática y eso que vivió aquí los últimos dos años. No podía enojarme con él, ¿cómo podría? Lo admiraba por poder hablar tres idiomas fluidamente y aprender un cuarto hasta casi dominarla. Un idioma que me tomó un año aprender lo básico para una conversación.

—Gracias por ayudarme —dije una vez más. Estaba cansándome de darle las gracias una y otra vez—. ¿Estuviste cada vez que WuFan y yo nos reuníamos aquí?

Asintió. ¿Cómo pude no haberlo notado? Era lindo, ¿por qué?

—¿Vienes a menudo? —Eso sonó como el comienzo de un ligue muy malo.

Él asintió de nuevo. —Vengo casi todos los días. Estudio y hago mi tarea aquí porque es silencioso y está a pocos minutos de mi trabajo de medio tiempo. —Sonrió.

—Trabajo de medio tiempo. —Eso probablemente debería haber sonado como una pregunta, pero mi voz decidió no hacerlo—. ¿Así que es verdad que tienes trabajo en una tienda de alquiler de video?

—Sí. —Y luego me miró con una sonrisa insegura. Oh, Dios, es tan lindo.

—Así que… —Lo miré a los ojos, mientras hacía mi siguiente pregunta—. ¿Estudias arquitectura?

Asintió, con una sonrisa en sus gruesos labios. Chequeó su teléfono y entró en pánico. Rápidamente lo guardó y comenzó a agarrar sus cosas. Yo solo seguía sentado, mirándolo hacer rápidos movimientos, con la mirada en la nada.

—Mi turno comienza pronto, debo irme. Lo siento —se disculpó con su mochila sobre el hombro. Se veía realmente pesada.

—Está bien —le sonreí—. ¿Nos veremos otra vez?

Me sonrió de vuelta gentilmente y esa era la sonrisa que solo dedicas a los extraños. —Quizás —contestó y luego se dirigió a la puerta.

 

 

La puerta. Se veía aterradora desde aquí. Estaba parado a unos metros de ella, tanto como para que no se me pudiese ver desde las ventanas de la tienda. La puerta se veía enorme a pesar de tener un tamaño normal.

Comencé a acercarme, di los últimos pasos hasta quedar al frente, puse mi mano en el picaporte y la puerta fue mucho más ruidosa de lo que imaginé. No miré hacia la caja y me dirigí directamente hasta el estante de las películas, indiferente, buscando nada, solo miraba las películas. Intentaba no lanzar miradas furtivas a la caja registradora y estaba feliz de no hacerlo.

Había otros tres clientes en la tienda, nada de qué preocuparse.

Como no les interesaban las películas en exhibición, la gente dejaba la tienda y no ingresaban nuevos clientes. Cuando escuché la campana por tercera vez, escuché una garganta aclarándose detrás de mí.

—¿No ha encontrado nada interesante aún?

La voz era exactamente la misma que había oído como un susurro junto a mi oreja. Justo como lo recuerdo. Giré hacia él y vi una amable sonrisa en sus labios. Devolví la película en mi mano a los estantes.

—No. —No me moví más cerca de él, mis manos seguían entre las películas y mi mirada fija en él—. ¿Podría recomendarme alguna?

Asintió y tomó la película que estaba debajo la que antes tenía. “Kick ”.

Me acerqué para tomarla. Lo miré—. Llevaré esta, y ¿quieres jugar a verdad o reto?

Él tomó la película después de pasar hacia atrás del mostrador, y así poder escanear el precio. Frunció el ceño. —¿Verdad o reto? No somos niños.

—Elijo verdad. —Sí, admito que lo arrastré a esto.

Me miró con extrañeza, pero rió. Sacudió la cabeza e hizo una pregunta de todas formas. —¿Por qué mentiste sobre tener un novio?

—Me vi forzado a hacerlo porque mis amigos estaban alardeando sobre sus vidas amorosas y entonces mentí para escabullirme. No estoy orgulloso —contesté sincero—. ¿Verdad o reto?

Él había olvidado el DVD, al igual que yo—. Verdad.

—¿Tienes novia o novio?

—No —contestó y me sonrió un poco descarado. Me gustó—. ¿Verdad o reto?

—Reto —contesté y no sé porque. No sabía qué clase de reto podría cumplir en una tienda de alquiler de videos.

Sus ojos dejaron los míos y miró hacia el cielorraso en un gesto pensativo. Pareció que se le había ocurrido una idea o me volvió a mirar—. Te reto a decirle a la próxima persona que pase por esta tienda, que eres un gran mentiroso y que nunca volverás a hacerlo. Y luego le dirás que eres chino y tu nombre es LuHan.

