Try

Description

Luhan llegó a mí cuando más había necesitado a alguien. Cuando los cigarrillos dejaron de hacerme efecto y las voces en mi cabeza llegaron para quedarse. Llegó cuando en mi cuerpo había dejado de conocer la calma y solo se aferraba a la destrucción, vaya si lo sabía.

 

 

Porque yo tengo que seguir vivo mientras que no sé siquiera si tú lo estás. Intentas, dices que intentas dejar las drogas pero simplemente no intentas lo suficiente. 

 

Exo

Layhan

 

2°da Gala Rey de una Noche

Foreword

Luhan llegó a mí cuando más había necesitado a alguien. Cuando los cigarrillos dejaron de hacerme efecto y las voces en mi cabeza llegaron para quedarse. Llegó cuando en mi cuerpo había dejado de conocer la calma y solo se aferraba a la destrucción, vaya si lo sabía. Cuando yo me había convertido en mi propia pesadilla. Él llegó a sonreírme a diestra y siniestra.
Desde la esquina de mi cama podía ver a través de la ventana y me gustaba que se viera frío, la calle desolada, como me sentía yo. Las diez de la mañana no se sentían como tal, parecía más tarde con el cielo gris, la última vez que vi el cielo azul fue hace tres días, un lunes por la tarde, pero ya no importa. Después vuelve a salir y yo también lo haría.

No podría olvidar, aunque muchas veces lo desee y me pudra de resentimiento, siempre estoy a la expectativa de verlo una vez más. Aún después de que nuestra última reunión nos llevó a la ruptura. En ciertos momentos recuerdo todo, tan vívidamente, casi como magia. Pero hay veces que todo es borroso y confuso. Mi mente se vuelve incapaz de acomodar todos mis recuerdos de una manera ordenada, al contrario, me lanza memorias que había olvidado, cosas que no quería recordar. A veces estaba Luhan en estas pero otras, estaba yo solo, como siempre. A veces la droga puede más que el amor. Cuando el descontrol es mucho más grande que el raciocinio, no hay manera de salir con vida.

 

Si acerco mi respiración a la ventana, el humo se consume sin dejar que lo disfrute. No había podido disfrutar de nada en bastante tiempo; al menos cuando pienso en él, mi mundo se ve tan absurdo y siento que el cielo tiene ganas de abrazarme con fuerza. El día que visite a Luhan se llega muy pronto. Espero que el pasto esté verde y que el viento no sea helado. El clima tiene que ser perfecto. Todo tiene que ser perfecto para que yo resista.

 

 

 

 

 

 

Las diez de la mañana y el día se sentía pesado sobre mis hombros, cuando giré a la izquierda me encontré con la muerte segura.
Me encontré con la mirada de Sehun, era casi tan intensa que no pude apartar la mía. Supongo que también escuchó las mismas palabras que yo.

<> Sus palabras resonaron por toda mi mente.

Sehun dio dos pasos para tratar de consolarme pero no quería que se me acercase.

¿De dónde saqué las fuerzas para dejarlo ir esa noche? Quité mí vista de su rostro y esperé a que se retirara, a que no me reconociera y me dejara un día más en mi vida. Era más fácil para mí soñar con mi futuro que para Yixing soñar con estar libre de sus fantasmas. Me alejo de la realidad al referirme a las drogas como “fantasmas” pero duele menos fingir que no existieron.  Duele menos decir que no existí en su vida para perturbarlo de su destino.  Duele menos fingir que nunca existió en mi vida, porque así las ataduras de mi alma se vuelven más ligeras.

 

 

 

Yixing

 

 

 

 

Mi ángel me había abandonado, esa tarde no bajó del cielo para protegerme, me dejó a oscuras con el tiempo encima y una llamada desoladora. El clima se sentía helado pero la nieve no llegaba a tumbar las hojas de los árboles. Necesitaba volver a sentirme bien un poco. Cuando tenía cinco años viví en un cuarto y solo me alimentaba de un bote de pepinillos, esos tiempos parecen casi un sueño, pero el hecho de que esos departamentos sigan en pie es más que suficiente para hacerme saber que no fue así. Basta con visitar a Kris ahí para saber que todo fue real. Las paredes seguían siendo rojas, justo como las recordaba. Miré por la ventana y la nieve por fin estaba cayendo.

