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Ese panda es mío
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Ahí estaba JiYong, mirándose al espejo y pensando cómo sería la mejor forma de llevar el cabello -color zanahoria- el primer día de trabajo. En la entrevista que tuvo tres días atrás le dijeron que la buena presencia no era importante, pero no quería aprovechar de su suerte.

 

Nunca había considerado el buscar trabajo antes de finalizar sus estudios, pero no había contado con el hecho de que las maestrías para escuela primaria implicaban mucha inversión de dinero en las prácticas.

Así que allí se encontraba, leyendo el periódico una mañana mientras tomaba café, cuando un gran anuncio llamó su atención:

“ Cheongju Zoo solicita personal para cuidado de osos panda 6 horas al día

Buena paga

Contrato inmediato”

¿Qué tan difícil podría ser cuidarlos? ¿Por qué siendo un trabajo tranquilo, accesible y con buena remuneración, nadie lo había tomado todavía? Infló las mejillas mientras releía mil veces la publicación. No encontraría otro trabajo que implicara pocas horas, que estuviera tan cerca de su departamento y, definitivamente, no hallaría otro trabajo con animalitos tan tiernos.

Tomó su celular y marcó el número que se encontraba al fondo del anuncio.

 

Se decidió por dividirse el cabello al medio, para que cayera sobre sus ojos. Un jean azul no muy ajustado y una camisa verde agua–bastante grande para su contextura física- completaron su outfit final, acompañado de las botas marrones que se compró justamente para la ocasión.

Estacionó el auto en la entrada del zoológico y llenó sus pulmones de aire antes de bajar y cruzar la puerta principal. Una vez adentro, se detuvo junto a la entrada de administración y, luego de vacilar un momento, golpeó.

-Pase- respondieron del interior de la pequeña oficina y, de manera inconsciente, tragó sonoramente antes de poner una mano en el picaporte.

-Tú debes ser el chico nuevo, por favor toma asiento-. Un muchacho de no mucha estatura, labios prominentes, mirada simpática y un pequeño mohicano negro  se encontraba sentado detrás del escritorio. Estaba acomodando carpetas con fotos de animales, mientras copiaba algo en la computadora. JiYong se removió nervioso.

Unos largos minutos pasaron –o tal vez eran solo sus nervios-, hasta que el empleado pareció terminar lo que estaba haciendo y le dirigió una sonrisa amistosa, por primera vez, desde que se encontraba allí adentro.

-Disculpa, es que entraron cinco nuevos animales y si no los registraba yo, no lo iba a hacer nadie- suspiró. -Tuviste la entrevista en las oficinas del centro, ¿verdad? Seunghyun me mandó tu currículum ésta mañana- sacó un folio del primer cajón, poniéndolo a la vista, y apoyó los codos por encima, entrelazando los dedos. –Mira… ¿cómo es tu nombre?- bajó la vista dos segundos –Jiyong- dijo sonriendo, antes de conectar sus miradas nuevamente y seguir hablando. -No es un trabajo complicado, pero hay que tener la suficiente paciencia para poder manejar todos esos ositos…

-Todos esos… ¿Ositos?- interrumpió de repente, algo asombrado.

-¿No te lo dijo hyung? El trabajo que aceptaste es para cuidar seis crías de osos pandas; dos hermanitos que fueron rescatados al quedar huérfanos y otros cuatro que llevan aquí un poco más de tiempo... Ashh-  frunció el ceño -¿cómo puede haber olvidado decirte ese detalle? Es un imbé-

-¡No! Espera- lo interrumpió, levantando las manos en el aire. -Estaré encantado en cuidar esos bebés- sonrió rascándose la parte de atrás de la cabeza  -A decir verdad, me había asustado un poco la idea de cuidar pandas gigantes porque sé que muerden y son un poco complicados. No veo la hora de conocerlos- sus labios se contrajeron, dejando a la vista una línea perfecta de dientes.

-¡Eso es estupendo!- se alegró el muchacho, poniéndose de pie. -Sígueme, te llevaré a la sección donde se encuentran. Voy a ir explicándote cómo funciona todo, así vas entendiendo- abrió la puerta, dejando que Jiyong saliera primero.

