Jongdae era un estudiante de literatura.  Un chico común y corriente que se encontraba de intercambio haciendo  una maestría en Europa.  Tuvo mucho tiempo para familiarizarse con la extraña y enorme ciudad. Recorrió los lugares que llamaron su atención. Buscando un lugar tranquilo que no estuviera lleno de la siempre  agobiante gente. No una plaza. No una cafetería. Tampoco buscaba una librería o biblioteca. Por mucho que le gustaran.

 Hasta que finalmente lo encontró;  Su pequeño y privado escondite donde pasar sus tardes leyendo libros viejos. Desde niño, Jongdae siempre había sido un joven introvertido.  Una enfermedad del corazón le había impedido realizar muchas de las actividades que un chico normal de su edad podía realizar, pero eso no le impidió encontrar una forma diferente de vida.

Siempre estaba metido en los libros. Ahí aprendió a través de alguien más.
De de las experiencias y sentimientos de otras personas, a vivir aventuras, romance, tragedias, milagros, mil y un batallas, descubrimientos...todo...o casi todo...

Jongdae vivía tranquilamente. En constante ensoñación, anhelando algo aunque no sabía bien  qué era aquello.

Llegó a un edificio que parecía abandonado. Subió por las escaleras. El silbar del viento hacía eco en la solitaria estructura. La tierra y polvo crujían bajo sus pisadas. Al llegar hasta arriba, cruzo una habitación desolada. Luego dio hacia un pequeño patiecillo donde las vecinas colgaban la ropa. El aire mecía con fuerza las telas. Atravesó el mar de sábanas y llegó a su lugar favorito.

Una torrecilla con un campanario; Montañas de libros apilados se hallaban dentro. Rodeando una banca donde se sentaba a leer. Se dispuso a continuar uno de los libros que estaban hasta arriba. Lo tomó entre sus manos. Dejó que el olor de las hojas viejas, evocara su añorado mundo de fantasía. Las páginas resbalaban entre sus dedos con deliciosa parsimonia.

El viento comenzó a soplar más fuerte. Se encontraba inmerso en la historia cuando notó cómo se oscurecían las paginas rápidamente. Aun faltaba algo de tiempo para el atardecer.  Sin embargo su alrededor se oscurecía. Jongdae  despegó los ojos del libro. Contempló con asombro  en el cielo a la luna. ¿O era el sol?

Un eclipse. Un fenómeno natural del cual no tenía conocimiento que fuera a  llevarse a cabo ese día.

Por sentido común, sabía que lo mejor era desviar la mirada. Pero fue inútil. No podía despegar los ojos de aquellos astros que le mostraron algo más que su brillo. Extrañas emociones que no comprendía le invadieron. Comenzó a sentirse  ansioso y  desesperado. No podía apartar los ojos. De repente; un montón de imágenes inundaron su mente. Un hombre. Agua. Una playa.

Entró en un trance. Le pareció ver un sueño. Un sueño que esperaba ser encontrado. O tal vez eran recuerdos de un pasado distante. Incluso podían visiones del futuro. ¿Pero quién iba a saberlo?

Las olas, ellas  debían tenían la respuesta.  No sabía el porqué. Algo se lo  había dicho.

La decisión estaba hecha. Tal vez no por él. Tal vez alguien más ya lo había dictado. Desde tiempos inmemoriales. Un rugido estremeció los cielos. Grave y fuerte. Resonando en sus oídos y pecho. Un trueno. Se avecinaba una tormenta.

Cayó al piso de rodillas. Con la respiración agitada. Su cerebro le gritaba lo malo que era todo aquello para su pobre corazón que luchaba con tenacidad dentro de su pecho. Pero sus sentidos le gritaban todo lo contrario.  Debía ir.

No, necesitaba ir.

Por suerte  la playa más cercana estaba en su mismo pueblo. A unos cuantos minutos en tren. No era ni por asomo verano. Las aguas estaban frías en esa época del año. No eran turísticas. Y con el aviso por parte de las autoridades sobre una tormenta eléctrica,  ya no había gente por los alrededores.

Se le dijo a la gente que la marea subiría, que no saliera de sus casas, se resguardaran de la lluvia, se prepararan para vientos fuertes  y que no usaran aparatos electrónicos durante la tormenta.

