I

Renacer [En español]

Esa casa era enorme, parecía una mansión atrapada en el tiempo, aferrada a sus años de gloria donde solía ser la admiración de quienes pasaban frente a ella, ahora se paraba imponente entre edificios tan abandonados como ella reclamando la gloria perdida. Sus ventanales yacían rotos entre la hierba, las enredaderas reemplazaban el cristal en los marcos vacíos que aun mantenían firmes pequeños trozos de vidrio que permitían divisar el interior de la gran casa, tan abandonado como su fachada.

El crujir de las tablas por el peso de algo que corría sobre ella lo regresó a la realidad, aquella en la que había caminado sin rumbo por una calle abandonada hasta quedar hechizado por una mansión que podía desplomarse en cualquier momento. Caminó hacia el gran portón doble de la casa, había pensado que algún animal podía estar viviendo en ese lugar, “solo iré a investigar, si encuentro su hogar será una buena manera de pasar el rato” pensó mientras empujaba la puerta que cedió sin oponer resistencia.

Escudriñó el oscuro recibidor sin encontrar alguna señal de vida, solo las pequeñas plantas que se habían abierto paso a través de los cimientos y ahora brotaban en cualquier parte, entre los escalones de la escalera principal, en los espacios que dejaba el piso de madera, por las grietas de las paredes; hasta la araña de cristal que colgaba del techo estaba atrapada por las enredaderas y los pequeños helechos que habitaban ahora la casa. Una sombra que pasó corriendo tras la escalera llamó su atención, era humana, diferente a cualquier cosa que esperaba encontrar en ese lugar. Más que antes deseaba conocer a quien rondaba ese lugar, preguntarle si sabía algo de quienes habían habitado ese lugar o, al menos, por qué sus vecinos lo miraron con tal censura al verlo avanzar decidido hacia ese lugar.

Sus pasos eran lentos e inseguros, con miedo a que la madera se quebrara bajo sus pies, pero se esforzaba por no perder  a aquella persona que parecía huir de su presencia. Dejó de escuchar los pasos del otro y no pudo más que correr hacia el lugar de donde provenían los últimos ruidos que pudo captar. Una puerta, era lo que solía ser la cocina, otra puerta, esta vez una escalera de piedra escondida en el interior del viejo refrigerador. En su afán por escapar dejó la puerta abierta a su paso; podía escuchar cómo subía saltando los escalones, tropezaba en lo alto y cerraba una especie de puerta metálica. Corrió tras ella a oscuras por las escaleras de caracol y llegó a una portezuela del tamaño de un niño; esta también estaba entreabierta.

De nuevo aquel sonido metálico, seguido de pasos indecisos. Avanzó del mismo modo que lo hacía aquella persona, la puerta comenzó a moverse, se enderezó para saludar a quien apareciera tras ella, solo se abrió un poco más, dándole paso  un tenedor que apuntaba directo a su garganta; levantó las manos para enseñarle que no pensaba hacerle daño, pero el tenedor no se movió.

-Qui. ¿Quién eres? -Era la voz de un chico, tal vez de su misma edad.

¿Sería posible que él viviera en esa casa? Tenían que haberlo obligado, de otro modo no era posible. ¿Cuidaría el lugar? No había nada que cuidar en una casa abandonada, o eso pensaba. Se oía cansado y asustado, si cuidara el lugar no estaría asustado, no era un vecino, todas las casas estaban igual de abandonadas y los vecinos de su calle repudiaban el lugar. Solo se le hacía lógico entre las irracionales opciones que venían a su mente, el hecho de que aquel joven viviera en esa casa; eso no hacía sino incrementar el número de preguntas que pasaban por su cabeza.

-¡Responde! - Su tono era ahora más exigente y agresivo. Salió a su encuentro desde el interior de la habitación, el tenedor ahora contra su cuello para forzarlo a responder. Debía confesar que su fiera mirada y su delgada figura cubierta de ropas anchas y ajadas que lo amenazaba con un tenedor como única arma contundente alcanzaba a causarle algo de miedo.

