Uno

Estigma (Kaisoo)




El chico que tiene justo delante tiene una mirada familiar para él, esos ojos castaños y almendrados, cálidos pero a la vez llenos de desconocimiento se aterrizan en sus propios ojos, opacos y sin brillo. Esa mirada suplica algo que no consigue adivinar, regalándole unos recuerdos perdidos y ya borrados de su mente e intentando cazar un mínimo rastro de algo que la gente suele llamar añoranza, una palabra que Kyungsoo tampoco comprende su significado.

Todo parece caer y desaparecer antes de llegar a tocar la superficie cuando el chico aparta la mirada. Porque en realidad ese todo es solo el nada disfrazado, porque al fin y al cabo "todo" es demasiado para describir los casi inexistentes sentimientos de Kyungsoo.

Poco después, Kyungsoo se vuelve para mirar a otro lado. Pero el recuerdo de esa mandíbula perfectamente recta y la piel bronceada sin rastro de blanco que se convierte en un dorado miel cuando los rayos del sol lo iluminan aún palpita en su mente. Y esos labios mordidos, machacados y ensangrentados por unos dedos que no dejan de toquetear y de jugar con la piel reseca le dan a entender que está nervioso.

Lo primero que piensa Kyungsoo es que ese chico no parece tener ningún problema y en ese edificio las personas que no tienen ningún problema no suelen existir, porque si están allí es que algo les pasa. Quizás porque tienen rota alguna parte de su cerebro o quizás porque tienen que cuidar a personas con cerebros rotos. Ese chico no parece encajar con ninguna de esas dos opciones y Kyungsoo no lo entiende, porque no debería estar allí.

—¿Sabes donde está el baño?—la voz suena más gruesa de la que se imaginaba, una voz que para nada encaja con ese cálido tono de piel y la inseguridad de esa mirada. 

 

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Se espera delante de las puertas de servicio para así después enseñarle el camino de vuelta al desconocido de labios ensangrentados. No lo hace porque quiere, en realidad, Kyungsoo nunca ha sabido que es lo que quiere o qué es lo que no. Simplemente lo hace por educación, porque alguien en su pasado le había enseñado a ser educado y amable con los otros y él solo se deja llevar por la inercia de los pocos recuerdos que guarda y el hecho de saber que está haciendo lo correcto.

El chico no tarda en salir, caminando con pasos lentos e indecisos hacia donde está Kyungsoo esperándolo. Mira con ojos dudosos a todo su alrededor sin aún divisar al otro muchacho vestido con una bata azul. 

El chico parece más temeroso que curioso al ver las blancas paredes, más sorprendido que indiferente al toparse de lleno con Kyungsoo y chocar sin querer con él e inexplicablemente triste cuando éste último lo aparta lentamente evitando el contacto de la piel con piel.

A Kyungsoo, ese chico le parece una explosión de sentimientos, desbordando vida por cada poro de su piel.

—Lo siento —el susurro de una voz gruesa que se pierde entre el aire, que muere sin obtener respuesta.

Kyungsoo se voltea y avanza por un largo pasillo que conduce hacia al jardín. Le hace un débil movimiento con la cabeza al chico para que lo siga y caminan los dos a un metro de distancia. 

Una incomodidad que Kyungsoo no nota se forma en el ambiente, vuela por los labios del chico para posarse en los oídos de Kyungsoo. Los envuelve un ruido casi ajeno a ellos, el ruido de los toses y los sollozos, el de las risas para calmar el dolor y el de los llantos de locura. 

Están rodeados de desesperación. Hay manos que se alzan para pedir ayuda y habitaciones con puertas medio cerradas que esconden tristes historias. El caos envuelven a esos dos que caminan juntos y al mismo tiempo separados, pero el caos no parece querer acercarse a ellos por miedo de destruir la única pizca de tranquilidad que hay en ese momento.

Cuando llegan al jardín todo parece desaparecer de golpe como si hubieran cruzado un portal que los lleva a otra dimensión, a otra realidad paralela. Hace años que los pájaros ya no cantaban en el hogar de Kyungsoo. Kyungsoo sospecha que los pájaros se cansaron de cantar para una gente que nunca los escucha y que encima bloqueaban sus armoniosos cantos con gritos.

