~Literatura de ensueño~

~Literatura de ensueño~

Otro día más en mí aburrida vida... solo otro día. 

Llegué a casa después de un largo y agotador día de escuela, mis padres estaban discutiendo. Se percataron de mi presencia por lo que se mantuvieron en silencio y me observaron. Yo los miré fríamente y con disgusto. Me fui rápidamente a mi cuarto.

Cerré enérgicamente la puerta y luego, del gran estruendo que causo el golpe de la pesada madera, comencé a escuchar como volvían a gritarse. Fingí que nos lo oía.

Me senté frente a mi amplia biblioteca, la cual estaba repleta de libros que contaban hermosas e increíbles historias.

"¿Por que simplemente no se hacen realidad? ¿Por que mi vida no es así?" Luego de sumergirme en mis absurdos pensamientos, agité la cabeza volviendo al mundo real y me senté en mi escritorio a hacer tareas. Las exigentes y amargadas profesoras nos habían dejado muchísimas cosas para hacer.

Tome mis libros y comencé por las tareas de literatura.

"Aish mi vida jamás será así" me repetía una y otra vez entre suspiros. Mientras más leía, mas me iba de la realidad. Me metía en mi mundo, un lugar en el que nadie podía hacerme daño, donde yo era la protagonista y vivía historias dignas de ser contadas por todos.

Historias de amor, acción, terror, misterio, no me importaba. Todas y cada una de ellas me gustaban y parecían interesantes.

Cerré mis libros fuertemente y con mucha frustración, ya que nada de eso jamás pasaría.

Como toda buena lectora, cuando mi cerebro lo permitía, yo escribía un poco. Tenia un bonito cuaderno donde plasmaba todas aquellas ideas que se venían a mi mente, todas esas frases producto de buenos recuerdos, frustraciones, tristezas, alegrías, etc.

No había escrito nada en el en todo el día lo que era raro en mi, pero estaba muy agotada por lo que apoyé suavemente mi cabeza sobre mi escritorio y me quedé dormida. Desperté al día siguiente, los rayos de sol que entraban por la gran ventana que se encontraba frente a mi interrumpieron mi pacifico sueño.

Cambié mi ropa y comencé a prepararme para ir a clases. Tomé mi mochila y bajé al primer piso para emprender mi viaje. Mis padres tenían una inusual sonrisa en su rostro, lo que hizo que los observara extrañada. Ellos estaban a punto de separarse, no obstante.... ¿Sonreían? No le di mucha importancia a la situación, por lo que saludé en general y salí de casa.

Una vez frente a mi casillero, comencé a revisar si tenía todo lo que necesitaba para sobrevivir a otro día de estudio. Todo parecía estar en orden. Pero... Noté que me faltaba algo, no podía ser. Me negaba a que fuera cierto.

"¿Donde esta? ¿Donde? ¿Donde? ¿Donde?" Me repetía una y otra vez mientras revolvía mi mochila. ¿Y si lo había perdido?

Ese cuaderno era una parte importante en mi vida. Tenia todos los textos que yo misma había escrito, pensar que lo había perdido me entristecía mucho.

Se me hacia tarde tenia que ir a mi clase pero... mi cuaderno no estaba. Quien sea que lo tuviese leería todo lo que yo había escrito. Tan solo pensar en esa posibilidad hacia que un horrible escalofrío recorriera mi cuerpo. "Que vergüenza" susurré mientras trataba de quitarme esa espantosa sensación del cuerpo.

Comencé a caminar rápidamente por los pasillos de la universidad. Debía apresurarme para no llegar tarde a mi clase. Seguía preocupada, pero me vi obligada a apartar mi mente de esa situación por un momento para prestar atención en la clase de física. Los cálculos me aburrían bastante pero sabía que mi calificación final dependía de esos malditos números, así que me concentré.

El timbre tocó y la preocupación volvió a golpearme fuertemente.

Fui a mi casillero a dejar los libros de física. Estaba muy pensativa, ese maldito cuaderno estaba torturándome.

Por un momento pensé que había olvidado la combinación de mi casillero y que no podría abrirlo. Tal vez solo era algo psicológico por lo que me había pasado con mi cuaderno, ya que luego de unos minutos "recordé" la combinación como por arte de magia.

