Felices Fiestas

Beso de murciélago (taeny)

Un nuevo amanecer, un nuevo día.
Tiffany descorrió las cortinas, dejando que la luz del sol bañase la habitación de un suave tono dorado. Se recogió el largo cabello pelirrojo oscuro en una coleta desarreglada antes de comenzar a vestirse. Entonces lo oyó. Como todos los años, su padre les abrumaba con distintos villancicos navideños, repitiendo las canciones una vez tras otra. Suspiró pesadamente mientras abría la puerta de su cuarto, y las notas de la canción se hicieron más intensas.
«Navidad, Navidad, dulce Navidad…»
— ¡Papá, apaga eso de una vez, por favor! —gritó, a pleno pulmón, asomándose por el semicírculo de la escalera.
El señor Hwang le dedicó una mirada acusadora desde el piso inferior, cruzado de brazos.
—Todas las navidades dices lo mismo, Tiffany. No pienso quitarlo. Escucharemos villancicos, es la tradición.
La joven se tapó los oídos con las manos. Su padre parecía realmente feliz, sonreía de oreja a oreja, con su acostumbrado batín granate anudado alrededor de la cintura y con las alpargatas de andar por casa. Suspiró abochornada.
— ¿No podrías bajar un poco el volumen?
— ¡No! ¡Quiero que todos lo escuchéis y os llenéis del espíritu navideño! —Alzó las manos y las movió al son de la canción. Después comenzó a tararearla alegremente antes de desaparecer en dirección a la cocina.
La puerta contigua a la de se abrió de golpe, y Taeyeon salió como un huracán enfurecida, vestida con su ridículo pijama de raso. Miró con asco a la muchacha.
—Pero ¿qué es esa mierda que acaba de despertarme?
—Villancicos.
—No me gustan los villancicos —aclaró.
— ¿Y a mí qué me cuentas?
—Es tu casa; está en tus manos poner fin a esta tortura.
Tiffany resopló, airada. Definitivamente, no podía hacer nada al respecto; de lo contrario su padre la odiaría por toda la eternidad. Se preparó mentalmente para pasar una de las mañanas más insufribles de su vida. La señora Hwang salió del cuarto de baño y le dio una palmada a Taeyeon en la cabeza afectuosamente.
— ¿Qué tal has dormido, cielo? —preguntó melosa.
—Bien. —Le sonrió tímidamente, antes de que Tiffany se marchase escaleras abajo a toda prisa.
Tiffany observó la divertida escena.
— ¿Noto que empiezas a sentir cierto cariño hacia mi madre o son solo imaginaciones mías?
Taeyeon la miró hoscamente desde el otro lado del pasillo.
— ¿Y yo noto que esta mañana eres aún más fea de lo habitual o será que hasta el momento no me había puesto las lentillas…? —replicó burlona.
— ¿Llevas lentillas?
— ¡Claro que no! Mis ojos son perfectos. —Pestañeó con afectación—. Jamás tendrás unas pupilas tan maravillosas como las mías.
— ¡Ja! Siento decirle, mi señora, que sus ojos son un tanto… repugnantes. Espero que no tome en cuenta mi osadía al hablarle de tal modo, ¡oh, dama Taeyeon de inigualable belleza! Tiffany hizo una reverencia a modo de burla cuando terminó su anticuado discurso, que no pareció agradar a la inglesa.
—Deja de intentar hablar como si aún quedase en ti un atisbo de elegancia. Eres puro vulgarismo, nena.
— ¡NO ME LLAMES «NENA»!
Taeyeon sonrió, con sus ojos ónices brillando en exceso.
—Lo que tú digas, nena.
— ¡Uf…! ¡Cómo te odio!
— ¡Quiéreme, nena, quiéreme! —exclamó dramáticamente, antes de escabullirse nuevamente hasta su habitación y cerrar la puerta de golpe. Tiffany le dio una patada a la pared, cabreada.
¿Por qué demonios siempre conseguía sacarla de quicio, si sabía de antemano a lo que se enfrentaba? No debería dejarla ganar. Tenía que encontrar alguna forma de reprimir sus rabietas. No quería que ella la viese así, enfadada consigo misma. Volvió a su habitación y se dejó caer sobre la cama.
Durante aquellos primeros días había estado estudiando su mirada ónice, la malévola sonrisa que curvaba sus labios, la oscuridad que encerraban sus ojos, su forma de andar, de moverse… todo lo que superficialmente caracterizaba a Taeyeon. Era más astuta de lo que ella jamás hubiese imaginado. Generalmente mantenía la mente fría, por lo cual podía permitirse el lujo de pensar con mucha más claridad que el resto de las personas, ya que el sentimiento de culpa pocas veces se apoderaba de ella. Pero rompía sus esquemas aquella actitud inocente que a menudo parecía invadirle. Esa incomprensión respecto al mundo que le rodeaba hacía que Tiffany se plantease numerosas cuestiones, como, por ejemplo, hasta qué punto llegaría su ignorancia.



