{EXO/SongFic} E.T {Parte 01}

Description

Autora: Lee Enyu

Tipo: Hetero, Songfic.

Canción: E.T. - Katy Perry.

Pareja: Chen x fan (?)

Género: AU, Romance, Angst(?)

Nota: EXO no me pertenece (?)

Foreword

Eres tan hipnotizante,
podrías ser el diablo,
podrías ser un ángel.

La primera ocasión en que lo vio fue durante su primer día de clases; había sido inscrita en una nueva preparatoria por diversos motivos, entre ellos un ascenso en el trabajo de su padre. Había dejado una preparatoria pública para entrar a una privada, y además en su último año.

Caminaba lentamente por los pasillos de la escuela cuando lo vio a lo lejos. Estaba en el área de las canchas, sentado en una banca debajo de un árbol, parecía estar leyendo algo. Se detuvo sin darse cuenta y lo observó fijamente. Realmente era un chico muy atractivo, con rasgos asiáticos, extranjero seguramente. Cabello lacio negro y peinado hacia arriba, su rostro era demasiado atractivo aunque no alcanzaba a verlo bien, podía apreciar sus rasgos. Y entonces él alzó la vista y la fijó en ella. Sintió unos escalofríos recorrerle entera pero aun así no quitó la mirada.

Solo una voz pudo hacer que dejara de verlo.

—¿Eres la nueva de tercer año cierto? —se giró para ver frente a ella a una chica que parecía ser de su edad. Cabello castaño claro lacio y largo, vestía el uniforme pero llevaba la falda un poco más corta que ella. Simplemente asintió a su pregunta, sentía una fuerte necesidad de volver la vista hacia el chico. —Bienvenida…—y entonces se giró a ver también al chico. —Veo que ya le pusiste atención, caminemos mientras te cuento sobre él. —La curiosidad fue más fuerte y decidió ir con la chica. —Su nombre es JongDae Kim, es extranjero. Es de tercer año, pero está en otro grupo. Sumamente guapo, atractivo, atlético como quieras llamarle, pero nunca ha estado con alguien ni tampoco habla con nadie.

—¿A qué te refieres con eso? ¿No habla con nadie en absoluto?

—Con nadie, es alumno desde el primer año. Infinidad de chicas quisieron acercarse a él, pero ni siquiera las miraba. Han intentado acercarse a él y simplemente pasa de largo. Es buen alumno y deportista pero nadie sabe nada de él. Es como un demonio con apariencia de ángel, todos le tienen miedo porque es raro y puede que peligroso.

Todo lo que le decía acerca de JongDae le parecía exagerado, tal vez no era alguien sociable pero ¿decir que era peligroso? ¿Llamarle raro sin conocerlo? Definitivamente la gente exageraba las cosas en esa escuela.

Continúo caminando con la chica, ni siquiera le había preguntado su nombre todo por seguir pensando en el demonio que parece ángel vaya analogías de la gente. Llegaron al que sería su nuevo salón, además compartiría grupo con la chica.

—Disculpa, pero ¿cómo te llamas? —ya habían pasado un tiempo juntas y parecía algo estúpido hacer esa pregunta en ese momento, aunque ya que lo recordaba ella tampoco había dicho su nombre.

—Susana, oh perdón tampoco pregunté el tuyo, simplemente empecé a parlotear. —dijo riendo. Parecía ser buena chica, y además divertida.

—Anastasia.

Se sentó en el lugar de al lado de la que se estaba convirtiendo en su primer amiga en la nueva escuela. Las clases pasaron una a una, no había tanta dificultad en ellas, siempre había tenido calificaciones altas su única debilidad eran las matemáticas, pero siempre se esforzaba al doble en ellas. Susana le comentó que la última clase era educación física, en su antigua preparatoria no la había, por lo que para practicar algún deporte que le gustaba tenía que pertenecer a un club.

Después de ir a la cafetería por algo de comer esperó a Susana en los pasillos, ya que ésta había ido al baño, y por cómo había cargado con una pequeña bolsa de maquillaje tardaría un tiempo. Y fue que lo vio nuevamente, venía caminando y si se quedaba en el mismo lugar podría chocar con él. Y pudo apreciarlo más de cerca; sus rasgos eran más atractivos de lo que pensaba, unos labios con una forma realmente muy linda y podía asegurar que tras ellos había una sonrisa realmente hermosa, ojos rasgados y oscuros, un poco más alto que ella. Continuaba caminando hacia donde ella estaba, y cuando estaba casi a punto de chocar él simplemente sacó la vuelta y siguió su camino sin siquiera voltear a verla. Su mirada era fría, y fue entonces que entendió las palabras de Susana acerca de que era un demonio con apariencia de ángel.

