Los instrumentos tradicionales eran su pasión. Sabía fundirse con ellos, transmitir sus sentimientos a través de la música y quizá por esa razón fue que obtuvo una beca en una prestigiosa universidad de música, y aunque podía costearse sus estudios, prefirió aceptarla y no hacer gastar dinero a sus padres, a los cuales no les faltaba para nada este, pero lo hacía para no ser una carga para ellos.

A sus diecinueve años ya había tenido su primera presentación como solista, tocando el piano para miles de personas en uno de los modernos auditorios de Hong Kong: el centro cultural de Hong Kong. Su sueño se estaba cumpliendo y agradecía a sus padres que no le hubiesen impedido seguir con lo que realmente le apasionaba, la música.

Como su hermano mayor, estudió administración y como segunda carrera estudió literatura. Sus notas eran, por demás, sobresalientes y había ocasiones en las que no necesitaba estudiar para algún examen. Sus gustos por la música instrumental empezaron cuando escuchó por primera vez un concierto en vivo, al cual le llevaron sus padres, donde muchos músicos, principiantes y expertos, tocaban instrumentos, cada presentación era un solo. Pero él se quedó maravillado con una de las tantas presentaciones, la de piano. El sentimiento que transmitía aquel chico al presionar las teclas del instrumento de cuerda, provocaba que su piel se erizara y su cuerpo temblara. La manera en que ese chico tocaba el piano era demasiado ‘perfecta’; aunque no pudo verle muy bien el rostro cuando se despidió del público con una reverencia.

Unos dos años después, fueron presentados, en la boda de su hermano mayor. El menor apenas tenía veintiún años y el otro ya iba a cumplir veintidós años. YiXing intentó hablar con el mayor, pero era como si le hablara a una piedra, no respondía nada ni le prestaba atención. Se rindió y, en la fiesta, tuvo que hacer beber algo de licor al más alto para que se soltara un poco.

Su plan funcionó y ya se encontraba bromeando con el otro mientras bebían.

"Y-Yi... Xing... Chin... Shi... ¿Sea?"

Al mayor le costaba pronunciar el nombre del otro a causa del alcohol, su lengua se enredaba y la pronunciación en chino poco a poco se le hacía familiar al inglés, idioma que aprendió cuando vivió varios años en Canadá, donde pasó parte de su niñez junto con su padre a causa de que comenzaban a exportar los primeros modelos de autos al extranjero.

"Oye, has bebido mucho, recuéstate un rato". YiXing quiso recostarlo en la hierba, se encontraban en uno de los jardines de la mansión del mayor, pero este se resistió y terminó por dejar su cabeza encima del regazo del menor.

"Xing..."

"No te dije mi nombre para que lo repitieras tanto". Le picó la nariz con su dedo índice y rió suave al ver parpadear rápidamente al más grande. "Por lo menos dime tu nombre, así te lo repito a cada instante como tú lo haces".

"Wu... Wu YiFan... Pero dime Kris". Respondió. Los ojos le pesaban y comenzó a cerrarlos, las caricias que el castaño le daba en sus cabellos no ayudaban a que se quedara despierto.

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“Señorito YiFan”. Su ‘nana’ lo llamó, estaba parada al lado de la amplia cama del chico y esperaba a que se despertara; estaba preocupada por si tenía resaca.

Kris gruñó cuando al querer abrir los ojos, la luz del día lo aturdió; definitivamente tenía resaca, su primera resaca. Maldijo al chico que lo hizo beber, no recordando mucho de cómo se veía, pero teniendo en claro su nombre: Zhang YiXing.

Luego de que su nana le diera una pastilla y un vaso de agua, le pidió que no lo molestaran, estaría el resto del día en cama ya que no se sentía bien como para ver a alguien.

Se sentía mal por haber tenido que dejar al chico alto en manos de su nana. Había ocasionado que se emborrachara y temía que el otro le odiara por haberlo hecho. Aquel chico de fría mirada le recordaba a alguien, pero no recordaba bien a quién, había conocido a tantas personas que estaba confundido.

