1.- Sweet sound of droplets rain echoing with your heart beat.

~Broken Wings to fly beside you~ (español)

A/N: ~~Lamento los errores que tenga este fic, no tengo un beta y a veces no los releeo antes de publicarlos. Trataré de corregirlo luego, pueden avisarme en los comentarios. (u,u)
Muchas gracias por leerlo de todos modos (n.nU)~~

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-The sound of rain, the sound of your heartbeat-

 

 

En una pequeña cuidad a las afueras de una urbe mayor. Donde se respira el aire de los campos mezclado  con el olor del humo de las fábricas que trae el viento.
 Establecimientos de comida 24/7  por doquier junto a las autopistas donde transitan millones de autos con premura.
Una ciudad donde está permitido soñar. Aún cuando estos sueños puedan morir.
 

Jongdae escurría y dejaba un charco de agua debajo del banco de madera en el que estaba sentado. Escogió la mesa del fondo pensando que si dejaba un gran charco a la entrada, alguien podría resbalar.
El golpeteo de las gotas de lluvia armonizaba con el tintineo de vasos y platos chocar contra cubiertos  dentro del pequeño restaurant-bar donde se encontraba.
La lluvia no había cesado en días y comenzaba a ser molesto. Ese día también había olvidado el paraguas y no se había molestado en mirar el pronóstico del clima. No creía en esas cosas. Pensaba que jamás acertaban.

Le pidió una taza de café caliente a la mesera que le tomó su orden, la chica de cabello rubio teñido  ni siquiera se molestó en ofrecerle una toalla o algo. Era más normal ver personas empapadas que secas en ese lugar.

Siempre había temporadas así. Durante un tiempo no caía ni una gota y luego, había diluvios durante días. Era un pueblo extraño pero acostumbrado a esa inconstancia de parte del clima.
Había días donde todo parecía indicar que morirían hervidos  y otros donde se sentía el arca de Noé llegar en cualquier momento.

Su café caliente llegó a su mesa pero ni así pudo salir de sus deprimentes pensamientos sobre si debía abandonar el pueblo en el que había vivido toda su vida  y lanzarse al desconocido  mundo de la gran ciudad, o seguir viviendo cómodamente con sus padres.
Siempre había sido malo para la escuela. Era afortunado de haber terminado la preparatoria. La universidad con la que contaba ese lugar no le llamaba la atención  y la única cosa que lo mantenía con vida y le daba para comer, se encontraba en la silla frente a él. Con un par de suéteres encima y su chaqueta. Jamás permitiría que su amada "Bada" se mojara.

 

Nadie puede entender el amor que hay entre un hombre y su guitarra.

 

 Ya llevaba algún tiempo cantando y tocando  en algunos lugares, siendo parte de algunas bandas que no duraban mucho. Luego de algunas presentaciones en diferentes bares  restaurantes, bodas, fiestas de cumpleaños y ningún concierto en concreto, salvo guerra de bandas locales, Jongdae había ganado algo de reconocimiento y un poco de dinero en su bolsillo, pero todo se iba como arena entre sus dedos con las cuentas de la casa que compartía con su madre.

Sentía que no podía dejarla sola. Aún si la mujer estaba con su enésimo  "Éste es el indicado" compartiendo techo, comida, pero no renta.
El hombre no era más que unos ocho años mayor que él. No podía verlo junto a su madre. Pero si ella era feliz , era lo único que importaba.
Aun si más tarde tendría que pagar las cuentas que no fueron pagadas, limpiar el desastre y consolar a su madre viendo doramas hasta tarde y comiendo el helado bajo en grasas sabor vainilla que tanto les gustaba a los dos.


—¿Te gusta la lluvia?

Una suave voz lo sacó de sus pensamientos. Levantó la vista. Un hombre le miraba desde la mesa de junto. Su semblante era amable, su ropa pulcra. El cabello corto y azabache. Totalmente opuesto a él; alguien mojado, sucio, y aunque no tuviera un espejo cerca, podía sentir su rostro hecho un nido de arrugas. Siempre le pasaba eso al pensar en su madre.

El lugar no era grande de todos modos. A penas un brazo de distancia los separaba. Pero el pueblo siempre había sido así, tan pequeño que conocías a todos y a la vez tan pequeño que todos eran huraños y desinteresados los unos de los otros. En el autobús podrías sentarte apretadamente en medio de  un montón de estudiantes, ancianos y amas de casa  y ninguno diría una sola palabra.