Después del receso llegó su martirio hecho asignatura: Estadística Inferencial. Y al darse cuenta del método que utilizaba la profesora para enseñar supo que ese año tendría muchos problemas, le costaría mucho adecuarse a ello. Cuando la clase finalizó y se dirigían hacia los vestidores para cambiarse por el uniforme de educación física se sintió aliviada.

Al estar en las canchas el profesor les indicó que primero hicieran calentamiento; después jugarían baloncesto. Se dio cuenta que el otro grupo de tercer año tenía educación física al igual que ellos, y de forma automática buscó a JongDae con la mirada, encontrándolo en el mismo lugar donde lo había visto en la mañana.

El resto de su grupo estaba calentando, pero él simplemente estaba sentado leyendo un libro, vistiendo el uniforme deportivo pero sin hacer nada.

Después de calentar unos minutos empezaron a jugar baloncesto; se sentía realmente bien después del estrés que le dio Estadística poder realizar algo de deporte y sacarlo por medio de ello le hacía sentir mejor.

 

Tu caricia, magnetizante,
me siento como flotando,
deja mi cuerpo incandescente.

 

Mientras esperaba que Susana hiciera una jugada para lanzarle el balón no pudo evitar distraerse al ver a JongDae de nuevo, ¿por qué era tan hipnotizante? Y entonces los gritos de su amiga la hicieron reaccionar.

—¡Anastasia el balón! — se hizo a un lado apenas esquivando el balón que salió disparado justo hacia donde estaba JongDae sentado.

Sus piernas empezaron a caminar antes de que su cerebro decidiera, o tal vez su cerebro decidió antes de que pensara las cosas. Cuando llegó frente a él, JongDae tenía el balón en sus manos y se lo tendió para que lo tomara, y fue que rozó sus manos con las de él y sintió una especie de descarga, una cantidad de energía fluir por todo su cuerpo. Sin embargo no demostró su reacción.

—Gracias…— le dijo sonriendo y viéndolo a los ojos. Él la veía, pero no tenía esa mirada fría que había visto antes, parecía confundido. Le dio la espalda y regresó a la cancha botando el balón.

Regresó para seguir jugando, pero la sensación no desaparecía se sentía extraña y esas descargas la recorrían de vez en cuando. Mientras que a su vez sentía una enorme necesidad de voltear a ver hacia donde estaba JongDae, se sentía como bajo la fuerza de un gran imán.

Cuando terminó la clase se dirigió en compañía de Susana a las regaderas. Creyó que después de ducharse las sensaciones extrañas desaparecerían, pero no había sido así.

Terminó de vestirse con el uniforme mientras cerraba el casillero del vestidor. Notó la mirada de Susana.

—¿Sucede algo? —era una mirada que la hacía sentirse incómoda.

—Es que te ves diferente. Vas a decirme loca pero es como si brillaras, no literalmente pero das esa sensación.

¿Por eso se sentía así? Pero ¿qué tenía que ver con las descargas que sentía? Solo estaba segura de algo, tenía que ver de alguna forma con JongDae. Y descubriría por qué.

 

 

*

 

Ya habían pasado dos semanas desde que había entrado a esa preparatoria, y eran dos semanas de que siempre que se encontraba a JongDae lo saludaba, en un principio la ignoraba ahora la miraba fijamente a los ojos, pero aún no le respondía el saludo. No se iba a rendir, iba a descubrir que era sensación que le había provocado desde el roce con sus manos y a causa de qué.

Ese día después de clases decidió quedarse para jugar baloncesto un rato.  Fue de nuevo a los vestidores y se colocó el uniforme de deportes. Y cuando llegó a la cancha lo vio ahí, jugando baloncesto. Era la primera vez que lo veía hacer deportes, aunque Susana había dicho antes que era muy bueno.

—Pensé que ya no había nadie…

JongDae se giró a verla, dejó de jugar y tomó su mochila. Estaba por irse, tenía qué hacer algo.

—Te reto. —JongDae se detuvo frente al portón de la cancha y se giró a verla. Había captado su interés. Se acercó lentamente hasta quedar frente a ella, la veía fijamente como esperando que siguiera hablando. Tragó saliva despacio y se armó de valor para hablar. —Te reto a jugar un partido.