La melodía de los villancicos abrumaba la cabeza de Tiffany. No los soportaba más. Bajó a la cocina, dispuesta a beber algo de café para aclarar sus ideas. Apoyó un codo sobre el mármol de la pila mientras removía el desayuno con parsimonia, aburrida. Taeyeon apareció poco después, alegando que no conseguía volver a dormirse a causa de «la mierda que flotaba en el ambiente»; y Tiffany supuso —o quiso suponer— que la palabra «mierda» sustituía a «villancicos». Observó soñolienta cómo ella se preparaba unas tostadas con mermelada y dos zumos de fruta natural. Prefería cien mil veces seguir ingiriendo su amada cafeína de siempre. Sorbió el café con orgullo. El señor Hwang entró agitado en la cocina con las manos repletas de espumillones.
—Buenos días —saludó alegremente—, ¿os vais acostumbrando a los villancicos? ¡Espero que sí! Ya empiezan las Navidades. —Tiró unas bolas rotas a la papelera, sin compasión—. Esta mañana hay que adornar la casa, colaboraremos haciéndolo entre todos. Por cierto, he colgado muérdago en diferentes lugares, así que intentad no coincidir bajo ninguno, ya sabéis el dicho, ¡bajo el muérdago, beso de murciélago!
—Ese no es el dicho —le corrigió Taeyeon, sin dejar de untar su tostada matinal.
—No importa, a veces me invento las cosas. —El señor Hwang se encogió de hombros con despreocupación—. Os espero en el comedor, venid cuando acabéis de desayunar.
Y desapareció otra vez silbando animadamente. Tiffany resopló, al tiempo que Taeyeon le apuntaba con el dedo índice, acusador.
—Ni de coña pienso decorar tu casa —afirmó—. No he venido aquí para servir a unos muertos de hambre.
—No es ningún servicio, idiota. —Tiffany no estaba de humor aquella mañana, más bien se encontraba abatida—. Se supone que debe ser un placer decorar la casa con adornos navideños.
— ¿Un placer? —Rio a carcajadas—. Tú tienes serios problemas, Tiffany. Ve a un médico, quizá pueda echarte una mano prescribiéndote algún sedante o… algo, cualquier cosa que te deje grogui.
Ella se estiró en la cocina, haciendo crujir su espalda, y Taeyeon le regaló una profunda mirada de repulsión. La joven sonrió.
—No pienso contestar a ninguna de tus estupideces.
Ella pestañeó sin comprender.
—Informativo de buena mañana. Pip, pip, pip. —Ladeó la cabeza sin dejar de observar a _Tiffany. En América amanece un día asqueroso, sin novedad respecto a los anteriores. Queridos oyentes, no cambien de emisora; desde aquí queremos contactar con la señorita Tiffany Hwang, apodada la Basurero a causa de su vulgar vestimenta habitual, y aclararle que, alegando que no piensa contestar más a mis maravillosos comentarios, ya me ha contestado otra vez. Pip, pip, pip. Y ahora disfruten de una sesión de silencio sin interrupciones durante la siguiente hora. Que pasen un buen día.
Tiffany tuvo que esforzarse para no reír. Miró alrededor, preguntándose si realmente no estaba soñando, meditando sobre si aquello era ciertamente su cocina y la chavala que tenía delante, preparándose ahora unas verduras a la plancha para desayunar, existía de verdad.
—Estás fatal, Taeyeon. Sabía de tus problemas mentales, pero no llegué a pensar que rozaran un grado tan elevado.
Ella se volvió de golpe, dejó la sartén a un lado y le apuntó con el tenedor, abriendo mucho los ojos.
— ¡Lo sabía, sabía que caerías! ¡Has vuelto a contestar! —explotó, orgullosa.
Tiffany mantuvo los labios apretados, procurando no hablar. Pasados unos tensos minutos, respiró hondo antes de dirigirse hacia el comedor con la intención de echarle una mano a su padre.
Afortunadamente, el resto de la mañana pasó sin demasiados percances. Taeyeon expuso sus quejas acerca de los villancicos unas veinte veces