Jongdae siempre había sido un chico listo, sensato. Cuidadoso. El dolor el su pecho aumentaba al pensar en refugiarse como todos los demás. Mandó al demonio su "inteligencia" y se acercó a la playa, cuidándose de no ser visto.  El viento se mezclaba con las gotas de lluvia que golpeaban su cara con fuerza. Los truenos eran cada vez más fuertes de ese lado de la ciudad. La arena se humedecía  bajo sus pies. A medida que se acercaba a la orilla. El dolor de su pecho disminuía.  Una situación  que no tenía sentido. A pocos metros del peligro, se sentía en paz.

 Jongdae observó cómo las olas despiadadas y ansiosas, lamian ferozmente la orilla. Intentando alcanzarle. Intentando decirle algo. Qué estupidez. La única cosa certera, sería su muerte si se quedaba ahí por más tiempo.

Aún sabiendo eso. No despegaba los pies de la arena. Era incapaz de moverse.  Se hallaba casi totalmente empapado. Deseaba que ellas le dijeran aquello que era tan importante.

El rugir de un gran trueno se hizo presente. Cayendo en el mar. La luz que emitió lo deslumbró durante unos instantes. Entonces lo entendió:

Dio un par de pasos hacia la orilla, donde la arena se tragaba sus pies. El latir de su corazón aumentaba, podía sentirlo. Pero el dolor no estaba presente como antes. Ese dolor era soportable. Tragó saliva y limpió con su manga mojada el agua de su frente y ojos. Una mezcla de lluvia, sudor y lágrimas.

La espuma lo jaló hasta que las olas rompieron en sus rodillas. No podía mantener el equilibrio, chapoteaba con las manos y pies. Una pierna era jalada y la otra se enterraba en la arena.  Arañaba el aire frente a él, intentando a ferrarse a la nada.  El olor a mar se impregnaba en su nariz.

Los cielos rugieron nuevamente. Sintió su pecho romperse de dolor. Se abrazó con fuerza. La respiración  se le entrecortaba.  Su visión  se nubló por el ardor de la sal en sus ojos.

Levantó la vista hacia arriba  intentando limpiarse con la lluvia. 

Una luz lo encegueció. El rugido lo alcanzó. Lo golpeó.

Todo se desvaneció. La oscuridad lo devoró. Y Jongdae, la abrazó con ternura.

El romper de las olas contra las rocas y el suave murmullo de las olas besando la arena lo despertaron. Su boca sabía a sal. La piel le ardía. Pero aparte de eso. No había otra cosa. Sus ropas se encontraban secas y él, sobre la arena  a unos metros de las olas.

Entonces recordó lo último que vio.

 En la tormenta lo conoció.  O tal vez, ¿Ya lo había hecho antes? En un sueño dentro de un sueño.

Un hombre que parecía  jugar con agua. No, no sólo jugaba con ella. La hacía suya, una extensión de su cuerpo. Un arma. Un escudo. De su cuello colgaba un amuleto extrañamente familiar. Adornado con piedras brillantes. Con una forma entre una especie de  triángulo y un óvalo

Jongdae se puso de pie y se sintió más vivo de lo que nunca se había sentido en toda su vida.  Respiró profundamente. El dolor de su pecho había desaparecido. Como si nunca hubiese existido. Le costaba recordar cómo era, de hecho. Se sentía diferente;  seguro, fuerte, poderoso. Pero inquieto. Miró su mano y en ésta se hallaba un anillo metálico con forma de escorpión. Parecido al amuleto de sus visiones.

Justo ahí, en medio de la playa desierta. Estaba a punto de iniciar  la aventura  más importante que jamás se hubiera escrito.  Y esta vez,  Jongdae ya no la leería, ms bien,  la viviría.

Dio un par de pasos. Las yemas de los dedos le cosquilleaban. Pudo sentir la energía corriendo por  sus venas, al tocar el suelo, la electricidad fue expulsada por sus dedos.

Un nuevo rugido estremeció la tierra, pero éste no provenía de los cielos, sino de él.

Sintió cada vibración de la tierra, cómo respiraba. Cómo sufría. Ella misma le dijo la ubicación de todo cúmulo acuoso sobre el planeta, y dónde encontrar aquello que más anhelaba.  Aquello que lo había llamado. Mejor dicho,  aquél que lo había despertado. 

Debía hallarle. Y no habría tierra o mar que los separara.

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A/N:  Y luego esto: aquí el video  para su descarga,  o si no, lo pueden ver aquí SUCHEN FANVID  Espero que TY no lo quite D:

*Está poop porque no sé usar sonyvegas y lo hice en un día*
 im sowy but that was kinda the idea.~