Los meses pasaban y a pesar del dolor que podían sentir en sus corazones, no estaban juntos. Se habían separado con un “hasta siempre” lleno de mentiras. Ninguno se quería separar, sin embargo era lo mejor para ellos en ese momento.

Song Minho pronto heredaría el negocio familiar, la gran cadena Lotte y su padre había insistido repetidas veces en su matrimonio concertado con la hija de otro gran empresario del sector alimenticio. Aunque a Minho no le agradaba la idea de casarse con alguien del que no estuviera enamorado, sí soñaba con poder manejar toda la herencia que su padre le dejaría y, su novio secreto no encajaba en esos planes.

Nam Taehyun, era solo uno de los tantos novios que Minho había tenido, sin embargo, él era diferente. Él no estaba con Minho por el dinero, a pesar de su poca estabilidad económica. Taehyun quería a Minho con toda su alma, y se hubiera entregado a él sin pensar en las consecuencias. Razón por la que había permanecido tres años al lado del gran heredero sin revelar su noviazgo, y aguantando las noches con mujeres que el padre de Minho le presentaba a su hijo.

No obstante, Taehyun no soportó ver el anillo de compromiso en el dedo de su novio y llegando a la decisión más dolorosa de su vida, decidió partir, sin dejar ninguna señal de a dónde había ido.

Los días sin el otro se fueron volviendo insoportables, Taehyun cada vez comía menos, Minho ya no podía concentrarse en los que tanto amaba, las finanzas. Todo se estaba desmoronando dentro de los dos chicos, pero ninguno daba su brazo a torcer. Se habían separado para vivir una vida mejor, y a pesar de que cada vez eran más miserable, todas las mañanas se decían frente al espejo que eso era lo que siempre habían estado esperando, “ahora estoy mejor”.

Las palabras de amor de Minho hacía su prometida eran vacías, carecían de significado. Daba igual cuantos “te quiero” salieran de sus labios, su corazón no podía expresar esas palabras a otra persona que no fuera Taehyun.

Ninguno de los dos se había vuelto a ver desde su separación, pero no habían dejado de acudir a su lugar secreto, un pequeño parque detrás de la antigua casa de Taehyun. Los dos acudían regularmente, permanecían allí por horas sin importar lo doloroso que fuera. Aun así, nunca coincidieron, nunca se encontraron.

Cuando uno llegaba el otro ya se había ido, dejando un sitio caliente para un corazón solitario.

La vida siguió su curso, sin pararse a contemplar como los dos chicos se rompían en pedazos, avanzaba sin compasión, haciéndolos miserables debido a su tonto orgullo.

Todo avanzaba a pasos agigantados, Minho tenía que fijar fecha para su boda y pronto su padre le cedería todas sus acciones, convirtiéndolo en el presidente de la compañía.

Todo avanzaba sin pedir permiso a los verdaderos sentimientos del chico.

—Puede que esta no sea la solución —se dijo frente al espejo Minho el día que ya no pudo aguantarlo más.

El mismo día en el que decidió revelar sus verdaderos sentimientos a sabiendas de que podía perderlo todo. Porque ya lo había perdido todo sin darse cuenta. Había perdido a Taehyun.

Y esperando un golpe con los ojos cerrados, lo que recibió fue un abrazo. Su padre lo aceptaba tal como era.

Sus ojos se llenaron de lágrimas y cayó de rodillas sin aguantar el llanto. Lloró y gritó hasta quedarse sin voz, hasta que la angustia que oprimía su pecho disminuyó hasta permitirle respirar con normalidad. Se derrumbó frente al hombre que le había dado la vida mientras este solo permaneció allí parado, dejando ver que siempre sería el pilar que se mantendría firme cuando Minho se derrumbara.

—Encuentra a ese chico —susurró el hombre cuando Minho se calmó.

Minho echó a un lado su orgullo y le escribió un mensaje a Taehyun, esperando que su compañero no hubiera cambiado de número.

“Te espero en el parque.” ₁

Fue lo único que escribió rezando para que el número que los separaba desapareciera.

La primera nevada del año llegó, dejando caer sus ligeros copos de nieve sobre el chico que esperaba en el parque.

El frío y la nieve hicieron que Taehyun decidiera volver a casa. No merecía la pena permanecer más tiempo en un lugar que solo traía recuerdos dolorosos.

Con paso torpe y lágrimas en los ojos, debido a todos los recuerdos que se acumulaban, emprendió el camino hasta su coche.

Como regularmente pasaba, Taehyun y Minho no coincidirían en el lugar, solo quedaría un lugar cubierto de nieve en el que momentos antes había estado uno de los dos. Y es que Taehyun había cambiado de número y ese 1 quedaría grabado a fuego junto al mensaje que Minho le mandó.

Pero a veces los deseos se hacen realidad y más cuando estas cerca de la navidad.

Debido a sus ojos llenos de lágrimas no vio con claridad la gente que caminaba en el parque y cayó al suelo cuando chocó con un chico de pelo negro que caminaba con prisa.

—Lo siento —se disculpó una voz profunda que Taehyun reconoció al instante—. ¿Estás bien?

Taehyun alzó la vista y comprobó que su mente no le estaba jugando una mala pasada. Minho al instante también se percató que la persona que estaba al frente suyo era a la que había estado buscando y sin pensarlo dos veces, lo abrazó tan fuerte como pudo.

—No me vuelvas a dejar nunca —susurró Minho con la cabeza hundida en el cuello del contrario.

Taehyun se intentó separar, da igual cuanto amara a Minho, no quería seguir siendo el amante nada más.

—Quédate quieto. —Minho se separó un poco y agarró el rostro de Taehyun con sus dos manos, fijando su vista en los húmedos ojos del contrario—. Mi padre ya sabe de ti, te quiero Taehyun y quiero que pasemos el resto de nuestra vida juntos.

La distancia entre sus labios desapareció, sellando su nueva promesa con un beso.

La promesa de un hermoso mañana.