Los días pasaban lentamente y yo seguía olvidando cosas, y para mi infortunio mi cuaderno no aparecía. Era como si una parte de mi se hubiese ido.

Me levanté, como todas las mañanas desde la ausencia de quien tal vez había sido mi mejor amigo, entristecida. Tomé mis libros, esperando no olvidar nada, y fui a la escuela.

Dejé mis cosas un poco despistada, pero algo atrajo por completo mi atención. Era una nota.

~"creemos en las historias que leemos y anhelamos vivirlas, pero no nos atrevemos" mmmm interesante.... Me gustan las cosas que escribes en tu cuaderno, por cierto si quieres puedo devolvértelo //5pm en la biblioteca// no faltes

-que dem...- susurre entrecortando mi propia frase.

Algún iluso de esta escuela había tomado de rehén a mi pobrecito cuaderno, pero eso no era lo que mas me enojaba o asustaba. Lo que me afectaba era el hecho de que esta persona lo había leído. Mi peor pesadilla se había vuelto realidad.

Quien lo tenía en sus manos, había leído todos mis pensamientos traducidos en un par de personajes creados por mi subconsciente. Quería ocultarme debajo de una roca y no salir nunca mas...

Observé la pantalla de mi celular, eran las 4:45. Tomé mi mochila, y muy decidida a faltar a clases emprendí mi viaje a la biblioteca. Allí no había mucha gente, claro... Todos estaban en clases.

Busqué entre las pocas personas que había allí pero no encontré a nadie que tuviese actitudes sospechosas o mi cuaderno. Hice un gesto de disgusto y estaba por darme media vuelta para irme pero una mano tomó mi hombro.

-así que aquí esta la pequeña escritora de aquellas frases que lograron conmoverme...- dijo una voz masculina, bastante profunda y agradable.

Voltee exaltadísima y con intenciones de matar a quien hubiese leído mis textos. Pero algo congeló mis nervios.

Una bonita y calida sonrisa se encontraba en el rostro del secuestrador de mi cuaderno. Lo observé en silencio por unos segundos ya que las palabras no lograban salir de mi boca. Se me había hecho un nudo en la garganta y los nervios y la vergüenza me consumían casi por completo.

-creo que esto es tuyo- me dijo el agradable chico, mostrándome su amplia sonrisa una vez mas al mismo tiempo en el que extendía sus brazos entregándome el cuaderno.

-aahh aquí esta -dije fingiendo alivio -pensé que lo había perdido para siempre.

-lo encontré en una de las mesas de la universidad, al parecer se te había olvidado- . Me sentí apenada al escuchar esto, ya que había sido muy descuidada.

-s-si, no volveré a olvidarlo, lo prometo pero… tu… ¿lo leíste?

-emm si, eso… lo siento mucho, es que solamente lo abrí para ver de quien era y así poder devolverlo pero tengo que admitir que accidentalmente me encontré con una de tus historias, solo me dejé llevar. Y una vez que había empezado a leerlo simplemente no pude detenerme, realmente lo siento- me respondió un poco avergonzado.

-no te preocupes- dije, regalándole mi mejor sonrisa.

-¿habría sido una lastima si tan increíbles historias se separaran de su autora no?- su comentario me halagaba al mismo tiempo en el que me dejó completamente sin palabras- por cierto mi nombre es Yong Guk

-hola, un placer... Mi nombre es Juliette - le dije un poco sonrojada mientras me decidía a devolverle el cumplido -que suerte que mi cuaderno cayó en buenas manos, no se que habría hecho sin él. Muchas gracias

-no hay problema, creo que me habría sentido muy culpable y mal conmigo mismo si no hubiese regresado estas bonitas palabras a su dueña, se como se siente perder algo así.

El comenzó a contarme lo que le había pasado. Era escritor y también lector como yo. Me contó que había perdido muchos de sus libros favoritos porque era un tanto descuidado. Dado a la infinita cantidad de cosas que teníamos en común, nuestra conversación se extendió un par de horas más de lo previsto. Pero finalmente tuvimos que sepáranos.

Volví a mi casa, pero esta vez una sonrisa estaba dibujada en mi rostro. Subí a mi cuarto y cerré suavemente la puerta, sobre la cual minutos después recargue mi cuerpo soltando un suspiro de felicidad. Una vez sentada en suelo y con la puerta a mis espaldas comencé a pensar en todo lo que había pasado. Él era realmente agradable, y saber que apreciaba la literatura tanto como yo me alegraba mucho. Tomé mi cuaderno y comencé a ojearlo esperando que las ideas salieran de mi mente. Pero la emoción de haber encontrado en el mundo a alguien como yo era tan grande que no podía concentrarme.

