Lullaby {Canción de cuna}

Lullaby {Canción de cuna}
 
Lullaby {Canción de cuna}


Nunca había tenido una hora fija para irse a dormir. No le importaba que fuese temprano, tarde o si era una hora prudente. Siempre había sido así, y en el último tiempo no había sido muy distinto, pero sí se había dado un pequeño cambio; seguía sin importarle la hora, pero ahora tenía una prioridad: acostarse antes que Kyuhyun.

Antes de contarles el por qué, hay que poner sobre la mesa un par de cosas. Cosas importantes. Cosas que eran trascendentales para comprender la historia  a cabalidad, y para eso, había que comenzar por el principio, no de todo, pero sí por el principio de los sucesos que nos traen hasta el presente. Así que comencemos.

Sungmin y Kyuhyun siempre habían sido compañeros de cuarto, desde el momento en que el último se había unido al grupo hasta ahora, y eso era porque a Sungmin le gustaba cuidar de las personas y Kyuhyun no era la excepción; sentía que era su deber cuidar del más pequeño. Además, el mayor había notado algo especial en él; aún no sabía qué era exactamente, pero tenía un aura distinta de los demás, así que cuando había llegado el momento de decidir con quién compartiría habitación el nuevo, Sungmin se había ofrecido. El mayor era el único que no tenía compañero de cuarto y, según él, no había necesidad de reorganizarlos a todos. Esa había sido su excusa.

Ahí comenzó esta cadena de eventos, porque ese momento marcó el inicio de algo dentro de Sungmin, sólo que en ese momento no pudo notarlo. Sin darse cuenta, cada día le prestaba más y más atención a Kyuhyun, cada día trataba de acercarse más a él, de conocerlo más a fondo, y no tardaron mucho en convertirse en buenos amigos.

En ese momento, Sungmin desconocía que llegaría un día en que esa palabra, que coronaba frases como “eres un granamigo” o “jamás encontraré mejor amigo que tú”, le causaría tanto dolor. Un dolor tan agudo que cada vez que la escuchaba escapar de labios de Kyuhyun, sentía como si mil alfileres se incrustaran en su corazón. No tardó mucho en darse cuenta del por qué.

Se había enamorado del menor.

¿Y de qué le servía saberlo? De nada. ¿Calmaba el dolor? Ni en lo más mínimo. ¿Le ayudaría a olvidarlo? Ni remotamente. ¿Lograría que su amor fuese correspondido? Ni en sueños.

No le servía para nada, pero aún así se sentía aliviado de que el sentimiento que guardaba para el menor tuviera nombre. Era amor, y se encargaría de entregárselo sólo a Kyuhyun, aunque pudiese hacerlo sólo en forma de amistad.

Porque jamás se lo diría. Prefería que el menor tuviese una vida normal, como cualquier persona de su edad; quería que conociera a una chica linda y tierna, que se casara, que tuviera hijos y eventualmente, nietos. Quería que su Kyuhyun tuviera todas aquellas cosas que él jamás sería capaz de darle, porque Sungmin sólo podía ofrecerle su amor, y a su parecer, el magnae se merecía muchísimo más; Mientras pudiese mantenerse a su lado y verlo feliz y sonriente, se conformaría y se consideraría afortunado.

Y así había pasado el tiempo; siendo el amigo de Kyuhyun.

Pero, ¿qué tenía eso que ver con acostarse antes que él? La conexión existía gracias al nuevo hábito de Kyuhyun. Sungmin lo había descubierto por casualidad una noche en que se había retirado a su habitación para dormir, antes que Kyu. Estaba acostado en su cama, había cerrado los ojos y sintió que la puerta se abría y supo que era el magnae, pero estaba tan cómodo con sus ojos cerrados que no los quiso abrir, así como tampoco pronunció palabra por miedo a espantar el sueño y desvelarse, pero todos esos pensamientos desaparecieron de su mente cuando lo escuchó.

Kyuhyun cantaba. Su voz grave y hermosa llenaba por completo la habitación y, a pesar de ser casi un susurro, lograba acallar cualquier otro sonido. Sungmin lo había escuchado antes, como no hacerlo cuando formaban parte del mismo grupo, pero en esos momentos era distinto. Al estar con los ojos cerrados, le parecía que su voz llegaba directamente hasta su corazón, parecía que cantaba sólo para el mayor, y fue tal la alegría que sintió, que no pudo evitar que las lágrimas se deslizaran por su rostro, escapando de sus ojos cerrados, porque temía que si los abría rompería el hechizo y volvería a ser sólo un amigo.

Por eso mantuvo sus ojos cerrados y se permitió soñar. Soñó que la canción de verdad era sólo para él, que podían estar juntos, que su amor era correspondido, que podía tocarlo sin miedo a develar sus sentimientos, que podía abrazarlo como a algo más que un amigo, que podía besarlo como siempre quiso.

Por eso mismo, Sungmin se obligó a acostarse antes que Kyuhyun. Para así poder escuchar su canción y perderse entre sueños de amor correspondido y de un futuro junto al menor. En esos momentos su felicidad era tan grande que las lágrimas siempre escapaban.

Durante el corto tiempo que duraba la canción, se sentía amado por esa persona a la que le había entregado su corazón; al que, sin saberlo, era dueño de su alma. Y se dormía… siempre antes de terminar de escuchar la canción.

Y ahí estaba la clave, porque Sungmin sabía muchas cosas, pero también ignoraba muchas otras. Ignoraba las miradas que le dirigía Kyuhyun, los pasos que, aún cantando, daba hacia su cama para terminar arrodillándose junto a ella, el roce de unos dedos sobre su rostro empapado en lágrimas.

Sungmin ignoraba que en realidad era Kyuhyun quien se iba a acostar después que él y que la canción era sólo para comprobar si estaba dormido.

Sungmin también ignoraba que, luego de que la canción hubiese terminado, un suave y casto beso era depositado en sus labios.
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