-Cada zona está bajo el cuidado de un sunbae, que se encarga de supervisar a sus aprendices y les enseña todas sus tareas meticulosamente para que, luego, puedan hacerlo por su cuenta. También son los encargados de saber si la gente que se les seleccionó, le es de ayuda, o si hay que reemplazarla. En fin, Seungri será tu sunbae. Él se encuentra trabajando con los pandas desde que llegó la primera camada al zoológico. Parece tener afinidad con esos osos, realmente lo aman- rio. -Puede ser un poco difícil de temperamento, pero es un buen chico, creo que se llevarán bien- lo miró animadamente. -Después de ti- dijo, abriendo una puerta de vidrio.

De repente, el intercomunicador que llevaba colgado de la cintura comenzó a sonar. -Discúlpame un momento- se excusó tomándolo, y apretó dos botones -Dae, ¿cuál es el problema?- preguntó mirando a un lado.

>Hyung… Es Suni… De nuevo.

Se pasó una mano frustrada por el rostro. -¿Ya probaron hacerle el juego con las frutas?

>Emmmh sí, y ahora Hoon tiene el pelo lleno de banana.

JiYong no pudo evitar reír bajito.

El moreno suspiró. -Estoy en camino. Cambio y fuera- anunció, volviendo a colgar el aparato en su pantalón. Volteó y se encontró con una mirada divertida y cargada de dudas. -Tenemos una chimpancé que se pone un poco “difícil” a la hora de comer- explicó sonriendo. -¿Te molesta si me voy? Solo tienes que entrar en esta sala, ponerte una de las batas azules que cuelgan del perchero de la pared y luego cruzar la otra puerta que da al patio. De lo único que tienes que tener cuidado es que ningún osito se encuentre cerca cuando vayas a salir. Seungri no debe estar muy lejos, él te explicará todo lo que tienes que saber de aquí en más y contestará todas las preguntas que tengas para hacer.

JiYong asintió nervioso y el muchacho hizo una corta reverencia antes de retirarse.

De repente su corazón comenzó a latir con intensidad. ¿Y si el sunbae era un tipo de cuarenta años, malhumorado y frustrado? Después de todo, le dijeron que llevaba tiempo trabajando en el zoológico. Se mordió el labio inferior. ¿Y si se enojaba porque él no sabía hacer algo y lo despedían? Oh Dios, ¿era demasiado tarde para salir corriendo?

Respiró hondo. Entrar en pánico solo empeoraría las cosas. Eran seis horas, podría aguantarlas. Dio un paso dentro de la habitación, mirando alrededor. Observó pantalones y zapatos descartables, gorros de tela, guantes y barbijos, ¿eran necesarias tantas cosas por unos cuantos pandas? Se encogió de hombros y agarró una de las batas, pasando los brazos por los huecos y haciendo un poco de contorsionismo para poder prender todos los botones en la espalda.

Miró a través de la puerta de vidrio -después de fruncir el ceño a su reflejo en un espejo- y, como no había nada, ni nadie cerca, la abrió.

Era un patio más grande de lo que imaginaba, con juegos de madera en una gran parte, árboles por todos lados, y muchas plantas de bambú. Se dio con una canasta en medio de lo que parecía, una mesa tapada con una gran tela de plástico, y caminó lentamente hacia ella.

-Sally, por favor déjame caminar- la voz vino desde su izquierda. Rápidamente volteó, encontrándose con un chico de unos veinte y tantos, cabello castaño oscuro, ondulado, contextura física sin duda más grande que la suya y una sonrisa que ¡por Dios! -¡Sora no! Ese auto de juguete no es para comer- Jiyong lo vio dar tres zancadas con una osita abrazada a su pierna, para quitarle el juguete a la otra. -Rom, ¿dónde está Kay? ¡Rom te estoy hablando!

Bueno sí, tal vez estaba un poco loco, pero no parecía tener mal temperamento. Y, para completar, se veía extremadamente tierno, incluso con esa horrible e incómoda bata azul.

Demasiado embobado como para prestar atención a lo que estaba pasando, Ji quiso dar un paso y tropezó, encontrándose con un peludo animalito, dando tiernos gruñidos mientras le desataba el nudo de los cordones. Inconscientemente dio un gran salto, llamando la atención del cuidador.