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Cuando la madre de YiFan murió, nuevamente pudieron verse. El mayor no mostraba que le hubiera afectado la muerte de su madre, aunque no solía demostrar sus sentimientos. YiXing lo siguió luego de que terminara la ceremonia en aquel cementerio privado, el mayor se había escabullido entre la gente y había desaparecido entre el bosque del cementerio.

Se detuvo a unos cuatro metros de él y lo vio sentarse sobre las ramas y hojas secas que estaban encima de la hierba. Le recordó a alguien, esa escena la había visto antes, un chico con los ojos cerrados, sentado bajo un árbol, solo que esta vez no llevaba un libro en su regazo. Tuvo que acercarse lentamente para que el otro no se alarmara, aunque sabía que de todas maneras si lo hiciera, no lo iba a demostrar.

“Kris”. El menor le llamó en un susurro, poniéndose de cuclillas en frente suyo.

El mencionado abrió los ojos, pero no se asombró al ver al chico de castaños cabellos, aunque sí le descolocó que este le abrazara y hundiera su rostro en el hueco entre su cuello y hombro. El otro terminó de rodillas, con ambas piernas a los lados del cuerpo ajeno, todavía aferrado al más alto.

“Te extrañé, Wu YiFan”.

El menor soltó su agarre sobre el otro y le sonrió dulcemente, mostrando su perfecta dentadura y característico hoyuelo en su mejilla derecha, aquel hermoso hoyuelo que Kris extrañó en esos últimos dieciséis años.

“E-Eres…” Fue la primera vez en su vida que Kris tartamudeó.

“¿Aún seguirán nuestros nombres ahí?” Preguntó, aun sonriendo al mayor.

Kris no pudo reprimir toda la clase de sensaciones que invadió su cuerpo cuando supo quién era YiXing; era su primer y único amigo, aunque no se hubieran visto por años y solo compartieran unas pocas horas de la mañana en aquel verano del año de 1997. Abrazó al más bajo, con tanta fuerza que casi ahoga al otro; hacía tanto tiempo que alguien había visto a Wu YiFan expresar sus sentimientos, su felicidad.

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Luego de que ambos se ‘reencontraran’, intentaban pasar la mayor parte de su tiempo con el otro, disfrutando de su juventud y haciendo cosas que de niños nunca pudieron hacer; en el caso de Kris, ir a un parque de diversiones.

“No me digas que le tienes miedo a las alturas. Vamos, Kris, no es como si fuera tanta la diferencia de altura, después de todo eres un gigante”. Bromeó el menor.

A pesar de que YiXing era más bajo y delgado que Kris, fácilmente pudo arrastrarlo hasta el juego del que el mayor tanto temía, la montaña rusa.

Kris casi quiso huir y salir del carrito del juego cuando sintió este comenzar a moverse, escuchando un pequeño chirrido por el movimiento. Al estar en la primera cima de donde iban a bajar a gran velocidad, sostuvo al menor de la mano, apretándosela demasiado fuerte que incluso enterró sus uñas en la pálida piel de su amigo.

Las marcas en el dorso de su mano le dolían, pero no quiso que Kris se diera cuenta de ello. Luego de que bajaran del juego, y el mayor devolviera todo su almuerzo en un tacho de basura cercano, fueron a los baños para arreglarse los cabellos y que Kris se enjuagara la boca para no seguir teniendo ese amargo sabor en ella.