No le era posible mantener la mirada fija en aquellos almendrados ojos cafés, lo detallaba de pies a cabeza, tratando de entender que hacía en ese lugar. Era lindo, bajo la suciedad que lo cubría; su rostro ovalado le daba una apariencia delicada, pero la manera cómo sus ojos parecían atravesarlo hacía que le dieran escalofríos cada vez que sus miradas se cruzaban; sus labios eran un tanto más gruesos que los propios, al parecer estaban hinchados, los mantenía apretados lo que le daba una apariencia más fiera a su rostro. Y su nariz, su nariz era pequeña al igual que sus orejas, siendo la unión perfecta para un rostro felino, que podía ser agresivo, tierno y atractivo al mismo tiempo. Llevaba el cabello largo, recogido en una coleta desprolija que no alcanzaba a sostenerlo todo, algunos mechones caían por su frente y resaltaban la intensidad de su mirar.

-No te haré nada -le enseñó sus manos levantadas en el aire con las palmas expuestas. -Solo pasaba por aquí, escuché ruidos… Por cierto, soy Lee SeungHyun, pero puedes llamarme Seungri si quieres.

-¡Nadie pasa por aquí! Confiesa ¿Quién te habló de mí? -Clavó el tenedor en su cuello, forzándolo a retroceder.

-¿De ti? ¿Y quién eres tú?

- ¡Yo soy quien hace las preguntas! -Avanzó un paso con el brazo estirado, que mantenía el tenedor en el cuello del otro- Dijeron que intentarían matarme, viniste a eso ¿no? ¡¿No?! -Seungri no podía retroceder más, solo  un paso bastaba para hacerlo bajar de escalón y el joven no paraba de clavarle el tenedor.

-¡Hey! Calma, no sé de qué hablas, apenas me mudé hoy y no he hablado con nadie… ¿Quieres mover un poco ese tenedor?… No quiero terminar allá abajo -Giró lo suficiente para señalar el fondo de la escalera con su cabeza.

El chico dudó un momento pero al final se hizo a un lado y Seungri tocó su cuello en un auto reflejo, pudo sentir los cuatro pequeños huecos que dejó el tenedor. Se dirigió hacia la puerta de donde había salido el muchacho, quería saber que era tan importante como para que hubiera recibido aquella amenaza. Estiró la mano para empujar la madera, pero fue interceptada por el joven la alejó de un manotazo.

-¡No te dejé en paz para que te metieras en mi habitación!

-Tu… ¿Habitación? ¿Vives aquí? ¡Pero si este lugar se cae!

-Mis hyungs me llevarán a un mejor lugar… Solo debo llevar mi jaula y me sentiré como en casa –Abrió los ojos tanto como le era posible, habló de más. Movió su cabeza y volvió a mirar al otro con la agresividad a la que lo tenía acostumbrado y continuó–. Pero no tengo por qué darle explicaciones a un extraño.

“¿Jaula?” esa palabra quedó rondando en su mente, ¿cómo era posible que alguien viviera en una casa que podía caerse a pedazos en cualquier momento? Más aún, en una jaula con ropas viejas, mucho más grandes que él.

Mientras detallaba al joven, notó pequeños moretones a lo largo de su piel; eran marcas rojas que cubrían la base de su cuello y parte de sus brazos, también notó algunas a través de las enormes aberturas de sus mangas. Le pareció reconocer la forma de esos moretones, y le parecía tan inverosímil como el hecho de que viviera en ese lugar; no quería pensarlo, pero en ese momento cualquier cosa era posible.

Vio cómo una luz iluminaba la estancia a través de las grietas en la pared y el techo, como el faro de un auto que pasaba por la calle, luego vino el sonido de un motor al apagarse, seguido de pasos sobre la madera suelta: alguien había llegado. El joven se puso nervioso a medida que los pasos aumentaban, retrocedió con los ojos bien abiertos, miró su jaula y luego a Seungri.

Sabía que algo pasaba por la mente del pelilargo, pero, por más que mirara directo a sus ojos, no podía descifrar sus pensamientos. Sintió que tomaba su mano y lo arrastraba por la estancia hasta un armario de madera podrida justo frente a la puerta. Lo metió dentro y le ordenó no hacer ningún movimiento hasta que él lo sacara; luego cerró la puerta y se fue.