-¿Quién eres tú?- quiso saber el morocho, irguiendo la espalda para darse más altura.

-H-hola, perdón, s-soy Kwon JiYong, tu-su-tu… Su nuevo aprendiz- se inclinó, haciendo una reverencia, con las mejillas coloradas por la vergüenza. Esperó en esa posición una respuesta, pero, luego de un silencio, lo único que escuchó fue una gran carcajada. Se enderezó enarcando una ceja.

-D-discúlpame- trató de contener la risa -es que fuiste muy formal y no me lo esperaba- hizo un gesto como si estuviera secando una lágrima que amenazaba con caerle por la orilla del ojo. -Hola, soy Lee SeungHyun, es un gusto conocerte- hizo una reverencia. -Veo que ya conociste a Gio- notó, mirando a las botas de Jiyong.

El pequeño osito estaba concentrado en su ardua tarea de babearle los cordones por completo. -E-o-emmmh… ¿Ayuda?- los nervios le estaban impidiendo pensar apropiadamente.

El chico suspiró, acercándose a rastras para retirarle el panda de los pies. -Zapatos descartables- señaló con la cabeza a la sala de la que había salido -estos amiguitos destruyen y ensucian todo a su paso- explicó. -Bien, ven que te presentaré a los niños- dijo animado, dando una palmada.

-Esta nena mimosa de aquí, es Sally, siempre busca el contacto físico, así que te recomiendo que empieces a ejercitar tus piernas porque es de buen comer, y su actividad favorita es ocupar el lugar de tu calzado- sonrió. -El fanático en desatar nudos es Gio, el más pequeño de todos- se llevó un dedo a la comisura de los labios- se puede decir que ellos dos son la razón principal por la cual usamos descartables aquí adentro-. Volteó buscando con la mirada a los otros -esa pachoncita de allá, la que está comiendo bambú- señaló -es Sora.

Caminó un poco, haciendo que JiYong lo siguiera. -Los dos que se ven en el tobogán son Rom y Kay, los pequeños hermanos. Cuando los encontraron dijeron que se estaban protegiendo uno con el otro a pesar de ser muy cachorros. Son los últimos que ingresaron al zoológico y todavía no han podido congeniar con los demás, por eso es que necesitábamos un poco de ayuda extra. Es importante hacer que se adapten y convivan con el resto, ya que pasarán un buen tiempo todos juntos.

-Oh- murmuró Ji asintiendo frenéticamente con la cabeza. Tenía mucha información para procesar en solo unos segundos. Se aclaró la garganta. -Entonces… Debo ponerme las botas y la bata descartable antes de salir al patio todos los días-. Hizo una pausa esperando que el cuidador le hiciera una señal positiva para seguir hablando. –Bien. Ahora los osos- miró a su alrededor y alzó una mano, apuntando a cada uno-  Sally, Gio, Rom, Kay y Sora, ¿es así?- quiso saber, a lo que recibió una sonrisa como respuesta. Se llevó un dedo a la comisura de los labios. -Pero el chico de administración me dijo que eran seis- miró a Seungri a los ojos, inclinando la cabeza a un lado.

-¿El chico?

-Sí, me acompañó hasta la puerta, pero lo llamaron porque tenían problemas con una chimpancé y se fue…- reflexionó un momento. -Ahora que lo pienso, en su tarjeta de identificación recuerdo haber leído algo como Dong…

-¡Ah sí! Dong YoungBae, el encargado del zoológico. Es la única persona que tiene el tiempo y las ganas suficientes, como para supervisar a todos y cada uno de los animales- remarcó. -Aunque por lo visto no tiene tiempo para presentar al chico nuevo y lo deja solo a su suerte- rió achinando los ojos. JiYong tuvo que mirar a otro lado para no ponerse colorado. -Bueno, tienes razón, son seis en total. Tendrás el placer de conocer a Moon cuando se despierte, mientras tanto dejémoslo dormir- concluyó, girando sobre sus talones para agacharse y agarrar al osito que quería tragarse los cordones del nuevo aprendiz.

