— ¡TaeYeon! — Gritó un joven. 

— ¿Minho? — Interrogaron ambas chicas. 

— ¿Tiffany? — Dijo Minho al ver a la muchacha. 

— ¡Hermano! — Chilló Key. — ¿Tiffany? 

— ¿Key? — Cuestionó la chica de ojos verdes antes de escuchar los gritos de sus guardias. 

— ¡TaeYeon! — Gritaron el par de hermanos corriendo hacía la ventana más cercana. 

— Lo siento, Tiffany, creo que ya me tengo que ir. — Se disculpó la morena. — Vendré mañana a verte. — Le prometió guiñándole el ojo. 

— ¡TaeYeon, amor, es hora de irnos! — Le gritó Minho a su “pareja” con ansiedad. 

— ¿Amor? — Preguntó algo irritada Tiffany. 

— Oh, cierto. Minho es mi pareja, pero al parecer no entiende que no me gusta que me llame así. — Explicó enojada TaeYeon. — Nos vemos mañana en la noche. 

Y así, la morena cogió a sus amigas y saltaron de la segunda planta de la nueva mansión de Tiffany. La joven heredera corrió hacía el umbral de su ventana y se garrón de los bordes solo para contemplar como tres figuras que conocía perfectamente se perdían en la inmensidad de la noche. «Gran forma de volver a ver a tus amigos de nuevo», pensó la chica de ojos verdes antes de que más de diez guardias entraran a su habitación. El líder de todos los guardaespaldas de Tiffany le interrogó con desesperación si estaba bien pues sí algo le llegase a pasar a aquella joven, a todos los mandaría a asesinar el amo Seung. La heredera Hwang les tranquilizó explicándoles que todo marchaba bien, que se habían asustado al escuchar todo el alboroto y habían escapado por la ventana, pero que a ella jamás la tocaron. Con la explicación dada, los guardias se retiraron de los aposentos de Tiffany, ella seguía siendo una señorita y ellos hombres, así que más valía salir lo antes posible de la recamara de la hija de su jefe, no deseaban ocasionar malos entendidos que merecieran algún castigo por parte del amo Hwang. En cuanto se fueron, la muchacha de cabello negro dio un suspiro de alivio, miró a la luna y sin pensarlo aprisionó con su mano el pequeño engranaje que tenía en el cuello. Mañana iba a venir TaeYeon y eso la ponía realmente feliz, sin lugar a dudas, aquella joven morena le daba un toque emociónate a su vida. 

TaeYeon, Minho y Key corrieron tan rápido como sus piernas pudieron, llegaron hasta una de las casas donde tenían conocidos que les apoyaban en secreto con su ideal, les permitieron la estadía por esa noche y algo de comida. Park se enojaría muchísimo cuando se enterara que habían fallado en su misión, pero por extraño que parezca, a TaeYeon no le molestaba eso, ¡había visto a Tiffany! ¡A su amiga! ¡Después de diez año! Dios, no había estado tan feliz desde que le había regalado ese amuleto de la Tribu Agua del Sur que tenía en su brazo. Toda esa noche la morena sonrío sin parar dejando extrañados a sus dos amigos, no la habían visto sonreír de esa forma tan ilusionada e inocente desde hacía ya un buen rato. Mañana en la noche iría de nuevo a esa mansión a ver a su amiga, de seguro tenía cosas realmente importantes que contarle. 

