En el mundo de la luna.

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Description

"Se cientos y cientos de veces más feliz en el mundo de la luna".

Foreword

22 de abril de 2023. 20:00 horas.

 

La habitación está fría, siente a la soledad volverse una con su devastada tez. Anhela su presencia, misma que nunca volverá a sentir porque el universo conspiró en su contra. Arrancó de su lado a la persona más importante de su vida, al hombre de sus sueños, a ese que amó tan intensamente hasta donde le fue permitido.

 

Su desaliñado ajuar negro hace juego con la oscuridad que nubla su endeble alma, quien grita en agonía por un poco de claridad, una que jamás podrá obtener ya que la lobreguez se ha adherido a él tan soezmente que será imposible que le abandone. Porque la ausencia de Binnie es la raíz de su estadía. 

 

Traza lentos pasos a través de su solitaria habitación, padeciendo de manera cruel cada veloz recuerdo que golpea su mente. Las imágenes están en su cabeza y lastiman con la realidad su herido corazón, mismo que poco a poco percibe como se detiene; pero no es más que una sensación interminable de sufrimiento, porque básicamente está bien... mas no sus emociones; ellas están destrozadas en millones de pequeños fragmentos muy difíciles de reparar. Y quizás nunca lo hagan, porque la única persona capaz de curarlo no está allí con él. Y sufre de nuevo, se queja en silencio por la repentina desdicha que ahora le cobija. No puede aceptarlo, su mente se niega a ceder.

 

Sus ojos irritados colapsan de lágrimas; no ha dejado de llorar un solo minuto desde el instante que su raciocinio llegó a la conclusión que jamás volvería a escuchar su dulce voz... desde el instante que traspasó a la realidad de que para ellos no habría un "juntos por siempre".

 

Se lanza con fuerza a la cama y con esa misma intensidad comienza a sollozar, derramando todo el dolor de su espíritu en esa almohada que aún mantiene su aroma. Y por esa desoladora razón la abraza con más fiereza, mientras entierra un poco más su nariz en busca de su inconfundible olor. Porque es lo único que le queda, aferrarse con vehemencia a todo que haga sentirlo cerca. Tal vez así pueda calmar el desgarrador punzón que la ha molestado en el pecho durante su funeral. Sin embargo, nada puede mitigarlo. Bin se ha ido y nada ni nadie podrá traerlo de regreso hacia él. 

 

—¡Por favor, alguien despiérteme! —Suplica con voz rota un poco de piedad para su ácida verdad, esa que le avisa mediante unos hipidos su prolongada condena emocional —. No puedo más.

 

El agarre que ejerce sobre su almohada se vuelve más férreo, a través de este intenta canalizar la amalgama de sentimientos infernales que segundo a segundo le incineran la miserable existencia. Cree que en cualquier momento la respiración le abandonará y de esa manera permitirá que el calvario acabe... ¡Qué mejor dicha sería esa! No podría estar más equivocado, la pena es persistente y continúa su atroz martirio.

 

Se desmorona en lágrimas y ejerce presión sobre sus brazos, porque quiere desaparecer. Su irritabilidad aumenta, mientras la fragilidad de su cuerpo pide que se detenga. No cree poder soportar la magnitud de su dolor. Simplemente nunca había tenido un desgaste emocional tan descomunal como ese; por lo que decide rendirse y dejar que la amargura haga su trabajo.

 

De pronto, la yema de sus dedos se roza bajo su tersura algo ajeno a la tela de la sábana, sensación por la cual sus sentidos se alertan y velozmente optan por saciar su curiosidad. Pone distancia entre su rostro y la almohada, consiguiendo con ello la postura correcta para que su mano derecha pueda apartar un poco aquella funda de algodón y así, posibilitar que sus ojos descubran el sobre de papel manila que reposaba bajo esta.

 

Sorbe su nariz al mismo tiempo que, con el dorso de su mano retira la basta cantidad de lágrimas que nublan su vista de forma molesta. Su capacidad para adquirir oxígeno es precaria; entonces, su boca se mantiene abierta tratando débilmente de recoger algo de aire para sus pulmones.

 

"Para Minnie".

 

Su caligrafía...