Pregunté por qué de todas las personas, solo yo viví ese infierno. Es difícil de saberlo, es difícil estar viviendo en un país que no es mío, es difícil vivir mi vida. Casi pude ver el frasco de pepinillos que comí por última vez, caducado de meses atrás, pero era lo único que tenía para sobrevivir. Casi al otro extremo de ese habitáculo, puedo ver a mi mamá desmayada, no, drogada. Casi muerta. Siempre fue más un cadáver para mí que una madre. Pero estaba ahí siempre, con la respiración agitada, sucia, enferma, hasta que dejó de estarlo y terminó por convertirse en eso que tanto fue en vida: Un cadáver.
Quité el pestillo de mi puerta, no podía permanecer más tiempo ahí.

 

Necesitaba sentirme bien.

 

A veces, cuando las cosas se me salían de las manos, siempre podía mirarlo a él y conseguía tranquilizarme, esos momentos tan angustiosos se iban marchitando cuando estaba a su lado pero de pronto, algo sucedió y ya no era suficiente. Necesitaba más, más de lo que podía imaginar y me aterraba terminar como mi madre, me daba mucho miedo y eso fue algo que él siempre quiso desaparecer para que mi yo interno dejara de llorar, si hubiese permanecido a su lado, se hubiese destruido junto conmigo. Eso me daba aún más miedo. Me convertí en un monstruo y me hundí en un abismo del que no podía salir.

Para poder contar lo que sucedió con nuestra historia, necesito contar la relación más tormentosa de mi vida, la relación con mi madre, pero no creo que me alcancen los sentimientos ni las palabras para expresar por completo mis sentimientos hacia ella. Lentamente las cosas se van dando y esos acontecimientos que viví los iré olvidando, al igual que su existencia, mientras más olvide menos existirá en mí. Hasta que yo me convierta en ella y me tiré del edificio rojo esperando a quedar como lo que siempre quise ser, un ángel plasmado en la nieve.

 

Ojalá nevara.


En algún momento de mi vida fui el Yixing que Luhan conoció, pero me atrevo a decir que esa persona no es real, era una ilusión de lo que siempre quise ser pero que nunca fue. Él me hizo cambiar pero yo fui más terco en no quedarme así. Hoy que puedo ponerme de pie por mi cuenta y sentir hasta la médula que soy libre de cualquier atadura, puedo decir que ese Yixing está de vuelta, pero sin él, estando más solo que nunca. Porque cuando estuve con él, lo arruiné todo, siempre estaba al pendiente de esas trivialidades que solo conseguía calmar con las drogas, con el alcohol, pero nunca con él.

 

Mi madre, con un carácter imponente y con una infancia llena de carencias de la que siempre se lamentó y avergonzó. Cuando cumplió los quince años probó por primera vez la marihuana, era algo completamente nuevo en Changsa y mientras en Estados Unidos ya se utilizaban varios métodos para el consumo de las drogas, ella apenas comenzaba a descubrir un poco de cada una y cuanto más lo hacía más le gustaba, hasta ese momento creía haber tocado la gloria, pero luego se enteró que podía obtener mejor calidad en Corea. Tenía la certeza de que su vida era mucho mejor cuando las drogas entraban a su organismo, lo sé porque yo también lo sentí antes de siquiera vivir.

Ella no sintió vergüenza al descubrir que yo con cuatro años me había tomado una de sus pastillas que dejó a mi alcance yo nunca supe que eran malas ¿Cómo iba a saberlo? porque siempre la veía tomarlas y si ella podía hacerlo, claramente, yo también.
Me sentía tan humano y frío con todo lo que entraba por mi cuerpo, todo lo que entraba y me hacía volar. Todo era perfecto y tan tétrico. Mi madre drogada perdida en una esquina y yo en otra, escondido.

 

Nunca, nadie en Corea había presenciado lo que me pasó. Fui la sensación. Un pequeño extranjero con no más de seis años tuvo una sobredosis que le detuvo el corazón dos veces. Ni siquiera recuerdo si mi madre estaba conmigo, pero me encontraron con la cabeza  y el torso hacia el pasillo, el resto de mi cuerpo se escondía tras la puerta. Cada movimiento ajeno al mío me llenaba de miedo. Las voces, las luces, algo dentro de mí se pudrió porque desde ese momento me llené de miedo y nunca lo acepté, al contrario, me sentí inmortal después de eso. Un estúpido mortal. Tuve suerte de no morir en ese instante, recuerdo que el pecho me dolía demasiado, convulsioné. Estaba muy pequeño para resistir tanta Heroína dentro de mí, todo mi interior se estaba licuando. Claro que ni aún después de todo eso, creí que podía ser normal, porque estuve limpio, durante mucho tiempo, más del que cualquiera hubiera resistido. Pensé que quizás eso tenía que pasarme para poder parar, esperar a que me salvasen, pero claro, en ese tiempo no hubo manera que me alejaran de mi futuro. Hoy no tengo nada de lo que sentirme orgulloso, al contrario, es más de lo que tengo que estar avergonzado.

