Última clase del día. Pasé toda mañana sin ver a Karina y en parte lo agradecí, quizá esta mañana me pasé ocho pueblos con todo aquello y no debería haber hecho lo que hice. No es que me arrepintiera del beso, porque no lo hacía, pero sí que me arrepentía de la forma en la que se dio. Todo el mundo me miraba y cuchicheaba, no sabía que estarían pensando pero esperaba que no fuera muy malo. Estas horas me sirvieron para pensar y plantearme si debería dejar todo en standby por ahora. No sé.

Me senté en uno de los pupitres del centro de la clase, Ningning y yo éramos las primeras en entrar. Estaba conversando con la morena sobre lo aburridas que son estas clases, aun recordaba todas y casa una de las clases de economía que había dado con este profesor a pesar del golpe. Una pena, por desgracia sus clases también seguían igual.

Tenía que suceder. Vi entrar a Karina con Lia y Mark. Ese imbécil... suspiré.

Tragué saliva en el momento en el que nuestras miradas se cruzaron. No sé si antes había solo odio o algo más, pero ahora hay tensión. Mucha tensión. Karina se dirigió al otro lado de la clase pero Mark sujeto su mano y la arrastró hasta la mesa que había justo detrás nuestro.

—Lo que me faltaba —dije en voz baja.

—¿Has dicho algo? —me preguntó la morena.

—No, no. Tranquila.

—Ugh, estos pesados poniéndose detrás, parece que quieren provocar.

—Y que lo digas... —giré un poco el rostro para poder observar de reojo y saber qué hacían, pero justo al girar me fijé que Karina estaba mirándome fijamente. Nuestros ojos se cruzaron y apartó la mirada en segundos. Giré mi rostro hacia delante y sonreí. A lo mejor no me arrepentía tanto de lo de esta mañana.

Dios, ojalá comérmela a besos.

Hablando de besos. De pronto escuche el tipico sonido que suenan los besos intensos justo detrás de mí, intenté respirar tranquilamente deseando que no fuera lo que pensaba.

—Cálmate, cálmate —me susurré.

No cesaba el sonido.
Sabia que se estaban besando y no quería mirar. Era obvio que el imbecil de Mark lo estaba haciendo a caso hecho después de interrumpirlos esta mañana. Si supiera.

—¿Es que no hay profesoras en este centro?

—Tranquila, vendrá de camino —Ning miró hacia atrás y al parecer los vio—. Ugh, ya están estos dos dale que te pego —ella vio mi cara de agobio y habló—. Min... Si quieres nos cambiamos de sitio.

—Tranquila, no puedo hacer nada por desgracia.

Suspiré. Sentía que mi vena del cuello estaba apunto de estallar y mi presión arterial explotaría en cualquier momento. Respiré hondo.

—¡Hola chicos! Por favor, sacad vuestros apuntes que vamos con prisas.

—¡Por fin! —dije, y para mi mala suerte demasiado alto. Tan alto que la clase se giró para mirarme—. Por fin... que me gusta este tema de economía.

Ningning rió en voz baja y negó con la cabeza.

—La friki siendo siempre una friki —escuché un murmullo detrás mío, era Mark. Lo que no sabía es que me moría de ganas por pegarle un puñetazo y al final lo iba a conseguir.

—¿Perdona? ¿Tienes algún problema? —me giré para mirarlo.

—Que das asco y eres una friki —rió y miró a Karina para que se riera con él, y lo hizo. Eso me hizo enfadar el doble.

—Al menos no carezco de cerebro. Tu y tu noviecita podriais iros a un motel y dejar de molestar a la gente —solté de la rabia. No quería mencionarla a ella, pero verla ahí riéndose de mí con el asqueroso de su novio superó mis límites.

El rostro de Karina fue de sorpresa, no se esperaba para nada esa respuesta.

—Eres asquerosa, que te den —me dijo ella con rabia. Reí.

—Lo harán, no te preocupes —sonreí y me giré. Ningning me miró con sorpresa.

—¡¿Cómo que lo harán?! ¿Estas loca? ¿Estas con alguien?

—¡No! —sí, con Karina— Era para joder un poco. Oye, una pregunta.

—Dime.

—Imagina que no somos amigas ni nos habíamos hablado antes. ¿Me podrías decir cómo era la perspectiva de la gente hacia mí en todo este tiempo? Tengo curiosidad. ¿Era una friki que daba cringe?

—La verdad Minjeong... No eras ni un poquito a como estas siendo ahora. Lo primero es que jamás usarías la moto, te la regalaron por tu cumpleaños y no la usaste más de una vez, y fue para probarla. Odias la velocidad y te da un poco de miedo, o eso nos dijiste. Lo segundo es que siempre intentas pasar desapercibida, no llamar la atención... Por eso lo de estos días ha sido sorprendente para todos. Incluso que vengas así vestida o maquillada.

¿Aquel golpe también me ha cambiado la personalidad? ¿La manera de ver la vida?

—¿Qué tenía de malo mi vestimenta? —pregunté.

—Siempre ibas con sudaderas básicas de colores. Jamás te habías puesto una chaqueta de cuero. ¿Es tuya, por cierto?

—Sí, bueno, de mi madre. Estaba en mi habitación.

—Oh... Bueno, pero que sepas que esta Minjeong también mola un monton —me sonrió y le devolví la sonrisa.

—Ningning, te quiero mucho, ¿lo sabes verdad?

—Claro que lo sé, ¿y esto a que viene? Que tierna —se acercó a mi y me dio un beso en la mejilla. Pasó su mano por mi cintura y se quedó apoyada en mí un rato. A decir verdad me encantaba estar con Ningning, era mi mejor amiga desde pequeña y siempre fuimos uña y carne. Aunque las co