Después se negó a decorar la casa, pero se dedicó a observar cómo trabajaban los demás, dando órdenes y consejos a sus empleados.
—Está un poco doblado, gíralo unos tres centímetros hacia la derecha —le exigió, con un dedo sobre su mentón en pose pensativa.
Tiffany la habría matado, de no ser porque estaba subida a una escalera colocando un espumillón sobre el marco superior de un cuadro. Molesta, tiró de la cinta unos tres centímetros hacia la derecha. Abajo, su supuesta ayudante resopló.
—Y ahora, ¿qué narices te pasa? —preguntó ella; aumentaba su rabia por segundos.
—Lo has dejado peor que antes. Vuelve a girarlo un poco hacia la izquierda.
Estiró del maldito espumillón y deseó que este reventase de una vez por todas.
— ¿Estás contenta?
—Podría estarlo más. —Sonrió—, pero me conformo. Ya puedes bajar.
Tiffany descendió lentamente por la escalera, con cuidado de no caerse y mirando si colocaba bien los pies en las estrechas tablas de madera.
—Tú no me dices cuándo puedo bajar —le reprochó.
Tiffany cerró los ojos con fuerza una vez logró llegar de nuevo al suelo. Se frotó la cara, acalorada. Llevaba horas colocando adornos aquí y allá, y se sentía terriblemente cansada.
—No hace falta decorar el baño, Taeyeon. Así que olvídalo.
— ¿Qué? —Ella la siguió mientras ella se dirigía hacia el garaje para guardar la escalera—. ¿Te has vuelto loca? ¡Decorar toda la casa exceptuando el baño rompería con la armonía! Y nos ha costado mucho trabajo.
Tiffany se giró hacia ella, extrañada.
— ¿«Nos ha costado»? ¡Me ha costado mucho trabajo! Tú no has hecho nada. —Se cruzó de brazos—. Te has pasado la mañana diciendo «Esto no me gusta», «Ese abrigo rojo no favorece en absoluto a Papá Noel; debería ser negro, así disimularía su barriga», o añadiendo: « ¡Menudo árbol de Navidad más pequeño, parece una esparraguera de monte común…!».
— ¿Acaso no eran acertados todos mis comentarios? —se defendió, mirando con asco el garaje desordenado de la familia Hwang.
— ¡Claro que no! Y lo peor de todo ha sido cuando te has empeñado en colocar tú la estrella en la punta del árbol… ¡llevaba años esperando ese momento! No es justo que siendo el último mono de esta familia tengas más derechos que los demás. Pero, claro, mi madre ha tenido que ceder por pena.
— ¿Por pena?
— ¡Estabas a punto de llorar, estúpida! No he visto cosa más tonta en mi vida.
Taeyeon suspiró, algo abochornada. Era cierto. Se había encaprichado con poner la estrellita que coronaba la copa del árbol, pero era la primera vez que hacía algo así. Cuando llegaba la Navidad, en Londres, jamás habían adornado su mansión. Tan solo dejaban algunos calcetines colgando de la chimenea del comedor principal.
—Bueno, no importa. Hablábamos de la decoración del baño. —Sonrió alegremente, cambiando de tema.
—He dicho que no.
Tiffany cerró la puerta del garaje con brusquedad y se dirigió de nuevo al interior de la casa, hastiada. Quería perderle de vista, aunque solo fuese durante cinco míseros minutos.
—Si decoras el baño, dejaré que esta noche salgas sola con tus amigos. Tus padres se van a cenar, ¿verdad? —Preguntó, recordando las palabras de la señora Hwang a mitad de la jornada matinal—. Les diré que me llevaste contigo, pero me quedaré en casa.
La joven dudó unos instantes. En realidad era un buen trato. Solamente tendría que colocar unos espumillones más y, como recompensa, conseguiría disfrutar de unas horas de paz y tranquilidad, como en los viejos tiempos, antes de que Taeyeon pusiera un pie en su casa.
—Está bien. Me parece justo. —Estiró un brazo al frente, pues estaba acostumbrada a cerrar cualquier pacto con una sacudida de manos.
Él frunció el ceño.
—Ni en broma toco tus dedos —musitó antes de subir las escaleras directo al baño—. ¡Vamos, no tenemos todo el día!
Taeyeon se lució con la decoración del baño, que terminó pareciendo el escaparate algo recargado de una tienda. Tiffany se dejó caer sobre el retrete cuando terminaron, exhausta, mientras ella le echaba un vistazo rápido a la estancia.
— ¿Qué me dices de la jabonera? —objetó, examinándola—. ¿No podríamos colocar un lazo rojo alrededor o algo parecido? Es fea, deberíamos cubrirla con algo.
— ¿Ni siquiera sabes anudar tú solo una cinta? —protestó Tiffany, abatida.
—Si no pones el maldito lazo, no habrá pacto alguno. —La miró malévola—. Y todo lo que has hecho hasta ahora habrá sido en balde.
Tiffany se levantó y estiró una gruesa cinta roja con ambas manos, deseando poder ahogar a Taeyeon con ella. Derrotada, la colocó alrededor de la jabonera.
— ¿Contenta?
Ella se encogió de hombros. Alzó la vista, ladeando la cabeza. Sus ojos estaban fijos en el muérdago que colgaba de la puerta.
—No me atrae la idea de que la casa esté llena de muérdago. Queda francamente mal.
—Me da igual. A mí padre le encanta, así que déjalo como está.
Taeyeon frunció el ceño y siguió a Tiffany por el pasillo. Se separaron para entrar en sus respectivas habitaciones y cerraron sendas puertas con más fuerza de la necesaria.