 

Desafortunadamente, a falta de familia, mi mamá seguía teniendo mi custodia. Y fui obligado a ser una víctima de su estilo de vida. Así como la nieve se convirtió en un símbolo de muerte para mí, a los ocho años fue capaz de envolverme en su frío cuando mi madre, con tal de tener privacidad con su amante ―y de muchos más― para poder conseguir su droga, porque sin ella se moría y yo me moría de frío y tristeza. A esa edad comenzaba a entender que no importaba cuanto tiempo estuviera bajo el efecto de las drogas, entre más tuviera mejor porque así no se daba cuenta de todo lo que me hacían. Sin embargo, a pesar de todo, la quería, la quería más de lo que ella me permitía expresarlo y necesitaba estar a su lado para saber que estaba bien. Después de todo no quería que sufriera.

Mi madre fue una mujer extraordinaria a su manera, sin serlo para mí pero sí para todos los que la rodeaban.

Mi madre se vendía a sí misma para poder pagar sus vicios, no le importaba lo que podía pasar conmigo. A los doce años me vendió por primera vez, luego lo hizo continuamente a sus <> con tal de conseguir lo que quería, nunca hablé con nadie sobre eso, pero así como era vendido, tenía que obedecer a cualquier orden y beber o probar drogas a veces era lo único que tenía que hacer. Esa fue la primera vez que realmente tuve un miedo espantoso. Cuando regresé a mi edificio rojo, la vista se me nubló y me desplomé en el suelo, lloré hasta que mi llanto se convirtió en risa y tos. Tenía miedo de resultar como ella y por un buen tiempo no lo fui e incluso ya había conocido a Luhan pero esa tarde gris, aquella llamada me hizo tan débil de nuevo, que rompí mis numerosas promesas que tanto me esforcé en forjar. Todas estaban ya rotas que al final, así que decidí por romperlas una vez más. 

 

 

---

 

 

 

El viento me falló, pero estaba fuerte. Cada paso que daba, se sentía como un ladrillo de plomo que me sujetaba más al pasado. Mis manos temblorosas no me dejaban descansar y aunque el destino que me correspondía a mí, él me lo robó. Me dejó vagando completamente solo.

Cada sección se veía terrible. Cada vida que se había terminado estaba rodeándome, pero solo había una vida que con la me tenía que encontrar en ese lugar.

 

 

 

 

 

 

Le hablé a Sehun desde algún teléfono público que encontré y él supo por mi voz casi inaudible que algo estaba mal conmigo que no dudó en pedirme la dirección donde estaba. Sabía que al llegar no le iba a gustar mi situación pero guardaba la esperanza de que me ayudara de igual manera. Necesitaba pedir ayuda a alguien porque sentía que la vida se me estaba escapando entre mis heridas.

 

Mientras esperaba por él, hice una disputa interna sobre tomarme o no mi último trago de alcohol. Sin darme cuenta lo bebí y con eso tiré por la coladera mi última oportunidad de hacer las cosas bien. No me percaté que ya no estaba solo en la mesa. Cuando vi la decepción reflejada en sus ojos me pregunté: ¿Qué pasó con ese joven que tenía tantos sueños? Que cada vez que caía, tenía la fuerza para levantarse con más ímpetu. Yo quería ser alguien en la vida y para Sehun me estaba convirtiendo en un pobre diablo que era capaz de venderse por un poco de droga. Yo me había convertido en la razón por la que Luhan había tirado su vida por la borda, me odiaba. Yo era mayor que él, pero apenas tenía educación, Sehun se estaba convirtiendo en el alguien que yo quería ser. De cierto modo la envidia me consumía mucho más rápido de lo que yo hacía a las drogas.