 

Ágilmente toma aquel folio de color, y sin alargar más la espera decide abrirlo, al mismo tiempo que su cuerpo va incorporándose de ese sitio para dirigirse hacia otro. El suelo.

 

Se sienta al pie de la cama, mientras sus manos realizan la labor de saber qué hay dentro de aquel papel rectangular. Y lo primero que sus dedos sustraen de su interior es un retrato de ambos en su primera y última vez acampando.

 

—No, no, no —murmura preso de la angustia. 

 

Eleva la fotografía hasta su pecho, mismo que se contrae brutalmente producto de su llanto descontrolado. No puede lidiar con esa pena, no es tan fuerte para afrontarla. Entonces, se entrega a la numerosa serie de sollozos que exclaman con dolor un acerbo presente, un presente que indica que no existe un futuro... al menos no con él.

 

Luego, permite que la estabilidad llegue un poco. Aparta la foto de su tórax para depositar un suave beso en ella. Se siente halagado por tal sublime obsequio, aunque en realidad es la deplorable situación quien logra romperle.

Después, lo coloca en el borde de la cama, ya que sus intenciones por continuar esculcando el interior del sobre aún imperan en él. Asimismo, sus dedos vuelven a ingresar y, en el proceso, tomar el papel doblado que en el fondo permanece. 

 

Se da cuenta que es una carta. Y se prepara mentalmente para enfrentar la respuesta a su pregunta. "¿Por qué no me dijiste nada?" Sabe que allí está plasmada una explicación... lo sabe y le aterra enterarse. Y a pesar de que la duda no ha dejado de carcomerle desde aquel fatídico diecinueve de abril, tiene un extremo pavor.

 

Sus ojos tristes no han cesado su trabajo de humedecer sus tensas facciones, es entonces cuando acepta que el llanto forme parte de él.

Con manos algo temblorosas levanta el pedazo de papel y comienza a leer aquellas palabras que sin advertir, quedarán selladas en cada parte de sí.

 

"Sé que en estos momentos no eres la persona más feliz del mundo, de hecho, estoy seguro que la miseria te invade al grado de querer desaparecer. Debes ser fuerte... al menos tú debes serlo. Es irónico que sea yo quien te pida fortaleza cuando fui el ser humano más cobarde que la tierra pudo haber concebido, pero por favor, no me juzgues ni tampoco me reproches, aunque de antemano sé que merezco tus reclamos".

 

»Nunca pude decirte lo enfermo que estaba. No pude... no tuve el valor de desahogarme contigo y quizás, juntos encontraremos algo que prolongara un poco más mi tiempo en ese mundo. Sin embargo, quiero aclarar que tú fuiste lo único que me ayudó a atravesar el infierno del cual no estabas enterado. Y me alegre que no lo hayas estado, jamás habría soportado ver ese hermoso rostro tuyo desfallecer ante mi desgracia, la desgracia que me llevó a callar. Y si estás leyendo esto, es porque mi dolor y mi angustia por fin terminarán.

 

 

 

Y llora. No puede controlar el caudal de lágrimas que inundan sus mejillas. Está devastado, ligado a un bárbaro castigo emocional. Pero recopila valor para continuar la lectura.

 

 

»Una maldita analepsia a quien debería llamar Fantagio, fue el protagonista. Esos bastardos se encargaron de arruinar cada parte de mi vida. Me destrozaron hasta matarme. Me lastimaron durante mucho tiempo... y yo simplemente no supe cómo poner un alto. No sabía que se aprovechaban de mí de esa manera tan deplorable. Me explotaron con mi consentimiento indirecto. Estaba tan enfermo... a pesar de ser un joven lleno de vida estaba muy enfermo, pero a esos a desgraciados no les importó.

 

»Me usaron para saciar sus deseos de dinero y fama, chantajeandome con falsos sentimientos fraternales, haciéndome creer que todo estaba bien. Hasta que me di cuenta que no. Nada estaba bien. Todo estaba mal. Mi corazón tenía los días contados gracias a que nunca tomé un tratamiento adecuado. Y fue en ese preciso momento que mi tortura emocional y física comenzó... y perduró hasta el final de mis tiempos. Después de todo; Creo que fue una buena idea dejarme ir.