JongDae colocó su mochila en el suelo y sonrió, era la primera vez que lo veía hacerlo en esas dos semanas, incluso pensaba que no sonreía pero en ese momento lo estaba haciendo.

—¿Partido de qué? — su voz, era algo totalmente difícil de explicar. Musical, tal vez sería lo más adecuado.

—Elige lo que quieras, puedo ganarte.

—Bien, ¿qué tal fútbol soccer? — vaya, eso no lo esperaba.

—Claro, soy buena en el fútbol, mucho más que en el baloncesto o cualquier otro deporte. —le respondió con confianza, y él sonrió de nuevo pero esta vez de medio lado.

—Veamos si es cierto. Tres tiros a gol, yo intentaré detener los tuyos, y luego tú los míos. El que anote más, gana.

—De acuerdo. Prepárate para perder.

JongDae se colocó en la portería, realmente lucía con mucha confianza y por un momento la de ella se fue hasta el suelo. ¿Qué intentaba hacer al retarlo? ¿Pensaba que sería fácil ganarle? Susana le había dicho que era el mejor en deportes, y ahora se estaba metiendo a la cueva del lobo.

Se colocó en la distancia requerida para cobrar penales. Suspiró profundamente y luego disparó, lo hizo con toda su fuerza y precisión y JongDae sin esfuerzo aparente lo detuvo lanzándose hacia la derecha. Había fallado su primera oportunidad. Y él se estaba burlando con una sonrisa, su orgullo estaba herido ahora. Lanzó el segundo con más rapidez pero hacia la izquierda y anotó. JongDae apenas alcanzó a rozar el balón con los dedos. Se preparó para el último tiro, hizo ademán de lanzar el balón hacia el medio pero al patear terminó lanzándolo hacia la derecha cuando JongDae quiso reaccionar el balón ya había entrado en la red.

—Bien, es tu turno ahora. No porque seas una chica seré amable.

—No te pedí que lo fueras, ¿o sí?

Se colocó en posición de la portería y JongDae lanzó el primer disparo. Lo detuvo con sus manos evitando que la golpeara en el estómago, aun así había sido un golpe fuerte y había quedado adolorida de sus manos. El segundo disparo vino y se lanzó hacia la derecha tan rápido como pudo pero el balón entró. No podía dejar que la empatara, tenía que ganar ahora su orgullo estaba en juego. JongDae pateó el balón aun con más fuerza que antes y se lanzó hacia la izquierda para detenerlo, sintió como su brazo izquierdo se raspaba contra el suelo y a su vez se daba un golpe en la cabeza pero eso no importaba en ese momento, había logrado sacar al balón hacia fuera evitando que el segundo gol llegara.

Se sentó y sintió el ardor en su brazo. Se había raspado desde el interior del hombro hasta el codo, eso definitivamente iba a doler al día siguiente. JongDae se acercó a ella, esperaba que dijera algo pero lo que hizo la dejó en shock, la cargó en sus brazos y empezó a caminar.

—¿A dónde me llevas?

—A lavarte ese raspón, o se infectará.

—Puedo caminar.

—No. Te golpeaste cuando detuviste el balón podrías marearte o sentirte mal.

Decidió no discutir más, parecía que dijera lo que dijera él tenía una respuesta lógica para ello. La llevó hasta los lavabos de los baños de hombres, la dejó ponerse de pie abrió el grifo del agua y tomó jabón líquido. Empezó a lavar la zona del raspón, y nuevamente sintió esa sensación de antes pero esta vez con más intensidad. JongDae estaba lavando su herida, después enjuagó la zona de jabón.

—Deberías ponerle una venda para que no se infecte. —dijo quitando los últimos restos de jabón con agua y sus manos.

—Gracias.

Se dio cuenta de la hora que era, y después su teléfono sonó. Su padre la estaba esperando fuera de la escuela. Fue a los vestidores y se cambió, de regresó vio a JongDae en la cancha jugando baloncesto de nuevo.

—Nos vemos. —le dijo y se giró para caminar hacia la salida no esperaba que le respondiera.

—Adiós.

Quiso voltearse para comprobar si no había escuchado mal, pero eso solo la haría verse algo tonta. Por lo que continúo caminando hacia la salida y sonrió, al parecer estaba acercándose a él.

