POV NARRADOR

Karina estaba sentada en una de las sillas del hospital. Su pierna se movía a toda velocidad a causa del nerviosismo, y en ocasiones podía sentir como la hermana de Minjeong la miraba fijamente, no sabía si con odio o lástima. Probablemente todos los conocidos en aquella sala pensarían que ella tenía algo que ver en todo esto.

—¿La familia de Kim Minjeong?

—Sí, nosotros —dijeron sus padres, Gahyeon se levantó junto a ellos. Karina también.

—Su hija se encuentra bien, se desmayó debido al fuerte golpe pero le hemos hecho pruebas y por ahora esta todo correcto —suspiraron aliviados incluida Karina, que coloco las manos sobre su rostro—, salvo una cosa.

Todos quedaron expectantes ante aquel comentario.

—¿Qué pasa, Doctor?

—He visto su historial. Es posible que la caída le haya hecho perder recuerdos de su memoria, o recuperar otros que ya tenía anteriormente pero que su cerebro eliminó. El cerebro humano a veces es así.

—¿Minjeong volverá a odiar las harleys? —dijo Gahyeon riendo.

—No bromees ahora, Gah —dijo su madre—. ¿Podemos entrar a verla?

—Sí claro. Por aquí.

La familia de Minjeong siguió al doctor hasta desaparecer a través de una puerta. Karina mientras se quedó sentada en aquella salita pensando en las palabras del doctor. ¿Y si... Minjeong volvía a ser la de antes? ¿Y si la odiaba?

Su pierna seguía moviéndose con rapidez. Ahora que se había enamorado de Minjeong no podía perderla, no soportaría que volviera a odiarla.

Tras media hora de espera la familia de Minjeong salió de la sala. Su madre se sorprendió de verla aún ahí y se acercó a Karina.

—¿Sigues aquí?

—Quería... saber si esta bien.

Su madre la miró y suspiró. Al ver a Karina agotada en aquella silla, mientras esperó durante horas para saber noticias sobre su hija, aquello le ablandó el corazón.

—Entra y compruébalo tu misma —Karina la miró y sus ojos se encendieron. Gahyeon también miró a su madre pero no de la misma manera.

—¿De verdad? Yo... Muchas gracias —sonrió y su madre asintió.

—Es la 215.

Karina se levantó y fue hasta aquella puerta, atravesó el pasillo hasta llegar a la habitación de Minjeong. La 215. Antes de entrar suspiró profundamente y deseo que todo fuera como hace un hora. Tras unos segundos, abrió la puerta.

—¿Qué haces tú aquí?

Primer golpe en el pecho de Karina.

—¿No.. no te acuerdas de mi?

—Pues claro que me acuerdo, por tu culpa estoy aquí.

Segundo golpe.

—No te acuerdas de nada... No me digas eso —Karina puso las manos sobre su rostro.

—¿De qué se supone que me tengo que acordar? ¿De ti riéndote después de mi golpe?

—Las cosas han cambiado Minjeong, ahora yo....

—¿Ahora tú qué?

Karina miró al suelo y suspiró pesadamente. Minjeong la miraba casi con desprecio, con odio, que era exactamente como la miraba antes de que sucediera todo esto. Se acercó hasta la cama donde estaba Minjeong y se quedó a centimetros de ella.

Minjeong estaba confusa. No entendía por qué Karina estaba ahí, la persona que le había hecho la vida imposible, y tampoco entendía por qué su familia la dejó pasar.

El silencio seguía y simplemente se miraban sin decir nada. A Karina le rodó una lágrima por el rostro y la rubia se extrañó.

—¿Por qué lloras?

—¿Alguna vez has sentido que has perdido a alguien cuándo en realidad lo tienes más cerca que nunca? —Minjeong negó con la cabeza confusa—. Lo imaginaba.

Karina se secó las lágrimas y fue hasta la puerta. Minjeong habló frenándola.

—¡Espera! —la castaña se giró—. ¿Me vas a decir qué hacías aquí? ¿y por qué lloras? —ella negó.

—Supongo que estamos predestinadas a esto. A odiarnos.

—No estoy entendiendo nada Karina. No sé que haces aquí, ni las frases que me dices, ni mucho menos que estés así. ¿Qué pasa?