Le tomó un tiempo procesar lo que había pasado, de un momento a otro, aquel chico cambió su actitud de una altanera y siempre a la defensiva, a una aterrorizada que solo buscaba su supervivencia. Lo arrastró dentro de lo que él llamaba hogar y allí lo dejó, sin importarle lo mucho que lo había alejado antes. No fue para protegerse más que a sí mismo, para alejarlo de quien fuera el recién llegado y salvar, tal vez, su propia vida. Pensó que no podría ser otro extraño, su reacción fue muy diferente justo ahora… ¿O no? Él se había escondido cuando Seungri llegó, ahora bajaba al encuentro del recién llegado; lo amenazó y llenó de preguntas al enfrentarlo, seguro preguntaría a quién le había dicho, o con quién había venido; era evidente que lo conocía.

Decidió esperar el tiempo suficiente para saber que no regresaría. Prestó atención al silencio que lo rodeaba, cualquier sonido cercano lo sobresaltaba, pero no había ningún ruido cercano que indicara la presencia del joven por la casa.

Al rato escuchó el chirrido de la puerta al abrirse y apareció un hombre gordo de unos 40 años, su mano como un grillete al rededor de la muñeca del joven mientras lo arrastraba dentro de la habitación. Lo acariciaba con su pulgar, de manera  lasciva; su mirada estaba llena de deseo. No había duda, era ese hombre quien dejaba las marcas en su piel; tuvo miedo, no quería ser testigo de lo que pasaba en esa casa en ruinas, no quería ver cómo lastimaban a ese hermoso joven. Sus manos temblaban, la puerta del armario parecía tan lejana que no podría tocarla.

Aquel hombre tomó al más bajo de los hombros y lo estrelló contra los negros barrotes de la jaula, rasgó la tela de su ancha camisa y la arrojó lejos, junto al armario. Sus manos recorrían el pequeño cuerpo del otro con lujuria, las uñas clavadas en su carne mientras los gruesos labios dejaban caminos de saliva por su cuello y hombros. Los rasguños en su piel se volvieron rojos, a punto de sangrar, sus manos permanecían apretadas en los barrotes y su rostro virado a un lado, incapaz de ver el horror que sentía; lo mismo que Seungri no quería presenciar.

Abrió los ojos, la mirada clavada en el armario, en los ojos cafés del otro a través de un hueco en la madera, las lágrimas agolpadas en ellos incapaces de ser liberadas, incapaces de alejar el miedo. De pronto lanzó un fuerte grito, su pantalón cayó al suelo al tiempo que el hombre abrazaba sus piernas y enterraba el rostro en su entrepierna. Eso fue todo.

 

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Primer cap, espero sea de su agrado para seguir subiendolo~
Espero sus lindos comentarios :3

 

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Comments

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roxsaint #1
Chapter 1: ¿Por qué no has actualizado? <|||3
Marshii99
#2
thank you for um ... I assumed you said that it suppose to be an inspiration from my story? I'm sorry, I don't understand spanish so I used google translate instead :D . my point is, thank you for saying that, dear! But I appreciate it more if you could have talk to me beforehand. once again, thank you!
tiabarty #3
Please continue the story. the story seems interesting.
Misaitonya #4
Chapter 2: Waaa finalmente! Despues de mucho buscao lo encontre y despues que mi celular me jugara malas pasadas por fin lo lei QwQ
Waaa esta genial la idea, espero poder leer mas pronto y y y faltan algunos conectores pero esta genial
gotta123 #5
Chapter 2: hola!! me encanto tu fic !!! sigue porfas!!!!!
Katielle #6
Chapter 2: ¡Me encanta, me encanta, me encanta!*--*
Me dejaste con demasiada curiosidad, quiero saber mas D: como el porque Ji deja que lo violen y quienes son sus hyung, además creo que Seung se esta metiendo en problemas(?)

Bueno, espero actualices pronto, no desanimes por los pocos comentarios y continualo, yo siempre andaré aquí :D
Katielle #7
Chapter 1: Hola~ Me encantó el primer capítulo, creo que es una historia muy interesante, por favor continúa, necesito saber que pasará después, amo esta pareja *-* Incluso creé una página para fanfics de ellos 7u7

Si lo continúas nos seguiremos leyendo ^^
Misaitonya #8
Chapter 1: Como es posible que lo violen dia y noche y siga alli dhhdysywgwgrvrbcodkdhfhdhdh next plz!!!!!