Se subieron a diferentes juegos. En los carros chocones Kris ganó y a cambio YiXing tuvo que entrar con él a la casa de terror, en donde estuvo gritando la mayoría del tiempo y Kris para calmarlo tuvo que tomarlo entre sus brazos mientras acariciaba sus cabellos. Cuando Kris perdió en el juego de derrumbar latas, YiXing le pidió que se subieran al juego de tazas; al principio el mayor se negó, pero luego de ver los gestos adorables que su amigo le hacía, se rindió y subió al juego junto con él aunque con ello perdiera su imagen ‘masculina’. Antes de que se subieran a la noria, Kris intentó por última vez jugar al ‘tumba latas’ y logró ganar gracias a que YiXing no le prestaba mucha atención, lo que no le ponía nervioso como al contrario de la vez anterior.

En la noria, YiXing sostenía con uno de sus brazos al inmenso peluche de león que Kris había ganado; con su mano libre sostenía la mano de Kris. Ambos veían el atardecer por la ventanilla de uno de los cubículos del juego. YiXing tuvo que soltarle la mano ya que Kris estaba sudando mucho y se sentían pegajosas sus manos. Se burló del mayor, diciéndole que quizá estaba enamorado de él y que por eso se ponía tan nervioso; el otro simplemente se quedó callado y el menor ya no siguió molestándolo, pensando que se había ofendido.

El menor dejó su peluche encima de su cama y todas las noches se quedaba dormido abrazado a él; siempre quiso tener un regalo de Kris y ese era perfecto.

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En los veranos de los siguientes dos años siempre iban a visitar aquella banca donde habían escrito sus nombres y ese año fue lo mismo.

La amistad que compartían ambos era de las más fuertes que alguien pudo haber conocido. Se contaban todo, desde si YiXing se había tropezado con algún mueble pequeño, lo que realmente sucedía a menudo, hasta si Kris tenía flojera de bañarse en la mañana. Aunque el mayor tuviera veinticuatro y el menor, veintitrés años, ninguno sabía acerca de cómo era besar a otra persona, pero ambos bien sabían que poco a poco un sentimiento hermoso había aparecido en su relación, algo que no sabían qué significaba y que no pensaban decírselo al otro, por lo menos YiXing no pensaba decírselo al otro.

Ambos caminaban por aquel camino de piedras por el cual habían caminado hacía unos diecisiete años. El mayor sostenía con su diestra una sombrilla para proteger a YiXing del esplendoroso sol, el menor simplemente se entretenía viendo algunas mariposas posarse sobre las flores que estaban en los laterales del camino.
 

Al llegar a la banca, se sentaron en ella y se quedaron en silencio, disfrutando solo de la compañía del otro y de los recuerdos que aquel lugar les traía a ellos.

“Xing…” El mayor interrumpió el agradable silencio que se cernía entre ellos.

“Dime.” YiXing estaba distraído, viendo las nubes que formaban divertidas figuras en el cielo, tapándose ligeramente los ojos con una mano para que el sol no los lastimara.

“Xing, mírame.” Kris se giró un poco hacia el lado en donde estaba el menor.

El menor le obedeció y fue en ese momento en que Kris o dijo ni una sola palabra, solo se dejó llevar por los sentimientos que albergaban su corazón.

Lo tomó por el rostro y juntó sus labios con los de su mejor amigo, viéndole a los ojos, pero no teniendo intención de separarse de él. YiXing por un momento no reaccionó, pero al darse cuenta de lo que pasaba, cerró de a poco los ojos y correspondió al casto beso que el mayor, su primer amigo y amor, le daba.

El beso no cambió, fue lo mismo por unos minutos, aunque todo era silencioso, ambos claramente podían escuchar sus propios corazones latir desbocados ante ese tímido roce de labios. No quisieron separarse, no querían dejar escapar esa sensación magnífica que embriagaba sus cuerpos, pero al escuchar algunas risas de niños, tuvieron que separarse.

No compartieron palabra alguna en ese día luego de aquel suceso, no hacía falta. Regresaron a sus casas, aunque mucho más felices que los días anteriores, ya que por primera vez sabían que sus sentimientos eran correspondidos.

Parte súper fluff♥

Casi lo olvido, este oneshot está dedicado a una de mis más grandes amigas, Leslie. C: