Miró a la pantalla de su ordenador y suspiró debatiéndose si debía escribir o no la razón por la que estaba dejando éste mundo. Se mordió ligeramente el labio y desvió la vista a un espejo, el hematoma no bajaba, era oscuro y lo comprendía, solo habían pasado alrededor de unas quince horas desde que le habían pegado por última vez creía ella.

“Ya no tendrán a quien más molestar… espero que se sientan satisfechos con mi decisión.” Dejó escapar el aire de sus pulmones, se sentía acabada.

Dos días atrás…

“Ya no puedo más…”

Su espalda se azotó contra la pared y sus ojos se cerraron de golpe. “Eres irritante ¿Sabes?” Pronunció la persona que le había empujado. “L-l-lo siento.” Su voz temblaba, tenía miedo de volver a ser golpeada.

“No quiero seguir con esto.”

Una sonrisa apareció en los labios de su agresor. “Que lastima… me gusta ver tu dolor.” Le agarró por el cuello y volvió a azotarla antes de propinarle un golpe en la boca del estómago dejándole sin aire. “Me das asco maldita.” La lanzó al suelo y comenzó a patearla sin dejar de reírse. “¡Lo tienes merecido sucia abominación!”

“Quiero acabar pronto…”

Abrió sus ojos luego de un par de horas, su cuerpo latía y el dolor no le permitía ponerse de pie, se giró como pudo quedando de caras al cielo, era de noche y comenzaba a hacer frío. “Quiero morir.” Susurró dolorosamente sintiendo sus lágrimas caer por los costados de su rostro entremezclándose con la sangre que había salido de algunas heridas en su rostro. Apretó como pudo sus puños y espinas tormentosas se enterraron por dentro, las heridas cada vez que la golpeaban, aumentaban. “Mi cuerpo… ya no resiste… deseo morirme ahora.”

Unas horas después…

Botó el último algodón ensangrentado en el basurero y observó cada herida abierta desde su rostro hasta abdomen. Una imagen que podía parecerle miserable. “¿Por qué debo aceptar todo esto? No le he hecho un mal a nadie.” Se lamentaba sin dejar de mirarse al espejo pero sus ojos se llenaron de lágrimas y llevó sus manos al rostro, intentaba no verse como una pobre chica destrozada por dentro y por fuera pero no tenía un mundo en el que pudiese ser feliz.

Su teléfono comenzó a sonar y lo observó, caminó hasta el ordenador y apagó el teléfono que se encontraba a un lado, prendió la pantalla y observó el círculo verde junto al nombre de la persona con la que necesitaba hablar porque era quien realmente le escuchaba.

K309: Que bueno que estás aquí…

XOLOVE: ¿Sucedió algo?

K309: Hoy… me golpearon nuevamente y estoy pensando demasiado…

XOLOVE: ¿Sobre qué?

K0309: No quiero seguir soportando todo este dolor que cargo. ¿De qué me sirve vivir si no le importo a nadie en el mundo?

XOLOVE: ¿A qué te refieres con eso? ¿Estás bien? ¿Por qué dices todas esas cosas? Deberías pensar bien en lo que dices… Quizás un cambio, nuevos aires te ayuden.

K309: Morir sería más rápido, aunque me cambie de sitio, me encontrarán y volverán a lastimarme… ya ha pasado… de todas formas ¿a quién le importo?

XOLOVE: ¿No has pensado que a alguien en el mundo si le importas? ¿Has considerado la gente que dejarías en la tierra?

K309: ¿Gente a la que le importe? No existen

La persona cuyo nombre jamás supo se había desconectado y le dejó en incertidumbre, todo lo que quería era que la escuchase y siempre sentía que lo único que le daba eran problemas. Solo le decía de una u otra forma que estaba molesta con su vida.

La joven se recostó en su cama como pudo mirando a la pared. “¿Realmente a alguien le importaré?”

