Heroes

Hero; vkook

 

Taehyung leyó con tranquilidad la nota que el reportero, Kim Seokjin, había redactado para Beyond the Scene, una de las muchas revistas en línea que solía visitar con frecuencia por su manera, feroz y honesta, de abordar las noticias más importantes para el país.

Sus dedos se movieron con agilidad sobre la pantalla de su celular, para aprovechar el poco tiempo que se había dado a sí mismo de descanso; pero también se movieron de forma lo suficientemente tranquila, para prestar atención a cada línea que contenía el reportaje, escrito con la agradable redacción de Seokjin. 

Llegar al final fue algo inevitable, pero sus dedos, de manera inconsciente, regresaron hasta el título que estaba debajo de uno de los fragmentos videograbados de la conferencia que Bangtan Boys había dado finalmente, horas antes ese mismo día, tras meses de incertidumbre desde su primera aparición en público.

Reprodujo la multimedia, de pocos segundos, para poder apreciar la tímida voz de JK respondiendo las preguntas que la rueda de prensa, torpemente organizada, había hecho acerca del reciente atentado que los Bangtan Boys habían logrado detener con éxito, gracias a la brillante mente estratégica de RM, el líder.

No pudo evitar sonreír, curvando ligeramente sus labios hacia la derecha, al mismo tiempo que, dentro del vídeo, JK buscaba la mirada del resto de sus compañeros para que lo salvaran de preguntas que no sabía exactamente cómo responder. El vídeo se cortó ahí, perfectamente sincronizado con el momento en que Taehyung giró sus ojos hacia la entrada del local cuando un nuevo cliente apareció para tomar entre sus manos una cantidad impresionante de dulces, y acercarse hacia él con la intención de pagarlos. 

El intercambio fue realizado con éxito y, pocos minutos después, el cliente —un niño pequeño, alegre, con mejillas regordetas— se alejó corriendo de la dulcería que visitaba con entusiasmo diariamente. Entonces Taehyung se convenció a sí mismo de que tenía el permiso de navegar un rato más en internet, el niño había sido el primer cliente del día y no parecía haber especial demanda de sus productos, podía seguir descansando si así lo quería.

Ventajas de ser tu propio jefe... —susurró para sí mismo, mientras regresaba su vista al delgado aparato entre sus manos, buscando más información sobre el atentado del Palacio de Changdeokgung. Aunque no quería preocuparse, era imposible no pensar en lo expuestos que habían estado los nuevos superhéroes.

Pronto, una lista de vídeos saltó en recomendaciones de Youtube para él. Era el mismo vídeo filmado en diferentes ángulos, mostrando el momento exacto en el que JK volaba hacia un niño pequeño para tomarlo en brazos y salvarlo de la explosión que, pocos instantes después, destruyó una gran parte del Palacio. 

Luego la toma se ampliaba para mostrar cómo el resto de los compañeros de JK llegaban para impedir que más bombas explotaran: A RM no le tomó más de unos segundos analizar la situación para encontrar el explosivo que causaría más daño; corriendo hasta él al mismo tiempo que su cuerpo se volvía metal y envolvía el paquete pulverulento con su propio cuerpo, para proteger así al resto de las personas que no habían logrado huir. El resto de las bombas fueron tomadas por J-Hope y Suga, enviadas lejos a través de portales interdimensionales creados por el primero de los dos. JK era el encargado de evacuar a las personas y ponerlas a salvo. 

Era trabajo en equipo, donde cada uno de los cuatro miembros se encargaba de proteger a los ciudadanos que habían tenido la mala suerte de estar en el momento equivocado, entendía por qué las noticias elogiaban el bien estructurado plan de RM para desactivar un total de seis bombas antes de que alguien saliera herido.

Bangtan Boys era tendencia y tema del momento para todos los medios de comunicación no solo en Corea del Sur, sino a nivel mundial. Taehyung no tuvo que indagar mucho para poder descubrir que todos los medios volcaban su atención no solo a lo sucedido con el atentado, sino también al hecho de que el grupo estaba conformado por cuatro miembros.

