Cap 25
Culpa Mía ©TAEYEON
Había estado muy cabreada con ella; para empezar ya me había puesto de mal humor al levantarme por la mañana y no verla en la cocina. Me había acostumbrado a desayunar con ella o mejor dicho mirarla mientras lo hacía, ya que técnicamente apenas nos dirigíamos la palabra. Su aspecto desaliñado y sus ojos entrecerrados por el sueño me ponían inexplicablemente de buen humor y al ver que no estaba mi imaginación se volvió loca. Me imagine que estaría con su ex y entonces la irritación se transformó en un cabreo monumental que ni yo podía explicar; por suerte unos minutos después mientras me tomaba mi café apareció un chico de no más de dieciocho años, con el pelo rubio, un poco más alto que yo y una mirada incómoda en sus ojos marrones que tan pronto se fijaron en mí pasaron del reconocimiento a una gélida mirada de odio.
No intercambiamos muchas palabras, básicamente le dejé muy claro que Tiffany había pasado página y que ahora estaba conmigo. Una parte de mí disfrutó diciéndoselo y la otra se molestó al pensar que era una mentira. Dan pareció darse cuenta al vuelo que yo no era una tía de mucha paciencia, y supongo que al igual que con la mayoría de la gente mi aspecto le intimidó, porque no dijo nada; básicamente salió de la cocina después de una competición de miradas asesinas y se marchó a la planta de arriba. El saber que Tiffany no había estado con él mejoró un poco mi humor pero lo que no me esperaba después de haber salido a comprar tabaco eran los gritos procedentes de su habitación y el haberme encontrado a ese cabrón sacudiéndola e insultándola. No había sido capaz de enfrentarse a mí y en cambio la había tomado con ella. Era un cobarde. Una rabia irracional me embargó y lo vi todo rojo. Solo sé que un segundo estaba en la puerta asimilando lo que veían mis ojos y al siguiente tenía a Tiffany subida a mi espalda presionándome la garganta para que me apartara de Dan. Aquel imbécil se merecía eso y mucho más pero tuve que tranquilizarme. Tenerle delante solo servía para cabrearme aún más y por eso decidí dejarle el asunto a Steve.
Cuando me aseguré de que Dan se había marchado no quería cruzarme con Tiffany. No tenía ni idea de cómo manejar los sentimientos que estaba teniendo por ella y simplemente me largué. Cogí mi tabla de surf y me fui a la playa. El mar siempre me había tranquilizado, aquel deporte era parte de mi vida, siempre tenía un hueco para disfrutar de las olas y cuando era más joven incluso había competido de manera nacional en varias competiciones importantes. El surf era mi pasión, mi vía de escape, y aquel día necesitaba aquella vía más que nada en el mundo.
No sabía que iba a hacer con Tiffany. Tenerla en casa era una maldita tortura. La deseaba con locura y cada vez que la tenía delante mi imaginación volaba por las nubes. También estaba el inconveniente de que si mi padre se enteraba me mataría. Yo pronto cumpliría veintidós años y Tiffany apenas tenía diecisiete y eso sin contar que las cosas que hacía yo con las mujeres estaban muy lejos de ser adecuadas para ninguna chica de instituto.
Horas más tarde mientras me vestía y me pasaba la toalla por la cabeza decidí llamar a Steve para ver cómo estaba Tiffany.
—Se ha marchado a trabajar, señorita—me dijo Steve al otro lado de la línea.
¿Qué demonios?
—Te dije que la acompañaras si tenía que ir a algún sitio—solté irritada importándome una mierda si mi tono de voz era más duro de lo necesario. No sabía qué demonios podía hacerle Dan y si no me equivocaba su vuelo no salía hasta la mañana siguiente.
—Me ofrecí a hacerlo, señorita, pero ella se mostró bastante reticente a que la acompañara a ningún sitio, ni siquiera la excusa de que había sido su madre funcionó, simplemente pude darle mi número de teléfono para que me llamase si ocurría algún incidente.
Maldije entre dientes. ¿Por qué esa chica era tan jodidamente difícil?
— ¿Sabes dónde está el bar donde trabaja?—le pregunté un momento después.
—No señorita, pero puedo llamar a su padre y averiguarlo.
Me fijé en que ya estaba anocheciendo.
—Ya lo haré yo, Steve, nos vemos en casa. —Colgué y llamé a mi padre.
Estaba con Clara en San Francisco, mi padre quería abrir una empresa allí, y por eso ahora pasaba casi toda las semanas de aquí para allá. Su nueva mujer lo acompañaba casi siempre y eso nos dejaba a Tiffany y a mí demasiado tiempo libre y a solas en la misma casa. Después de enterarme de donde trabajaba y reconociendo el sitió fui primero a casa a darme una ducha y a vestirme. Mientras me abrochaba los vaqueros sonó mi teléfono.
—Hola, Tae, ¿a qué hora pasaras a recogerme?—Mierda era Anna. Se me había olvidado por completo que hoy había quedado con ella y con los chicos para una partida de póker en casa de Lion.
—Estate lista a las diez—dije en un tono cortante. No estaba de humor para tratar a Anna de forma amable, es más tenía tantas ganas de ver a Tiffany otra vez que ni me molesté en seguir hablando con ella. Corté, me puse una camiseta cogí las llaves del coche y me fui a buscarla. No entendía por qué demonios tenía que trabajar y mucho menos de camarera. El Bar 48 era un club donde tocaban varios grupos y donde mis amigos y yo íbamos a menudo. Los chupitos y la bebida estaban tirados, no es que a mí
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