Presente…

Apretó el botón de apagado en su ordenador y observó la hoja impresa en donde estaban escritas cada una de las razones por las cuales había decidido acabar con su vida. Paseó su vista por la hoja leyendo uno por uno los puntos. Suspiró profundamente y terminó por dejar la carta a un costado de su escritorio. “Debo hacer un par de cosas, esto me tomará un poco de tiempo.” Miró su reloj y tragó saliva. “Acabaré con mi vida en un par de horas… debo comprar una soga.” Caminó alrededor de su habitación y sacó de su mueble una chaqueta, se terminó por abrigar y salió de su hogar. Ocultó su nariz debajo de su bufanda y caminó por el pasillo de los apartamentos.

“Supongo que algún vecino se dará cuenta de mi ausencia por las mañanas y entrará para encontrar mi cadáver.” Pensaba tranquilamente en su situación. “Alguien me encontrará luego de que pasen días en los que no asista a clases.” Caminó por las calles sin dejar de mirar a las ajetreadas personas del mundo convencional. “Hoy es el primer día que falto a clases. Lo tomaré en cuenta.”

“¿Señorita Hwang podría venir un segundo?” La joven de dieciséis años miró a su compañera de asiento extrañada y ella negó sin saber. Se puso de pie y caminó hasta donde se encontraba su profesor. “¿Sucede algo señor Oh?” Preguntó cortésmente y él levantó la vista luego de unos segundos se quitó sus lentes y asintió arrugando el ceño. “El día de hoy faltó la señorita Kim y no he podido comunicarme con sus padres para saber si se encuentra bien. Como tienen que hacer un trabajo para dos semanas más quería pedirle a usted como presidenta de la clase, si podría llevarle las materias del día y también sus exámenes. ¿Podría ayudarme con eso?” Preguntó el hombre mirándole, la joven le miró y asintió sonriéndole amablemente. “Claro que sí, no hay problema con eso.” “Realmente veo porque es una buena alumna, no me cabe duda que se merece ser nombrada así. ¿Irá hoy?” La joven recordó el horario de clases. “Durante la tarde no tengo nada que hacer así que sí. Sólo que necesito su dirección, solo la conozco de vista pero creo nunca haber hablado más de unas cuantas palabras con ella.” Realmente ni siquiera recordaba bien su rostro o el haber compartido algo con ella. “Que lastima, ella es una buena persona, necesita de alguien que la escuche… pero bueno, me estoy saliendo del contexto-” Sonrió apenado y la joven sonrió sin poder dejar de lado lo que acababa de decir. “… Ésta es la dirección de Taeyeon. Las materias y sus exámenes, felicítela de mi parte por favor.” La joven asintió extrañada y caminó a su asiento.

“¿Y bien?” Al sentarse, el interrogatorio por parte de su compañera de asiento no se hizo esperar. Ella le miró y suspiró. “Debo llevarle estas cosas a Taeyeon.” “¿Taeyeon? ¿La antisocial que se sienta en el último puesto?” “No seas pesada Jessica. No ella, sino Taeyeon, la chica con la que… no he compartido ni un solo saludo.” Se quedó pensando en ello y la muchacha de cabellos oscuros a su lado levantó una ceja. “No es porque tú no quisieras Tiffany, ella es una antisocial-” Recalcó, la joven le reprendió con la mirada. “… es verdad. Yo no iría sola a verla. Quizás qué tipo de chica será.” “Olvídalo Jess, ella es tan normal como lo soy yo.” “Lo que tú digas.”

Miró su trabajo y sonrió. “No puedo creer que me alegre tanto de haber colgado una soga amarrada para que mi cabeza quepa en esa horca.” Se limpió el sudor de su frente con la venda que tenía en su brazo y la observó. “Si me voy a morir… ¿para qué sigo ocultando mis cicatrices? La vergüenza se irá cuando termine de asfixiarme.” Comenzó a quitarse las vendas de los brazos y quitarse algunos parches que se asimilaban al tono de su piel y tapaban algunas magulladuras de su rostro. “Si tan solo me hubieras escuchado ayer… quizás no estaría haciendo esto.”

Un día atrás…

Abrió la puerta de su apartamento y caminó lentamente por el lugar, llevaba una mano sujetando firmemente su antebrazo derecho, tenía un profundo corte que no dejaba de sangrar. Mordió su labio sintiendo el sabor metálico que corría de un corte en su labio inferior. “Hoy creo que ha sido peor.” Pensó al entrar a su baño.