 

 

―Sabes… realmente creí que ibas a mantener tu promesa esta vez ―escuché decir mientras negaba con la mano alguna bebida del camarero y supe que fue un error llamarle. No necesitaba sus reproches, necesitaba comprensión.

―Mi madre murió. La policía me habló hoy y…―no dijo nada, por la expresión de su rostro supe que ya estaba al tanto. Estaba claro que no podía confiar en nadie.

―¿Para qué me has llamado? ¿Para mostrarme que esto es lo que haces cuando te desapareces? Yo creí que ya había visto todo lo malo de ti pero no sabía que podía haber más ―su rostro era impasible.

―No todo en mí es malo ―murmuré, alejando la mirada entre las luces de neón, si era una mentira o no, no quería pensar en eso.

Sehun resopló y su mirada cambió drásticamente.

―Necesito un poco de dinero, por favor.

―¿Para esto? ―extendió sus brazos y señaló a todo nuestro alrededor―. Siempre te doy mi ayuda y de igual manera acabas donde mismo… no, cada vez acabas peor.  Pero esta vez no te voy a ayudar a destruirte. Todavía respeto a Luhan como para hacerle esto. Si quieres acabar con tu vida puedes hacerlo de maneras más fáciles ¿Me equivoco?

Luhan…Luhan era mi cruz, y yo era la de él.

 

―Sehun por favor, esta vez es en serio…―comencé a rogarle, traté de tomar sus manos pero las alejó, me dio la ligera impresión que en su rostro había asco hacia las mías―. Por favor, por favor.

―No. Todas tus palabras se basan en engaños, hablas con falsas promesas y cuando recaes lo haces de una manera tan fuerte, tan agresiva que no puedo imaginar amanecer un día con la noticia que has mue… ―se detuvo súbitamente ante esa palabra, no podía de verdad imaginarme en el suelo, completamente perdido y sin vida. No sería la primera vez que eso pensaba y me avergonzaba.

Me colgué de sus brazos desesperado.

―Esta vez va en serio, hoy no sé qué pasó conmigo, ya no quiero vivir así ―pequeños sollozos se atoraron en mi garganta y me quemaron, la mirada de Sehun dudaba, me sentí tan débil que si él se iba yo no podría hacer frente a nada. Gruesas lágrimas cayeron, miré al techo y pregunté―: ¿Por qué está lloviendo aquí?

La expresión de Sehun cambió por primera vez, se levantó de la silla y me limpió las mejillas.

―Estás llorando. Y no. Yo no quiero que vivas así tampoco, pero no sabes hacer las cosas bien, no piensas y no aceptas ayuda hasta que te estás muriendo por otra dosis. Engañas a la gente y no sabes responder por tus actos. Estoy cansado de que solo me hables y me pidas dinero para luego perderte por semanas. ¿Tan siquiera te has puesto a pensar cómo está Luhan?

No contesté.

―Eso imaginaba ―Replicó―. Sabía que él no te importaba.

Sí lo pensaba pero no tenía idea de cómo parar mi locura.

―Yo… yo no quiero volver a saber nada de Luhan ―mentí y por un segundo creí que Sehun me golpearía, tenía el puño listo, pero se detuvo.

 

Las luces fugaces de neón, la música y el ambiente de mala muerte eran el escenario que jamás creí compartir con Sehun, menos en una pelea.

 

―Solo esta última vez ―sacó dinero de su billetera y me dejó la tarifa exacta del taxi―. Estoy cansado de limpiar tus desastres, arréglatelas tu solo y no me vuelvas a llamar. Si quieres vivir bien, deja de vivir entre la mierda. Sabes que mientras estés limpio eres bien recibido conmigo.

Me dio la espalda y comenzó a irse.

―Dijiste que lo amabas, Sehun ―Grité con todo lo que mis pulmones me dejaron, una parte de mí esperaba que no me oyese, que la música fuese demasiado alta como para irse, nunca le gritaba de la manera tan despectiva en que lo hice esa vez. Con dos zancadas regresó a mí.

―Tú me dijiste que amabas a Luhan, me hice a un lado y mírate en qué situación estás, lo estás matando. Él no tiene porqué vivir las consecuencias de tus acciones y lo hace porque te ama. ¿Acaso no entiendes eso? ¿Sabes cuándo fue la última vez que él durmió una noche entera? ―negué con la cabeza, no sentía mi voz por ningún lado―. Cuando tú dijiste que querías estar sano y te mudaste con él, después desapareciste y claramente, no cumpliste tu promesa. Cada vez que cierra los ojos solo puede verte en el suelo, bañado en sangre y vómito como la vez pasada. ¿Te parece que eso es justo para él? ¿Te parece que es buen recuerdo para conservar?

