Good Night Sleep

Good Night Sleep

Good Night Sleep



Un día gris le daba la bienvenida a mis ojos cada mañana. Es y seguiría siendo así durante los siguientes días, meses, años; despertar para encontrarme con un día gris. Aunque ahora que lo pienso, no son los días los que están grises; son mis ojos, mi alma, mi corazón…

Tarde o temprano tuve que acostumbrarme a no ver tus sonrisas y a no sentir tu presencia; a la constante ilusión, cada vez que regreso al departamento, de que aparezcas nuevamente ante mí con una de tus cálidas sonrisas, de que me digas “Bienvenido Kyu”, “Hoy te cociné tu plato preferido”, “Te amo bebé”, sólo para que el silencio y el frío del que fue nuestro hogar desgarre mis fantasías junto con mi alma.

“Sigue adelante y sé feliz, ya que estoy seguro de que volveremos a encontrarnos bebé. Te amo”. Esas fueron las últimas palabras que escuché de tus labios y lamento mucho no poder cumplir con lo que me pediste, pero es en parte tu culpa. ¿Cómo pudiste siquiera imaginar que podría seguir adelante sin ti? El hecho de tener que dibujar una sonrisa en mi rostro para no preocupar a mi familia ni a nuestros amigos es de por sí una hazaña, así como también es una mentira, como lo es mi vida desde que te fuiste. Porque soy sólo un cuerpo, no una persona; mi alma decidió seguir a la tuya, al lugar que fuese que haya ido, sin que yo lo notase. Mi corazón se detuvo al mismo tiempo que el tuyo y los latidos que siento en mi interior no son más que el fantasma de lo que fueron cuando te tenía a mi lado.

¿Seguir adelante? Ni en sueños, porque ni siquiera durmiendo puedo escapar de tu sonrisa, tu aroma, tus caricias; y tampoco quiero hacerlo. El dolor que siento en mi pecho cuando te recuerdo o sueño contigo seguro no tiene comparación con el que podría experimentar si alguna vez te olvido. Prefiero regodearme en el tormento de tu recuerdo a sentir que lentamente te evaporas de mi mente, dejándome vacío, puesto que todo en mí, lo ocupabas tú.

Sabía que era inevitable, pero no lo quise reconocer, jamás lo acepté, y desapareciste de este mundo. Si te hubiese rogado que te quedaras ¿habrías podido hacerlo? Si te hubiese suplicado que no me abandonaras ¿te habría tenido más tiempo a mi lado? La respuesta era “no”, pero aún así lo hice cada vez que te iba a ver y te encontraba en esa blanca habitación, envuelto en esa bata de hospital. Rogaba y suplicaba, incluso si con eso sólo conseguía dañarte más; incluso si sabía que no estaba en tus manos, ni en las mías… ni en las de nadie. Tú sólo tomabas mi mano y me mirabas con tristeza y amor. Y lo peor de todo es que sabía, una vez más, que no era tristeza por ti mismo, sino por mí; porque así eras tú, siempre preocupado por los demás, anteponiéndolos a ti, a tu dolor. Eras realmente un tonto, y por eso te amé con mayor intensidad y con mayor devoción.

Por las noches, cuando llevo horas acostado sin poder pegar un ojo, cuando siento el espacio vacío a mi lado y las lágrimas comienzan a fluir nuevamente, cuando creo que hasta el fantasma de mi corazón está por detenerse, siento –o creo sentir– tu mano tomando la mía, como lo hacías en nuestras noches de más profunda felicidad. Y cierro los ojos, para poder sentirte por completo, para que mi fantasía dure un poco más, para poder engañarme a mi mismo durante unos segundos y creer que te tengo nuevamente junto a mí. Y me duermo, ya que sólo en esos instantes de locura siento que en vez de perder la razón la encontré, junto con mi alma y mi corazón. Sólo en esos momentos vuelvo a ser yo, y eso es sólo porque te siento a mi lado, porque te siento conmigo, porque sólo tu tienes poder sobre mí.

Aunque no lo parezca, sé que ahora estoy mejor, ahora que ya han pasado dos años desde ese fatídico día. Los primeros meses fueron los peores, fueron un infierno en vida que trataba de atravesar encerrado en mi habitación, nuestra habitación, abrazando tu almohada.

Aún recuerdo con claridad tu rostro y tus expresiones de ese día. Era lo más deslumbrante que podía existir, te sentía vivaz, sano, libre, por lo que en ningún momento sospeché lo que ocurriría un par de horas después. Cuando me abandonaste. 

Luego de escuchar ese último “Te amo” de tus labios, te dormiste para no despertar jamás. Y no lo quise aceptar. ¿Quién querría? ¿Aceptar que ya no estabas? ¿Qué no vería nunca más tu sonrisa? ¿Qué no podría acariciar más tu piel? ¿Qué jamás volvería a salir mi nombre de tus labios? No lo haría y no lo hice. Te aferré con fuerza contra mí, hasta el punto de sentir como poco a poco el calor abandonaba tu cuerpo. Aún así no te solté. “No está muerto” repetí una y otra vez. “No dejaré que se lo lleven” fue lo que dije cuando trataron de arrebatarte de entre mis brazos. “Le da miedo la oscuridad” sollocé cual lunático. “Por lo que más quieran, ¡no me lo quiten!” grité a viva voz mientras era arrastrado fuera de tu habitación. “Tengo que decirle que también lo amo… si lo escucha sé que despertará. Sólo está jugando, no se puede ir…” fueron las palabras que lancé al viento, arrodillado afuera de tu habitación mientras las lágrimas quemaban mis ojos y me bañaban en desolación.

Sí, ahora estoy mejor. En esos días, la locura de no tenerte ocupaba cada hora minuto y segundo de mi vida, pero ya no más. Ahora, desde el momento en que me acuesto en nuestra cama, te tengo conmigo una vez más, porque la locura se desvanece…¿o es al revés? Realmente no importa si es locura o cordura, si puede regresarte a mi lado por aunque sea un instante, seré el hombre más feliz sobre la tierra.

Por eso me encuentro allí una vez más, en esa blanca y mullida extensión; esa que vivió noches de pasión desenfrenada, amor sin medida e inmensa felicidad. Estoy ahí y cierro mis ojos, esperando tu cálido y amoroso roce sobre mi mano, que me transportará en sueños a los días en que estábamos juntos y éramos sólo uno.
 

Like this story? Give it an Upvote!
Thank you!

Comments

You must be logged in to comment
Rivasclau #1
Chapter 1: Hola me gusta tu historia es triste pero es muy buena :)