Padawan

Lightsaber

Estoy seguro de que alguna vez has mirado las estrellas, más allá de ellas existen muchos otros universos, muchos otros planetas, muchas otras vidas, familias, sociedades y todas han sido atemorizadas desde milenos atrás por el mismo mal. El lado oscuro de la fuerza es igual de atrayente como peligroso,  y eso es algo que MinSeok sabe a la perfección. Él no creyó en cuanto aquel hombre portador de un sable de luz le dijo a sus padres que su pequeño niño era sensible ante la fuerza, él creyó que eran solo tonterías, y se sorprendió al saber que sus padres se sentían orgullosos ante tal revelación, fue todo un impacto saber que sus padres, quienes debían cuidarlo aceptaron sin pensar a que él se fuese con aquel extraño para ser entrenado, él no quería ir, él quería quedarse en casa y trabajar en el humilde negocio familiar: recolector de chatarra en el basurero. Pero no, sus padres empacaron gustosos para él solo un par de cambios de ropa, porque los Jedi no pueden poseer nada y sus aprendices tampoco. MinSeok tampoco quería subirse a esa enorme nave que el extraño volaba, jamás se había subido a una, pero si MinSeok había aprendido bien algo, era la obediencia, y sin chistar terminó por subir a dicha nave para luego ver como se elevaba del suelo y en pocos minutos estaba atravesando cielos,  y en horas pasando estrellas para luego llegar al fin a un nuevo planeta. El centro del universo, le llamaban todos, MinSeok se sintió abrumado, todo ahí era movimiento, todo iba muy rápido y él era apenas un niño pequeño que solo llegaba a la cadera del extraño… o más bien del “maestro” como le había indicado que le llamase

 

-¡Maestro! ¡Maestro! ¡has vuelto!

 

Y de repente una nueva voz interrumpió al ya muy ruidoso ambiente de la capital, MinSeok notó al niño de su misma altura que venía corriendo en dirección suya y de su maestro, tenía una sonrisa rara, felina, y detrás de él venían otros dos niños, uno un poco más alto y uno más con la piel más morena que las demás, todos iban con una pequeña trenza sobre su cuello del lado derecho y el resto del cabello era mucho más corto, MinSeok, había escuchado que le harían lo mismo a su cabello y definitivamente no le agradó la idea

 

-¡Jongin dice que él puede levantar uno de droides con la fuerza pero está haciendo trampa! –el niño más alto enseguida acusó al chico moreno y este enseguida negó con la cabeza

 

-¡no hice trampa! ¡de verdad lo hice! ¡lo hice!

 

Para ese punto MinSeok ya se había ocultado un poco detrás del extraño que le había llevado a ese sitio, y ese mismo hombre comenzó a reir ante las acusaciones de los niños

 

-no se supone que anden jugando con eso, mucho menos levantando droides, la fuerza debe usarse sabiamente jóvenes padawans

 

-lo sentimos maestro –respondieron en coro los tres pequeños pero uno de ellos, el de sonrisa felina se dio cuenta del escondite de MinSeok

 

-¿quién es éste? –preguntó ampliando la sonrisa y señalando descaradamente al tímido MinSeok, y entonces ya no pudo ser oculto por más tiempo, el maestro se apartó gentilmente para revelar a MinSeok por completo.

 

-éste, es MinSeok, será su nuevo compañero, se unirá a ustedes y juntos aprenderán el camino de un Jedi.

 

Y esa fue la forma en que MinSeok comenzó un arduo entrenamiento, algo que duró años, su cabello fue cortado de la misma manera que sus compañeros, aquello era el distintivo de su rango, un “padawan” un aprendiz de Jedi, vivía junto a varios compañeros y compañeras, había aprendido a disfrutar de aquello, la compañía ajena, los entrenamientos, le parecía maravilloso lo que podía hacer gracias a la fuerza. Uno de los principios Jedi era que no debía apegarse a nada material, por eso apenas y tenía algunos cambios de ropa, comían de la caridad de las personas hacia el templo Jedi, y le parecía bien, había aceptado vivir de aquella manera, pero había algo que no podía aceptar, al cabo de algunos años le dijeron que no podía volver más a su hogar, no vería nunca más a sus padres, y ¿qué importaba si sus padres le habían mandado con un completo extraño y no habían hecho nada por verle en todos esos años?, él aun los amaba, él aún los extrañaba y por mucho que los grandes señores Jedi le dijeran que debía eliminar ese lazo de amor hacia sus padres él no podía hacerlo, y eso, era un gran problema, el miedo a perder algo, a alguien, causa una inestabilidad grande en la fuerza y si terminas por perderlo, el odio, el rencor, la furia pueden apoderarse de ti, llevarte al lado oscuro y MinSeok, estaba aterrado de aquello.