Cuatro metahumanos —comúnmente conocidos como errares—, reunidos en una misma ciudad. Resultaba ser una cantidad exorbitante, atractiva para cualquiera con un poco de conocimiento general.

Cuando el siglo XX estaba por concluir, los cómics, historietas y un sin fin de novelas gráficas sobre personas con superpoderes y habilidades impensables que marcaron generaciones enteras, no dieron justicia al fenómeno biológico que nació en la década de los 90’s, con el surgimiento espontáneo del gen errare: una mutación ocasionada por la sutil y casi indetectable deleción del cromosoma 23, en condiciones insospechadas.

La comunidad científica quiso atribuir la mutación cromosómica a fuertes pulsaciones de energía, liberada desde el núcleo de la tierra en fechas específicas, que coincidían con el nacimiento de una estirpe superior de humanos. Modificando, irremediablemente, la estructura genética del portador al absorber la energía liberada. 

En mayo de 1997 tuvo lugar el primer registro de un caso relacionado con esta revolución genética:un niño pequeño, de no más de 5 años, ocasionó uno de los incendios más importantes de la historia americana con nada más que sus propios dedos y enojo en su interior; el gen errare le permitía crear olas de fuego cuando sentía peligro alrededor suyo, transformando su energía interna en combustión instantánea.

Seis años más tarde los casos habían aumentado a quince humanos errares, como recién habían sido nombrados. Todos los individuos presentaron la deleción cromosómica, además de la coincidencia de haber nacido entre los años 1990 y 1999. Las nacionalidades y habilidades variaron, iban desde modificaciones físicas, shapeshifters, en Rusia y Europa; hasta manipulación de cuerpos y elementos, energía y materia en el este de Asia. 

Casi 20 años después, se tenía el conocimiento de que alrededor del mundo había cerca de 50 o 60 personas con habilidades sobrehumanas, todos repartidos en diferentes naciones y lejos los unos de los otros. De ahí que los noticieros, los gobiernos y los organismos internacionales sintieran tanta euforia e interés por Bangtan Boys: un pequeño grupo de humanos con habilidades especiales, reunidos en un territorio tan pequeño como lo era Corea del Sur. 

Kim Taehyung compartía esa emoción por los “súper” desde niño. 

Había crecido rodeado de noticias e historias sobre superhéroes; rodeado de ilusiones y fantasías, donde él compartía la deleción del gen errore y formaba parte de ese reducido grupo de superhumanos que vio casi como dioses durante años. Pasó mucho tiempo imaginando poder volar, teletransportarse y hasta tener la capacidad de congelar el tiempo a su voluntad. 

Aprendió todo lo que pudo sobre el origen de los poderes, leyó todo cómic publicado y dibujó cientos de superhéroes y villanos. Una gran imaginación era lo único que lo unía a ese mundo que tanto admiraba.

Y al mismo tiempo que Taehyung soñaba, la sociedad cambió con el comienzo del nuevo milenio: una nueva era donde existían personas increíbles con poderes magníficos capaces de lograr cualquier cosa que otros ni siquiera imaginaban; pero él, así como un estimado de siete mil millones de personas más, no había sido capaz de evolucionar al lado de la nueva naturaleza

Ahora ese mundo se manifestaba con esplendor a través de la pantalla de su celular, él no era más que un espectador.

Taehyung soltó un suspiro profundo cuando el tono anaranjado del ocaso atravesó los amplios ventanales de la dulcería, haciendo que los caramelos de las estanterías reflejaran sus suaves colores en el suelo del local, como si fueran círculos de colores celosamente dibujados; la amplia gama de colores servía como recordatorio de que debía volver temprano a su hogar; el tiempo huyó de sus manos y nada podía hacer para detenerlo.

No tuvo más opción que dejar a un lado ese magnífico mundo, en el que Bangtan Boys se desenvolvían con naturalidad, para volver a su aburrida monotonía, donde no era más que un estudiante de Biología que trabajaba por la tarde en la dulcería que algún día perteneció a su abuela. 

Antes de marcharse del lugar, mandó un corto mensaje de texto para su novio, Jungkook, aún sabiendo que no lo vería hasta más tarde. Esperaba poder pasar un tiempo con él al llegar a su hogar, quería un poco de mimos en el pequeño espacio, agradable y cálido, que compartían los dos en la periferia de la ciudad; a unas cuadras de la dulcería y unos pocos minutos más de la universidad. 

