Solo era una noche más.
Y no entendía porque el sueño tardaba tanto en venir a visitarme. 
Giré sobre mí mismo. El cansancio cada vez me golpeaba con más fuerza y la necesidad de cerrar los ojos me era fundamental.
Maldije.
La cama comenzaba a parecerme dura e incómoda, como si el dormir ahí fuera lo que me estuviera afectando;  aunque bien sabía que esa no era la real situación.
Mis parpados pesaban, el cuerpo me dolía y la cabeza comenzaba a palpitarme por todo aquello, sin embargo la mente no dejaba desistir. Cuando intentaba conciliar el sueño, al ir cerrando los parpados podía divisar extrañas formas dibujándose en la oscuridad. ¿Tenía miedo? Extrañamente sí, porque aunque no fueran formas espeluznantes me perturbaban de sobre manera. ¿La verdad? Me hacía falta algo.

¿Algo? No.
Me hacía falta él.