 

Empezaba a nevar.

 

Tiffany tirito y se colocó la capucha de la cazadora de color rosa, hacia frio y las calles estaban completamente vacías. Alzo una mano sin dejar de caminar y dejo que delicados copos de nieve rozaran su piel.

 

Acelero el paso preguntándose como estaría Taeyeon, no estaba segura de que dejarla sola en casa hubiera sido una buena idea y ahora se arrepentía. Había pasado toda la tarde con sus amigas preocupada, se imaginaba lo peor y casi corrió cuando su mente empezó a imaginar extrañas ideas.

 

Metió la llave en la cerradura, eran las tres de la madrugada y agradeció que sus padres se hubieran quedado a pasar la noche en un hotel de Seúl. En cuanto abrió la puerta el corazón comenzó a latirle con fuerza. La música se oía desde el segundo piso a todo volumen.

 

¿Qué estaba pasando? Casi temblando subió lentamente por las escaleras con una mano en el pecho. La música provenía de la habitación de Leo y eso la tranquilizo, pero solo momentáneamente pues cuando asomo la cabeza en aquel cuarto descubrió que no había nadie. Aterrada observo el humo en el aire, un humo que olía raro, salió rápidamente hacia el cuarto de Taeyeon y abrió la puerta sin pedir permiso. Tampoco la encontró allí, sin saber qué hacer, desesperada vio una luz que se asomaba bajo la puerta del baño, corrió hasta allí y giro el picaporte plateado con las manos.