 

Mi propio cuerpo había traicionado mis sentidos y mis manos temblorosas tomaron los billetes sueltos, los sentí como un tesoro y como era usual, los guardé y me lancé a la salida del local para buscar a Kris, él siempre sabía dónde encontrar lo mejor.

 

Será la última vez, me dije y salí sin darme cuenta en la mirada fija de Sehun, siguiéndome hasta perderme.

 

 

 

 

 

 

Kris estiró los brazos hacia el cielo, movió la cabeza para encontrarse con los ojos vibrantes y perdidos de Yixing, le gustaba verlo así, tan indefenso, tan deseable y más que nada, tan fácil. Se sentía bien saber que no era el único que se destrozaba con esa intensidad. Buscó sus dedos para enlazarlos con los propios y encontró sus labios para besarlos. Aunque fuese un amor falso, le gustaba ser dueño de Yixing, aunque sabía que nunca podría ser correspondido. Apretó sus caderas contra las del otro y gimió. Se apresuró a bajar sus manos bajo la camisa de Yixing, él todavía estaba perdido en su mundo, saboreó el metal de su boca, su lengua estaba helada.

Luhan ―susurró el otro y profundizó el beso con más fuerza, pero ese fue el detonante que Kris no soportaría. No quería ser comparado con él, no quería tener que fingir otra vez ser él. Quería estar a su lado sin tener que ser alguien más. Se apartó en segundos, una vez más acabaría con el alma hecha trizas. Pero esta ocasión arrastraría a Yixing hasta la puerta, prefería dejarlo a su suerte.

―Es hora de que te vayas ―Lo dijo completamente fuera de sí, sin dar tiempo a Yixing de reaccionar.

―¡Dame un paquete más! ―Yixing comenzó a tocar la puerta―, vamos. No me puedes dejar aquí.

―El juego se acabó ―se escuchó la voz tosca de Kris más retirada.

―Tengo el dinero,  vamos Kris ¿Quién es tu mejor cliente? ―Yixing comenzó a bombear sangre caliente por todo su cuerpo, aún bajo esos efectos alucinógenos, una ira comenzaba a emerger―. Yo te estoy pagando para que me des lo que necesito. ¡Dámelo ya!

Al otro lado de la puerta, Kris supo que había llegado a un punto de no retorno con Yixing, su amistad ya no podía ser igual.

―¡Ya te he dicho que no te quiero aquí! ―gritó más fuerte cuando los golpes hacia la puerta aumentaron. Se acercó con grandes pasos hasta abrirla y quedar frente a frente. Antes de que Yixing pudiera reclamar algo, ya estaba en el suelo, el frío le entumeció el cuerpo y ni siquiera puso atención a las últimas palabras de Kris.

Ese edificio rojo era su perdición, lo detestaba.

 

 

 

 

 

Luhan

 

Las gotas de agua fría ya no me hacían efecto, mi cuerpo ya no sentía el frío y temblaba como antes, tampoco el sueño regresaba a mí. Yixing me estaba consumiendo desde dentro hasta desgarrarme las entrañas y dejarme a la deriva.  A veces me siento como si yo hubiera perdido todas esas oportunidades para ser feliz, para bien o para mal pero sabía que él simplemente ya no volvía. A veces pienso que con Sehun todo pudo haber sido distinto, pero si estaba enamorado de Yixing, no tenía remedio.

La última vez que lo vi fue cuando salió del departamento y tampoco volvió, no llamó y un mes después, llamó a Sehun para pedirle dinero ¿Por qué no me llamó a mí? ¿Acaso él era más importante en su vida que yo? ¿Por qué no pedir mi ayuda?

Soy un loco.


      Enterré mis dedos entre mis cabellos enmarañados y quise llorar, poco a poco fui soltando algo de mi interior. Ya no hacía falta que me llamara porque él ya no vendría a mí, por mucho que yo lo desease, él no vendría más a tocar mi puerta y a fingir unos días de felicidad conmigo, tampoco amaneceré con su ausencia más marcada que nunca. No escucharé sus palabras de aliento hasta que no decida salir de esa vida o hasta que reencarne en alguien más sano.