El mayor comenzó a buscar con la mirada por todos lados. -¿Dónde está?- quiso saber, sin dar con el pequeño blanco y negro.

-¿Ves allá, donde está esa gran roca rojiza?- señaló, a lo que Jiyong asintió enérgicamente con la cabeza. –Bueno, se las arregla para dormir detrás de ella. No me preguntes por qué. Desde que llegó al zoológico se adueñó de ese rincón y muerde a los que se acercan allí.

-Oh- murmuró Ji, sin quitar los ojos de la esquina en donde se suponía que estaba el panda.

Seungri se irguió y lo observó un minuto antes de hablar. –Quizás sea demasiado para un primer día, pero te adaptarás rápido. Este trabajo se basa más que nada, en ser paciente- sonrió, haciendo que el mayor lo imitara al verlo al rostro.

-Trabajo con niños- dijo de manera un poco precipitada. El chico arqueó una ceja y él se rascó la nuca, antes de acomodar las palabras en su cabeza para poder decir algo coherente. –Soy maestro en una escuela primaria, o mejor dicho, soy practicante, me faltan rendir tres materias para poder recibir mi título y, para aprobarlas, debo dar clases por lo que queda del semestre- explicó.

-¡Woah! ¡Eso es estupendo!- exclamó el muchacho, alzando uno de los ositos en brazos. –¿Escuchaste eso Gio? Quizás esta vez tengamos suerte con el nuevo cuidador- le habló al pandita, acariciándole entre los ojos con la nariz y hundiendo su cara entre la suavidad del pelaje del animal.

Jiyong sonrió ante la imagen, definitivamente había tenido suerte con ese trabajo.

 

La mañana pasó lentamente, Seungri había explicado lo necesario en cuanto a la limpieza del patio y algunos de los cuidados especiales que tenían con la fauna del lugar para que se encontrara todo en condiciones óptimas para la supervivencia de los seis cachorros.

Sora era la más tranquila hasta el momento, mientras tuviera bambú o algo para llevarse a la boca, se mantenía entretenida por horas hasta que alguno de sus hermanos la iba a buscar para jugar. Como el muchacho había predicho, Rom y Kay hacían de todo juntos. Jiyong lo comprobó de la peor manera en cuanto estuvo barriendo las hojas secas del predio. El trabajo que podría haberle tomado minutos, terminó siendo de una hora entera, luego de pedirle por favor a su sunbae que lo auxilie porque Rom no quería salir del canasto de la basura y Kay había masticado la mayor parte del escobillón, destrozándolo al punto de que no se podía usar más.

 

-Nota mental para mañana, traer las zapatillas que uso para limpiar mi departamento- dijo Jiyong, al verse las botas embarradas y llenas de baba de oso, cuando se sentó a tomar un merecidísimo descanso junto al cuidador.

-Me recuerdas a una chica que vino antes por el puesto- comentó Seungri, pasándole un sándwich que tenía en la gran vianda de comida. –El primer día llegó maquillada como para irse de fiesta-. Comenzó a hacer mímicas con las manos -traía el cabello bien arreglado, las uñas pintadas y unos tacones altos que, según ella, estaba acostumbrada a usar.

Jiyong lo miró sorprendido, una sonrisa divertida amenazaba con dibujarse en sus labios.

-Al segundo día llegó al zoológico con unos pantalones, que parecía, tenían años, una cola de caballo despeinada, zapatillas Convers y sin una gota de maquillaje en el rostro y las uñas.

-Wow- exclamó el mayor. –Puedo imaginar cómo le fue el primer día-. El chico le dio una mirada de entendimiento. –Y, ¿qué pasó?

-Renunció esa misma tarde- respondió, encogiéndose de hombros. –Dijo que prefería trabajar limpiando retretes que cuidando estas…- dio un rápido vistazo a los ositos que dormían apilados dentro de la canasta que se encontraba sobre la mesa cubierta por la tela de plástico –bestias- terminó la oración con amargura en la voz. –Pero en fin, ella no era apta para el puesto, Moon no la quería, así que no nos afectó para nada que se fuera de aquí.