El día llegó y Tiffany no podía estar más feliz que nunca, saltó prácticamente de cama, se arregló y bajo a desayunar, ahí, esperándola estaba Henry, su amigo, con la sonrisa más radiante del mundo lo recibió y el joven supuso que algo excelente le había pasado ayer, lástima que aquella sonrisa pronto se desvanecería de sus labios. No era normal que él, ahora comandante, Henry la viajara desde Londres hasta Francia solo para hacerle una visita informal, apenas Tiffany se sentó en la mesa el joven de ojos miel le contó de la delicada situación en la que se encontraba Ciudad República. Al parecer una banda de revolucionarios estaba empezando a atacar a los nobles con el objetivo de proclamar su libertad, aquella noticia no sorprendió para nada a la heredera Hwang, ya era hora de que los ciervos se alzaran y empezaran a hablar. A pesar de que Henry estaba preocupado por aquello, se seria mortificado por Tiffany, ella podría ser la próxima víctima de aquellos criminales por el simple hecho de poseer el apellido Hwang. Esa tarde todo culminó en que Henry se iría a vivir con la joven de ojos verdes, obviamente ésta se negó rotundamente, pero no le quedó más remedio que acepar cuando el joven le mencionó -falsamente- que eran ordenes de su padre. 

Después de una reprendida digna de nobles, TaeYeon, Minho y Key pudieron irse a su escondite: Una casa abandonada que se creía embrujada, aunque en realidad fuese TaeYeon usando sus poderes sobre el aire para mover cosas cuando algún curioso entraba. Apenas llegó, fue al techo y ahí se quedó contemplando el cielo. Hoy iría a ver a Tiffany, le contaría todo lo que vivió esos años y le mostraría su mejora en el dominio de los elementos. Sonrío para sí al rememorar a la joven de ojos verdes, si cuando era pequeña pensó que era bella, ahora era hermosa ante sus ojos. A veces, solo a veces, deseaba poder ser una noble para poder estar con ella sin escabullirse tanto, pero luego recordaba la vida tan patética que llevaban los burgueses, agradecía que Tiffany no fuese así, en sus ojos no había ambición, odio, o maldad. No. Había inocencia, pureza y amabilidad en su estado más puro. Cerró los ojos y dejó que las memorias de cuando era realmente feliz la invadieran: Aquellos juegos infantiles, cuando escribió «Tiffany» por primera vez, las cosas que aprendió gracias a su amiga, cuando leyó un libro por primera vez, esa tarde donde conoció a Tiffany. Tantas cosas que disfrutó en su infancia que parecían tan lejanas, ahora estaban más cerca que nunca. Su amiga estaba ahí, no precisamente con ella, pero al menos en la misma ciudad y eso le provocaba sonrisas estúpidas. Sin darse cuenta, TaeYeon estaba cayendo en la magia de Tiffany, y esa magia era llamada por los mortales amor. 

La oscuridad se apoderó del cielo nocturno y esa era la señal para la morena de que debía partir. Esperó pacientemente que sus compañeros se durmieran y emprendió el viaje hacia la mansión de Tiffany. Atravesó calles, tejados, rejas, guardias y alguno que otro animal nocturno, pero al fin estaba ahí, abajo de la ventana de su amiga como cuando era pequeña. Sonrío. En un solo movimiento de brazos, creó un mini torbellino que la alzó hasta toparse con la ventana de la heredera de los Hwang, obedeciendo su costumbre, tocó el cristal y esperó a que la joven que estaba del otro lado le abriera. No tardó ni dos minutos cuando la hermosa ventana se abrió de par en par dejando ver una empijamada Tiffany que le sonreía. Dios, como había extrañado ese rostro. 

— Hola, te estaba esperando. — Habló la joven de ojos verdes. 

— Perdón por el retardo, Minho se duerme algo tarde, así que tuve que esperar bastante. — Explicó la morena entrando en la habitación de la muchacha. — Tengo tantas cosas que contarte. Para empezar: Mis padres murieron hace ya bastante tiempo. 

Pasó el tiempo y las visitas de TaeYeon se fueron haciendo más usuales como antes. La morena le platicó a Tiffany lo que había pasado con sus padres, el incendio, como llegó a las puertas de Gyuri y que ahora su trabajo era asesinar a los nobles que le pidiese Gyuri. A diferencia de como ella pescaba que actuaría, la heredera felicitó a Park, al fin alguien hacía algo decente, no de la firma que ella lo haría, pero aun así, el pueblo se estaba alzando contra la opresión. Por otra parte, cuando Tiffany escuchó sobre la muerte de los padres de TaeYeon y las circunstancias en las que sucedieron, la ira la invadió por completo. Conocía a sus padres, eran excelentes personas y siempre dejaban a TaeYeon jugar con ella, ¿por qué merecían un trato tan desigual? No lo soportaba. Y se odió a si misma por no haber estado junto a su amiga, quizá, solo quizá, ella pudiese haber hecho algo para evitar que esa desgracia pasara. 