 

A diferencia de MinSeok, para JongDae perder lazos afectivos no resultaba ningún problema, claro que cuando has quedado húerfano ya no tienes a nadie ni nada que perder no es difícil. El camino Jedi fue la mejor salvación para JongDae, su talento había sido descubierto al momento exacto, justo cuando estaba a punto de morir de hambre y sed enterrado en escombros a causa de una explosión por una batalla en su planeta y que le había quitado a toda su familia, había sido la fuerza lo que había mantenido con vida a JongDae sin que él lo supiera, y fue la misma quien atrajo a un maestro Jedi al sitio, quien encontró a JongDae y en él a quien sería su mejor pupilo. JongDae, a pesar de haber pasado por tal trágico accidente era un niño positivo, que volcó toda su confianza y fe en la justicia, deseando algún día poder convertirse en un maestro Jedi que pudiera proteger a todos del mal, sus años de padawan fueron impresionantes, siempre el mejor en las pruebas, todo un prodigio a pesar de su corta edad. JongDae tenía un vínculo especial con MinSeok más que con cualquier otra persona, era como un hermano a pesar de que sabía no podía permitirse quererlo como a uno por el código Jedi. Amar a todos pero no profundizar nunca ese amor era algo muy difícil de hacer, en especial cuando MinSeok le recordaba tanto a su difunto hermano mayor, pero había algo más en MinSeok, el chico apenas un par de años mayor a JongDae tenía algo que descontrolaba la fuerza en él, era como si JongDae sintiera odio a algo invisible y desconocido cuando MinSeok estaba cerca y cuando se alejaba de nuevo se sentía en paz, a JongDae le preocupaba mucho MinSeok, no quería verlo perderse en la oscuridad, es por eso que se había dado la tarea él mismo de procurar la paz y pureza en el corazón de MinSeok.

 

Chanyeol, era el más alto de los cuatro chicos, pero no el mayor. Chanyeol era el ejemplo vivo de pureza, no había nadie más en todo el universo que confiara más que él en la justicia y en la bondad; aún cuando él amaba tanto a su hermana mayor la había dejado en casa para él servir a un bien mayor, convertirse en maestro Jedi era su único propósito en la vida, él tenía que convertirse en alguien capaz de proteger a las personas, al bien. Era un niño positivo y no cambió con el paso de los años, cada año de vida que cumplía lo convertían cada vez más en el hombre confiado, noble y leal que estaba destinado a ser, incluso aquel día en que se enteró que su hermana había muerto víctima de una terrible enfermedad Chanyeol tuvo que mantener el porte, la calma, sintió su corazón ensombrecerse por la tristeza, pero él no podía dejar que aquello le dominara, con determinación apartó las nubes de su corazón y sonrió al cielo pensando en que ahora su hermana era una de esas hermosas estrellas en el cielo que amaba tanto ver cuando debía viajar de un sitio a otro entrenando con su maestro, y su actitud positiva aumentó cuando supo que su hermana había dejado una pequeña niña, tenía una sobrina que había resultado ser igual de sensible a la fuerza como él lo era y ahora le tenía un poco más cerca, la pequeña no sabía que Chanyeol era su tío, no debía saberlo nunca para no crear lazos afectivos con él si iba a convertirse en Jedi, pero Chanyeol lo sabía y amaba tanto a esa niña como había amado a su hermana.

 

Jongin era el más pequeño de aquel cuarteto, era al igual que sus compañeros un padawan talentoso, aprendía rápido, nunca se quejaba de nada, Jongin era ante todo humilde, algo que todo Jedi debe ser. Jongin había nacido en una familia de granjeros, personas que cultivaban los alimentos necesarios para su pequeño planeta, y aun siendo un pequeño niño se sintió honrado cuando un maestro Jedi llegó por él, prometió a sus padres dar todo de si para convertirse en alguien justo y aunque no volviera a verles podían sentirse seguros de que él iba a cumplir esa promesa. Jongin se convirtió en un joven lleno de confianza y de valor, y pronto en un hombre honorable. Él sabía que en su pequeño planeta la calidad de vida era mala, y estaba seguro que sus padres pronto morirían, y le dolía el no poder verles una última vez pero no se quejó nunca de aquello, pero si había en alguien en quien los maestro Jedi confiaban era en Jongin, fue una gran sorpresa para todos cuando le dieron el permiso especial para hacer un último viaje a casa, como había predicho sus padres cumplían sus últimos días de vida, y luego de aquella última visita murieron en paz y con orgullo por el hombre que su hijo era ahora. Para Jongin la muerte de sus padres no fue dura, se sintió en paz absoluta cuando sus padres abandonaron toda señal de vida, sabía que había cumplido su promesa con ellos y ahora solo debía mantener esa promesa para si mismo.

 

Los cuatro padawan habían sido acogidos por un maestro Jedi diferente al cumplir los diez años, pero aún volvían al templo porque ese era su hogar cuando no tenían ningún viaje o trabajo a realizar. Los años habían pasado y ahora eran todos jóvenes adultos, estaba a un paso de graduarse, subir un escalón más, dejar de ser el aprendiz para convertirse en caballeros de la orden Jedi, pero había alguien que había comenzado a hacer un retroceso, y es que escuchar que Jongin había tenido un permiso especial para volver a casa y ver una última vez a sus padres había removido un sentimiento en el corazón de MinSeok, un sentimiento que no debía de existir en él; odio.

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