Le habían cortado a un lado de la ceja, su labio inferior, su antebrazo derecho y le habían llenado de patadas y golpes el abdomen y el rostro. “Taeyeon… algún día… ¿Existirá alguien a quien realmente le importes para sacarte de líos?” Sonrió tristemente negando mientras sacaba sus implementos que ya eran comunes en su hogar. Vendas, alcohol, algodón y algunos utensilios para suturar ella misma sus heridas. Necesitaba esconderse del mundo y si llegaba de esa manera a un hospital podrían pasar por el seguro escolar su accidente.

Ella pensaba que si la escuela donde estudiaba descubría que alguno de sus alumnos sufría de bullying, investigarían a todos sus alumnos para detener la acción y esto ocasionaría que los tratos que tenían con ella empeoraran. “Jamás podré salvarme de éste sufrimiento.”

Su teléfono comenzó a sonar, era la hora en que solía conectarse aquella persona que siempre estaba pendiente de leer sus mensajes. La joven caminó como pudo hasta su ordenador y cuando ingresó a la página por donde siempre hablaban, se encontró con la desilusión de no encontrar a aquella persona. “Eliminó… su cuenta.” Susurró notando como su vista se nublaba y lentamente lágrimas comenzaban a derramarse por sus mejillas. “Veo que ni siquiera le importaba… no hay nadie que sienta un mínimo de interés por mí.” Llegó hasta su cama y comenzó a llorar amargamente. “Ya no quiero más… no quiero seguir viviendo ¡No voy a hacerlo más!”

Presente…

Suspiró profundamente, había dejado todo asegurado para que nada pasara dentro de su hogar. Estaba sentada en el borde de su cama mirando la horca que se balanceaba con el viento que se colaba por su ventana. Revisó su reloj y tomó una bocanada de aire. “Jamás creí que faltar a clases… sería tan increíble. Nadie persiguiéndome. Nadie agarrándome por el cuello. Nadie… intentando hacerme daño.” Se recostó sobre su cama y cerró sus ojos. “Solo… un par de horas más. Quiero respirar por un poco más de tiempo.”

“¿Estás segura de querer ir a verla, sola?” Preguntó la joven de cabellos oscuros caminando a su lado hasta el paradero donde debían esperar buses diferentes. “Te dije que ella no es ninguna extraña. No tengo miedo de visitarla sola, Jessica.” Respondió y ésta suspiró. “De acuerdo… no es para que te enojes Tiff. Solo… si te pones nerviosa, me mandas su dirección y cambio de ruta ¿de acuerdo?” La joven asintió sonriendo. “Eres mi mejor amiga.”

Tiffany había caminado desde una avenida hasta unos apartamentos que quedaban en un buen sector de la ciudad y suspiró impresionada. “Pensé que mi familia tenía lujos pero esto… quizás es exagerado.” Camino al apartamento de la chica, comenzó a sentirse nerviosa y mientras el ascensor marcaba cada piso, más inquieta se sentía. “Quizás si debí pedirle a Jessica que me acompañase.” Jugueteó con las hojas que le había entregado el profesor y recordó lo que le había dicho. “¿Qué habrá tratado de decir con eso? ¡Ay por dios!” Sin darse cuenta se le habían resbalado las hojas de las manos y habían caído desparramadas. “Tiffany ¿por qué siempre eres tan tonta?” Se reclamó a sí misma recogiendo los papeles, tomó entre sus manos uno de los exámenes de la joven y lo leyó curiosamente. “Kim Taeyeon, ¿clase avanzada? Pero si nosotros no somos de la clase avanzada… ¿por qué entonces…?” Sus ojos se abrieron de par en par cuando observó las calificaciones de los tres exámenes en los cuales claramente señalaba que rendía las evaluaciones de la ‘Clase avanzada’ “Pero si es una chica genio… ¿por qué está en mi clase?” No pudo evitar que su mente comenzara a pensar demás en la chica con la que apenas había cruzado miradas.