Comenzó a caminar con tranquilidad por las calles de la ciudad, disfrutando del paisaje urbano iluminado por el atardecer. Sintió calma por unos minutos hasta que, con el transcurso de los minutos, su andar se aceleró mientras el sol comenzó a ocultarse. Seúl solía ser una ciudad pacífica hasta que caía la noche. 

Con todos los crímenes que habían ocurrido en los últimos meses, se sentía como si estuviera dentro de una de sus historietas favoritas, esas mismas que había guardado debajo de su cama en casa de sus padres al emprender rumbo hacia la capital. Pero él no era el héroe protagonista, sino uno de los cientos ciudadanos que estaban ahí para ser salvados. 

La llegada de Bangtan Boys a la ciudad había traído esperanza y seguridad entre las personas que ya estaban cansadas de la violencia y de los criminales, pero también causó enojo entre aquellos que veían sus intereses afectados por la presencia de los Errare, y eso era lo que más le preocupaba a Taehyung.

Sacudió su cabeza, queriendo ahuyentar esas ideas de su mente. Estaba a nada de llegar a su hogar, no quería llenarse de preocupaciones, ya que creía en la ley de atracción, para situaciones así.

Así que cambió la dirección de sus pensamientos, decidiendo que pasaría a comprar Banana Milk, para Jungkook. Sabía que toda la situación de los superhéroes tenía estresado a su novio y quería consentirlo un poco; no dudó en detenerse en la primera tienda de conveniencia que apareció en su camino, para llevar dos paquetes pequeños de la leche de plátano para Jungkook, luego retomó su camino hacia su hogar.

Continuó con paso rápido, no quería tener problemas. La noche finalmente se había llevado la luz del sol a otro lado, las pandillas comenzaban a salir y Taehyung no solía tener éxito defendiéndose cuando se veía rodeado por un grupo personas dispuestas a quitarle todo lo que llevaba encima. 

Pensó que, si él fuese tan fuerte o tan veloz como JK lo era, no tendría que temer al andar por las calles casi vacías, a la luz de la luna. Maldijo por lo bajo, no importaba que las avenidas estuvieran iluminadas por faroles, el ambiente se volvía más pesado con el paso de los minutos.

Llegar a la seguridad de su hogar le permitió respirar con tranquilidad nuevamente. Dejó las cosas que había comprado sobre la mesa para dos y se dirigió a su habitación prendiendo todas las luces a su paso. Sabía que Jungkook odiaba la oscuridad. 

Yeontan fue el único que salió a recibirlo, ladrando y moviendo su colita antes de perder el interés y regresar a su propio cuarto, para poder retomar la siesta que probablemente Taehyung interrumpió.

Taehyung observó al cánido marcharse y retomó su rumbo, sonriendo por la ternura que Yeontan emanaba naturalmente, mientras atravesaba el pasillo que conectaba los cuartos con la sala de estar y el resto del departamento.

Arrugó su nariz y entrecerró sus ojos con resignación, cuando llegó hasta su recámara y la encontró en perfecto orden, tal y como la había dejado al salir rumbo a la universidad, por la mañana. Tal orden sólo implicaba una cosa: Jungkook —o JK, como se había presentado en la conferencia—, seguía en la ciudad, haciendo lo que siempre quiso hacer: salvar el mundo con el grupo de superhéroes al que pertenecía.

Taehyung suspiró, extrañando la presencia de su pareja. No pudo evitar pensar en la manera en que Jungkook fruncía el ceño cuando se quedaban sin luz. Taehyung solía tomar su mano y jugar con sus dígitos para distraerlo hasta que las luces de la casa prendieran nuevamente. 

Ahora él, Jungkook, se encontraba ahí afuera donde todo era oscuridad, enfrentando uno de sus más grandes miedos. Decir que Taehyung estaba orgulloso del menor era poco, porque estaba siendo mucho más valiente que cualquier otra persona que conocía y eso llenaba el pecho de Taehyung de completa felicidad.

