Cuando ves una primavera radiante, empujando por las ventanas el frío y adornando todo de flores de un sol demasiado brillante que hace que tus ojos se sientan invadidos por ese brillo, nunca más quieres volver a los dias de frio.

Tu ser  cálido perforó mis murallas, pintando todo lo que soy con los colores que venían directo de tu corazón, el filtro de de humedad invasiva  de mi alma, desaparecia, tu carisma me envolvió hasta tomarlo todo de mi.

Cuando entraste por la entrada del club  nocturno , tu sonrisa de suficiencia y seguridad me cautivo por más que lo negué al principio, llame tu atención por más que parecía imposible e hiciste todo lo posible para que bailará contigo  y lo conseguiste Y ahí cuando fui sostenida por tus brazos y vista por  tus ojos, supe que quería quedarme allí un tiempo, esa noche fuiste el protagonista de mi historia, las paginas en blanco se llenaron con los guiones acerca de la forma en que me mirabas, de tu cabello negro y lo bien que te quedaban la camisa a rayas que llebaba.

Tardes de veranos que parecían eternas, tardes de tierra roja bajo nuestro pies, de secretos susurrados  al oído, de electricidad erizando la piel con cada roce de la piel, de promesas destinadas a olvidarse, nuestro fondo era la tela de color naranja en forma de cielo, con alguna canción de Bryan Adams que parecia una cancion solo para las dos, eras la felicidad en persona, el regalo de navidad anticipado, algo que desde un inicio no tuve por completo.

Cuando me besabas, el mundo en mis pies era elevado a un universo paralelo lleno de estrellas donde tus labios me embrujaban, donde tus dedos curiosos eran el elixir que me sentían hacer más viva que nunca.

Y mientras nuestro amor crecía como una llamarada haciendo combustión,  también era odiado por todos, maldiciendo ese amor por no llenar   las expectativa de otros  queriendo enmarcarlo de reglas y de normas, al final nuestras hermosas memorias se manchaban de desprecio, de miradas que juzgarán.

Pero que tontos e ingenuos corazones, pensamos que podríamos, nunca pudimos, cuando todo se desmoronaba  a nuestro alrededor,  nos miramos a los ojos y con nuestras fuerzas quisimos  sujetar los muros que amenazaban con caer sobre nuestras cabezas, perdimos, al final cayó.

Viviendo en un pueblo pequeño el odio subía como espuma y nuestros 17 años de vida llena de pasiones y risas, se convirtieron en traumas sobre golpes, insultos, odio,  pero tu tan brillante sonreirias, tomarías mi mano y  dirías que todo estaba bien, pero yo no era tan fuerte como tu al final.

Así cuando llegaba el invierno nuestras caricias de fuego poco a poco eran consumidos por el hielo, tu rostro asustado quizá viendo el presagio aparecer ante nosotros, por un tiempo me diste seguridad de que todo cambiaría a pesar que dentro mío