—Me gusta...cuando no me empapa. —Respondió levantando sus manos, mostrando las mangas de sus ropas goteando.

—La gente puede llegar a ser muy desconsiderada con la lluvia. —El hombre continuó la plática volteando hacía la ventana.

Las gotas resbalaban en torrentes a través del vidrio haciendo imposible ver las figuras del otro lado del cristal.

—¿Es eso? ¿Por qué? — Preguntó curioso. Las comisuras de los labios de Jongdae se doblaron hacia arriba en una mueca aniñada.

— En tiempos de sequía, las personas solo se quejarán y culparán a la lluvia "¿Por qué hace tanto calor?" "¿Por qué no llueve de una vez?" "¿Por qué las cosechas están tan mal?"  "Es culpa de la lluvia."  Se dice que cuando hay tiempos de diluvio las desgracias ocurren.

El hombre parecía algo herido cuando dijo esas palabras, no cruzaban la mirada pero sus pupilas permanecían pegadas al cristal. Una mirada triste. Una semi-sonrisa en los labios. Los dedos rodeando la taza de porcelana, buscando el calor que escapaba a través del material.

—Yo no creo que sea culpa de la lluvia — Jongdae dijo de repente, llamando la atención del hombre. Sus oscuros ojos se posaron en los suyos.

—Es culpa de las personas. Nunca estamos satisfechas. Nos molesta cuando no estamos preparados para algo  aunque hayamos tenido oportunidad de hacerlo.

El hombre continuó mirando fijamente a Jongdae.

—Por ejemplo... Esta mañana debí haber traído un paraguas. Aunque eso no habría impedido que la lluvia cayera. Aun cuando olvidé traerlo, no me importaba si llovía o no. Cuando empezó a llover lo único que me importaba era mantenerla seca. 

Jongdae le lanzó una mirada a la guitarra debajo de la ropa.

—Y pude mantenerla a salvo así que, es más que suficiente, no estoy molesto con la lluvia. Ella no tiene la culpa de nada.

En el rostro del hombre se dibujó una tímida sonrisa ; Bajó la mirada, tomó un sorbo de su taza para ocultar su boca. Sus ojos se arrugaron en las orillas. A Jongdae le pareció  adorable.

—Me llamo Jongdae, mucho gusto. — Se presentó.

 —Yo soy... Su.. — El hombre se detuvo a medio camino, carraspeó.

—¿Su?

—Mi nombre es Junmyeon. El gusto es mío. —Respondió con una cálida sonrisa que entibió las entrañas de Jongdae.

—¿Qué edad tienes?- preguntó Jongdae

—¿De cuantos me veo?

—Unos...¿47?

Junmyeon casi se atraganta con su café al escucharlo. De no ser porque fue salvado por el sonido de la risa de Jongdae, fuerte y vívida. Lo miró reír por unos segundos más. Quería plantarlo en su memoria.

—¡Sólo bromeo! Luces de mi edad. Tengo 25.

—Pues acertaste.

—¿En serio?

—¿De veras me veo tan viejo?

—No, es sólo que puedes aparentar ser mayor...como...más sabio.

—Entiendo, otra palabra para "viejo"

—¡Exacto! —Le contestó con otra deslumbrante sonrisa.

Se acercaron y juntaron en una mesa. Las tazas de café se transformaron en aperitivos, cena y  alcohol con botana hasta muy entrada la noche. Ambos platicaron durante unas horas.
Los pantalones de Jongdae se sentían menos pesados debido a la falta de agua en éstos. Su cabello ya no escurría. El sonido de la risa de Jongdae ya formaba parte del lugar. A Junmyeon realmente le gustaba escuchar las historias que le Jongdae le contaba.

La mayoría eran  anécdotas sobre las bandas y presentaciones en las que había estado. Pláticas acaloradas en las que podía escuchar su  corazón hablar. Realmente amaba la música.

Junmyeon era más reservado sobre su vida, no mencionaba personas pero si lugares, infinidad de ellos. Había recorrido muchas partes del mundo y conocido otras culturas. Cosas que Jongdae moría por ver con sus propios ojos. Le pedía a Junmyeon que le contara más.