 

»Al final no pedí ayuda, ya era tarde. Y es por eso que hoy ruego tu perdón. Perdóname por no haberte pedido que me rescataras aún cuando a diario me preguntabas por mi estado de salud. Perdóname por haber rechazado cientos de veces tu oferta de llevarme tú mismo al médico cuando notabas que básicamente algo andaba mal en mí. Perdóname por condenarte a mi ausencia, pero solamente de esa manera podría ser libre como los pétalos de un diente de león. Y entiendo que mi decisión podría malinterpretarse en cuestión de sentimientos hacia ti. Pero no, Minie. Tú fuiste el dueño de mis momentos de alegría, tú fuiste mi pedacito de cielo en mi desdichado infierno.

 

»Sé que aún me necesitas; sin embargo, confío en que a ti te sobra la salud de la cual carecí. Vive, vive por ti y por mí. Hazlo. Quédate para que puedas hacer historia. Dales felicidad a las personas... dales la mano que mis malas decisiones no me permitieron tomar. Procura hacerlo de la mejor manera y recuerda que siempre será la luna que te iluminará todas las noches.

 

»Te amo, Minie. Fuiste mi gran amor de esa vida. Y si llegase a existir en otra, lo serás también entonces. En cualquier mundo, en cualquier universo, en cualquier versión de realidad, te encontraría y te volvería a elegir como el gran amor de mi vida. Mi partida no borra mis sentimientos por ti, no te preocupes tanto; Tengo planeado amarte, aunque sea desde la luna, mil años más.

 

Y se queda quieto. Su razonamiento se ha quedado adherido a una extraña calma, esa que trae consigo a la comprensión total. Por fin nota el panorama completo de una vida cruel y las atrocidades que esta experimentó. Por fin logra armar el rompecabezas que su mente tanto necesitaba ensamblar... y todo queda absolutamente resuelto. La paz llega, aunque esta solo es pasajera, puesto que se esfuma en cuanto la realidad lo trae de nueva cuenta al presente. Porque llorar era su sanción eterna. 

 

Entonces los quejidos regresan, la efímera tranquilidad se ha ido dejando en su lugar, la agónica apariencia de un contenido desolador. Sus manos aprietan con fuerza aquel pedazo de papel, mientras que su frente se fusiona frustrantemente con él. 

 

Sus hombros suben y bajan en constantes ocasiones a causa del desagradable dolor que impera en su interior. No puede más. Le duele... le duele mucho. 

 

Y ahí, en la tenue oscuridad de una gélida habitación, Donming decide dejar de pensar por un momento en su sufrimiento; comenzando a estar consciente de que la agonía emocional y física de su Binnie por fin acabó.

 

19 de abril de 2024.

 

Las estrellas que brillan con fulgor en el oscuro cielo, se mezclan perfectamente con la belleza de su azul cobalto. La brisa fría de la madrugada entra con fuerza por sus fosas nasales. La mínima de 13°que golpea la ciudad le hace tirar un poco, pero dicha sensación no es nada en comparación a la gelidez de su corazón destrozado.

 

Donming camina con lentitud por aquel inhóspito lugar, y gracias a ello puedes escuchar a la perfección el sonido del viento. Las aguas del río Jungnangcheon se mecen tranquilas al vaivén de sus lentos pasos, mientras que de sus ojos apagados las lágrimas poco a poco hacen su tortuosa aparición. Sí, sabe que el llanto está a punto de estallar, el estrangulamiento en su garganta se lo avisa. 

 

No se contiene, deja que las ventanas del alma se abran y permita que la tristeza salga despavorida como una ráfaga de viento... como el fugaz paso por la vida de su tan amado Binnie.

 

Hipa una vez, dos veces, tres veces. Solloza tan alto que incluso el canto de los grillos se escucha diminuto. Por un momento su vista se torna grisácea y las contracciones de su tórax parecen convertirse en una cruel burla, respirar cuesta... cuesta demasiado.