Sonreí torpemente durante toda la noche, mientras recorría mi cuarto de un lado a otro pensando en él.

¿Que era esto? ¿Que me sucedía? Podía ser.... No.... ¿Amor? No... Eso era imposible. Pero el sentimiento que me invadía era tan diferente y reconfortante que me hacia pensar que podría haber sido algo así como amor a primera vista.

Tal vez al fin estaría viviendo una  historia como las de mis libros. Una historia como la que yo tanto anhelaba. Considerar en esta opción me sacó una sonrisa más grande de la que yacía posicionada sobre mi rostro.

El tiempo fue creando una muy valiosa amistad. A pensar de que, tal vez, yo sentía algo mas por él, lo consideraba un muy buen amigo y una gran compañía. Estar a su lado me hacia feliz y me inspiraba a escribir aun mas y mas.

Su aprecio por la literatura era simplemente perfecto, lo consideré mi modelo a seguir.

Día a día comencé a anotar en mi cuaderno todo lo que nos sucedía, esperando algún día poder crear una magnifica historia. Lo había conocido prácticamente por coincidencia, o mejor dicho gracias al destino. Era algo conmovedor.

Poco a poco comenzamos a perder la timidez que aun nos invadía y eso nos dio ánimos para avanzar en una relación más formal. Él era extremadamente tierno con migo, era como el personaje de una novela romántica. Me traía flores, me decía cosas dulces, me respetaba y, aun más importante, me amaba y aceptaba tal cual soy.

Mis padres seguían actuado extrañamente felices, parecía como si hubiesen arreglado sus diferencias. La situación me causaba escalofríos. Pero estaba tan distraída en otras situaciones que simplemente no le presté atención.

Estaba muy feliz.

Me levanté temprano en la mañana, hoy era un día muy especial. Y        ong Guk tenía algo muy importante para decirme. Me vestí, cepillé los dientes, me peiné, desayuné, etc. etc; solo hice las cosas que solía hacer por la mañana y salí.

 Iba muy despistada, cuando lo vi. Solo una calle nos separaba.

La emoción me invadió, tal era mi grado de emoción, que me cegué y no pude notar el auto que se aproximaba a mí. Luego de eso todo es confuso. Solo recuerdo la sangre, y a él a mi lado, un anillo que calló de sus manos y por ultimo una luz blanca.

 

 

 

 

 

 

 

 

-Ey… despierta-

-¿mamá? ¿Donde estoy? ¿Estoy bien? ¿Estoy en el hospital?- comencé a hacer múltiples preguntas en un estado de exaltación y shock

-¿el hospital? ¿Que diablos te pasa? Vas a llegar tarde a tus clases, así que levántate y desayuna algo por lo menos- dijo mientras salía de mi cuarto dejando que la puerta se cerrara tras de ella.

Mire a mi alrededor observando cada mínimo detalle; mis hojas estaban llenas de baba; mis libros estaban desordenados; y mi cuaderno estaba donde debía, en mi mochila. Al parecer me había quedado dormida, todo había sido un sueño. Me desalentaba un poco ese hecho, Yong Guk solo había sido otro producto de mi imaginación. Aunque a pesar de todo, recordar que por lo menos en mis sueños era feliz me sacaba una sonrisa.

Tomé mi mochila y me dirigí a la universidad. Una vez allí comencé con mi rutina. Abrí mi casillero y tomé los libros que necesitaba. En ese momento mi cuaderno cayó al suelo, con desgano me agaché a recogerlo pero mi mirada se cruzo con la de otro chico que realizaba la misma acción. Tomó mi cuaderno y me lo entregó. Mis ojos no podían creer lo que estaban presenciando.

Mi sangre se heló, mi respiración se tornaba lenta a la vez que mi corazón se aceleraba cada vez más. Quede atónita con lo que estaba frente a mí.

-hola, parece que se te cayo esto- me dijo mostrándome su amplia sonrisa, al no ver respuesta de mi parte continuo hablando- no te había visto por aquí.... Mi nombre es Bang Yong Guk...

~Fin~

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