 Mis lágrimas se confundieron con las gotas de la regadera y mis gritos se volvieron silenciosos, a tal grado que solo me escocía la garganta, solamente en ese rincón del baño, tenía la capacidad de derrumbarme. Lo único que deseaba era que Yixing estuviera todavía con vida, que no tuviera otro paro respiratorio sin que no tuviera ayuda, solo eso pedía. Incluso si estaba lejos de mí, deseaba que estuviera vivo.

 

 

Mis manos tiemblan de tan solo recordar ese tormentoso día, para esa época ya comenzaba a tener la costumbre de desaparecer días completos sin avisar, yo llegué del trabajo y encontré sus zapatillas en la entrada, junto con su saco lleno de nieve. Lo que creía alegría se convirtió pronto en angustia. Al entrar a la habitación no estaba y entonces me dirigí al baño, la situación se era mucho más tétrica de lo que hubiese querido pasar. Había bastante sangre en la pared de la ducha y Yixing era el centro de su propia sangre y vómito, caí de rodillas y traté de despertarlo. <> <>

Pero nada pasaba. Tomé el celular y llamé a una ambulancia. Luego a Kris, a pesar de que no confiaba en él necesitaba que estuviera ahí para mí y para él. No quería a Kris cerca de nosotros pero tenía que decirme que le había dado. Tenía que hacerlo.
Arrastré a Yixing y lo senté en un espacio limpio, al principio estaba consciente pero después se convulsionaba sin cesar, sus pupilas estaban completamente dilatadas que ni me veían. Repetí su nombre un centenar de veces mientras lo abracé hasta que tocaron la puerta. Habían sido unos minutos antes de que llegaran pero para mí fue una eternidad.

Una sobredosis de cocaína y heroína, muy difíciles de conseguir en Corea, pero que él las tenía, siempre contaba con el dinero para comprarlas.

Lay, le gustaba cuando le decía así. Decía que le hacía sentir menos anormal que con su nombre real. Lay. A mí me gustaba decirlo en voz alta y pensarlo en mi tiempo libre, pero en esos momentos me daba miedo hacerlo, hablarle y no obtener una respuesta. Él no abrió los ojos hasta dos semanas después, para despertarse con la noticia que se podría morir en cualquier momento con una sobredosis más. Estuvo limpio por un mes y creo que fue la última vez que yo me sentía feliz y él también, pero se veía miserable, como si mi ayuda y compañía no fueran suficientes, al contrario, se veía más decaído y más alejado de mí. Por mucho esfuerzo que puse, terminó por irse y hasta la fecha no ha vuelto.

 

 

Cuando salí de mi eterna ducha, envolví una toalla en mi abdomen. Quizás había sido solo parte de su juego, me dispuse a pensar, solo era una pieza para ayudarlo a sobreponerse y luego ser arrojado lejos. No podía negar el dolor que me causaba pensar en eso, pero era básicamente imposible. Lo extrañaba más de lo que podía pensar porque me mataba el no saber de él, porque todos sus recuerdos danzaban nuevamente frente a mis ojos y ardían sin que yo pudiese hacer nada.

 

Su voz… Siempre le había gustado su voz, y a mí también. Cuándo estaba perdido dentro de sí mismo, escuchaba su voz gratinar mis oídos hasta que él se cansaba. Para Yixing, las melodías simplemente brotaban por el simple hecho que él existía y les podía dar vida. Eso ayudó mucho a que siguiera consciente, era su único talento muerto.

 

El sonido marchito del timbre me parecía tan lejano pero al mismo tiempo estaba lo suficientemente cerca para hacerme saber que allí estaba todavía. En automático me levanté de la cama y me dirigí a la puerta.

Yo no seguía siendo el mismo de antes y por lo visto él tampoco.

Mi corazón dio un vuelco. Lo sentí bajar hasta mi estómago de golpe para atorarse en mi garganta con palpitaciones desesperadas.

Ojalá nunca hubiera visto su verdadero ser, porque así no me habría esforzado de una manera casi tan desgarradora por mantenerlo con vida. Así nunca me hubiera imaginado una vida con él. Ojalá nunca me hubiera enamorado de un fantasma. Lay, Yixing, todo él se llegó a convertir en algo más que silencio de mis propias lágrimas.

 

Mientras estaba cerca de mí toda mi vida cambiaba radicalmente.