-¿Cómo es que pudo decir eso?- preguntó más para sí mismo que para el muchacho. Seungri lo miró y sus pupilas se conectaron por un largo momento. –Lo-lo que quiero decir es que- respira Jiyong respira –pueden ser un poco insoportables porque son muy juguetones, pero son bebés, ¡no puede tratarlos como bestias! Son cositas tiernas y peludas…- le dio un mordisco al sándwich para llenarse la boca y callarse a la fuerza, sabía que ya estaba divagando y sentía demasiadas ganas de que la tierra lo trague por eso.

El cuidador, en cambio, sonrió ampliamente ante lo que acababa de escuchar y, acto seguido, le dio un amistoso apretujón en el hombro. –Tengo un buen presentimiento contigo, espero no estar equivocado- comentó, rompiendo el contacto visual para estirarse a alcanzar las latas de gaseosa que estaban en el piso, frente a ellos.

 

 

-Entonces, ¿quieres hacerlo de vuelta?- preguntó el chico, alentando al mayor que lo miraba con preocupación en el rostro.

 

En las horas que llevaban dentro de ese sector, Jiyong pudo darse cuenta que el sunbae no era una persona a la que le gustara hablar mucho de su vida personal, pero, con un poco de esfuerzo, pudo saber que Seungri era dos años menor que él, vivía solo, no muy lejos de su departamento y, estudiaba veterinaria en la universidad local.

 

-De acuerdo- respondió vacilante, mientras cargaba a uno de los oso y lo ponía sobre una camilla para poder verle la pata trasera derecha, donde se encontraba un pequeño sello de tinta azulada.

 

El chico le había enseñado que los osos estaban marcados para poder diferenciarlos. Cada uno de ellos tenía un sello especial que era diferente a los del resto, y era importante volver a dibujárselo todas las semanas, ya que era hecho a base de hierbas naturales y perdía el color rápidamente.

Jiyong aprendió que era de vital importancia el poder diferenciar a todos entre sí, ya que cualquier descuido que ocasionara el confundirlos, podría traer muchos problemas. Seungri era el único que podía hacerlo sin necesidad de verles la marca, pero, de todas formas, no había podido evitar lo que había sucedido un tiempo atrás, con otro aprendiz. El chico alzó un panda para presentarlo a la visita turística que estaba de paseo ese día en el zoológico –algo que organizaba el lugar una vez a la semana, que implicaba, dar lugar a que la gente disfrute del contacto físico con algunos de los animales y pueda aprender cosas básicas de ellos-. Pensando que era Sora, acercó a Moon a un adolescente, el cual terminó con una cicatriz de cuatro garritas en uno de sus brazos.

-Esta es Sally- remarcó al ver la pata de la osita. Cuando levantó la cabeza, buscando la mirada del muchacho, sonrió de orgullo de sí mismo al ver que le asentía en aprobación.

-Aprendes rápido- le dijo, dándole un leve apretón en el brazo. –Prueba con ese de allí- señaló a un oso que estaba sentado en el suelo, observándolos.

 

Cuando el reconocimiento acabó, los dos chicos alzaron, cada uno, una canasta de gran tamaño, llena de cañas de bambú para llevar a la mesa y distribuirlas en puntos estratégicos del patio. Pero, en el camino, una bola peluda y fuerte, golpeó de lleno a Jiyong en el tobillo, haciéndolo caer al piso mientras las varas volaban por el aire y caían alrededor de él.

-Ji, déjame presentarte a Moon- indicó Seungri entremedio de una carcajada. Dejó su canasta a un lado y le ofreció una mano para ayudarlo a ponerse de pie. –Él será al que reconocerás más rápido- agregó.

El mayor se giró, observando al animal. Era más que pequeño que Gio, ¿cómo podía ser que fuera más fuerte? –Hola Moon- saludó, maravillado por lo grande de los ojos del osito.

La criaturita gruñó tiernamente y se le acercó, abrazándolo de la pierna.

-¡Vaya!- murmuró Seungri sorprendido. –Es la primera vez que hace eso con alguien que no sea yo.

-En ese caso, es una buena señal- comentó el mayor, contento.