—Nada —Karina sonrió y negó con la cabeza—. Por cierto, ¿no te gustan las motos, verdad?

—No, ¿por qué?

—Mejor —sonrió y salió de la habitación con los ojos cubiertos de lágrimas y su corazón partido en dos. Mientras dejó a una Minjeong confusa y llena de dudas.

¿Por qué mintió Karina? Tal vez tomó la vía más fácil de dejar todo así y seguir odiandose, a tener que soportar el hecho de amar a alguien y que se olvidara de que ella también la amaba.

Karina salió del hospital llorando como nunca había hecho antes. Pasó por delante de la familia de Minjeong, los cuales se sorprendieron y fueron corriendo a comprobar si su hija estaba bien, menos Gahyeon, que fue directa hacia Karina.

—¡Karina! ¡Espera! —la castaña seguía llorando pero frenó en seco. El maquillaje de sus ojos se había corrido.

—¿Que... qué pasa?

—¿No te recuerda?

—Sí me recuerda, pero no de la manera que yo querría —la voz de Karina se volvió a romper. A Gahyeon le dio tanta pena que hizo algo que no esperaba.

—Ven, anda —Gahyeon se acercó a ella y la abrazó. La abrazó fuerte porque por una vez sintió empatía por ella.

Gahyeon escuchó como Karina empezaba a sollozar fuertemente y la empezaba a asustar. ¿Tan intensa era su relación? Se preguntaba la pelirosa.

—Hey... Tranquila. Hablare con ella, ¿vale? —Karina se separó de ella con su nariz roja de tanto llorar.

—¿Por qué me ayudarías? Tu también me odias...

—Porque se nota que te has enamorado de ella, y por lo que vi estos días, ella también lo estaba de ti —Karina agachó el rostro.

—Estaba.

—Oye, por muy mal que me caigas a mí, si mi hermana se enamoró de ti una vez puede hacerlo dos veces —sonrió—. Vete a casa y descansa, ¿vale? —Karina asintió y poco después empezó a andar.

Enamorarse de alguien y que te deje es doloroso, enamorarse de alguien y que te engañe con otra persona es aún más doloroso, pero enamorarte de alguien y que olvide vuestros recuerdos juntos... Aquello superaba todo lo anterior.

***

—Hermanita por fin en casa. Como vuelvas a darte otro golpe en la cabeza te preparas.

—Ya... Lo sé. Lo peor es que no recuerdo nada, lo último que sé es que estaba intentando colocar el atrezzo de la fiesta. Qué mal golpe.

Gahyeon la miró sorprendida. ¿Aquel golpe la había devuelto al mismo espacio tiempo de cuando se dio el otro golpe o cómo era esto?

—¿No recuerdas nada de nada?

—¿Que se supone que tengo que recordar?

—Estas semanas.

—¿Semanas?

Gahyeon suspiró. Minjeong seguía muy confusa. La pelirosa se sentó sobre la cama y dio unas palmaditas en la colcha para que su hermana se sentara a su lado.

—Aquel golpe del que hablas fue hace unas dos semanas. Te despertaste pero era como si tu personalidad hubiese cambiado. Te gustaban cosas que antes ... detestabas. Literalmente.

—¿En serio? —Gahyeon asintió.

—Hasta ibas a clase con la harley.

—¡¿Qué?! —su hermana rió.

—¿Es por eso que Karina se puso a llorar en el hospital? ¿Le hice algo en estos días?

—Alguna cosa si que le hiciste —Gahyeon no pudo evitar reír por lo bajo.

Minjeong se incorporó en la cama y la miró muy tensa.

—¿Qué hice?

—¿Estas segura de que quieres saberlo? —Minjeong asintió—. Dios... Me va a matar.

—¡Ya dímelo!

—Os enamorasteis.

En aquel instante el corazón de Minjeong se paró y bombeó tres veces seguidas a toda velocidad. Sintió una sensación repentina de caída al vacío, algo... extraño. Se esperaba una pelea, discusión, gritos... Lo último que imaginaba era aquello. Se enamoraron y no recordaba absolutamente nada.

—Eso... No puede ser, es una locura.

—Lo sé hermanita, creéme que yo también lo pensaba. Pero hoy la he visto llorar como si se le fuera la vida en ello y creo que tal vez si que