 

Aquella imagen la dejo paralizada, Taeyeon estaba arrodillada frente al retrete abierto con la cabeza metida en él y las manos abrazando el contorno. Estaba despeinada y los mechones rubios caían a los lados, conservaba los pantalones rasgados intactos, pero estaba descalza y llevaba varios botones de su camisa blanca desabrochados, mostrando un poco de piel. Recordando que aquella joven era Taeyeon, se preguntó porque en ese momento la estaba viendo demasiado atractiva. Se acercó hasta ella que levanto un poco la cabeza y le dedico una hermosa sonrisa.

 

-¡Tippany!- Saludo agitando una mano en el aire.

 

Tiffany se arrodillo a su lado y la examino asombrada, sin comprender.

 

-¡Dios mío! Taeyeon ¿Qué te ha ocurrido?-

 

Taeyeon rio suavemente soltando el retrete para tomarse el estómago.

 

-¡Shoy feliz!-

 

Tiffany quiso decir algo pero se había quedado muda. Taeyeon se acercó más a ella, todavía sonriendo y Tiffany olio el alcohol. Abrió los ojos mirándola sin poder creerse lo que estaba pasando.

 

-¿Has bebido Taeyeon?-

 

Ella parecía pensativa, alzo la vista hacia el techo del baño como si intentase recordar algo. Después soltó otra sonrisa.

 

-Un boquito- Señalo con los dedos la cantidad, mostrándole unos 4 centímetros -Pero no musho, es que he pasado la noshe con tu hermano que es mu´ divertido……….-

 

Tiffany se llevó las manos a la cabeza, tenía que calmarse, debía lograr controlarse para resolver la situación. ¡Por Dios! Había olvidado que Leo se quedaba aquella noche en casa. Pero ¿Qué habrá hecho para que su perfecta estudiante terminara en aquella condición?

 

-¡Voy a matar a Leo!- Grito frotándose la sien como si fuese a conseguir calmar la situación.

 

Taeyeon negó con la cabeza cerrando los ojos.

 

-Pueg no hace falta, creo que ya está muergto- La miro sin siquiera pestañear- Lo he visto en el baño debajo tirado en el suelo- Apunto con un dedo el rostro de Tiffany –Mirame atentamente, estaba así-

 

Taeyeon se cayó sobre el suelo del baño, estirando las piernas y los brazos, colocándose boca abajo imitando la última postura en la que había visto a Leo. Después sonrió y se levantó nuevamente. Tiffany resoplo furiosa, había pasado de estar asombrada a enojada y supuso que su hermano se habría quedado dormido en el baño, como solía hacer cada vez que regresaba de una fiesta.

 

-Luego hablare con el-

 

Taeyeon se encogió de hombros.

 

-¡Pero si te he disho que ta muerto, mu-muerto- Repitió

 

-Vamos levántate- Le ordeno al tiempo que le tiraba de un brazo

 

Taeyeon sonrió como si fuese un muñeco de trapo, como Jack.

 

-¡Que divedtido!- Exclamo alegremente poniéndose de pie con ayuda de Tiffany.

 

-¿Te sientes muy mal?-

 

-¡No, me siento muy bien!- Fijo su vista en el retrete –Iba a fomitar, pero ya no-

 

Tiffany se acercó a ella y se apartó rápidamente.

 

-Apestas a alcohol-

 

Taeyeon continúo sonriendo, con los ojos medio cerrados y apoyándose en el hombro de Tiffany para no caerse.

 

-He bebido cerveza- dijo - Y despuesh hemosh bebido eso que se llama….se llama ¡Joder, se llama…!-

 

-¿Whisky? ¿Has bebido whisky?-

 

-¡Shi!-

 

 

 

Taeyeon la miro orgullosa, Tiffany se dirigió hacia la bañera, abrió el grifo del agua fría y coloco el tapón para que comenzara a llenarse. A Taeyeon le costó mantenerse de pie cuando perdió el hombro de ella como apoyo, se recostó sobre el lavado observándola con los ojos un poco cerrados.