El muchacho chasqueó la lengua y volteó para alzar la canasta. –No estés tan seguro, siempre ten un tercer ojo puesto en él- le advirtió antes de dirigirse a la mesa, seguido por cinco pandas hambrientos.

-No le hagas caso- susurró Jiyong, poniéndose de cuclillas para tocar la cabeza del osito. –Tú y yo seremos buenos amigos, ¿no es verdad?

 

 

-¡Te dije que no te confiaras!- se quejó Seungri, mientras sacaba una buena cantidad de algodón del armario de primeros auxilios.

Un círculo perfecto de dientes estaba marcado en la palma y dorso de la mano de Jiyong, el cual se mordía el labio inferior para evitar gritar del ardor que le producía el líquido que le había puesto el cuidador en la herida.

-Ya sé cómo distinguirlo del resto- gruñó, intentando evitar darle un golpe a su sunbae por no ser un poco más delicado. –Es el que tiene sangre entre los dientes.

Seungri dejó escapar una carcajada que hizo, por un momento, olvidar de todo el dolor que el mayor pudiera estar sintiendo. –Youngbae le dice Chucky, como el muñeco malévolo, porque dice que tras toda esa ternura se esconde un demonio que algún día acabará con todos nosotros.

-No le va nada mal el apodo- comentó.

 

 

Al terminar el día laboral, Jiyong se subió a su auto con una mano vendada, las botas llenas de barro y el cabello duro de suciedad. Youngbae se había reído de él y después dijo a Seungri que lo demandaría por no creerle cuando él insistía que Moon era una piraña en vez de un panda. Luego de eso, había conocido a Daesung, y a Hoon, el muchacho de la banana en el cabello.

Sus ojos pasaron del volante, a la venda de su mano. Su jefe, era un chico tan bello, ¿cómo hacía para permanecer tan impecable trabajando con animales? Una sonrisa se dibujó en sus labios cuando lo recordó jugando por todo el parque.

Todo mejoraría de ahora en más, después de todo el primer día es lo más difícil en cualquier trabajo, ¿verdad?

 

 

No pudo estar más equivocado.

 Seungri había puesto especial atención en los detalles de las cosas que Jiyong olvidaba hacer –o hacía mal- y se las remarcaba una y otra vez hasta que las hiciera como él pretendía.

Y la tortura siguió hasta una semana después.

Lo único bueno era que asistía a trabajar con la misma ropa que usaría un día normal de domingo en su casa, pantalones holgados, zapatillas sucias y el cabello desprolijo. Ese se había vuelto su look de trabajo y no podía estar más a gusto con ello.

 

-Creo que estoy perdiendo la cabeza- se quejó al momento que se dejaba vencer por Sally, que lo obligó a sentarse en el pasto para poder acostarse entre sus brazos y poder masticar una manzana.

-¿Cuál es el problema?- preguntó el sunbae uniéndosele una vez que dejó la escoba a un costado.

-Ayer dos de mis alumnos estaban trepando unas vallas en el receso, corrí a detenerlos para que no se lastimen, y los llamé por los nombres de Rom y Kay.

Seungri rio, dirigiendo su vista a dichos ositos que tomaban sol entre las ramas de un árbol. –Me sucede con mi sobrina- comentó. JiYong lo miró, esperando que continúe, a lo que le respondió con una sonrisa. –Mi hermana menor tiene una niña, no puedo verlas muy seguido porque viven en mi ciudad natal, al sur. Mi presupuesto alcanza para poder viajar tres veces al año para poder visitarlas, al menos que ellas vengan a quedarse unas semanas en casa- un suspiro escapó del fondo de su garganta. –La pequeña se llama Eunji, y es el ser humano más tierno que puede existir en la Tierra. A pesar de que no me conoce bien, siempre que estamos juntos quiere estar en mis brazos. Cuando llega la hora de dormir, Hanna tiene que distraerla para que me pueda escabullir a mi habitación sin que ella se ponga a llorar.

Ji sonrió y, con la punta de los dedos de una mano, acarició la panza de Sally. –Me recuerda a una osa que yo conozco.

El chico asintió, acercándose un poco para tocar al animalito. –Eunji de alguna forma se acostumbró a que le cambie el nombre. Dice que le gusta que su tío piense que es un osito.