 

 

Por la mañana se metió a ducharse, quitó el vendaje del raspón y se dio cuenta que ya había costras formadas, tal vez había sido superficial y JongDae había hecho una exageración sobre los cuidados. Al terminar de bañarse se dio cuenta que las costras se habían caído y ni siquiera habían dejado cicatriz alguna. Era extraño.

Al llegar a la preparatoria notó algo o más bien a alguien. JongDae estaba recargado en el portón de la entrada y la estaba viendo fijamente.

—Hola. —le dijo acercándose a él.

—Hola, ¿cómo está tu brazo?

—Bien, ya se cayeron las costras, no puedo creerlo. Tal vez fue algo muy superficial.

—Tal vez.

¿Qué estaba haciendo ahí? ¿La estaba esperando? Y encima le había respondido el saludo e incluso estaba conversando con ella.

—Es extraño que estés aquí.

—¿Por qué?

—Hace dos semanas que entré, y nunca estás aquí siempre estás en las canchas.

Había abierto de más la boca, genial ahora creería que era una acosadora. Si había logrado un progreso para acercarse a él, se iría al carajo por su metida de pata.

—Lo sé, pero quería esperarte.

Y al escucharlo decir eso todo se detuvo a su alrededor. No existía nada más que ellos dos. Todo se había vuelto blanco y negro, lo único a colores era él. Y entonces esa sensación extraña de magnetismo surgió nuevamente haciéndole erizar la piel.

JongDae la acompañó hasta su salón. Durante el trayecto muchos alumnos se quedaron con la boca abierta y murmuraban. Era todo un suceso que el antisocial JongDae Kim estuviera no solo hablando sino además caminando con otra persona.

Se detuvieron frente a su salón y pudo sentir las miradas de quienes ya estaban dentro.

—Te veo en el receso, ya sabes donde estaré. — y sin darle tiempo de dar una respuesta empezó a alejarse caminando.

Susana llegó a ella corriendo al ver todo. Le cuestionó cómo era que había llegado a acompañarla, sin embargo no le contó lo ocurrido la tarde anterior, su amiga se comportaba de una forma extraña, parecía estar ¿celosa? de su acercamiento a JongDae.

—Deberías alejarte de él. Anastasia, es muy raro, nadie sabe nada de él, ni de sus padres o donde vive. Podría ser un criminal.

—Estás exagerando.

 

*

Después de dejarla en su salón se detuvo y se concentró para escuchar atentamente. La chica de cabello castaño claro, no recordaba su nombre solo sabía que era amiga de Anastasia y ahora la estaba interrogando sobre cómo se habían acercado tanto al punto de que habían llegado juntos al salón.

Escuchó como le decía que se alejara de él, que era raro y que nadie sabía nada de él, de sus padres o donde vivía. No pudo evitar soltar una pequeña risa al escuchar la palabra criminal. Y en su interior se removió algo al escuchar la respuesta de Anastasia.

¿Se alejaría de él cuándo supiera quién era? ¿Le tendría miedo? Lo mejor era no decir nada.

Los días fueron pasando, convirtiéndose en semanas y cada vez le era más difícil no estar cerca de ella. Los comentarios por parte de esa chica que decía ser su amiga seguían siendo los mismos.

“Aléjate de él…” “Es peligroso… Nadie sabe nada de él” “Ni tú sabes donde vive”

Por eso detestaba relacionarse con las personas comunes, pero ella era diferente. Lo supo desde el momento en que rozó sus manos con las suyas, y tenía que descubrir de qué se trataba. ¿Qué tenía ella que le hacía sentirse de esa forma? Cada vez que la veía, cada que la escuchaba hablarle, cada que lo veía sentía esa energía recorrerle por todo su cuerpo, como un enorme imán que lo arrastraba a estar cerca de ella. ¿Eso era lo que habían comentado que se sentía estar…? Tenía que averiguarlo. Pero primero debía saber si ella lo aceptaría al saber la verdad.

Anastasia se había estado quejando de Estadística inferencial ese día durante el receso. Al parecer las matemáticas siempre le habían costado trabajo. Y entonces se le ocurrió algo.

—Si quieres puedes ir a mi casa hoy, vivo cerca de aquí y puedo ayudarte.

—¿De verdad? Pero tengo que pedir permiso. Mi papá viene a recogerme en la salida, tendría que hablar con él aunque no estoy muy segura de que me deje ir así de fácil sin conocerte.