Mientras estaba frente a mí, el tiempo que pasamos separados se vio minimizado por su apariencia. Se veía como siempre me había prometido ser. No sabía si llegó a mí para quedarse pero al menos podía saber que era real.
Cuando me abrazó, me di cuenta de lo mucho que lo había echado de menos, pero de verdad. No solo en días anteriores me torturaba imaginándolo sino que podía sentirlo en cada parte de mi cuerpo. Lo extrañaba y él a mí todavía.

Se suponía que no debía besarme de esa manera porque entonces yo lo besaría también, se suponía que no debía tocarme de esa manera porque entonces yo querré más y entonces no podré controlarme. Le devolví el beso de tal forma que no tuvimos escapatoria. Él quería eso tanto como yo. Podía casi escuchar su corazón latir junto al mío. Sentía su piel arder y aproveché para cerrar la puerta. Nadie más sabría que alguna vez estuvo de vuelta.

Me besó hasta que mi cuerpo tembló y yo dejé al descubierto su torso. En la oscuridad se sentía igual que antes. Rompimos esa pared cuando nuestros cuerpos entraron en completo contacto. Te eché de menos, me susurró al oído justo después del clímax.

 

Nunca fui suyo, o al menos nunca fue mío. Siempre fue más para él. Y yo no tenía acceso a su mundo. Nunca me permitió seguir sus pasos porque él ya estaba lo suficientemente podrido como para arrastrarme también.

―¿Por qué no te quedas? ―Pregunté.

―Me gustaría, pero no s…

―¿No sabes qué, exactamente? ―Supe que me estaba poniendo a la defensiva y se empezó a formar un enorme nudo en mi garganta.

―No sé, simplemente no sé porque tengo que volver contigo si acabo yéndome lejos. Si no soporto hacerte daño. De hecho no debería estar aquí ―Ni siquiera me estaba mirando.

―¿Y sabes que no soporto yo? ―Enderecé mi cuerpo frente al suyo―. Que seas tan débil. Yo sé que tú me amas pero no puedes afrontarlo, puedes irte pero aunque no quieras siempre acabas volviendo hacia mí. Y te odio porque sabes que siempre te voy a recibir y me ves sufrir ―los sollozos comenzaron a escapar y se volvieron más dolorosos―. Tú, tú, tú me veías quedar hecho trozos y en lugar de pegarme con pegamento, me dejaste tirado. Cuando tú necesitabas de mí yo siempre estuve a tu lado, porque nunca quisiste aceptar que tenías una oportunidad de verdad. ¡Y me duele saber que cuando te vayas, cada respiración que dé, cada comida que coma, cada maldito día sea solo un recordatorio de que no estás conmigo! Porque yo tengo que seguir vivo mientras que no sé siquiera si tú lo estás. Intentas, dices que intentas dejar las drogas pero simplemente no intentas lo suficiente.

Lo que había comenzado como una simple frase acabó en palabras llenas de dolor, alcé la voz y no supe como apagarla. No quería que fuera lo mismo que las veces anteriores.

Él ya no dijo nada.

Sus pisadas se volvieron silenciosas a la hora de salir. Usualmente azotaba la puerta y eso me hacía pensar que regresaría pero esta vez me dio a entender que ya nada sería igual. Me abrazó con fuerza antes de levantarse, casi se llevó consigo mi alma, su aroma perduró unos segundos y después se desvaneció junto con su presencia.

Y tenía razón.

 

 

 

Yixing

 

 

Su ausencia era lo peor, porque cuando pensaba en como sus manos alguna vez habían tocado los míos, como sus miradas eran solamente para mí aun cuando la mía se desviaba a lo que podía consumir en mis puños. Luhan se convertía en mi mártir cuando yo me esfumaba y luego se convirtió en mi calvario cuando decidió descansar para siempre, antes que yo, sin dejar que yo me fuera primero. Él llegó a ver la realidad de una manera más sencilla que yo pero por más que se esforzó, no hubo manera de salvarme.

Su tumba era algo que yo, aun teniéndola frente a mí no podía comprender. Ni siquiera estando limpio. Sus letras, su epitafio me eran tan borrosas que casi podría jurar que se trataba de otra persona. Que todo había sido un error; pero al levantar la vista y encontrarme con Sehun, me doy cuenta que no es así y que un día más, Luhan sigue sin regresar de la muerte....

Comments

You must be logged in to comment
No comments yet