-Eso quiere decir que no tengo cura- comentó Jiyong luego de dar un profundo suspiro.

-Lamento informarte que no.

Sus miradas se encontraron y ambos dibujaron sonrisas en sus labios.

-Lo bueno es saber que no soy el único- murmuró el mayor.

-Es un alivio para mí también.

 

 

Los días siguieron transcurriendo hasta que Ji marcó el viernes en el almanaque de su heladera. Ese día tenía un examen importante y no se había preparado lo suficiente para él.

Seungri le había insistido que regresara a su casa a estudiar, pero él, dedicado a su trabajo, se había rehusado por completo.

Ahora estaba arrepentido.

Tomó una taza de café mientras releía los renglones marcados en amarillo fluorescente de su libro.

Cuando terminó de dar el ensayo a la caja de cereales, se levantó y limpió todo antes de dirigirse a su habitación.

No se encontraba muy animado pero no podía dejar que eso se viera reflejado en el exterior, así que se vistió unos jeans oscuros que les marcaban bien las piernas y zapatos de punta color rojo oscuro. Se cubrió el torso con una camisa blanca unos talles más grandes que él y se puso una gargantilla con un corazón atravesado por una flecha en el cuello.

Luego de lavarse el rostro, se peinó el cabello para atrás con fijador y se delineo la parte externa de los ojos.

Cuando terminó, le sonrió al espejo.

Una imagen había aparecido en su cabeza.

Había recordado a alguien que no necesitaba maquillarse los ojos para darse el efecto que él había conseguido.

Lee Seungri.

 

 

Dos días antes, Jiyong había recibido una llamada de un número desconocido en su móvil.

Después de dudar en si era correcto atenderla, presionó el botón verde.

>¿Ji? Soy Seungri, del zoológico.

Fue lo primero que escuchó y tuvo que sentarse para contener el vuelco que le había dado el corazón en el pecho.

-¡Qué sorpresa!- respondió, con los labios temblorosos. -¿Sucedió algo? ¿Cómo es que tienes mi número?

Su ceño se frunció en la última pregunta pero esperó que no se la contestara.

>Lo saqué de tu curriculum por si en algún momento tenía una urgencia…- silencio –Ya sabes… Con… los osos.

-Ah, claro- balbuceó, algo confundido.

>Bueno la cuestión es que… ¿Cómo digo esto? ¡Carajo!

Jiyong intentó contener una carcajada. -¿Seungri?

>¡Oh! sí, sí, disculpa- una pausa se hizo presente. -¿Estás ocupado en este momento?

El mayor observó por un corto tiempo a su alrededor. Eran las veintidós horas, estaba de pijama, con unas pantuflas de oso de peluche –que se las había regalado su madre- puestas, y tenía al frente una cena recalentada de microondas que llevaba en el congelador más de dos semanas guardada.

Uff sí que estaba ocupado.

-No en realidad- vaciló. –Iba a comer algo antes de ir a dormir, mañana debo asistir a la escuela en la mañana así que…

>No sabes cuánto me alegro- lo interrumpió. –Verás… Me he quedado encerrado… Fuera de mi casa.

-¿A qué te refieres?- preguntó arqueando una ceja.

Un profundo suspiro se escuchó del otro lado de la línea.

>Las entradas de los departamentos de mi edificio solo se abren con el censor que tiene el llavero.

Nadie dijo nada.

>La cuestión es que salí a sacar los residuos y dejé la puerta del todo abierta, creyendo que no se iba a cerrar hasta que regresara, pero una ráfaga de viento vino de golpe y…

-Te quedaste afuera- concluyó la oración.

>No tengo mi billetera encima, y no estoy vestido de manera decente como para poder caminar media ciudad para ir a la casa de alguno de mis amigos de la universidad.

Silencio nuevamente.

>Como me dijiste que no vivíamos muy lejos uno del otro yo… Pues… Pensaba si no era mucha molestia poder pasar la noche en tu casa hasta la madrugada que venga el portero y me dé el censor de repuesto…

Una gran sonrisa se dibujó en el rostro de Jiyong.