Las  risas cautelosas se habían convertido en desvergonzadas risotadas al paso de las horas. Las pláticas acerca de todo y  nada acerca del  mundo exterior que Junmyeon conocía tan bien, lejano y esperanzador. Ese que Jongdae ansiaba conocer. Durante mucho tiempo, debido al mundo en el interior de las personas que Jongdae había descubierto, no necesitó ir lejos para vivir grandes aventuras. Pero ahora  las deseaba tanto, pues estaban fuera de  todo aquello a lo que estaba acostumbrado.

 

El lugar estaba por cerrar. Les llevaron la cuenta y Junmyeon sacó su tarjeta al instante. Jongdae intentó detenerlo pero ¿A quién engañaba? El solo no podría pagar ni la mitad de lo que habían consumido allí. Lo dejó pagar sin protestar. Algo apenado.

 

—¿Tu casa está muy lejos? —preguntó Jongdae de forma casual al salir del lugar. El frio le golpeó la cara y empezaba a sentir los efectos del alcohol aumentando.

—No. — Le contestó el otro con una sonrisa.

 

Tal vez fue por el alcohol. Tal vez no. Tal vez fueron las tazas de café calentando algo en su interior. Calentando algo más que sus frías y temblorosas manos.
 Tal vez fueron Las sonrisas que se escapaban por las comisuras de sus labios o  las miradas furtivas que destellaban.

 

No tuvieron que caminar mucho, apoyándose el uno sobre el otro para no tropezar, como dos hombres ebrios en la calle. Como dos amigos. Sin llamar miradas curiosas.

Llegaron a un pequeño departamento en el cuarto piso.  Al entrar todo fue tropezones y zapatos volando, se descalzaron. Reían por lo bajo e intentaban callarse el uno al otro. Se sentaron en el sillón sin encender la luz. El brillo de la luna entraba por la ventana.

Junmyeon junto a Jongdae, ambos intentando recuperar el aliento con la mirada al techo y la cara doliéndoles de tanto reír.

—¿Te gustaría algo? ¿Un poco de agua tal vez? — Junmyeon  le preguntó buscando el rostro del otro en medio de la penumbra.

 Aunque bebimos bastant— las palabras de Junmyeon no pudieron terminar. No con los labios de Jongdae sobre los suyos.

La amada guitarra "Bada" descansaba  en un rincón de la casa desde que habían llegado.

Se levantaron del sillón. Junmyeon tomó las manos de  Jongdae y lo guió a la habitación.
Manos que se colaban debajo de las ropas, chocando torpes contra los botones y cierres. Arrancando la ropa a su paso. Caricias y besos danzaban en un ritmo desigual. Primero; necesitado, ansioso.  Luego; seguro,  fervoroso.
 

Bocas perdidas que se encontraban una y otra vez en diferentes lugares de sus cuerpos. El sonido de sus labios y pieles chocando entre sí los arrullaba como un mantra , suspiros, gemidos, siseos.

La sábanas innecesarias y revueltas yacían bajo sus cuerpos.

El sonido de la lluvia comenzó a chocar contra las ventanas en un fútil  intento por callar los gritos silenciosos de sus almas.

 

El amanecer no se hizo esperar más.

Una gran nube oscureciendo la mañana,  se cernía entre las cortinas y ventanas del departamento.

 

Ambos continuaron viéndose un par de veces así. Un par de días. Algunas veces lo hacían luego de alguna presentación en vivo de Jongdae. Esas donde sólo tocaba un par de canciones o le pagaban para ambientar el lugar de algún restaurante.

Junmyeon no perdía la oportunidad de decirle a Jongdae que debería  intentar asistir a alguna audición, de buscar un agente. Que debía salir y conocer todos los lugares que deseaba.   

Jongdae realmente lo deseaba. Le habló a Junmyeon sobre su preocupación, acerca de dejar a su madre sola. Junmyeon le aseguró que si era sólo por eso, no tenía de que preocuparse. Jongdae nunca pudo entender a qué se refería con eso.

 

Jongdae finalmente se convenció. Pudo dejar de lado sus preocupaciones,  debía darse una oportunidad.  Debido a sus constantes consejos, los miles de halagos que le dedicaba todos los días, su insistencia, y por supuesto,  gracias a las miles y las suaves caricias  que Jongdae recibía debajo de su oreja, acompañadas de una mirada cálida, tierna y una sonrisa que le aseguraba que todo saldría bien.