Kyungsoo no sintió nada cuando salió un día y se dio cuenta de que los pájaros habían dejado de cantar. Tendría que haberse entristecido o sorprendido, pero no sintió absolutamente nada.

—¿Vives aquí?—oye una voz demasiado cerca detrás suyo, demasiado potente de lo que debería ser y él se da la vuelta para ver el dueño de esa pregunta, este dueño lo mira con los ojos muy abiertos, como si nunca hubiera visto un muchacho vestido con bata.

—Algo así, no tengo a donde más ir.

—¿Como te llamas?

La pregunta espera paciente en la mirada del chico, una mirada que se posa en los ojos de Kyungsoo.

Hace realmente buen día y Kyungsoo hubiera encontrado más cómodo si ese chico le hubiera preguntado por el tiempo, él habría podido levantar la cabeza, mirar el cielo teñido de azul y contestarle un "De verdad hace un buen día hoy" pero ese chico le gusta hacer preguntas complicadas.

—Kyun...Ky-un...

Su nombre, su nombre se hace distante, desconocido y lejano para él, sabe las letras, conoce las sílabas pero cuando abre los labios para dejar la palabra escapar de sus labios todo se mezcla y se corroe. Agacha la cabeza para ver qué pone en la etiqueta que lleva en el pecho, pero solo encuentra números. 6-894.

—¿No sabes tu nombre?— pregunta el chico de la tez de color miel.

—Creo que no—contesta simplemente, sin ningún expresión en su rostro.

El desconocido no se sorprende ni tampoco se burla, solo da unos pasos hasta quedar al lado de Kyungsoo y los dos siguen caminando. Inundados por un silencio ya familiar.

La puerta de salida se ve al final del camino, rodeado de arbustos y flores. Kyungsoo piensa en la palabra salvación cuando la ve y esa misma palabra sigue resplandeciendo e invadiendo lo más profundo de su celebro pidiendo ser escuchada, pero siempre ignorada al final.

—Mi nombre es Jongin, Kim Jongin.

—Hola Jongin.— decir esas dos palabras hacen que la voz de Kyungsoo suene fría y débil, se pregunta si Jongin la ha oído y si su voz suena tan desolada como está él por dentro. Hace tanto tiempo que no hablaba con nadie.

—Hola.— Y es en ese momento cuando sonríe, quebrando aún más sus labios y enseñando los dientes. —¿Trabajas como enfermero aquí?

Durante un momento no sabe como responder a esa pregunta, la respuesta parece tan obvia y tan corta que Kyungsoo no quiere dejarla ir.

—¿No ves nada malo en mí?—dice mientras ve como Jongin se rasca la cabeza de una forma casi infantil—¿De verdad crees que soy un enfermero?

—Un enfermero un poco frío y que no sabe su nombre, supongo.

Quizás a ese Kim Jongin le gusta engañarse a si mismo y creer que no está hablando con alguien que lleva años y años atrapado en aquel sitio, quizás el autoengaño a veces es tan efectivo que consigue nublar la razón y la lógica.

Antes de que Kyungsoo pueda contestar nada, los dos ya llegan a la puerta de salida, que más bien se trata de una reja metálica y fea, con barras de hierro terminadas en puntas afiladas.

Y los dos chicos se pararon allí, esperando que el otro diera un paso hacia alguna de las dos direcciones.

—Supongo que esto es todo...—Jongin es el primero en romper ese extraño silencio—Me alegro de conocerte.

—Yo igual.—Kyungsoo contesta lo más normal que se puede contestar en estos casos, es lo que la mayoría de la gente hace y Kyungsoo lo sabe porque ha leído muchos libros en los que se da el caso.

Antes que nadie diga nada más, Kyungsoo se aleja por el mismo camino empujado por esa inercia que siempre le acompaña, una inercia que lo empuja hacía un mundo sin alegria ni dolor. 

 

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Si alguien le preguntara a Kyungsoo que en qué esta pensando seguramente respondería a esa pregunta enseñándole su actual lectura, porque realmente no tiene nada más que no sean los libros con lo que ocupar su mente.

