PRÓLOGO

Seoul, Corea del Sur.

28 de Septiembre de 1999.

— Señor, el preso Jung JiHoon ya ha sido hallado — Comunicó un policía bien entró a la oficina de su superior.

— Perfecto, tráiganlo inmediatamente.

— Pero… Muerto. Intentando huir de nosotros, cayó de un piso muy elevado.

— ¡RAIN! — Exclamó la muchacha que desde que la habían traído ahí, había estado inquieta y ahora más que nada al oír que su primo-hermano había sido hallado muerto.

Dos policías más se acercaron a la castaña para sostenerla e impedir que se fuera de la oficina. La chica sólo podía moverse con fiereza ahí en su asiento, pataleaba y hasta casi se cae de espaldas por haber querido zafarse de los agarres pero los hombres de hecho, eran más fuertes que ella y lograron sujetarla y detenerla de lo que se encontraba haciendo.

— Contrólese, Jung — El hombre palmeó su escritorio con ambas manos para que la menor dejara de provocar tanta bulla ahí dentro — Traigan el cuerpo — Mandó al oficial que había llegado con la noticia.

— Cómo usted diga.

— Rain… — La castaña sólo pudo murmurar aquello, no les daría el gusto a esos hombres de verla débil como en sí, ella era.

— Bueno, nos quitamos un peso de encima.

— Hijo de puta… — Con el mismo tono de voz, la chica le dijo al hombre al elevar su mirada y notar esa burlona sonrisa — Me las pagarás, te lo juro.

— ¿Cómo? Si te encerraré por muchos años en… Bueno, el lugar lo tengo que pensar aún.

— De todas maneras, bien salga, te haré pagar la muerte de mi primo.

— Una escoria como tú, já, es difícil que salga de la cárcel.

— Puedo conseguir una libertad condicional, estúpido.

— Veremos si logras comportarte bien… En una crioprisión.

—… ¿Qué?

— Jessica Jung, usted ha sido sentenciada a una condena de unos 40 años en la criprisión por los siguientes crímenes: Asesinatos a personas comunes así como también a grandes políticos de nuestro país y fuera de este, múltiples robos a instalaciones nacionales como privadas, extorciones a cientos de ciudadanos y tráfico de droga.

— Yo sólo he sido cómplice… Todo eso no ha sido de mi autoría.

— Lo lamento, yo sólo cumplo con mencionar lo dictado por el juez — El hombre con un portafolio en mano chasqueó sus dedos para que un joven vestido con el uniforme que le correspondía, trajera cierto tubo que contenía el químico que en poco congelaría a la castaña.

La chica se retiró la bata que cubría su cuerpo para así, sin ayuda de alguien, dirigirse hasta una “celda de cristal” (cápsula) que estaba preparada especialmente para su encarcelamiento; con su mirada baja, se arrodilló y observó a los hombres que preferían no observar su cuerpo descubierto, suspiró y una lágrima corrió por su mejilla. El gritó del hombre que antes le estaba hablando, se oyó y el agua empezó a salir por ciertos hoyos del cristal preparado, Jessica empezó a alarmarse y comenzó a moverse en aquel espacio que de a poco, iba siendo cerrado.

El agua ya estaba terminando de cubrir el cuerpo de la mujer quién aún, se movía con desesperación, intentaba capturar un poco de aire en la parte de la cápsula que todavía no estaba cubierta del agua pero le era algo imposible gracias a sus nervios; sentía el agua ya por su cuello y lo único que hizo, fue inhalar con profundidad hasta que el agua se encargara de lo suyo.

Con el espacio ya listo, el tubo fue incrustado en su espacio debido y cierto botón fue apretado, el químico empezó a esparcirse y este mismo, ingresó a la cabina donde estaba Jessica; lo que tenía que pasar, pasó y la prisionera fue congelada de inmediato.

— Crioprisionera número 20, Jessica Jung, el congelamiento de ésta fue todo un éxito.