Asentí una vez y luego caminé fuera de la tienda, solo para pararme junto a la puerta y esperar a mi víctima. Una pequeña niña—probablemente una estudiante de secundario—hacía su camino mientras escribía en su teléfono, ella definitivamente no se veía como alguien que entraría a la tienda, así que me paré frente a ella. Subió su mirada para ver quien se había atravesado en su camino. Se vio molesta en un principio, sus cejas estaban juntas, pero las separó al verme.

—Hola, mi nombre es LuHan —me presenté. Ella se veía algo aturdida. No sé si era por cómo me veía o porque estaba realmente hablando con ella—. Soy chino y soy un gran mentiroso. Pero prometo nunca más hacerlo.

Y luego le guiñé el ojo y sus mejillas se volvieron rojas. Tomó su teléfono con fuerza, pero antes de que pudiese decirme algo—quizá presentarse—la dejé para ir con MinSeok.

—¿Verdad o reto? —le pregunté después de cerrar la puerta y volver al mostrador.

—Verdad.

—¿Estás ocupado el próximo sábado?

—¿Es en serio? —preguntó MinSeok. Me veía incrédulo, con los ojos ampliados, y no pude hacer nada más que sonreír y asentir con entusiasmo. Él suspiró y negó con la cabeza—. Estoy libre.

Sonreí. —Elijo verdad.

Él consideró que debería preguntarme, y se veía como perdido por unos momentos, pero rápidamente encontró la pregunta. —¿Cuál fue la frase de ligue más cursi que dijiste?

Nunca había pensado sobre eso. No sabía si era cursi, pero encontré una realmente linda. —No sabía que estaba perdido hasta que me encontraste.

Se ruborizó. ¿Cómo pudo haber hecho eso? Él fue quien preguntó así que por supuesto iba a contestar. Él se veía tan lindo con esas mejillas sonrojadas y la mirada tímida en sus ojos. Solo quería ponerlo en mi bolsillo y llevarlo a casa.

—¿Verdad o reto? —le pregunté para cambiar el tema.

—Reto.

Estaba esperando por esto. —Te reto a darme tu número de teléfono.

Él negó y miró tímidamente hacia el mostrador. Le di mi teléfono para que pudiese escribir su número. Cuando me lo devolvió no pude más que sonreír. Tenía su número. Lo guardé como “Kim MinSeok (el extraño)”. Su número fue más fácil de conseguir de lo que pensé.

—¿Verdad o reto? —preguntó.

Me incliné hacia el borde. —Reto.

—T-te reto a… —Sonaba nervioso, inseguro; quizá como si fuera a arrepentirse luego— llamarme hoy a las 21 horas.

—Bien —acepté fácilmente y le sonreí confiado. Traté de hacerle sentir un poco más cómodo—. ¿Verdad o reto?

Casi pude adivinar que me contestaría. —Reto.

—Te reto a salir conmigo el próximo sábado.

Asintió entendiendo e intentó sonreírme.

Él aceptó. Casi no pude creerlo. Vine aquí pensando conseguir tan solo su número de teléfono y ahora no solo tenía eso, sino que además una cita por teléfono y una real. ¿Soy suertudo o qué? No podía ser más feliz y creo que mi cara emitía aquello.

—¿Verdad o reto? —preguntó.

—Verdad.

Me miró. Se veía serio de repente y pude sentir que tal vez era el momento de correr antes de que esto se tornara feo.

—¿Serás capaz de quererme?

Lo miré, primero sin emociones en mi rostro. Luego miré mi teléfono, fijándome la hora. —Voy tarde —me excusé aunque no tenía nada planeado después de esto, además de la cita por teléfono a las 21 horas. Lentamente me fui alejando—. Voy realmente tarde. —Falsas excusas. ¿No fui yo el que acababa de decirle a una niña que nunca más iba a mentir? Creo que realmente soy un gran mentiroso—. Pero debo irme. —Estaba por llegar a la puerta cuando me di cuenta de que el DVD que se suponía iba a renta. Olvídalo.

Abrí la puerta detrás de mí, mi mirada no dejaba el área donde estaba MinSeok. Cuando estaba en el pórtico, cerrando la puerta, le grité: —Y como respuesta a tu pregunta; quizá. ¡Uno nunca sabe!

Y luego corrí como el niño pequeño que era, olvidando todo lo de la universidad, amigos, mañana, ayer, porque no tenía una, sino dos citas con el chico más lindo que jamás había visto. La vida no puede ser mejor, o bueno, puede serlo y lo será, pero esa es una historia diferente.

 


[1] Billetera

[2] Persona que imita con afectación las maneras, opiniones, etc. de aquellos a quienes considera distinguidos o de clase social alta para aparentar ser igual que ellos.

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