 

Jongdae, con ayuda de Junmyeon, logró despejar sus dudas e inseguridades. Era muy talentoso así que no pasó mucho tiempo para que solicitara una audición. Debía pasar una prueba y si lo hacía bien,  la oportunidad de una beca en una  renombrada escuela de música en la capital, le aguardaba.

En seguida se puso a trabajar. Debía presentar una pieza original de su autoría. No tenía mucho conocimiento en composición pero su amor y pasión por la música podían convertir sus garabatos en dulces melodías y su voz era el ingrediente final y perfecto. Faltaban 2 días para presentar la prueba.

Junmyeon era muy consciente de lo que eso significaba. La oportunidad de Jongdae de cambiar su vida estaba a la vuelta de la esquina.

 

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En una ocasión, Jongdae invitó  a Junmyeon y  a su madre a que lo vieran  cantar en un famoso restaurante. Tenían una mesa reservada. Los tres compartieron la mesa y luego de unos momentos, un amigo de Junmyeon llegó y se presentó. Un editor de novelas románticas de nombre Chil Hyun, aunque él prefería el pseudónimo bajo el que trabajaba. Kangta. El hombre le había robado el corazón a la madre de Jongdae y honestamente no tenía intención alguna de dejarlo ir.

A Jongdae  por vez primera, no le desagradó el pretendiente de su madre, de hecho era el mejor partido hasta ahora; amable, atento, caballeroso, la llevaba a cenar, a pasear y lo mejor de todo....pagaba sus propias cuentas.

Jongdae incluso le agradeció a Junmyeon por haberlos presentado. No sabía que el hombre pudiera tener amistades tan influyentes y de tan buen ejemplo.

 

A un par de días de la prueba.  Jongdae se encontraba en la cama. Con una Libreta en su regazo. Un lápiz detrás de la oreja y otro en su mano, moviéndolo   de un lado entre los dedos. Jungmyeon se recostó en la cama junto a él. Admiró su torso desnudo y su semblante lleno de concentración. Acaban de tener un round entre las sábanas. Algo rápido pues cada segundo era importante para Jongdae.

Pero también lo era para Junmyeon...sólo que nunca lo dijo.

Junmyeon se recostó sobre el muslo de Jongdae. Mirando hacia la ventana, rompió el silencio.

—Tengo algo que confesar. —Tragó saliva.

—¿Es malo?

—No lo sé.

—¿Vas a decirme que eres casado?

—No.

—Esté bien. Para mí, nada puede ser peor que eso, así que suéltalo.

Jongdae no despegaba la vista del cuaderno. Jumyeon pensó que era mejor así.

—¿Entonces? ¿Qué es eso que debes confesar?—insistió Jongdae

—Cuando te vi la primera vez...no fue dentro de ese bar. La primera vez que te vi, estabas afuera de un estudio de música. Te veías...triste...ese día comenzó a llover. Todas las personas que oía, se quejaban y corrían. Lejos. huían, pero cuando te vi de pie bajo la lluvia, mojándote completamente, tu, comenzaste a sonreír. 

—Eso suena....bastante acosador. Y raro. ¿No lo crees?—La risa de Jongdae se escapó por sus labios.

Jongdae alejó los ojos de la libreta. Enterró tiernamente sus dedos en los cabellos de Junmyeon.

—Lo sé. Lo siento.

—No te disculpes. —Es lindo. Me gusta eso de ti.

—Ese día... ¿Por qué estabas triste?—Preguntó Jumyeon.

—Humm no recuerdo bien...pero si estaba afuera de un estudio...debió ser el día en el que conocí a mi padre.

—Oh... ¿En serio?

—Sí. Un idiota dueño de unas acciones de una disquera. ¿Sabes? Mi madre siempre ha odiado que me  dedique a la música.  Odia a mi padre quien sólo vivía haciendo dinero de eso y luego nos dejó. Así que no la culpo.

—Tú no eres tu padre — Contestó firmemente Junmyeon. Levantando la mirada y encontrando la de Jongdae.

Jongdae se inclinó a besar sus labios.

— Lo sé. Muchas gracias.  Yo no malgastaré el tiempo y sueños de las personas con mentiras. Yo crearé mi música.  Mi destino. Mi historia.

