Acuarelas.

Acuarelas

Había tardes en las que Taeyeon tenía que ser la fuerte. Había tardes en las que parecía que el mundo de Tiffany se caía a pedazos y solo quedaba un pilar que la sostenía, Taeyeon.

Había tardes en las que Tiffany se sentaba en la terraza y se preguntaba qué era lo que la había empujado a dejarlo todo en América y mudarse a Seúl. La respuesta era una aplastante verdad que amenazaba con echar abajo todo lo que Tiffany a través de una década había construido. Su madre. La mujer de la que Tiffany había heredado su sonrisa de crecientes y su infinita fuerza.

Había tardesen las que su recuerdo inundaba a la valiente cantante y la echaba abajo, entonces Taeyeon tenía que recoger a una Tiffany esquirlada por los recuerdos y los “¿Qué tal sí…?”

Taeyeon solía decirle que su madre no se había ido, que siempre estaría viva en su recuerdo, pero Tiffany nunca le creía, entonces la pelirroja se lanzaba sobre Taeyeon con una rabia no contra ella sino contra el mundo y le golpeaba el pecho. “Sí esa así, ¿Por qué ella me dejó Taetae? ¿Por qué no está conmigo?” 

Taeyeon dejaba que Tiffany pateara y empujara porque sabía que su chica contenía el dolor de haber perdido a su madre muy pronto, y que sin importar cuantos años pasaran Tiffany nunca podría alejarse de ese dolor.

Entonces cuando Taeyeon veía a la pelirroja observar con melancolía por la ventana encerraba a los perros y se la llevaba a la habitación, envolviéndola en “Todo va a estar bien, Fany” y “Yo nunca te voy a dejar” y dejaba que bañara su pecho con lágrimas mientras ella aguantaba las suyas, pues no había nada que le destrozara más el alma que ver a su chica.

Cuando Tiffany entristecía era como si el mundo entero se pusiera de acuerdo para acompañarla en su luto, y Taeyeon veía desde los ventanales de su apartamento mientras se tomaba un café con mucha azúcar como las nubes se tornaban grises y el ambiente gélido, la más bajita se decidía por regresaba a la cama para tratar de consolar a su alma gemela.

Para cualquier persona, la felicidad de la brillante Tiffany Hwang no tenía limites, pero la pequeña Taeyeon había visto más allá desde el principio y con paciencia había pintado de colores cada día negro de Hwang Miyoung.

Se acurrucaba con ella y le cantaba canciones de cuna, le recordaba con ternura las anécdotas que compartían después de lo que parecía una vida juntas.

“Hey Phany-ah, ¿Recuerdas esa vez en Disneyland que nos besábamos y una nenita nos reconoció? Tuvimos que convencerla de que en realidad éramos producto de su imaginación”

Entonces la bajita admiraba como por un segundo la vitalidad de su amante volvía y sus ojos se iluminaban con una vaga sonrisa, pero se desvanecía con la misma facilidad frente a sus ojos, entonces ella volvía a su repertorio de recuerdos hasta que no provocaban nada más que suspiros melancólicos en la contraria. La rubia pasaba a subirse sobre su espalda desnuda y pintarle con su equipo de acuarelas un mundo de fantasía donde ambas eran felices lejos de las cámaras y los arrepentimientos, las peleas y la ambición ajena, que amenazaban con matar su amor.

Taeyeon intentaba con cada trazo cubrir las cicatrices del pasado de Fany con un poco de color, una pincelada de amor, y entonces la pelirroja cerraba los ojos satisfecha y se imaginaba ese mundo que la rubia le describía con la emoción de una pequeña de cinco años y a pesar de tener los 45kg de su novia sobre la espalda se sentía como si le quitaran un peso de encima.

Taeyeon continuaba su terapia bañando a su chica de amor, no se despegaba de ella ni un segundo, Tiffany se sentía segura entre sus brazos. Nada sería capaz de hacerle daño mientras estuviera en el escudo que representaba su rubia prometida.

Con la cara enterrada en su pecho y aspirando el olor a vainilla y hogar que su novia desprendía, Tiffany se preguntaba que había hecho para merecer tanto amor encerrado en una diminuta cantante con un gusto extraño hacia los legos y los libros para colorear. En un momento de claridad divina Tiffany se daba cuenta que quizás era la manera del universo de devolverle lo que tan joven se le había arrebatado. Pues había salido huyendo de la tristeza y los fantasmas que la acechaban en California para estrellarse contra la tranquilizante afabilidad de una provinciana que no sabía bailar muy bien y sonreía como si quisiera quitarle a Tiffany todas las tristezas de encima.

Y así fue, porque quince años, decenas de álbumes y giras después, Taeyeon continuaba haciendo de la vida de la pelirroja algo que valía la pena disfrutar, se acompañaban en silencio, con un amor tranquilo que no necesitaba ser gritado a los cuatro vientos para ser validado, habían caminado juntas por la vida por mucho tiempo, y Tiffany casi podía asegurar que Taeyeon era para siempre, pues hace mucho tiempo se había asegurado a si misma que ni la muerte podría separarlas.

Entonces con una sola lágrima Tiffany le agradeció a su madre por haber enviado a Taeyeon para sacarla del foso de miseria en el que ella misma insistía en enterrarse cada vez que su recuerdo la acechaba.

Se incorporaba y besaba con pasión y agradecimiento a Tae, porque a pesar de todo ella se rehusaba a dejarla sola. Taeyeon la miraba con esa sonrisa amplia que la hacía parecer una niña de nuevo, le retiraba un mechón de cabello que se atravesaba en su cara y le susurraba con la facilidad que solo lo hacían las parejas que no necesitaban muchas palabras para entenderse:

-No dejaré que perdamos contra el mundo, Phany-ah. 

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Comments

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Enssei #1
Chapter 1: Awww... pero que tierno ♥
Como dicen por ahí...de lo bueno, poco(?
Gracias por compartir ☺
keijung #2
Chapter 1: Que bonito. Me hace pensar mucho en lo que ocultan las chicas, ojala disfruten su vida. Bien hecho.
LlamaAmerica #3
Chapter 1: Ahhhh eso fue genial *-*
Me hace soñar *-* sigue escribiendo me gusta la forma en como describes los momentos <3