¿Por qué Kyungsoo? Claro, esa voz conquistaría a cualquiera, pero, ¿Quién querría a un enano ojón y con labios inflados? Bleh. ¿A quién engañaba? D.O. gege era encantador. Preparando pollo frito incluso antes que JongIn iniciara algún berrinche, abrazándolo cuando estaba enfermo, cubriéndolo con esas sábanas con el pingüino azul. Ugh, Pororo. Era la primera vez que algo tan lindo hacía que el rubio lanzara sus almohadones al suelo.
Eso no era lo único. Sentía que su orgullo corría el mismo camino de las almohadas, siempre atrás del moreno, cubriendo las heridas de un amor, que no era el suyo, le dejaba al chico. Ser su paño de lágrimas, su tonto panda gege era mejor que nada, ¿Cierto?.

 Cada noche, se miraba los dedos, apenas se notaba, pero no olvidaba porque tenía esas marcas en los dedos, era un fracaso para cocinar, pero hacer pollo frito no lucía tan complicado; o eso pensaba. Un chasquido provino de sus labios, como cada atardecer se hundía entre los acolchonados peluches de panda que tenía, autoconvenciendose que, aún después de todos esos años, no estaba tan enamorado como pensaba, que podía abandonar esos sentimientos en cualquier momento. ¿A quién engañaba?

JongIn era su droga, y como todo drogadicto, no notaba lo hundido que estaba. Perdido en él. En esos torneados brazos que solo lograban hacerlo sentir torbellinos en el estómago. Los brazos que abrazaban cada noche al chico de los grandes ojos. Celos. Estaba siendo consumido.

Antes de cerrar los ojos, cada noche ZiTao se preguntaba ¿A quién engañaba? Estaba seguro, no habían señales mezcladas, ni esperanza alguna. En el mundo donde vivía, Crong no podía respirar sin Pororo.

Ugh, Pororo.