 

-Taeyeon ¿Cómo ocurrió esto?-

 

Se encogió de hombros.

 

-Puesh, tu hermano me dijo que quería ensheñarme una canción o algo de eso. Y despuest me dio una especie de cigarro raro- Sonrió al recordar la situación- Ya no me acuerdo de que más ha sucedido, yo solo intentaba relacionarme más con tu hermano….-

 

-¿Marihuana, te ha brindado Marihuana?-

 

-¡Ah, sí, él dice que es muuuuy ghuena para la salud, pa prevenir enfermedades!-

 

Tiffany respiro agitadamente y agradeció que sus padres no estuvieran en casa, no quería imaginar que habría ocurrido si hubieran llegado a encontrarla en tan mal estado. Largo una mano hacia Taeyeon, tirándola de la camisa y ella volvió a sonreír como si fuera muy divertido. Sin pensarlo la empujo para meterla en la bañera, enseñándole como era alzar una pierna para luego alzar la otra. Taeyeon se dejó caer en el agua.

 

-¡ESTA FRIA!- Grito

 

-No me importa- Tiffany la miro enfadada- Todo esto es tu culpa, no puedo dejarte sola ni unas horas porque terminas como una completa borracha.

 

-Eh, eh, yo no eshtoy borracha-

 

Tiffany resoplo, cogió el bote de shampoo y dejo que el líquido le cayera en las manos y después lo restregó en la cabeza de Taeyeon, que jugaba con el agua como si fuese una niña de tres años. Comenzó a relatar la historia de un barco pirata que se hundía a causa del ataque de una ballena asesina. Tiffany comenzó a frotarle con más rapidez la cabeza haciendo que el olor a alcohol desapareciera. Después se la enjuago y aprovecho la ocasión para tirarle agua en la cara. Taeyeon se quejó.

 

-¡Me pican los ojosh!-

 

-¡Cállate! Esto es por recibir cosas extrañas y desconocidas para ti-

 

Taeyeon permaneció quieta unos instantes dejando que Tiffany terminara de enjuagarle el cabello.

 

-~I Love You~ I Love You ~ I Love You~- Canto sin ningún tipo de vergüenza.

 

Tiffany la miro extraña

 

-¿No odiabas las canciones románticas?-

 

-No sé- Observo una de sus manos- ~You Are Beautiful~-

 

Tiffany sonrió en silencio.

 

-¡Vamos sal de la bañera!-

 

Taeyeon se miró de arriba hacia abajo y frunció el ceño.

 

-¡Pero shi todavía estoy vestida!-

 

-¿Y qué quieres que haga Tae?-

 

-¿Tae? ¿Me hash llamado Tae? ¡Quítame la ropa!- Ordeno

 

Tiffany sonrió, medio tosiendo, se había quedado quieta sin saber qué hacer. Sintió pena por ella, así que empezó a desabrocharle la camisa cerrando los ojos y girando la cabeza hacia otro lado. Notaba la sonrisa de Taeyeon conforme se pecho se movía al compás de las carcajadas.

 

-¡Me hashes coshquillas, Tippany!- Dijo alegre

 

Tiffany le desabrocho el último botón y le quito la camisa rozando sus hombros que eran suaves y fuertes. Observo sus pechos que estaban cubiertos por un brasier negro. Intento no admirar demasiado la musculatura de su torso, pero tuvo que reconocer que tenía un muy bien físico.

 

La risa de Taeyeon aumento y Tiffany empezó a enojarse más consigo misma que con ella.

 

-¿De qué te ríes?-

 

-Ahora te toca quitarme losh pantalonesh…y ahí no veash nada- Explico señalándose la entrepierna.

 

Tiffany dio un paso atrás, asustada. Entonces los entrecerrados ojos de Taeyeon se clavaron fijamente en la puerta del baño.

