Prólogo

“Te digo adiós para toda la vida, pero toda la vida seguiré pensando en ti.”—Jose Ángel Buesa

Cerró sus ojos con fuerza, luchando contra las lágrimas que amenazaban en escapar, esa había sido su decisión pero ¿por qué dolía tanto? Se recostó, sutilmente sobre la puerta de madera, examinando por última vez el apartamento qué había compartido con él. Siendo invadida inmediatamente por los recuerdos, unos felices otros no tanto, pero al fin y al cabo, eran memorias sólo de los dos. Inhalando profundamente, retiró de manera fugaz las lágrimas que se habían asomado por sus orbes. Mirándose en el espejo nuevamente y sonreír con tristeza, estaba preparada para partir.

Alargo su brazo para tomar el pomo de la puerta, pero esta  se abrió elegantemente revelando a la persona que menos quería ver en ese momento, su hermosa sonrisa le partió el corazón ¿cómo podría olvidarse de todo y hacer como si nada hubiera pasado? 

—Suho—susurró, agachando su mirada llena de culpas.

—Yo…—escuchó sus palabras morir lentamente, su mirada penetrante sobre ella alternándola de vez en cuando con sus maletas— ¿Qué pasa                         ? ¿A dónde vas con esas valijas?

Formándose un largo y doloroso silencio, apretó con fuerza el asa de su equipaje, mientras sentía su respiración entrecortada y sus nervios a flor de piel ¿cuánto tiempo se llevaban mirando? Se suponía que él llegaría dentro de una semana, o tal vez más.  Por eso se iba hoy, para evitar cualquier despedida porqué sabía que no sería capaz de marcharse.

—Yo—murmuró levemente, alzando la cabeza y encararlo, con los ojos llenos de lágrimas. No podría, sólo quería irse de ahí y desaparecer—.Lo siento— susurró pasando a un lado de él, dejando escapar una pequeña lágrima llena de arrepentimiento.

— ¡¿De qué hablas                            ?! —preguntó algo consternado por la situación, tomándola fuertemente del brazo, jalándola hacía él mientras la envolvía en un abrazo.

—Suéltame por favor, necesito irme. Yo…—respiró profundamente apretando sus manos en forma de puño hasta dejarlas blancas—Yo…yo…

“¿Debería decirle la razón?” Pensó mirándolo por un lado, su barbilla recostada en su hombro, envolviéndola en un abrazo protector, desearía poder quedarse ahí para siempre, pero era imposible, la vida se había encargado de eso…o más bien ella, sería mejor así.

—Yo…

—Perdóname si hice algo que te hiciera sentir mal                        , perdóname por no haberte llamado en estos días y preguntar como estabas, perdóname por no ser más atento contigo. Si existe alguna falencia en mí o en nuestra relación podemos discutirlo, pero no puedes marcharte así. Por favor, entra al apartamento y hablemos ¿sí?

Sentía su tono lastimero, lleno de culpas y temores.

—Lo lamento, no puedo—deshizo el abrazo con mucho dolor, se limpio las lágrimas y tomó sus maletas con fuerza, para empezar su marcha hacía el ascensor, sintiendo como sus labios temblaban escuchando los ruegos de él detrás.

—Te engañe—fue lo último que susurró antes de entrar en la cabina con la cabeza gacha y marcar el botón del primer piso, levanto un poco su vista para encontrar a un Suho deshecho con la confesión sin darle tiempo de obtener ninguna explicación, había desaparecido de su vida…ojalá y para siempre.

Continuará…