Dejó la televisión encendida y acomodó una silla cerca de la soga. Midió el espacio que le faltaba para alcanzar la silla si algo olvidaba hacer. “Bien Taeyeon… sin arrepentimientos.” Se subió a la silla y tomó entre sus manos la horca. “Supongo que éste es un…” El timbre de su apartamento sonó y miró nerviosa hacia la puerta de su habitación. Su corazón se había acelerado súbitamente. “Se aburrirán de esperar afuera.” Se acomodó la cuerda en su cuello pero antes de dejarse caer, nuevamente tocaron el timbre seguido de un par de golpes constantes. “Atender a alguien no me quitará las ganas de morir.” Se quitó la soga del cuello, acto seguido, bajó de la silla, y salió cerrando la puerta de su habitación por cualquier cosa, no vieran lo que intentaba hacer.

Los golpes continuaban y ella sintió una extraña sensación. Ni siquiera se tomó la molestia de ver por la pantalla de quien se trataba y abrió la puerta, quedando boquiabierta. “Eres Stephanie Hwang… ¿cierto?” Preguntó sin saber porque ella se encontraba allí, la muchacha estaba parada a un lado de la puerta sin saber qué hacer y solo asintió. “¿Q-qué haces aquí?” “Bu-bueno… el profesor Oh me pidió que te trajera unos apuntes de las materias y tus exámenes… ¿po-podría pasar?” Taeyeon le miró unos segundos, por dentro estaba muriéndose de los nervios. Lo más cerca que había estado de la muchacha frente a sus ojos era a veintitrés puestos de diferencia dentro del salón de clases. “A-adelante.” Abrió más la puerta y le dejó entrar. Su nariz se llenó del agradable perfume de la chica que pasó a su lado.

“Cuando venía de camino, accidentalmente boté las hojas y no pude evitar mirar tus exámenes. ¿Eres de clase avanzada?” Preguntó, sabía que debía detenerse, apenas se conocían pero su instinto parlanchín le decía que debía seguir hablándole. La chica asintió avergonzada, casi podía pensar que el latir de su corazón se veía a través de su ropa, no había tenido interacción alguna con otra persona de su edad, a excepción de la interacción abusiva de quienes le solían golpear. “Vaya, estoy impresionada pero entonces… ¿por qué estás en mi clase? Digo… yo soy un poco torpe en matemáticas.” Comentó apenada y le otorgó una sonrisa a Taeyeon. “Y-yo… bu-bueno… estoy allí po-porque no quiero llamar la atención.” Tartamudeó bajando la vista. Tiffany le miró detenidamente y se puso de pie acercándose a ella. “¿Q-q-qué ha-haces?” Preguntó al verle tan cerca, sintió miedo, la mayor proximidad con alguien la alertaba. “¿Por esto faltaste a clases hoy?” Preguntó señalando su brazo descubierto. Taeyeon abrió sus ojos de par en par, se había quitado las vendas pensando que no vería a nadie y tenía un enorme corte en su brazo. “Y-yo…” “¿Cómo rayos te pasó? Y esos golpes en el rostro ¿tuviste un accidente?” Preguntó preocupada. El corazón de la joven estaba acelerado, jamás había visto a alguien mirarle de esa manera, tan cerca y sin querer golpearle.

“Tú no entenderías…” Bajó la vista apenada. “No lo entenderé pero me preocupa que estés tan lastimada y no haya nadie en tu casa. ¿Has comido algo? ¿Dónde están tus padres?” Preguntó mirando a los alrededores. “E-ellos… viven fuera del país.” Tiffany la miró sorprendida. “Ve a acostarte.” “¿Qué?” Alzó la vista encontrándose con los ojos de la sorprendente muchacha que había llegado a su apartamento. “Eso, acuéstate ¿no tienes ninguna otra herida por el cuerpo?” Preguntó y Taeyeon asintió tristemente. “¿Las tienes? ¿Puedo revisarlas?” “Pe-pero…” “Mi hermana es enfermera, me ha enseñado algunas cosas, puedo hacerte algunas curaciones, por ahora, quiero que te vayas a la cama, te prepararé algo de comer.” Taeyeon observó a la chica, como caminaba por los alrededores y su corazón ardía cada vez más.

Fue la primera vez que alguien se preocupó por mí…

Y descubrí que por ti… valía la pena seguir luchando por vivir