—No te preocupes por eso, yo me encargo.

En la hora de salida la esperó frente a su salón, al salir ambos caminaron hacia el portón de la preparatoria. Se detuvieron frente al automóvil del papá de Anastasia. Fijó su mirada en él y después todo fue pan comido.

—JongDae me ayudará con estadística, ¿puedo ir a su casa? Vive a dos calles.

—Claro, mientras puedas mejorar en la asignatura no hay problema. Solo que no sea muy tarde. —Anastasia no pudo evitar abrir los ojos con sorpresa ante la respuesta de su padre.

—No se preocupe, yo puedo acompañarla hasta su casa de vuelta.

—Bien, de acuerdo. Estudien mucho, ten cuidado hija. —subió al automóvil y arrancó.

Anastasia seguía muy sorprendida ante la respuesta de su papá mientras caminaban hacia su casa. Al llegar frente a la puerta sacó las llaves y la abrió permitiendo que ella pasara primero.

—¿Y tus padres? ¿No se molestaran porque vine sin avisar?

—No tengo padres. Vivo solo así que, si ahora te sientes incómoda por estar en la casa de un chico que vive solo puedes irte.

—Estoy bien pero no pensé que fueras huérfano.

Su rostro reflejaba tristeza y preocupación. Nunca conoció a una persona que realmente se preocupara por su vida y entorno de esa manera. Ella reamente estaba afligida porque era “huérfano”

Al empezar a hablar más con ella sobre su problema con estadística y los números supo porque se le dificultaban tanto.

—Tengo que ver cómo se hacen, aprendo de forma visual. Tengo que ver, observar las cosas. La profesora es totalmente auditiva, solo habla y explica, sino veo el cómo se hacen las cosas tendré dificultades para trabajar.

—Pues entonces trabajemos en ello.

Pasaron la tarde practicando todos los ejercicios que habían visto desde inicios del tercer año. Y era verdad, solo necesitaba ver cómo se hacían una vez y con ello podía resolver cualquier otro problema del mismo tipo. Las horas fueron pasando hasta que fue el momento en que se fuera a su casa.

Tomaron un taxi y la acompañó hasta el frente de la puerta.

—¿Quieres pasar un rato? —no supo por qué pero aceptó.

La madre de Anastasia los recibió y lo invitó a que se sentara. Le ofreció algo de beber y aceptó mientras seguía conversando con ella. Así era estar en una familia, tener un padre y una madre que se preocuparan de esa forma por ti. Era hora de que se fuera, pero ella lo invitó a que se quedara a cenar.

La madre de Anastasia le insistió de igual forma. No había tenido que hacer nada para que se comportara de esa manera, estaba siendo auténtica. Cenó con ellos, y luego el padre de Anastasia se ofreció a llevarlo pero él se negó. Pidió un taxi y volvió a su casa. Una casa vacía, sin una familia en ella.

 

*

Dicen que esté preocupada,
que no eres como otros,
amor futurístico,
diferente ADN,
ellos no te entienden,
tú eres de otro mundo,
una dimensión diferente,
abres los ojos
y estoy preparada para partir,
condúceme a la luz.

 

Susana había estado demasiado extraña con ella. La evitaba y ya no le hablaba como antes. Se sentía mal por ello, que recordara no le había hecho nada malo. Y las únicas veces que le hablaba era para decirle que se alejara de JongDae insistiendo en que no era bueno que fuera tan cercana a ella, y así como su ‘amiga’ más personas se acercaban de la nada y le decían lo mismo. Estaba empezando a hartarse. Ella decidía con quien se relacionaba y sí era bueno o no.

Pero la gota que derramó el vaso fue esa mañana. Buscó a Susana temprano antes de que iniciaran las clases y al llegar a ella fue recibida de una forma no muy agradable.

—Ah vaya, ahora sí soy tu amiga, ¿por qué no vas con JongDae? —y al decir eso la dejó así como así empezando a alejarse. No quiso seguirla, regresó al salón de clases y se cambió de lugar.

Pasó toda la mañana sintiéndose mal por lo que le había dicho su amiga. Durante el receso no quiso ir a buscar a JongDae, no quería que la viera así. Fue a la zona más lejana de la preparatoria, detrás de los últimos edificios donde había unos árboles enormes y se sentó ahí.

—¿Se te olvidó que íbamos a vernos? —la voz de JongDae la sacó de sus pensamientos. ¿Cómo la había encontrado?

