No soy buena para escribir microhistorias pero pues he hecho el intento. Les pido no se burlen porque de verdad me siento mala para escribirlas. Ojalá les guste.

Querida nota sin razón:

Necesito decirlo ahora lo que siento porque mi corazón es una bomba de tiempo que se ha encargado de acompasar  la agonía que he estado sintiendo por casi dos años. Siempre creí que me gustaban los chicos, bueno, aún lo creo pero siempre dentro de cada universo, existe alguien que por desventura, cambia el rumbo de tu vida.  La culpa de este tortuoso sentir tiene nombre, edad y ocupación. Kim Taeyeon, 22 años, mecánica. Una joven de extraña apariencia, ojos azabaches que irrumpió mis sentidos e hizo vibrar mi escqueleto. Aquel mar de sensaciones, lo recuerdo bien, fue una ocasión que me había quedado tan tarde en la universidad y la única persona que se encontraba ahí, era ella con un par de audífonos y un libro en mano. Lo sé. Ella no hizo nada exactamente, de hecho no tiene culpa alguna por mis sentimientos, es sólo que estas cosas pasan. Ves a alguien que te cautiva un instante, lo miras una segunda vez y te captura aún más, cuando te lo encuentras una tercera y sientes lo mismo… te das cuenta de que inevitablemente, te gusta.

            Yo era dos años más joven y con una perspectiva totalmente diferente a la de ella. Mi familia tenía una compañía constructora que le iba bastante bien pues pronto se iba a internacionalizar. No podía haber queja, vestía bien, comía bien, estudiaba lo que quería y obtenía lo que deseaba pero aquella chica se volvió mi objetivo inalcanzable.  Kim Taeyeon casi no estaba el suficiente tiempo para que yo pudiese actuar debidamente y la única conexión que teníamos era una amiga que estudiaba en el mismo salón.

            – No tiene novio ni novia si eso te preocupa. – frunció el seño por segunda vez.

            – Eso es imposible Yoona. –dije. – Debes estar bromeando ¿Por qué no tiene? Es una chica muy mona para no tener una relación

            – No la tiene porque no tiene tiempo para eso.

            – oh.

            – Creo que estás gastando energías en algo sin sentido. Te explico: Taeyeon se la pasa seria casi todo el tiempo, habla cuando tiene que hablar, trabaja casi diez horas en un taller mecánico, tiene a su madre enferma y su situación económica no es nada buena. Su vida no es muy agradable y tampoco me explico cómo es posible que no haya reprobado a estas alturas.

            – No sabía que tenía una vida tan difícil. – añadí pensativa. Pobre Taeyeon, parecía una princesa,  atrapada en el mundo de los plebeyos.

            – Si quiere mi opinión Tiffany, no creo que ustedes dos puedan hacer buena pareja. Claro si me permites opinar.

            – Pero yo, no estoy buscando precisamente que sea mi novia. – añadí.

            –¿Entonces? – preguntó Yoona sin entender a lo que me refería.

            – Pues, ya sabes…

            – Depravada.

            – No, no. – me defendí. – creo que confundes un poco las cosas. Yo sólo quiero…

            A veces podía ser muy tonta, al extremo. No podía acercarme a Taeyeon porque inmediatamente cambiaba de ruta si ella llegaba a acercarse lo suficiente. Otras veces, sólo salía del salón para observar como prestaba atención a clases. Pero no, jamás me he atrevido a hablarle y creo que no lo haré. Esa chica era un problema para mí y para mis nervios.  Lo peor de todo este asunto es que ella era increíble, bueno lo es, lo sigue siendo. Aunque el único inconveniente es que jamás ha tenido tiempo para ella misma.

            El conocernos, el frecuentarnos, fue asunto azaroso, mera coincidencia que jamás me he lamentado. Ella entró a la facultad de las artes para estudiar literatura y yo pertenecía a la misma universidad en la facultad de derecho. De vez en cuando la veía pasar, a veces con amigas o totalmente sola pero siempre estaba demasiado absorta en sus pensamientos como para darse cuenta que la observaba. Y fue exactamente en finales cuando me la encontré. Estaba leyendo una novela, un clásico debo suponer. La veía a una distancia prudente para que no notara mi presencia pero fue en breve que discerní que ya no estaba en aquella mesa alejada y finalmente me entró curiosidad por saber lo que leía.

            Me levanté de mi asiento, caminé sigilosa y eché un vistazo. La Divina Comedia. Como lo había pensado, se trataba de un clásico. Tomé el libro entre mis manos un instante, seguramente ya se habrá ido, lo hojeé  y casi a últimas páginas una pequeña nota se desprendió del libro.

            “Dante habrá escrito esta gran historia para encontrarse en el paraíso con Beatriz, cruzó el infierno solamente para reunirse con su amada, pero lejos de lo que todos piensan, hay una divertida paradoja en esta historia. El verdadero Dante en su vida terrenal jamás cruzó palabras con Beatriz, sólo la observaba, desde lejos un par de veces. Un amor que jamás pudo concretarse. E ahí la ironía de esta comedia.”

            Att. K.T

            Mi boca se secó por completo. ¿Qué era todo eso? ¿Qué se supone debía pensar? Sin embargo mis pensamientos se opacaron porque sentí una presencia detrás de mí. Había sido atrapada.

            – ¿Te conozco? – me preguntó. El silencio era incómodo.

            – No, bueno yo…–esperaba que no notara lo nerviosa que estaba. –vi que leías un libro y me entró curiosidad, yo, perdón.

            –¿ Eres amiga de Im Yoona?

            – Sí. –contesté.