-Pásame tu dirección, iré a buscarte.

 

Quince minutos después, Seungri dejaba sus sandalias a un lado para colocarse las pantuflas que le ofrecía el mayor.

-Ponte cómodo, prepararé la cena para ambos- dijo Ji dirigiéndose detrás de la mesada.

-¿Necesitas ayuda?

-¡No!- exclamó de manera un poco severa, haciendo que el muchacho se quedara boquiabierto, mirándolo. –Lo siento- se excusó. –No te preocupes, siéntate allí, yo cocinaré- sonrió.

Seungri dudó un momento, pero le devolvió el gesto.

En serio, ¿cómo iba a decirle que lo ayude? Los shorts deportivos que llevaba puestos deberían estar prohibidos en la sociedad. Jiyong no se había percatado del trasero de su sunbae hasta el instante en que estacionó su auto en la puerta del edificio del menor, donde lo esperaba sentado en una banca de madera.

Y claro que no lo iba a notar en el zoológico, si debían usar esas horribles batas que les hacían lucir como si tuvieran una bolsa puesta encima. Se pasó una mano por el rostro, exhalando fuerte por la boca.

Debía mantenerlo lo más alejado posible si no quería cometer una locura. Y agradecía a todos los santos de todas las religiones, el que llevara puesta una sudadera, porque si debajo de ella había una remera deportiva, o nada en absoluto; hubiera perdido la cabeza.

-Entonces… ¿Estabas haciendo ejercicio?- preguntó de manera casual, mientras sacaba una bolsa con verduras de la heladera. La cena recalentada quedaría nuevamente guardada para una próxima ocasión.

-Sí, algo así- respondió, rascándose la nuca. –En realidad estaba haciendo un precalentamiento antes de ponerme a trabajar los músculos.

-¿Y dónde entra la basura en todo esto?

-No lo sé- sonrió nervioso. –Creo que tenía mi cabeza un poco ocupada así que para distraerme me puse a limpiar el departamento, y bueno…

-Ya veo- balbuceó con una sonrisa, mientras echaba aceite en un sartén y se dedicaba a picar las verduras.

-¿Tú estabas estudiando?- preguntó de repente el muchacho, intentando llenar el silencio incómodo.

Jiyong se detuvo un momento y luego alzó la cabeza, mirándolo. –En realidad soy pésimo para mentir así que no, estaba viendo un programa de variedades en la televisión.

Seungri agarró el control remoto y prendió el aparato, riendo al ver de qué programa se trataba.

Un poco de sonido volvía la situación un poco más llevadera.

Se levantó de la silla y comenzó a dar vueltas por el departamento. No tenía mucho para ver, una gran mesada separaba la cocina del resto del ambiente, el cual se dividía en comedor y living por un sillón. Dos puertas se encontraban medio abiertas a un lado en las que claramente imaginó que eran la habitación y el baño.

Se dirigió a una pequeña biblioteca, cargada de libros y apun

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Comments

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choco25 #1
Chapter 1: Gracias por escribir una fanfic en español!!! Muy tierna la historia
Harumi19 #2
Chapter 1: Me encantó!!
Tengo que ser sincera y decir que ninguno de los fanfics que he leído en español me ha gustado, no se si he tenido mala suerte en encontrar realmente buenos o si en verdad los que valen la pena están solamente en inglés... Eso hasta hoy, la verdad es que quedé fascinada, fue realmente adorable la idea de meter a los pandas en tu historia e igualmente la forma en que desarrollaste la historia, desde que se conocieron Jiyong y Seungri, como se fue desarrollando su relación hasta que establecieron una como tal y claro, el detalle de un Ji posesivo al final siempre se agradece <3
Me quedé con ganas de leer un mucho más de los panditas y su interacción con el Nyogtory pero bueno, eso ya solo es ambición mía jajaja. Creaste un one shot realmente precioso!
luestefan
#3
Chapter 1: lo ame esta genial, me encanta como escribes tu imaginación es única :D
Popybruenner
#4
Chapter 1: ME MORI DEL AMOOORRRRRRRRR!!!! *amo a Jiyong en modo novia posesiva* quiero apretujar a ese pannndaaaaaaa *-*