 

-¡Tippany!- Exclamo- ¿Tu papa no decía que debajo del muérdago tocaba besho de murciedago?-

 

Ella no pudo decir nada porque las manos de Taeyeon atraparon su cuerpo. Se inclinó sobre Tiffany con una sonrisa tonta en los labios y la beso. Tiffany dejó de respirar y creyó que la Habitación comenzaba a girar, no pudo moverse, no pudo respirar, tuvo que admitir que Taeyeon besaba de un modo extraordinario. Taeyeon se separó un poco, mientras Tiffany se había convertido en una estatua y la miro feliz dándole un último beso en la comisura de los labios. Tiffany asombrada noto como sus mejillas comenzaban a arder.

 

-Tu cara esta roja- Dijo Taeyeon sonriente- ¿Estábamos en mi pantalón?-

 

Tiffany aterrada salió del baño a toda prisa hacia su Habitación. Le paso el seguro a la puerta apoyándose después en ella. Pero ¿Qué había hecho? Se sentía molesta por no haberse apartado a tiempo, antes de que Taeyeon le diera aquel delicioso beso…. ¿Delicioso? No, no para nada delicioso, más bien mm asqueroso, si asqueroso. Tiffany pasó sus dedos por sus labios y suspiro recordando aquella escena. Todavía sentía el sabor de sus labios y de repente el calor volvió a subir a sus mejillas.

 

Deseando dormirse para dejar de recordar todo se puso la pijama y se acostó en la cama tapándose con las mantas hasta la nariz. Apago la luz con la esperanza de quedarse dormida pronto.

 

20 minutos después, alguien llamo insistentemente a su puerta golpeándola con el puño cerrado.

 

-¿Tippany? Soy Taeyeon-

 

Cerró los ojos con fuerza y fingió que no la oía.

 

-¡Abre por favor, te lo ruego! Creo que está ocurriendo algo raro…-

 

Se levantó de la cama y un pequeño escalofrió recorrió su espalda, quito el seguro de la puerta, la abrió encontrándose a Taeyeon confundida, con la pijama al revés y el cabello rubio despeinado y todavía húmedo. ¡Se veía tan adorable!

 

Taeyeon sonrió cuando sus ojos se encontraron y sin pedir permiso entro en la Habitación pero Tiffany se interpuso en su camino.

 

-¡Vete de aquí! De verdad Taeyeon, es hora de dormir y he tenido suficiente por hoy, creme- Tiffany mentía, solo sentía miedo de que algo más sucediera en aquella Habitación, ella lo presentía.

 

Taeyeon la miro apenada

 

-Es que, Tippany, mi Habitación da mushas vueltas y mash vueltas…Me he tumbado en la cama y no dejaba de girar toooodo el rato- Intento explicar

 

-Es normal que de vueltas, estas borracha y tu imaginación te juega malas pasadas-

 

-No me gushta ese cuarto, quiero dormir aquí- Añadió

 

Tiffany abrió los ojos, se sentó en la cama y estiro las piernas, protegiendo su espacio. Taeyeon le sonrió antes de perder el equilibrio y caer encima de ella. El rostro de Taeyeon quedo a centímetros del rostro de Tiffany y la distancia cada vez iba disminuyendo.

 

 

 

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Comments

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LlamaAmerica #1
Chapter 31: Que como que así termina? Awwww quiero más!
De todos modos fue una hermosa historia *-* <3
LlamaAmerica #2
Chapter 29: Ayyy :(
LlamaAmerica #3
Chapter 28: No quiero que se vaya :(
LlamaAmerica #4
Chapter 27: Que bien Tae por fin! Jajaja
LlamaAmerica #5
Chapter 26: Jajajajaja esto están matado xD
LlamaAmerica #6
Chapter 25: Jajajaja que buen hermano el leo xD
LlamaAmerica #7
Chapter 24: Que desastre este!!! /:
LlamaAmerica #8
Chapter 23: Jajajajaja el papa? Wtf!! xD
LlamaAmerica #9
Chapter 22: Pero Tiff porque te pones así :(
LlamaAmerica #10
Chapter 21: Jajajajaja
Es que son una pareja tan dispareja xD