La imagen mental de Jungkook luchando contra los tipos malos hizo que Taehyung esbozara una sonrisa discreta pero sincera, mientras tomaba su laptop para poder revisar su correo y finalizar las tareas de la universidad que tenía pendientes. 

Tal vez Taehyung hubiera empezado a leer el artículo sobre mutaciones, para la clase de Biología Celular, de no haber sido porque se escuchó la puerta principal abriéndose con cuidado, luego unos pasos ligeros y finalmente el rechinido que la puerta de la alcoba hacía cuando la abrían lentamente. 

Taehyung alzó la mirada con emoción pura en ellos, sus ojos brillaron cuando vio la figura de su persona favorita entrando a través del marco de la puerta. JK, el mismo muchacho que había hablado en televisión nacional por la mañana, acaba de entrar en la alcoba luciendo ese brillante traje de tela negra y roja, que usaba cuando había alguna misión para Bangtan Boys. 

Se paró tan rápido que estuvo a punto de tirar su laptop, de no haber sido porque Jungkook se movió con la velocidad de un rayo para poder salvar el dispositivo y llegar en un parpadeo hasta donde estaba su pareja.

¡Jungkookie! ¿Dónde estabas? —Taehyung exclamó aún cuando Jungkook estaba al otro lado de la recámara, completó la oración cuando el menor llegó a su lado— Vi las noticias de la conferencia y… —se interrumpió a sí mismo cuando detalló el rostro del pelinegro— ¿Qué ocurrió?

La expresión en el rostro de Taehyung pasó de alegría a preocupación en un instante, obligó a Jungkook a tomar asiento sobre la cama al mismo tiempo que él también lo hacía. Atrapó con cuidado el rostro del menor entre sus manos, ladeando un poco para poder ver de cerca las marcas moradas y rojas con las que Jungkook había llegado a su hogar. Su bonita piel se había manchado con profundos hematomas.

Su rostro poco a poco se volvió un ceño fruncido, al mismo tiempo que acariciaba con especial cuidado las zonas golpeadas y lastimadas que había en el rostro de Jungkook. Luego sus ojos viajaron hasta el traje especial de JK; por donde lo viera, la tela estaba agujerada por lo que parecían ser balas, y las costuras, que ya había hecho anteriormente, se habían deshecho por los duros movimientos que Jungkook tenía cuando peleaba cuerpo a cuerpo.

Su novio había vuelto hecho un caos.

¿De nuevo, Jungkookie? —preguntó tomando una esquina de la tela rasgada, resignado; con su otra mano continuó acariciando cariñosamente la mejilla del errare, cuidando de no tocar las heridas.

El menor no pudo evitar sonreír con ternura cuando vio la expresión de preocupación que Taehyung había formulado. Llevó sus manos hacia la del mayor y la envolvió suavemente para retirarlas de su rostro, con la misma calma con la que Taehyung buscaba consentir las zonas irritadas de su piel. 

Estoy bien, Tae —habló con calma, pero en sus ojos había emoción.

¿De verdad, Jungkook? —Taehyung no podía creer que a Jungkook no le preocupara su propio estado, aún así, cuando Jungkook puchereó un poco, lo dejó continuar.

La sonrisa de Jungkook comenzó a ampliarse al empezar a narrar su historia, Taehyung apreció el gesto, aunque no quiso demostrarlo al mantener su expresión de preocupación.

Tuvimos un encuentro un poco agresivo con los vendedores de droga de Macao, tienen muchas armas, hyung. ¡Pero estoy bien!, se rindieron cuando Suga-hyung hizo eso, ya sabes ¡Boom! —Fingió una explosión con sus propias manos, riendo. Taehyung curvó sus labios un poco, frunciendo el ceño, sabía que se refería al grito supersónico (y peligroso) de Yoongi— Luego Hobi-hyung nos sacó de ahí, jamás me había teletransportado, fue horrible, creí que iba a vomitar; pero todo el lugar se estaba cayendo en pedazos, y tuvimos que salir de ahí.

Si había comenzado con tranquilidad la anécdota, poco a poco había elevado su tono de voz para terminar hablando con efusividad y maravilla. La historia no tuvo el mismo efecto en Taehyung, quien más que compartir la emoción con su novio, estaba insatisfecho.