 

Suelta la pequeña bolsa de plástico que trae en sus manos, solo así logra obtener algo de libertad, la suficiente para llevar una a su dolorido pecho y la otra a su húmeda faz; Esto en un absurdo intento de autoconsolarse. Sigue llorando, sigue desahogándose, pero a la vez ahogándose en sus pronunciadas lágrimas. 

 

Retira las manos de su cuerpo y se aleja considerablemente del camino paradisíaco de piedras que lo llevarían un poco más adentro del río. Segundos más tarde y de forma automática, lleva de nuevo sus manos a su cara, realizando con las palmas de estas múltiples frotes que lo ayudarían a recopilar algo de cordura para su dolorosa y cruel realidad. Pero no funciona, nada funciona. Duele, un año duele aún más que el primer día.

 

—Quisiera que todo esto fuera una pesadilla —Sus rodillas pierden fuerza, misma sensación que lo obliga a caer sentado en las frías piedras —. Es una pesadilla muy prolongada, pero pronto voy a despertarme —repite mientras se balancea hacia delante y hacia atrás en un angustiado vaivén que fija un perfecto compás con su agitada manera de hablar, parecido al suave canto de convencimiento.

 

El recuerdo de su Bin era desgarrador. Su cuerpo inerte en aquella camilla, su piel pálida similar a la espuma del mar. Sus labios ya no eran cálidos ni rojos; en su lugar, habían adquirido una tonalidad morada y muy fría. No había brillo, no había risas. No había Moonbin. No More.

 

 

 

 

 

"Binnie". pasó su mano por su gélida cara y descubrió que no había calor en sus mejillas"

 

"No duermas tanto, ya despierta, no me gusta que seas tan dormilón. Ya llegué, estoy de regreso. Despierta, por favor... vamos a casa. Te prometo que pasaremos todo el día juntos y comeremos tus platillos favoritos. Por favor , por favor... abre los ojos".

 

El pánico comenzaba a llegar, mientras las lágrimas caían sobre aquel cuerpo. Sorbió su nariz y en seguida se inclinó un poco para poder abrazarlo.

 

"Por favor, Binnie, no hagas esto. Sé que estás despierto. Arriba, tenemos muchos aviones juntos, ¿no recuerdas? Por favor, no me dejes".

 

Necesitaba persuadir a su dolorido corazón, indicarle que todo aquel devastador escenario no era otra cosa que una cruel broma hecha por su amado Moonbin. Tenía que ser una mentira, una mentira que pronto se evaporaría en el momento que su mente ganara la batalla racional. No obstante, la ilusión tétrica pareció prolongarse en el instante que acabó con su tembloroso abrazo y así dirigir su mirada hacia el lugar que hacía dos minutos atrás le había robado por completa la calma. Se dio cuenta que todo era real. El endeble cuerpo de su amado permanecía inerte en aquella macabra camilla.

 

—¡Aaaaaah! ¿Por qué no me lo dijiste? ¿Por qué no me dijiste nada? ¡Pude haberte ayudado! —Realmente no sabe la cantidad de veces que le ha hecho esa pregunta; y aún sabiendo que ya obtuvo una respuesta de su parte, la continúa haciendo. Porque a través de tal interrogante puede percibir su presencia dentro de toda la miserable realidad de su ausencia. 

 

Pero no podía culparlo, Moonbin siempre fue una persona hermética en cuanto a sus sentimientos. Esa visceralidad que le inquietaba el alma día y noche, arrastrándolo a una desolación la cual lo sumergía más y más hasta quedarse sin oxígeno... hasta quedarse verdaderamente sin él. 

 

—¿Por qué no me di cuenta de tu infierno? Yo más que nadie debería darme cuenta.

 

Se permite gritar, de todos los modos, nadie lo escucharía. Nadie diría los mismos comentarios de siempre: "Eun-woo extraña a su hermano, que llore para que tenga resignación". 

 

No era su hermano... era su chico. Había perdido al amor de su vida y durante 366 días nunca recibió un verdadero consuelo, que alguien le entendiera su dolor, que alguien supiera que sufría por su pareja muerta, no por su "hermano" de Astro. 

 

Y dio pequeñas pistas en los primeros días del año. A través del love is gone quiso transmitir algo, pero nada funcionó. No entendieron el mensaje. Ilusamente quería que alguien lo consolara, pero no tenía a nadie; solo a Moonbin, quien le sonreía por medio de la luna. 