Leer de alguna manera hace que él comprenda o intentara comprender algunos de los sentimientos que no tiene. 

La mezcla de palabras que hacen los autores de los libros que ha leídos hacen la mejor definición de un sentimiento en concreto, y aunque Kyungsoo no los haya tenido nunca, si alguna vez ocurriera un milagro, él sabría de qué sentimiento se trataría si lo analizaba un poco y lo compararía con los síntomas que se relataban en los libros y los que sienten los personajes. Se podría decir que está preparado para que sucediera el milagro.

Tiene una pequeña y vieja libreta donde lo apunta todo sobre sus nuevos descubrimientos, cada página es un sentimiento diferente que conocer e investigar. A medida que va leyendo libros y descubriendo más sobre el enigmático mundo de los sentimientos, su letra pequeña y desigual va llenando páginas y páginas, escribiendo cada mínimo detalle, apuntando todos y cada uno de los síntomas que se presentan esperando el día en poder llevarlos a la practica.

Por esa misma razón cuando cuatro días después ve a ese chico llamado Jongin sentado en uno de los bancos del jardín se engaña a sí mismo pensando que en el fondo de su pecho lo que siente es sorpresa y saca su libreta de debajo del cojín y busca la letra S. Aunque no haya ojos que se abren, ni respiración que se corte, Kyungsoo sabe que en esos momentos es lo que debería sentir así que se toma eso como un pequeño avance.

Lo observa a través de la ventana que hay en su habitación con las páginas arrugadas y llenas de pequeñas letras en negro acariciando sus esqueléticos dedos. Solo lo ve de perfil y está demasiado lejos como para que Kyungsoo se fije en los detalles.

Hoy es otro de esos días en los que parece que iba a ponerse a llover en cualquier momento. Tiene la sensación de que un manto de color gris oscuro lleva todo el día tapándole completamente los ojos, hace que todo lo que ve se vea de un gris pálido y nada vivo y Kyungsoo quiere que desaparezca, quiere quitarse ese plástico, limpiar la suciedad de sus pupilas y volver a ver colores vivos.

La primera gota que cae avisa a las otras para que la sigan, el agua no tarda en golpear el cristal de su ventana y los truenos retumban el cielo para luego iluminarlo todo con una luz entre las nubes. Las enfermeras salen corriendo para acompañar a los pacientes dentro, pero Kyungsoo ve como el chico de piel cálida se esconde detrás de un árbol. Empapado, se sienta rodeando sus piernas con sus brazos y agacha su cabeza. Las chicas vestidas de blanco pasan de largo, buscan con prisa, no ven una mancha de azul claro detrás del árbol ni tampoco una melena castaña esconderse entre unos escuálidos brazos. Finalmente entran, engañadas por la idea de que todos están sanos y salvos, cuando nadie lo está realmente en ese sitio.

La lluvia cae con más fuerza a medida que avanzan los segundos y Kyungsoo sabe que Jongin no pretende levantarse e irse a casa. Eso le hace preguntarse qué tiene que hacer en ese momento porque si reflexiona un poco y basándose en sus conocimientos no es bueno dejar a un chico solo en medio de esa tormenta. No obstante, el vacío dentro de su pecho le explica que no es asunto suyo y que ese chico se habrá quedado allí por algún motivo que no le incumbe.

Finalmente se pone un jersey por encima de su bata azul y abre la ventana. El viento mezclado con la lluvia le reciben rápidamente y Kyungsoo nota el frío colarse entre su ropa, apropiándose de su calor.

—¡Jongin!— oye su voz gritar por primera vez en mucho tiempo pero solamente él mismo es quien consigue oírlaporque el chico sentado detrás de un árbol ni se inmuta.

—¡Jongin!—grita otra vez, con más fuerza.

 

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Jongin levanta la cabeza buscando ese susurro llamando su nombre pero solo ve hojas mojadas y troncos firmes. Acaba pensando que es producto de su imaginación y vuelve a esconder su cabeza entre sus piernas, se flota sus brazos intentando darles calor inútilmente y se encorva aún más a causa del frío.

—¡Jongin! —otra vez la misma sensación de alguien llamándolo.—¡Aquí arriba!