Namjoon, y sus otros dos hyungs, le habían prometido que jamás dejarían que Jungkook saliera herido. Y en sus últimas misiones, había estado llegando cada vez más y más golpeado; regresó su mirada a la tela negra, ya había tratado de coser el traje al menos tres veces anteriormente, y en esta ocasión había llegado mucho peor de lo que esperaba. 

Te lastimaron, Jungkook —dijo en voz baja, esta vez ladeando su cabeza. Sentía opresión en su pecho, tenía miedo de que algo malo pudiera pasarle al adorable muchacho que había frente a él. Luego, mirando con un poco más de atención la tela entre sus manos, agregó—: ¡Con balas! Y, por si fuera poco, Yoongi casi tira un edificio sobre ti.

¡Pero no lo hizo a propósito!

Jungkook…

De verdad, Tae, estoy bien. Tú mejor que nadie sabe que las balas no me alcanzaron, soy súper veloz —dijo guiñando un ojo coquetamente, Taehyung rodó los ojos—. Además sano rápido, mañana ya no tendré golpes; tal vez solo el que Nam me dio por accidente porque no tenía puestos sus lentes, pero no es nada grave.

Jungkook sonreía de lado para intentar restarle importancia, echó su cabello ondulado hacia atrás y luego esperó a que Taehyung cediera ante su suave mirada que pedía que dejara de fruncir el entrecejo.

Pero la preocupación en Taehyung se mantuvo un rato más hasta que poco a poco comenzó a relajar su expresión, sin poder evitar contagiarse por la mirada juguetona y llena de ternura que los expresivos ojos de Jungkook le regalaban. 

Ve por el botiquín —pidió señalando la puerta con un suave movimiento de su cabeza—. Te pones la pijama y vienes. Compré más Banana Milk.

Jungkook no tardó en acatar la petición y se levantó con lentitud. Taehyung adivinó que el menor había estado usando sus poderes todo el día, comprendía que estuviera cansado y no quisiera hacer más esfuerzo del necesario. 

Sus ojos siguieron la figura de su pareja saliendo de la habitación, su traje de superhéroe era bastante lindo, pero Jungkook no había conseguido buenos zapatos para su traje aún. Se veía gracioso con ese traje tan imponente y los botines cafés que desentonaban completamente. 

¡Las Timberland no combinan, Jungkook! —gritó entre risas y el menor no tardó en imitarlo. Jungkook solía usar botas negras estilo militar que hacían juego con el resto del "uniforme", hasta que Namjoon las destruyó misteriosamente. Por eso, ese día, el menor había decidido atentar contra el sentido de moda de cualquier persona. 

No tardó en regresar y sentarse al lado de Taehyung, entregando el botiquín y esperando a que el mayor comenzara a curar las heridas que tenía en su rostro. Dejó a un lado el traje, sabía que Taehyung lo cosería después. 

¿Leíste la nota de Beyond the Scene? —preguntó Jungkook visiblemente emocionado, esbozando una amplia sonrisa de conejo, al mismo tiempo que Taehyung volvía a tomar su rostro con cuidado.

Pronto sintió un pedazo de algodón limpiando las manchas de polvo que habían quedado adheridas a su piel. Taehyung dio una afirmativa, más concentrado en limpiar las heridas que Jungkook tenía, que en querer hablar sobre el atentado.

¡Kim Seokjin pidió tener una entrevista con nosotros! ¿Te imaginas, Tae? No sé qué voy a hacer, hoy en la rueda de prensa no pude responder a las preguntas que me hicieron ¿cómo voy a ver a la cara a Seokjin si me pregunta algo y respondo con una tontería?

No lo vas a hacer, Kookie, tranquilo. Vas a conquistar a Seokjin como lo haces con todos, le vas a agradar y va a querer tener una entrevista solo contigo, y tal vez con Nam-hyung y Hobi. Yoongi no se merece esa entrevista —dijo resentido por la simple idea de que Yoongi por poco le tiraba todo un edificio a Jungkook. 

