Inicios Inciertos

Underwater Kannika

Kannika observó sus alrededores, era como le habían dicho.
Un gran salón enorme con luces, fotos y diarios pegados en las paredes pintadas de un sucio color blanco; las ventanas estaban tapadas con tablas de madera pero aún así la luz se colaba por pequeños espacios sin tapar. Además había dos portales, uno dirigía hacia un patio con las inscripciones campo de entrenamiento y cuartel principal.
La gente iba de aquí a allá. Algunas personas colgaban armas en los estantes en las paredes mientras otros se sentaban como si estuvieran esperando a alguien.
Sunan estaba igual de asombrada pero todavía no estaba tan convencida la idea de su amiga.
“¿Van a inscribirse?” una joven de cabello rosa claro, las miraba entretenida.
La amigas se sonrojaron.
“Sí” contestó Sunan.
“Mi nombre es Kannika”
“¿Panpriya?”
“Y yo soy Sunan Atid” interrumpió.
La joven sonrió nerviosa.
“Soy Hansa”
“¿Qué hacemos ahora?” dijo Sunan.
“No, tienen que ir al campo de entrenamiento junto a Rosette”.
Y sin decir más, esa tal Hansa desapareció sin dar más indicaciones.
“Qué amable”
“Sí, Sunan, digo lo mismo”
“Bueno, supongo que tendremos que ir”.
La gente era un pequeño problema, amontonándose en la entrada del campo, aunque nadie ingresaba. Una vez que pasaron, el lugar estaba desolado. Eran ellas y cuatro personas más.
Pero de entre todas las personas, observó a alguien que resaltaba del resto. Supuso que aquella chica de cabello rubio anaranjado era Rosette.
“¿Panpriya y Atid?” preguntó.
Ambas asintieron.
“Perfecto, pueden sentarse junto a los demás para que podamos empezar la introducción al programa. Bien a los que me conocen y los que no, me llamó Rosette Vekdan y seré su entrenadora o guía. Además de trabajar conmigo, trabajarán con Tom”
El hombre hizo una leve reverencia al grupo.
Kannika no podía parar de sentir una sensación familiar con la chica. Incluso cuando sabía que nunca la había visto. Notó que al hablar se le formaba un pequeño hoyuelo en la mejilla derecha. Inconscientemente, ya no oía esa charla.
“Bien, ya pueden ir a sus nuevas habitaciones. Excepto Panpriya”
La nombrada se sorprendió, saliendo de sus profundos pensamientos. Rosette le hizo un gesto para que se acerca a ella.
“Sígueme”
Cada paso aumentaba su curiosidad.
Bajaron escaleras, pasaron por angostos pasillos hasta llegar a una especie de terraza.
“¿Preguntas?”
“¿Por qué yo y no los demás?” dijo observando todo su alrededor.
“Me pidieron que me ocupara de ti antes de tu misión”
“¿Qué misión?” dijo Kannika mantener un semblante serio.
“Además de soportarme, tu misión es salvarnos”
Por primera vez, el silencio reinó en el lugar.

Ya era la tercera vez que Sunan se perdía y nadie quería ayudarla. Aquella biblioteca era demasiado antigua, demasiados libros de matemáticas y física que a la joven no le interesaban en lo absoluto.
La gente que quedaba no trataba de disimular el disgusto que le causaba el ruido que ocasionaba la vieja escalera con la que Sunan intentaba buscar los libros de defensa personal que Tom le había encargado.
Qué amables pensó por segunda vez en el día.
Decidió preguntarle a la primera persona que pasara y no intentara evitarla. Por suerte, pasaba un chico sosteniendo varios libros. De seguro que no iba a rechazar semejante belleza.
“¡Oye! -gritó-. Digo, disculpa”
El chico se señaló a sí misma.
“Sí, tú ¿Podrías decirme donde queda el salón principal?”
“Claro, voy al mismo lugar. ¿Buscas a Tom?”
Sunan asintió sonriente.
“Soy Thao”
“Sunan”
Rápidamente, ambos llegaron al salón y se sentaron en el mismo banco. Allí la chica reconoció a Kannika y agitó torpemente su mano esperando a que la viera.
Algunas luces se apagaron y un hombre que aparentaba unos cuarenta y algo de años se paró frente a un pequeño atril.
“Presentes, la reunión de hoy tiene como propósito nombrar a los nuevos, mejor dicho, a la nueva generación del Reino Unido con sede en la Antigua Bangkok -exclamó-. Pero, por lastima, muy pocos han sido seleccionados este mes”.
El miedo se hizo dueño de las amigas.
“Yo Adam, líder y fundador del R.U, anunciaré a los elegidos”.
Rosette observó fijamente a Kannika.
“Thao Yuthakon, Som Bunma, Sunan Atid y Kannika Panpriya. Felicidades”
Los aplausos no se hicieron esperar y la sonrisa de los nombrados tampoco.
No lo tendrán fácil pensó Adam mientras fingía una sonrisa.

Con un vaso de whiskey escoces en la mano, miraba desde la ventana recordando ese resentimiento hacia el que había sido su socio por años.
“Querido Kasem, esto recién comienza -dijo tirando al piso una foto de su compañero y él-. Lo mereces, pequeño ignorante”.
Se levantó y dio un par de vueltas por su oficina.
“Tapizado importado desde Turquía, nunca lo hubieras comprado. Ni siquiera eras capaz de comprarle flores a Maliwan. Sin embargo, todos te querían.
Pero no lograste amar a tu hija, Kannika, la sacrificaste por tu ego. Qué lastima que todo te salió mal”.
Una sonrisa decoró su cara, sabía que el momento de tener el poder se acercaba y nadie lo iba a poder detener.

“Joven Panpriya -exclamó Adam desde el pasillo-. Qué orgullo conocerla en persona”
“¿Disculpe?”
“Me llamo Adam Woods, de seguro escuchó mi nombre. Soy el fundador del R.U”
“Ah, claro”
“Qué raro que no me conozca, todo el mundo lo hace. Como todo el mundo la conoce a usted también, y no por su belleza”
Kannika decidió no seguir la conversación, no quería llevarla hasta donde el hombre quería.
“Que tenga una buena tarde”
“No dije que podías irte, joven Panpriya”.
“¿Acaso debo pedirle permiso? Esta conversación no va a ira donde usted quiere, señor”.
“¿Dije algo malo?”
Rosette pasó por el pasillo buscando a Kannika.
“Gracias por la bienvenida”.
La joven fue por el encuentro con su entrenadora y desvanecieron por aquellos pasillos. Adam dio un suspiro pesado.

 

 

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