Su semblante era seguro y determinado. Junmyeon sintió un escalofrío. Jongdae se escuchaba muy diferente de la primera vez. Ya  no era sólo un soñador indeciso.

 Junmyeon se incorporó  para besar una vez más sus labios, esta vez más profundo, dulce  y necesitado. Intoxicado. Escuchó el chasquido se sus labios alejarse y  volvió a recostar la cabeza en el muslo de Jongdae

—Mañana terminarán las lluvias. — Pronunció Junmyeon casi en un susurro. Melancólico.

—¿Eso dice el pronóstico? No les creas. Seguro lloverá de nuevo. — dijo volviendo a su trabajo.

 

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Finalmente el gran día llegó. Esa mañana sólo había caído una ligera llovizna.

Jongdae entró a la sala de pruebas. Junmyeon dijo que lo esperaría afuera y le deseó suerte. Con una sonrisa se despidió de Junmyeon  para entrar.

—¡Espera!le gritó este.

—¿Qué sucede?

Junmyeon  tomó entre sus brazos a Jongdae. Chocó sus labios en un beso necesitado que se profundizó.  Las manos de Junmyeon se plantaron el cabello de Jongdae. Sus brazos se rodearon. Durante unos instantes no existió nadie ni nada más. Como debía de ser. Se separaron casi dolorosamente.

 

—¿Qué sucede? — preguntó Jongdae, reponiéndose y recobrando el aliento.

—Nada....le respondió...te deseo mucha suerte.  ¡Sé que lo lograrás! — le dedicó una sonrisa ocultando sus ojos en bellas lunas crecientes negras y brillantes.

Jongdae  se separó. Le sonrió y se adentró en el estudio, despidiéndose levantándo y agitando el brazo en lo alto con una sonrisa.

 

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Un par de horas transcurrieron.  

Comenzó a llover de nuevo.

Llovía dentro del corazón de Junmyeon.

Llovía entre las calles de ese pequeño pueblo.

Llovía en sus ojos.

Llovía y formaba pequeños riachuelos junto a las banquetas de las casas.

El agua arrastraba todo a su paso.

Arrasaba con los recuerdos.

Guiaba y encaminaba nuevos sueños y esperanzas.

 

Cuando terminó de llover. El sol, aquél extraño astro que  no había salido en muchos días,  al fin hizo acto de presencia. Iluminó las acercas haciéndolas brillar. Las gotas de rocío de los pastizales creaban pequeños prismas de luz y colores. 
Jongdae salió del estudio directo a la calle. ¡Había conseguido pasar!! ¡Estaba tan feliz!! La guitarra a sus espaldas le golpeaba cada que pegaba un salto de alegría.
Debía hacérselo saber a la persona más importante para él. Debía  ir corriendo a su casa, a contarle a su madre.

 

 

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Cuando los días del monson llegan al pueblo. Todos parecen odiarlos.

Esa tarde de desdicha la conocer al hombre que le había engendrado, y saber que era un maldito patán como temía, como su madre se lo había descrito a pesar de no haberle querido creer. La única cosa que pudo reconfortar a Jongdae, había sido la lluvia.

 

Ese joven con un rostro lleno de paz, que  intentaba limpiar las lágrimas que escurrían por  su cara con la lluvia. 
Aquél que agradecía a la lluvia por haber llegado.  Ese rostro se había quedado en la memoria de Suho. El espíritu de la lluvia. O como su nombre de mortal lo nombraba, Junmyeon.

 

Los humanos no pueden recordar a los espíritus. Pero éstos  si pueden recordar a los humanos.

 

Cada temporada de monsoon. El espíritu se hace presente.

Pero era la primera vez que el espíritu se enamoraba de un humano.

Al espíritu suho, no le importaría conocerlo miles de veces más con tal de estar a su lado. Sin embargo, sabía que el destino del joven humano,  estaba en otro lado. Le aguardaba algo más grande.

 

Aún hoy. En los días lluviosos, Jongdae se siente melancólico. A veces llora. Desde su dormitorio en la universidad de Artes de seoul. El culpa al clima.  A veces son los días en los que más inspiración tiene y escribe las más  hermosas canciones.

 

 

~FIN~

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I´m sorry...

 

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Comments

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MrsSuho21
#1
Chapter 1: T.T ... Intento evitar los finales tristes, pero esta historia esta muy bonita y muy bien escrita. Gracias :)