            – ¿Te gusta leer? – me preguntó. Para ser sincera, no me esperaba que fuera tan amable. Ella siempre estaba callada y parecía todo un misterio por resolver. Hablar con Taeyeon resultó menos difícil de lo que pensé.

            – Sólo como pasatiempo. Supongo que a ti te gusta mucho.

            – Así es. – Contestó con una sonrisa más amable.

            – Bueno… creo que será mejor que me vaya. – Sentí que estaba interrumpiéndola y para mí era todo un logro haber llegado hasta donde estaba. No necesitaba más.

            – ¿Te vas sin decirme tu nombre? – me sujetó de la muñeca.

            – Tiffany. – volteé y caminé apresurada.

            – Te veré mañana Tiffany…

            Eso había sonado totalmente como una afirmación. Yo visitaba la biblioteca sólo para deleitarme unos minutos al verla. Pero, no sabía si sentirme nerviosa por aquella nota y por el simple hecho de haber cruzado la barrera que dividía el mundo de Taeyeon y mío.

            Al día siguiente, muy temprano la encontré en la misma silla junto a la misma mesa, leyendo otro texto. Sus ojos parecían cansados, se veía agotada. Pero cuando notó que yo llegaba vestida de una manera tan formal, se sonrió para ella misma, cerró su libro y se dirigió a mí.

            – Hola Tiffany.

            – Hola Taeyeon.

            – ¿Cómo sabes mi nombre si no te lo he dicho? – Gran error.

            – Yo…

            – No pienso preguntar. – Me tomó nuevamente de la muñeca pero de una forma tan sutil. – ¿Tienes algo que hacer justo ahora?

            – Pues no realmente…

            – ¿Puedo robarte diez minutos de tu tiempo? – me preguntó de una forma más amena, como si ya fuésemos amigas. Yo no quería impedir la oportunidad de que tuviéramos tal cercanía.

            – S…sí.

            Ella me guió al audiorama de la universidad. Era uno de los espacios más bonitos de todo el campus. Había unas bancas extrañas donde los estudiantes podíamos relajarnos y recostarnos junto con música clásica que aminoraba el estrés. No caminamos mucho para cuando llegamos ahí, ella se desplomó en el pasto, cerró los ojos y me llevó con ella. Ambas estábamos recostadas mirando el cielo nublado que anunciaba una fresca mañana.

            – Cierra los ojos. – fue una petición. – puedes sentir como la música discurre para penetrar nuestros sentidos.

            – ¿huh? – estaba realmente confundida. Jamás había estado en una situación parecida. Definitivamente Taeyeon no era una persona muy cuerda pero debía admitir que el fresco de la mañana, la música, su compañía, hacían de ese momento un pequeño paraíso.

            – Tiffany.

            – Sí… – dije sin abrir los ojos.

            – Necesitaba hablarte.

            –¿Sí? – intenté no parecer nerviosa.

            – Sí

            – ¿Por qué? – ambas dirigíamos nuestras mentes hacia el cielo pero no queríamos abrir los ojos. Taeyeon extendió su mano para tocar la mía en un contacto suave y gentil

            – Porque no quiero cometer el mismo error que Dante.

            Estaba en medio de un sueño onírico del que no quería despertar. Los dedos de Taeyeon se encaminaron a cruzarse con los míos. Una sonrisa se dibujó en mi rostro pero sentía miedo. Mi única reacción fue un pequeño gemido de molestia y capricho. Le solté el rostro y me volteé boca abajo para que no pudiera ver lo enrojecida que estaba.

            – ¿Qué te pasa? ¿Te sientes bien?

            – No… – respondí como una niña pequeña. – Creo que me duele la cabeza.

            – ¿Quieres que vaya por algo para que te sientas mejor?

            – ¡No! – ordené. – No te vayas.

            Ella se recostó justo a mi lado. Estábamos en medio de una sensación que desbordaba demasiado. Sentía su silueta demasiado cerca. Así que poco a poco fui moviendo mi cabeza para poder verla por completo.

            – No me he ido. ¿Qué ocurre?

            – Nada… – siento que quiero llorar. – Es que quiero hacer algo pero no quiero que te enojes conmigo.

            – ¿Por qué me habría de enojarme?

            – porque quiero besarte.

            Ella sólo se sorprendió por mi honestidad, acercó su mano hacia mi mandíbula y trazó con la yema de sus dedos mi piel para detenerse a contemplar mis labios. No lo dudo y yo tampoco me negué a la sensación porque sentí como poco a poco su boca fue acomodándose perfectamente con la mía.  La calidez de sus labios me invadió como el néctar  agridulce que era incluso mejor que en mis más descabellados sueños.  Ella se sujetó de mi hombro para poder corresponder a aquel acto imprudente con delicadeza. Sometió nuestras lenguas en una hermosa sinfonía que gozaba confluir nuestros propios sabores. Era un momento efímero pero al mismo tiempo, tan necesario, tan sublime que realmente podía tocar las nubes.

            Yo sé que esta historia terminaría de una forma realista, y que quizá este sólo haya sido un momento fugaz que más adelante olvidaría. Y sé que Taeyeon y yo somos diferentes, y sé también que su vida era mucho más complicada que la mía, y sé que quizá algo, en algún punto convergente de nuestros tiempos, algo inevitablemente nos iba a separar por el simple hecho de que este mundo no era un cuento de hadas en la que todo podía ser perfecto. A pesar de eso, lo que no podré olvidar es esto, que por primera vez, bajo este cielo nublado y el perfume de la tierra junto con el pasto, un beso, un simplemente podía transportarme a otros universos.

            Por eso querida nota sin razón, por eso nada tiene sentido y aunque nuestras vidas no sean perfectas, podemos disfrutarlo, esto, los pequeños e inolvidables instantes.