A pesar del sonido de tantas gotas cayendo al mismo segundo, Jongin oye perfectamente las últimas palabras, y esta vez levanta más la cabeza y busca. El agua impide que vea bien y sus párpados se cierran cada vez que alguna gota aterriza cerca de sus ojos. Tarda en divisar dos brazos que se mueven saludándolo pero acaba viendo a una chico detrás de una ventana abierta moviendo exageradamente los brazos. No lo reconoce al instante, solo ve un chico pelinegro con una piel casi transparente. Pero cuando se levanta y consigue ver los grandes ojos del chico y los gruesos labios que contrastan con una fina piel blanca, Jongin se hace una idea de quien se trata.

 

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Lo primero que nota cuando ve a Jongin levantarse es la ropa que lleva, es tan claramente igual a la suya que lo primero que piensa es que esta teniendo alucinaciones, porque nada de eso encaja con la realidad de hace 4 días. La bata azul claro que lleva Jongin, empapada arrugada y llena de manchas, es la que llevan los pacientes de este centro y Kyungsoo no sabe como relacionar esa prenda de ropa con ese chico que días antes desbodaba sentimientos por cada poro de piel.

—¡Entra!—le grita.

—¡No! ¡Quiero estar solo! —dicho esto se vuelve a sentar en la césped, con la intención de quedarse allí como más tiempo mejor.

—¡Puedes estar solo dentro! ¡Entra!

El ruido del viento es el único que le contesta a Kyungsoo y viendo el pésimo resultado de sus gritos acaba por cerrar la ventana.

Coge el primer libro que encuentra en el cajón y se sienta en la silla que hay al lado de la cama antes de abrir el libro. Echa un ultimo vistazo por el vidrio de la ventana y se sumerge en una lectura de elfos y horcos, de sentimientos relacionados con la desesperación y la guerra y pierde la noción del tiempo.

La aguja pequeña del reloj avanza a un paso relativo, Kyungsoo no sabe los minutos que han pasado cuando deja el libro sobre la mesita de noche, con el marcapáginas puesto en la pagina 194.

Se da cuenta de que la lluvia ha disminuido considerablemente y vuelve a acercarse a la ventana. Charcos de agua turbia invade la mayoría de la superficie del jardín, las hojas se encuentran amontonadas en las esquinas, las pocas flores que han sobrevivido están curvadas con solo algunos pétalos colgando y Jongin, Jongin sigue allí.

Kyungsoo busca al fondo de su armario, revuelve los libros de sus cajones y mira debajo de la cama para finalmente encontrar un paraguas, roto pero aun utilizable, lo coge y sale de la habitación, sin prisa porque pueden pensar que quiere hacer una locura.

Atraviesa el pasillo principal y sale por la puerta de emergencias trasera. Cuando sus pies descalzos tocan la húmeda tierra por fin le recorre un escalofrío por todo el cuerpo.

No sabe qué es lo que va a decir cuando ve la espalda del chico a metros de él, pero sigue acercándose con cautela, procurando no pisar ninguna flor.

Desde esa distancia puede ver como tiembla el chico y como sus uñas son enterradas con fuerza en sus propios hombros. Kyungsoo avanza hasta quedar delante de él, pero Jongin aun no levanta la cabeza y él piensa que quizás se ha quedado dormido, aunque es imposible dormirse en esas condiciones.

—¿Piensas quedarte allí durante mucho tiempo?—La repentina voz quebrada de Jongin lo sorprende, suena tranquila y desenfadada, no como la de alguien quien ha estado soportando la tormenta por horas —Porque si es así tengo que decirte que te busques otro lugar donde quedarte a observar.

Y dicho esto enseña por fin su rostro, los mismos ojos almendrados, los mismos labios agrietados y la misma mandíbula perfectamente recta, pero a la vez diferente, ya no está la calidez de su color de piel, ni la sonrisa acompañada de gestos infantiles, ni la mirada insegura.

Ahora sí encaja, ahora sí que parece tener un problema.

—Quería saber que tiene esta césped para que te quedaras aquí sentado tanto tiempo—dice lo primero que se le pasa por la mente—¿Puedo sentarme también?