Taehyung buscó sus ojos y le sonrió con amor, completamente orgulloso del menor; no le gustaba el riesgo al que se exponía, pero lo veía feliz y no podía quitarle esa felicidad. 

Limpió con cuidado el pómulo de Jungkook, había donde había sangre seca. En realidad el rostro de Jungkook no estaba tan magullado como lo creyó en un inicio: tenía cortadas en el labio, un gran hematoma entre verde y morado debajo del ojo, y ya. No había más golpes visibles.

¡Listo! —dijo Taehyung cuando dejó el rostro de Jungkook libre de sangre seca y del polvo ocasionado por el derrumbe. Solo puso un poco de pomada sobre el labio para que esa herida curara lo más pronto posible— ¿Te duele? 

Jungkook negó sin dejar de sonreír. Le gustaba que Taehyung fuera así de atento con él, todas las noches pasaban un rato juntos, Jungkook le contaba cómo le había ido con su nueva vida de superhéroe, y Taehyung se dedicaba a quejarse de lo aburrido que era al trabajo y lo mucho que le estaba costando acabar con la tesis. Todo entre besos y abrazos, caricias y risas.

Entonces muy bien, mañana compraré más algodón y medicinas —Taehyung cerró el botiquín cuidando de no dejar nada afuera, Jungkook esperó paciente por la siguiente orden— Anda, dame un beso. 

Pidió sonriendo de lado y parpadeando coquetamente. Jungkook sonrió tan grande como pudo y luego se inclinó para alcanzar los labios del mayor, tocando solo superficialmente. Taehyung fue el que se encargó de comenzar a mover sus labios, no de manera hambrienta, sino de manera cariñosa, cuidando de no dañar más a Jungkook. 

Sabía que el menor podía resistir el golpe de Namjoon en su estado metálico, y Taehyung no tenía músculos marcados que no fueran los de sus dedos al pasar tanto tiempo jugando PUBG con Jimin, pero temía que Jungkook en realidad no le estuviera diciendo la verdad, y que en realidad sí estuviera adolorido, no quería lastimarlo.  

Sí —susurró Jungkook al separarse del beso—. Definitivamente me siento muchísimo mejor ahora. 

Dio un último beso antes de separarse un poco y estirarse libremente, el día había sido muy ajetreado y se sentía bastante cansado. Taehyung admiró cómo los músculos de su pareja se marcaban en la pijama y rió un poco porque después de eso Jungkook intentó posar para que los pudiera apreciar mejor. 

Pero eso no fue lo único que Taehyung vio. 

En uno de los movimientos de Jungkook, Kim alcanzó a ver una marca morada cerca de la clavícula de Jungkook; sintiendo curiosidad, obligó al menor detenerse para acercarse a inspeccionar la zona. Jungkook se tensó visiblemente cuando el mayor llevó sus dedos hasta la zona para poder jalar hacia abajo el cuello de la camisa. Descubriendo que la marca era un hematoma más, uno más grande que se extendía hasta más allá de lo que podía ver. 

Pidió a Jungkook que retirara la prenda, el menor no pudo decir que no y así lo hizo. Taehyung jadeó con horror cuando vio el tamaño del golpe que Jungkook tenía: la zona morada, casi negra, iba desde la parte superior de sus costillas y se extendía por todo su costado, las orillas eran verdes pero estaba seguro de que pronto se volverían más oscuras. 

Estaba seguro de que ese había sido el golpe que Namjoon le había dado, pero no lo dijo en voz alta, ni tan poco hizo escándalo. Solo bajó la mirada y tomó el botiquín nuevamente para sacar la pomada y un par de vendas. 

Jungkook no podía adivinar qué había en la cabeza de Taehyung, Namjoon era el que podía leer mentes, no él. 

Solo Taehyung sabía lo que pasaba por sus pensamientos. Estaba preocupado, porque ahora entendía que de verdad Jungkook se exponía más de lo que admitía; y al mismo tiempo, Taehyung se sentía mal consigo mismo por no poder hacer algo para proteger a su pareja. Solo podía untar la pomada y vendar sin lastimar como lo estaba haciendo justo en ese momento.