Pero eso no es todo, TaeYeon se enteró de toda la cosas grandiosas que hizo Tiffany en Londres. Aprendió a hablar más de tres idiomas distintos, artes marciales e indagó sobre su propia naturaleza. Al parecer, ella era “El Avatar”, una especie rara de maestro que podía controlar los cinco elementos. Según le contó su amiga, eran personas realmente importantes, claro, antes de que los maestros se extinguiesen. También se enteró de que Henry, el bebé mimando que estaba siempre con Tiffany, ahora era un general que compartía sus ideales, se volvió su amigo, pero claro estaba, no tan especial como TaeYeon. Una de las cosas que surgieron en las conversaciones nocturnas fue el tema de Minho el cual, por extraño que sonase, irritó bastante a Tiffany, pero eso sólo consiguió que la morena disfrutará de verla enojada. Con forme pasaron las noches, la intimidad de ambas muchachas fue creciendo a tal punto que TaeYeon se acostaba libremente en las piernas de Tiffany y se dejaba mimar por ella como si fuera un gran felino, el juego infantil que tenían donde la heredera era la “esposa” de la morena revivió también, pero con un tono más adulto que sólo sirvió de pauta para los sentimientos que tenían. Un día mientras TaeYeon estaba en el techo de su guarida durmiendo plácidamente, estaba soñando con Tiffany de nuevo, en aquella ilusión la joven de ojos verdes acariciaba como siempre su cuerpo, pero algo estaba cambiando, las caricias se hicieron más picantes y la mirada verde de la joven Hwang desprendía deseo, y eso le encantó a TaeYeon, una cosa llevó a la otra y aquel sueño se volvió el más erótico que la morena hubiese tenido. Se despertó agitada y sudorosa y al recordar aquel sueño su mundo se viró de cabeza, se tomó la cara con las manos y suspiró cansada. ¿Cuándo ocurrió? Sabía la respuesta, desde que la vio cuando era pequeña, se sentó alterada y con la respiración agitada al darse cuenta de las cosas, estaba total y locamente enamorada de Tiffany.

Para la heredera Hwang le fue más difícil aceptar lo que sentía por su "amiga", pues ella había crecido en un entorno donde los hombres se casaban con las mujeres. Pero la atracción que sentía por TaeYeon era abismal, cada vez que la veía quería que sus fuertes brazos la acogieran y no la soltara, en más de una ocasión se sorprendió viéndole los labios achocolatados y en su mente recreaba la sensación de cómo se sentiría probarlos. Pero no debía, ella era una mujer y las mujeres no se podían enamorar entre sí... ¿O sí se podía? En ese instante recordó algo que vio en una de las pocas fiestas a las que asistió. Mientras buscaba a Henry que había desaparecido misteriosamente llegó hasta una habitación algo alejada, la puerta estaba entreabierta y pensó que quizá ahí estaba su amigo. Gran error. Al abrir la plancha de madera observó con lujo de detalles a dos mujeres compartir lecho, y no de un modo amistoso, no, sus pieles se encontraban y se tocaba. La joven Tiffany solo pudo sonrojarse y darse media vuelta dejando a las chicas seguir con su faena. Quizá era mal visto por la sociedad burguesa, pero era más que obvio que esas cosas ocurrían en casi todas las fiestas donde iban los mismos nobles, ahora que rememoraba aquella escena, quizá si podría estar con TaeYeon después de todo. Pero solo faltaba una cosa, que la morena sintiese lo mismo que ella.