 

Sorbe nuevamente su nariz ya paso lento regresa justo al sitio del que huyó. Recoge la bolsa y de ella saca una botella de whisky Jack Daniel's; el favorito de Bin. La agita con dirección a la luna, después de unos segundos vuelve a sonreír.

 

—Seguramente en el mundo de la luna eres el alcohólico que siempre quisiste ser —Se sienta en posición de flor de loto, mientras fallidamente intenta retirar las lágrimas que brotan de sus ojos.

 

»—¿Has comido bien? —saca un pequeño mantel, y en él coloca un ramo de dientes de león y después unos bocadillos —. Traje toda tu porquería favorita.

 

»—¿Sabes? Para todos, hoy es el aniversario de tu muerte —destapa la botella y da un buen sorbo—, pero para mí, es el peor día de mi vida. 

 

Abre el empaque de papitas picantes y comienza a comerlas. 

 

—Has de pensar que soy un bipolar —dice con la boca llena —. Hasta hacía unos minutos estaba llorando como loco; y ahora estoy hablando como si nada —vuelve a tomar de la botella, pero esta vez un trago aún más grande —. Vivo atrapado en este bucle, Binnie. Colapso por ti, pero enseguida me repongo. Colapso nuevamente, pero luego llega la paz... pasajera. Una paz muy corta.

 

»—¿Tienes frío? La temperatura está bajando considerablemente. Te daría mi abrigo, pero no puedo subir hasta allá... está muy lejos. Aunque si te confieso algo, he llegado a pensar irme contigo, pero no puedo... me detiene la idea de imaginar que no voy a encontrarte en otra vida. Prefiero recordarte en esto. Aquí tengo tus fotos, tus videos, nuestras fotos, todos nuestros recuerdos. Eso me conforma, no podría vivir en una vida donde tú nunca exististe. 

 

Del suelo toma el primer diente de león y con un pequeño soplo provoca que sus pétalos se esparzan.

 

—Es una pena que todos estén en el parque del cielo, mientras tú estás aquí conmigo. Porque sé que estás conmigo, la luna no deja de sonreír. ¿Acaso me seduces? 

 

Se ríe levemente, pues su mente le respondió aquella pregunta. Guarda silencio por unos minutos, mismos que sirven para que el nudo en su garganta comience a doler.

 

—Te amo. Realmente lo hago. Y Te extraño tanto, tanto que a veces ni siquiera puedo hablar. Te fuiste cuando más te quería, cuando más planes tenía contigo. Pero aunque tu ausencia me duela, debo mantenerme firme, eso es lo que tú habrías querido.

 

Del pequeño ramo, toma el siguiente diente de león, sin embargo, esta vez no lo sopla. 

 

— ¿Tú me extrañas? ¿Aún me amas? 

 

Esa noche, la respuesta lo dejó impresionado, casi al borde de un ataque de llanto.

 

El viento sopla muy fuerte y así consigue que los pétalos se esparzan por la intemperie; inclusive, algunos caen sobre su cabello. Si cierra los ojos y se concentra lo suficiente, sus sentidos podrían detectar el suave aroma a lavanda que emanaba Moonbin. Aquel extraño suceso había sido la contestación divina que le indica que, aún más allá de la muerte, Moonbin lo sigue amando.

 

—Yo también tengo planeado amarte durante mil vidas más. En cualquier universo, en cualquier mundo, en cualquier versión de la realidad, te encontraría para amarte nuevamente —solloza con su rostro escondido entre sus rodillas —. Serás mi para siempre.

 

Le toma cinco minutos reponerse, una vez conseguida la estabilidad, se pone de pie y recoge todo lo utilizado. Camina hasta alejarse del lugar con un fuerte dolor en el pecho y lágrimas goteando de sus ojos. Ese sufrimiento le ayuda a recordar que sigue vivo, porque desde que su Binnie se marchó, una parte de su alma se fue con él.

 

—Nos vemos pronto, Bin. Mientras tanto, sigue siendo feliz en el mundo de la luna.

 

 

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