—No me sentía bien y no quería amargarte el día.

—Eso no es excusa. —dijo mientras se sentaba a su lado. —Cuéntame, yo también tengo que contarte algunas cosas y con ello entenderás otras más.

—Ya casi termina el receso y tengo clase en el salón de cómputo.

—Yo me encargo de que no vayas. —se puso de pie y la jaló con todo y mochila mientras caminaban.

Llegaron a la enfermería ambos pasaron y JongDae se encargó de explicarle a la doctora que no se sentía bien, y que necesitaba un justificante para no entrar a las últimas clases. La doctora aceptó rápidamente, sin cuestionar qué haría durante ese tiempo. Simplemente se encargó de realizar la nota, firmarla y enviarla al profesor de cómputo con un prefecto.

La reacción de la doctora había sido la misma que tuvo su padre cuando le dijo que iría a casa de JongDae.

Regresaron al mismo lugar de antes y volvió a sentarse debajo del árbol con JongDae a su lado.

—Cuéntame tu primero.

—¿Sabes algo ya?

—No, pero no soy tonta ni ciega y sé que pasan cosas. La reacción de mi papá y luego la doctora, y sé que tienes que ver en eso JongDae, ¿puedes decirme?

—De acuerdo.

 

*

 

Esperaba tener que contárselo después pero era mejor decírselo primero, así podría mostrarle otra cosa, algo que tal vez la haría sentir mejor o en su defecto más triste.

—No soy humano. —Anastasia se giró a verlo fijamente. —No soy de este mundo Anastasia, vengo de un… planeta diferente a este, muy lejano de la Tierra. No, no tengo una cabeza y ojos enormes; mi apariencia es esta que ves. Solo mis ojos son de un color diferente. Y creo que te diste cuenta de esa sensación cuando nuestras manos se tocaron la primera vez. —ella asintió sin decir palabra alguna. —La siento cada que vez que te miro, cada que te escucho hablar y se intensifica cuando estoy cerca de ti. ¿No vas a decir nada?

—¿Qué quieres que diga?

—Esperaba otra reacción de tu parte, no sé salir corriendo, gritarme o golpearme algo normal.

—No podría hacer eso y tampoco quiero.

—¿No vas a preguntar por qué estoy aquí?

—Espero a que tú me lo cuentes, creo que sería más cómodo que acosarte con preguntas.

—Puede sonar trillado pero venimos en paz. Como yo, hay muchos otros y en diferentes lugares. Sabemos de la situación por la que pasa el planeta Tierra, y de alguna forma ustedes y nosotros compartimos algo en común en nuestro ADN, es algo muy mínimo pero existe. Estamos aquí para evitar la catástrofe climática y que la misma raza humana termine extinguiendo toda la vida del planeta.

—¿Puedes mostrarme tu color de ojos verdadero?

De todo lo que podría preguntarle o decirle le pedía que le mostrara su verdadero color de ojos, ¿había algo malo en ella? ¿De verdad se tomaba tan bien lo que le estaba diciendo? Era algo increíble, y ahora estaba seguro de que las sensaciones que ella le provocaban era de lo que habían hablado sus ante pasados. Esa conexión que solo surgirá una sola vez, la conexión que te une a ese alguien con el que estás destinado a pasar el resto de tu existencia.

Tomó su mano y se giró a verla fijamente.

—Te mostraré otra cosa además, no sueltes mi mano.

 

*

 

Sintió esa descarga recorrer todo su cuerpo nuevamente, y entonces los ojos de JongDae cambiaron. Dejaron de ser oscuros para pasar a ser de un tono dorado, un dorado que te hipnotizaba con su brillo y hermosura.

—Cierra tus ojos.

Le hizo caso y entonces sintió un espasmo para luego empezar a ver muchas cosas. Personas, pero algo le decía que no eran humanos, solo lo parecían todos y cada uno de ellos tenían los ojos dorados al igual que JongDae. Vio un cielo nocturno en tono morado y estrellas, y en la cima dos lunas.

Y entonces lo vio a él. Despidiéndose de dos personas, sus padres probablemente. Pero ellos no parecían lamentar su partida, sus rostros eran inquebrantables ni siquiera lo abrazaron cuando él subió a una especie de avión para luego despegar y salir rumbo a la Tierra.

