Eran las 7:45 am cuando llegué a la ciudadela universitaria. Las clases iniciaban a las 8 am, pero igual me sentía ansiosa porque me había perdido el primer día de clases. Afortunadamente no estaría sola, porque mis amigas también estudian aquí.

-¡¡Irene!! ¡por fin estás aquí!- Me dijo mi mejor amiga Wendy mientras me daba un abrazo de oso.

-Pensé que te habías perdido jajaja- se burló Yeri, mientras reía con Joy. Mi sentido de la orientación es regular, por no decir malo y cuando me pierdo, suelo caminar en línea recta aunque no sea el camino correcto.

-Claro que no- contesté rodando los ojos. Joy y Yeri eran las menores de nuestro grupo de amigas que se formó hace unos años, ya que las 5 asistíamos a una academia de baile y canto. Aunque fuimos a diferentes colegios y nuestras edades eran distintas, la academia nos mantuvo unidas.

-Yo retiré tu horario de clases- me dijo Seulgi mientras sonreía dulcemente. Ella y Wendy tenían la misma edad, mientras que yo era la mayor.

-Muchas gracias Seulgi, ahora tengo una cosa menos  de que preocuparme- Le contesté mientras la abrazaba.

Caminamos juntas, mientras me explicaban de forma detallada pero rápida acerca del campus, los profesores, y como caminar sin perderme. Me transferí aquí, porque mi anterior universidad fue cerrada, y sólo aquí podía continuar estudiando mi carrera.

-Ahhh y por último cuídate de los “matokis”-me dijo Wendy al llegar al edificio donde estaba mi salón de clases.

-No es para tanto, nosotras estamos intactas hasta ahora-  mencionó Yeri rodando los ojos.

-Igual, nada perdemos con advertirle- refutó Seulgi con cierta preocupación en su mirada.

-Entonces… ¿Qué es un “matoki”?- pregunté confundida.

Joy tocó mi hombro y señaló un grupo de chicos sentados en los banquillos de la plazoleta central del campus. Eran 6, usaban vestimentas oscuras y tenían un aura intimidante, lo cual era extraño, ya que ni siquiera estábamos cerca de ellos. El aura era tan tangible, que los demás estudiantes los evitaban

-Estudian aquí…pero tienen una reputación terrible- me explicó Joy bajando un poco la voz.

-Desde robos, vandalismo y asesinato- agregó Wendy enumerando con los dedos.

-Los acusan de muchas cosas, pero la policía no ha encontrado pruebas, así que sólo son rumores sin fundamento- los defendió Yeri restándole importancia al asunto.

Sonó la alarma de mi celular, indicándome que ya eran las 8, así que me despedí de las chicas, no sin antes echar otra mirada a los chicos denominados Matokis, sólo  para darme cuenta que uno de ellos no dejaba de mirarme.

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Mi hora de almuerzo concordó con la de mis amigas, charlábamos de los últimos detalles de nuestra vida, cuando uno de los matokis  que pasó cerca de nuestra mesa, saludó a Wendy.

-¿Y eso qué fue?- pregunté confundida. Pensé que dijeron que debía tener cuidado con ellos, miré a Wendy de forma acusadora.

-Es lo que se hace para sobrevivir-me contestó muy tranquila.

Les dirigí una mirada a cada una para que alguien me explicara. Aunque Seulgi tenía la boca llena, contestó. -Debes seguir 3 reglas: Si te chocas con un Matoki, te disculpas y te retiras. Si un Matoki te habla, le contestas amablemente y te retiras. Si eres molestada por un Matoki lo ignoras y te retiras-

-¿Es en serio? eso suena…ridículo- todo eso se me hacía difícil de creer…todos aquí somos adultos pensantes por todos los cielos.

-Es en serio Irene. Encontrarás varios chicos que son testigos vivientes de lo que te puede pasar si te metes con uno de ellos- contestó Wendy con mucha seriedad.

-Sólo chicos, porque las chicas reciben otro trato- mencionó Joy de forma sugerente. -Dicen que son buenos amantes-, agregó Yeri entre risas.

-¿Qué? Pero eso- -todo con consentimiento- me interrumpió Wendy mientras abría su postre. -Ellos son populares entre las mujeres por su físico y por su reputación de chicos malos; así que encontraras una que otra que ha tenido “algo” con alguno de ellos- continuó explicándome.

-Así que son pseudo delincuentes populares que se acuestan con las chicas del campus. Genial- Dije de forma sarcástica.

-Y son peligrosos-, añadió Wendy con tono serio, -no lo olvides-.

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Cuando regresé a clases tenía la cabeza hecha un lío con todo lo que me dijeron mis amigas, que no sentí la presencia de otras persona a mi alrededor.

-Irene hola, si me recuerdas ¿verdad? Soy Suho, estaba llamándote hace rato pero estabas distraída-.

Cuando se me pasó la sorpresa inicial, pude contestar adecuadamente. -Hola Suho hace meses que no hablamos, disculpa realmente estoy con la cabeza en otro lado-

-Parece que compartiremos algunas clases juntos-, me dijo con una gran sonrisa.

-Me alegra ver más caras conocidas- contesté también sonriendo.

Suho estudió conmigo en la escuela y fue mi vecino un verano, desde allí, ha sido un amigo muy confiable, así que en verdad me alegraba de verlo. Nos pusimos al día hasta que llegó la profesora Kwon Yuri.

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Cuando llegué al aula de mi última clase, solo había una persona durmiendo en su pupitre en medio de la última fila, por lo que pensé que me había equivocado; sin embargo aproveché para preguntarle si sabía algo.

-Disculpa, ¿este es el salón  2412 verdad? ¿La clase no empezaba a las 5:00 pm?-pregunté desde la entrada del aula, ya que si este no era el lugar, debía salir volando a buscar el aula correcta.

La persona levantó su cabeza del pupitre.

-Sí, estás en la clase correcta- me contestó una voz masculina muy profunda.

Cuando nuestros ojos se encontraron…supe que estaba frente a uno de los Matokis.

Desde ese día,  mi vida no fue la misma.