Taehyung… —le llamó Jungkook para pedir que alzara la mirada, pero el mayor no lo hizo—. No me duele, Tae, no es necesario que hagas esto.

Intentó tomar las manos de Taehyung para poder detenerlo.

No —Taehyung no dejó que lo detuviera—. Déjame hacerlo, Jungkook. No tendría por qué estar pasando esto, si tan solo yo…

Si tan solo yo tuviera poderes también, te protegería con ellos y no dejaría que te lastimaran más. Taehyung dejó caer la venda cuando se dio cuenta de lo que estuvo apunto de decir. Jungkook no leía mentes, pero conocía lo suficientemente bien a Taehyung para saber lo mucho que le afectaba no ser “especial” como repetía una y otra vez que Jungkook lo era.

Por años Taehyung se torturó sabiendo que no podía ser lo que más anhelaba en el mundo. Enamorarse de Jungkook era algo que simplemente no se esperaba, y saber que Jungkook sí era lo que él siempre quiso ser, lo empeoraba un poco. El menor fue la persona que se había encargado de que Taehyung no pensara en ello, no tenía nada de malo ser normal, así como no había nada de especial en ser un errare. Ante los ojos del menor, Taehyung era la persona más irreal y perfecta del mundo, estaba feliz de que estuviera a su lado.

Ya hablamos de eso, Tae. Tú no necesitas tener súper poderes para que las personas sepan que eres especial, todos te observan, todos saben que eres una persona maravillosa —tomó las manos de Taehyung entre las suyas, hizo que levantara su mirada. No había lágrimas, pero sí decepción en sus ojos—. Tú haces feliz a las personas por ser tú mismo. Tú me haces feliz a mí.

Pero yo…

Lo sé —interrumpió—. Quieres cuidarme, pero Taehyung, date cuenta, tú siempre lo haces. Eres la única persona que se ocupa de mí; curas mis heridas, le gritas a Yoongi-hyung por ser un poco descuidado conmigo y todos los días compras Banana Milk para mí. Siempre estás apoyándome, aún cuando no creas que es la mejor idea, sé lo mucho que te preocupas por mí cuando salgo a la ciudad a intentar derrotar a los “chicos malos”. 

»Sé que esta no es una película de Iron-man —continuó—, ni tampoco es la Liga de la Justicia. Pero yo salgo todos los días porque quiero un mundo en el que te sientas seguro, en el que puedas caminar todas las noches con tranquilidad a casa. Incluso quiero que salgas de fiesta con Jiminnie, aunque creo que eso no lo haces porque te quedas conmigo jugando Overwatch toda la noche —rió un poco, Taehyung hizo lo mismo porque las palabras de Jungkook estaban surtiendo efecto en él. 

La mirada de Kim cambió, se suavizó y agradeció a Jungkook en silencio.

Y te voy a decir un secreto —se acercó hasta Taehyung, susurrando—. Sin ti no podría hacer todo lo que hago. Tú no necesitas tener superpoderes, porque con cada acción y cada cosa que has hecho por mí te has convertido en mi héroe favorito, solo no le digas a Hobi.  

Taehyung sintió un mar de emociones en su corazón, quería agradecer cada palabra dicha por Taehyung, pero de su garganta no salía ni un solo sonido. Solo atinó a besarlo nuevamente, de manera desesperada y llena de amor. 

¿Me vas a tratar con cuidado? —preguntó riendo cuando vio el rumbo que los besos de Taehyung habían tomado—. Recuerda que estoy herido. 

Taehyung rió rodando los ojos, relajado.

Te voy a cuidar mejor de lo que lo he hecho en todo este tiempo —dijo retomando el beso, aprovechando que Jungkook ya se encontraba sin la parte de arriba de su pijama—. Seré delicado.

Ambos rieron, cómplices, antes de que la temperatura de la habitación subiera. Y entre besos, caricias y jadeos, tuvieron presente todo lo que Jungkook dijo.

Jungkook no mintió en ningún momento, desde que conoció a Taehyung encontró una persona admirable y capaz de hacer cualquier cosa que se propusiera. 

Kim Taehyung se convirtió rápidamente en más que un superhéroe para Jeon Jungkook.

 

 

 

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