Shared Secrets

Shared Secrets
Shared Secrets



Guardar un secreto es estresante. Sobre todo cuando es algo importante. Sobre todo si lo escondes de las personas que más quieres. No es tu intención, simplemente ocurre. Comienza como un pequeño grano de arena, con un ‘mañana se lo digo’ o con un 'tal vez otro día’. No. En un comienzo no es tu intención, pero inconcientemente lo ocultas. No quieres que sepan, pero a la vez tienes ganas de gritarlo a los cuatro vientos, todo con tal de sacarte esa presión del pecho y así poder ir a la cama aliviado por haber atravesado el día, sin tener que pensar en cómo lograrás mantener la mentira el siguiente.

Es estresante y doloroso ver las caras de tus amigos llenas de sinceridad y sentirte la peor basura; porque eres un mentiroso y no mereces su amistad, ni su cariño ni su preocupación. Sobre todo la de él en particular. Y te sientes al borde del precipicio constantemente, a cada segundo y a cada minuto de tu día. Tan cerca que cualquier paso en falso puede hacerte perder el equilibrio y mandarte a las profundidades más oscuras de la decepción, el desdén y el odio.

A veces, SungMin consideraba juntarlos a todos y contárselos de frente. Otras tantas consideraba arrojarse ante el primer auto que pasara lo suficientemente rápido como para acabar con su miseria lo antes posible. Porque el tiempo pasaba, y el grano de arena se había convertido en montaña.

¿Por qué no simplemente lo había dicho desde un principio? Es la pregunta que se hace siempre cuando ya es demasiado tarde y ya no hay vuelta atrás. ¿Por qué tiene que ser así?, se pregunta, cuando la verdadera interrogante es ¿y por qué no?

Una vez en la cama, no puede evitar pensar, sintiendo como poco a poco, una mano invisible se abre paso hasta su cuello, aferrándoselo, cortándole la respiración; y trata de dormirse lo antes posible, aún si eso significa acercarse más rápidamente al siguiente amanecer.

Aún no comprende cómo fue tan estúpido. O tan cobarde. Quizás había sido por él mismo, para no tener que ver la mirada en sus rostros cuando les dijera. Tal vez era por ellos, para que no tuvieran que poner esa expresión en sus rostros. Tal vez había sido por todo.

Y cuando una noche se levanta a tomar un vaso de agua, porque tiene la garganta seca y está cansado de dar vueltas en al cama sin conciliar el sueño; porque la mano que hace presión alrededor de su cuello parece más fría y más sádica esa noche, no alcanza a llegar a la puerta de su habitación antes de que un par de brazos lo rodeen por la espalda y sienta una cálida respiración contra su oreja.

—¿Qué escondes?

Una pregunta. Dos palabras. Tan simple y a la vez tan complejo, y se da cuenta de que, después de todo, no es tan buen mentiroso como había creído. O que había alguien que lo observaba con la suficiente atención como para no dejar pasar los pequeños resquicios en su complicada red de engaños. Que, si hablaba en ese momento, todo terminaría.

De esa manera y en esa posición no tendrá que ver la expresión en el rostro de KyuHyun cuando lo dijera y por lo tanto, podría hacer como que no había sido él el responsable de la misma. En esa posición, ya no tenía miedo de caer al abismo, porque los brazos que lo sujetaban eran fuertes y determinados. Podía decirlo todo y, a la vez, sentirse atropellado por la culpa o el alivio, cualquiera que fuese, puesto que ya nada importaría.

—Nada.

Era un susurro cobarde, porque no se creía capaz de decirlo con firmeza, porque no es cierto, pero una vez que el grano de arena se volvió montaña, es cada vez más difícil sincerarse. Y es ahí donde aparece otra vez la pregunta del por qué no simplemente lo había confesado. Y es porque ya no puede. Por eso.

Por un segundo, los brazos a su alrededor se relajan, perdiendo fuerza y determinación. Por un segundo SungMin creyó que podría seguir y atravesar esa puerta hacia el pasillo, la que también lo guiaba a la misma vida de ayer. Fue sólo un segundo y no fue ni siquiera un paso antes de que esos brazos se volviesen a cerrar en torno a él, esta vez con fuerza y determinación avasalladora. Sin miramientos y sin escapatoria, puesto que las palabras ya habían dejado sus labios.

—Te amo.

No. No los labios de SungMin. Sino los labios de KyuHyun. Y SungMin comprendió que no había sido el único. Que a un metro de su cama, al otro también lo asfixiaba la mano fría, invisible y sádica. Él también tenía miedo y vivía en una mentira, con la única diferencia que KyuHyun había sido capaz de mirar a su alrededor en su miseria y había sido capaz de ver algo más allá de su propio sufrimiento.

Él también había estado caminando al borde del precipicio, había visto a SungMin, y en vez de caminar letárgico, se había aferrado al otro, impulsándolos a ambos hacia las profundidades; atropellándolo con su sinceridad. Y se había encontrado con que no era tan profundo, y que habían caído en un claro lleno de luz y aire fresco, en lugar de la oscura extensión de tierra estéril que había imaginado.

Y sonrió entre lágrimas saladas ante su propia cobardía. Aferró con sus manos aquellos brazos que lo habían protegido del impacto y echó la cabeza hacia atrás, apoyándola sobre aquel hombro cálido, soltando un suspiro.

—Yo más.
 


Fin 
Like this story? Give it an Upvote!
Thank you!

Comments

You must be logged in to comment
No comments yet