Jongin no dice nada, simplemente se lo queda mirando como si él fuera el que estuviera loco. Y Kyungsoo no sabe si le gusta más esa mirada, que es justo como debería de mirarlo todos, o la de la vez anterior. No es hasta que Kyungsoo se sienta a su lado y pone su paraguas entre los dos cuando finalmente parece rendirse.

—¿Sorprendido?

—No realmente.

Esa respuesta parece sacarle una sonrisa sarcástica. Kyungsoo no entiende nada de esa situación, pero siente que quizás no está haciendo lo correcto.

—Solo quería parecer normal por última vez antes de acabar así.—empieza a decir mirando unas flores casi muertas del arbusto delante suyo— Solo quería que alguien más me viera como un ser humano sin...sin problemas en la cabeza...Y tu parecías tan fácil de engañar, caíste al acto. Sin preguntarme nada ni mirarme como si yo hubiera perdido la cabeza. Hace tanto tiempo que no encontraba personas que me miraran sin juzgarme y ahora que por fin he encontrado a una, ahora que por fin puedo vivir sabiendo que alguien en este mundo piensa que soy normal va la maldita lluvia y me hace esto. Es injusto.

—Lo siento.—la voz de Kyungsoo suena demasiado clara cuando deja escapar esas dos palabras. Creyó que las mentiras se contaban con susurros, ahora sabe que no estaba en lo cierto.

Jongin suelta una pequeña risa, casi histérica esta vez.

—No, no lo sientas. Eso seria engañarte a ti mismo y engañarme a mí ¿verdad?— El campo de visión de Jongin es sustituida por el rostro de Kyungsoo y en lugar de labios formando una fina linea recta son labios torcidos los que Kyungsoo ve. —He preguntado sobre ti durante estos días. Dicen que careces de sentimientos.

¿Sus palabras debería doler más de lo que le está doliendo? Porque en realidad no duelen para nada, son más ciertas que dolorosas al fin y al cabo. Jongin solo le esta recordando algo que ya sabía desde que lo metieron allí.

—Supongo que tienes razón, me has pillado. — Kyungsoo quiere que calle, que no siga hablando. Por eso él no quiere dejar de hablar. —Pero ahora dime, con todo lo que se supone que sabes de mí. ¿Quién es el que está peor de nosotros dos? ¿Quién es el que ha pasado más tiempo aquí?

Kyungsoo ve en la mirada del Jongin como se queda sin palabras. Casi podría arrepentirse de haber sido tan cortante, casi.

—Si ni siquiera eres el que parece menos normal en este jardín, no tienes derecho a decir que es injusto. Porque según tu criterio nada lo sería.

Jongin mira a Kyungsoo sorprendido. Se engañan pensando que eso que desciende por la mejilla de Jongin son solo gotas de lluvia porque Kyungsoo solo se fija en el liguero temblor de sus palabras.

—Esto no es comparable.

La lluvia disuelve la sangre de los labios de Jongin y hace que se forme una línea fina de color rojo que desciende desde sus labios hacia su barbilla. Kyungsoo no sabe de donde nace ese repentino pensamiento de querer que nada le haga daño a ese chico, quiere pensar que es debido a que realmente, en ese momento, Jongin se ve como el más indefenso de los dos.

—No, claro que no. Pero lo que estas haciendo es ir a llorar al hombro de alguien a quién solo le queda un día de vida mientras que a ti te quedan meses. —Kyungsoo se acaba de dar cuenta de que se le da bien pensar en metáforas de última hora.

Jongin acaba soltando una pequeña carcajada que se escucha tan triste que otro escalofrío recorre el cuerpo de Kyungsoo. Finalmente, termina por levantarse y situarse delante de Kyungsoo para ofrecerle la mano.

Cuando ambas manos se enlazan y aunque el tacto sea frío debido a la lluvia, Kyungsoo siente que sus manos encajan bastante bien, porque no nota ningún dedo fuera de sitio, ni ningún hueso del otro que le incomode. Es raro, piensa. Pensar en cosas como esa cuando solo lo está ayudando a levantarse es de raros.

—Se te da bien—Él tira de él, Kyungsoo se levanta casi al instante, como si su peso no significara nada para Jongin.

—¿El qué?

—Ser el más raro de los dos. 


 

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