El escenario cambió, estaba un JongDae unos años más joven. Y un anciano le hablaba a él y a otros once chicos. Les contaba historias y leyendas sobre su planeta, sobre EXO. Y entonces empezó a contarles una leyenda muy popular, sobre como llegabas a descubrir a tu otra mitad, a esa persona que estaría contigo para toda la vida; escuchó atentamente y todo lo dicho era lo que había experimentado desde que lo vio por primera vez. Las imágenes empezaron a ser borrosas y escuchó la voz de JongDae pidiéndole que abriera los ojos.

—¿Y bien?

—Es… increíble JongDae. —notó como sonreía.

—No sabía cómo ibas a tomarlo cuando te lo dijera, pero si mis antepasados tenían razón en las leyendas, no ibas a alejarte de mí cuando te contara quién soy. Nadie más sabe esto, ningún otro humano.

—Nadie más lo sabrá.

Le contó lo que había sucedido con Susana en la mañana y que era por eso que se sentía tan triste.

—No deberías estar así por alguien que realmente no te aprecia. ¿Quieres que te muestre algo más? —asintió rápidamente. —Piensa bien si lo quieres realmente, esto podría hacer que su amistad no vuelve a ser la misma nunca más.

—Muéstrame JongDae.

La tomó nuevamente de la mano y cerró sus ojos sintiendo ese espasmo de nuevo.

Esta vez vio a JongDae caminando como si estuviera buscando algo, más bien a alguien la estaba buscando a ella. Se acercó a Susana.

—Oye ¿has visto a Anastasia? —Susana se veía realmente sorprendida.

—¿Por qué habría de saber?

—Porque se supone que eres su amiga.

—Tú lo has dicho, se supone.

JongDae le dio la espalda y empezó a alejarse pero Susana lo alcanzó y lo jaló del brazo haciendo que él la viera molesto y que inmediatamente lo soltara.

—Dime una cosa JongDae, ¿qué le viste? ¿por qué ella sí pudo acercarse a ti? ¿qué tiene ella que no tenga yo? —el rostro de JongDae se endureció y sus ojos parecieron hacerse más oscuros todavía. —¿Por qué te fijaste en alguien como ella?

—Por cosas como la que estás haciendo ahora. No me gusta la gente de tu tipo. Es tu amiga, ¿por qué hablas así de ella?

—No es mi amiga, me quitó algo que yo quería.

—Te tengo una noticia, no soy un objeto y nunca me fijaría en un ser humano como tú.

Y empezó a ver todo borroso. Y abrió sus ojos lentamente, JongDae la miraba preocupado. Susana había dicho esas cosas, sus sospechas eran ciertas estaba celosa de ella. Por eso intentaba que se alejara de JongDae, intentando hacerlo ver como alguien que no era bueno, que era peligroso. Pero se dio cuenta de quien realmente era el peligro.

 

Bésame, bésame,
inféctame con tu amor,
lléname con tu veneno,
tómame, tómame,
quiero ser tu víctima,
preparada para la abducción,
chico, tú eres un alien,
tu caricia es tan extranjera,
es supernatural, extraterrestre.

 

Probablemente si el mundo entero supiera lo que sucedía entre ellos dos estarían en contra, pero no le importaba. Las leyendas antiguas de EXO hablaban sobre los sentimientos y sensaciones que se desataban cuando conocías a esa mitad que estaría para siempre contigo.

No estaba segura de la reacción de los habitantes del mundo de JongDae pero estaba segura que sería menos radical que la de los seres humanos en la Tierra.

Todo de él era diferente, simplemente estar a su lado era una sensación indescriptible pero cuando lo tomaba de la mano, lo abrazaba o besaba toda esa energía fluía tan rápido que en más de una ocasión había terminado sintiéndose mareada y con vértigo.

—Si te pones así con un beso, no quiero imaginar si un día me acompañas a EXO. —le dijo riendo.

—Es tu culpa. —le respondió riendo y dándole un golpe ligero en el pecho. —¿Viajar a EXO?

—¿Vendrías conmigo?

—Sin dudarlo.

JongDae había mencionado que no era el único que estaba en la Tierra sin embargo tampoco le dijo cuántos eran ni donde estaban. Pero la curiosidad era muy grande, ¿Estarían tan cerca? ¿En la misma ciudad y país?

EXO estaba más cerca de la Tierra de lo que se podía imaginar.

Comments

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JaeJaeLovesPocky
#1
ooww~ >w< ame tu fic!! ay ke quiero visitar exo planet tambien! :P