Yixing siendo una persona humilde y sencilla, vivía con sus abuelos quienes no eran muy adinerados pero tampoco vivían de la calle. Sus abuelos a pesar de sus edades eran siempre muy energéticos, si solían cansarse de vez en cuando pero ellos iban siempre a tratar de proveer a Yixing de cualquier cosa que pudiera necesitar ya que los padres del menor habían fallecido a muy temprana edad. Para su fortuna Yixing jamás fue un niño problemático o exigente, al contrario era muy educado y afectuos además de ser siempre muy agradecido por lo que tenía, el único proble que le daba a sus abuelos era el hecho que era muy olvidadizo. No solía ser la gran cosa pero habían ocasiones en las que cosas sencillas se escapaban de la mente del joven, como por ejemplo sacar la comida del horno una vez estuviera lista, o entrar la ropa recién lavada si comenzaba a llover, esas y muchas otras cosas, sin embargo sus abuelos eran personas pacientes y simpre comprensivas. 

Aunque ellos insistían en que Yixing se concentrara solamente en sus estudios el joven no podía dejar de preocuparse por sus abuelos, o de pensar en posibles formas para poder contribuir en los gastos del hogar. Una tarde mientras regresaba de la escuela escuchó una melodía tenue, delicada provenir de uno de los restaurantes populares muy costosos de la ciudad, se acercó para darse cuenta que en el restaurante además de los meseros y sus clientes habituales también habían unas personas con instrumentos a uno de los costados de la habitación. Un caballero vestido elegantemente sentado frente a un piano de cola con una partitura frente a el mientras sus dedos se movían elegantemente por cada una de las teclas del piano, a la vez acompañado de este se encontraban otros que tocaban diversos instrumentos, un violín quien producía el sonido que había llamado la atención del joven. Luego de ellos se presentó un joven que llevaba consigo una guitarra tocando cada una de las notas como si esos acordes pudieran producir palabras. Yixing no sabía cuánto tiempo se lo pasó escuchándolos a través del otro lado del cristal -y no parecía ser el único, pues a su lado se encontraban personas pedidas en los sonidos musicales, otros incluso sacaban sus celulares para poder grabar a los músicos- cuando se dio cuenta que se le hacía tarde para la cena, se la había pasado toda la tarde en la ventanilla.

Yixing solía frecuentar después de eso una tienda de instrumentos musicales, intentó -con el permiso del dueño de la tienda que luego se dio cuenta había sido un amigo de su fallecido padre- varios de ellos, pero los que más le llamaban la atención eran el piano y la guitarra. Se le hacía interesante los acordes y los sonidos que estos producían. Frecuentaba mucho la tienda solo para tocarlos y aprendió por su cuenta.

Para uno de sus cumpleaños, sus abuelos le regalaron una guitarra con todo y su estuche, se iba al parque a practicar mientras tomaba nota de sus avances, aprendiendo con los sonidos que producían las cuerdas, llegó a componer de sus propias melodías que luego comenzaron a tener letras, expresando en ella sus sentimientos, recuerdos o incluso cualquier tipo pensamiento que cruzara por su mente. Sin darse cuenta las personas que frecuentaban ese parque también apreciaban la música del joven, comenzaron a dejarle monedas en la funda de la guitarra incluso si él no pedía nada, estaba ahí simplemente porque así lo deseaba. De poco a poco esas monedas comenzaron a incrementar su valor hasta convertirse en billetes y rondas de aplausos cada vez que terminaba sus canciones. No se daba cuenta que de vez en cuando existía una persona que no parecía pertenecer ahí, con su traje costoso y bien pulido, sus zapatos lustrados que podían reflejar cualquier cosa, su cabello perfectamente ordenado pero que siempre se quedaba de inicio a fin en sus sesiones del parque. Sin saber que era esa persona que solía dejar los billetes de mayor cantidad en su funda.

Kim Junmyeon siempre había sabido que tenía un futuro por delante, que tenía un rol que cumplir en el mundo... uno para el cual se le habí