Cargado, por favor.

Una taza de azar cargada, con dos cucharaditas de hijo de puta

i.

 El labio superior de Yongguk tiembla un poco, en su cabeza las  maldiciones repiten hasta que pierden el sentido y sin saber qué más hacer: tose.

—Su orden.

 Los dos chicos se despegan. Uno, el que parece mayor, lo mira avergonzado, el otro simplemente sonríe hasta juntar los ojos en una media luna que manda al camarero a volar sin palabras. No es como si Yongguk quisiese permanecer allí, así que deja ambos cafés en la mesa y gira sobre sus talones hasta entrar a la tienda otra vez.

—¿Yongguk?

 Jieun lo mira, como si hubiese visto a un fantasma.                

—¿Estás bien?

 El chico no responde, toma dos vasos de chocolate caliente que esperan en la barra y los deja en la bandeja, listo para seguir repartiendo órdenes.

—¡Eh!

 Para cuando le llama uno de los que ocupan una de las tres mesas que están en las afueras del local, Yongguk ya ha olvidado el incidente de dos de sus clientes besándose de la forma menos inocente posible justo delante de sus ojos.

 Mala suerte que el que llama sea el que tenía la lengua en la garganta del otro.

—¿Sí? —Pregunta Yongguk acercándose a ambos, no entiende porque se siente tan nervioso cuando es solo un beso… solo un beso entre dos personas, entre dos hombres, pero da igual, ¿cierto?, porque él apoya todo tipo de libertad y la libertad ual es una de ellas y… —¿Disculpe?

—La cuenta.

 Cuando el camarero vuelve a salir, con el papel que tiene impreso los detalles de la compra y una propina sugerida, los dos chicos se están besando de nuevo y…

—¡La cuenta! —Su voz sale como un grito estrangulado y casi parece un deja vú el color rojo en el rostro del uno y la sonrisa contenta en los labios del otro. Y, oh por Dios, en los labios hinchados y rojos del uno todavía permanece la marca fresca de una mordida.

 Ambos chicos están tomando sus chaquetas cuando el lado moralista de Yongguk explota.

—¿No les importa besarse en público?

 Y el chico se arrepiente de la pregunta tan pronto como termina de formularla, porque el que se sonroja con facilidad como que esconde la cara y asiente apenas, pero el otro no. El otro le mira a los ojos y sonríe de nuevo, la misma sonrisa muda que le pidió se fuera la primera vez ahora le está diciendo que es un idiota y que claro que no les importa.

—¿Te importa a ti?

 Yongguk ya ha escuchado la voz de él, hoy dos veces y hace un par de días otra mientras decía “Vanilla Shake, pequeño, por favor”, sin embargo esta vez le causa escalofríos. La voz del tipo es casi tan grave como la del mesero, rasposa en los tímpanos y malditamente amenazante.

“No” tartamudea Yongguk, tanto como se puede tartamudear en una solo sílaba.

—Himchan… —Suena entonces la voz del otro y aunque ese sonido no había sido jamás escuchado por los oídos de Yongguk no causan el mismo efecto.

 Himchan dirige sus ojos a la figura del chico a su lado y se suavizan un poco, pero entonces devuelve la mirada a Yongguk y sus ojos se convierten en hielo de nuevo.

—Si no te importa, entonces no veo porqué nos tiene aquí todavía.

ii.

 Himchan y su amigo no han vuelto a pisar el café desde entonces y Yongguk se pregunta qué tan mal estuvo su intervención si significó perder un cliente, pero no importa tanto si el jefe no tiene porqué saberlo, ni siquiera lo sabe Jieun y a ella Yongguk le cuenta hasta lo que hace en el baño. Es un misterio porqué tampoco le ha contado, no es como si nunca hubiesen hablado del tema, uno de sus primos en Canadá se casó hace poco con otro chico y aunque a toda su familia la noticia de que Jung Leo no terminara comprometido con su novia sino con su mejor amigo le tomó de sorpresa, no tardaron en juntar el dinero suficiente para regalarle a la nueva pareja un refrigerador. Así que no, la homoualidad ni siquiera un tema para Yongguk. Pero allí está pensando en que de todos modos es escandaloso que Himchan y su amigo se estuviesen besando como en vídeo o en los asientos que estaban en la calle, y sí, Yongguk sabe cómo se besan los hombres en vídeos o porque a los quince usaba un corto de trece minutos en donde dos hombres compartían a una mujer y a ellos mismos para llegar al o y ahora es un poco vergonzoso, pero vamos, solía ser bastante bueno para ayudarle a soltar el estrés y…

—Un café negro, tamaño jumbo, por favor.

(Así que esta vez, mientras escucha la voz de Himchan, él está pensando en ografía homoual.)

—¿Contado o tarjeta de crédito? —Inquiere dejando a Joonmyun ver el pedido para que lo empiece a preparar.

—Tarjeta.

 Yongguk recibe el trozo de plástico sin levantar la cabeza, todavía demasiado avergonzado de haber estado pensando en ciertas cosas y no poder dejar de pensar en ellas mientras sus dedos rozan los de Himchan.

—Ingrese su clave.

 Es jueves, así que el café no está ni remotamente lleno a como lo estaría un viernes o un fin de semana o un lunes o en realidad cualquier día que no sea el jueves, así que a Yongguk le toma un poco por sorpresa que Himchan no se vaya a sentar a alguna de las mesas vacía mientras se prepara su café negro. No es hasta que el que está atendiendo levanta la vista que se enfoca en la mirada perdida del otro y, ¿cómo no notó el cambio en su voz?

—¿Estás bien?

 La expresión completa de Himchan se aprieta, como si con esa pregunta lo hubiese traído de vuelta desde la luna a la tierra en un segundo y el cliente mueve levemente la cabeza antes de moverse a donde su café será dejado. Yongguk quiere insistir, sin embargo no le parece éticamente correcto y tampoco quiere parecer muy entrometido (otra vez). Así que se calla y simplemente sigue jugando 2048 en su móvil esperando a que otro cliente llegue.

 El otro cliente llega quince minutos después, cuando Himchan ya ha tomado su orden e incluso ha subido al segundo piso. Es estúpido, pero Yongguk se alegra cuando esta chica pide que le suban el té helado con un sándwich al piso superior.

—Yo voy —Dice Yongguk, quizás demasiado rápido cuando Jinki está tomando la bandeja con la orden del segundo piso.

 Es pura curiosidad, tal vez leves ganas de disculparse lo que lleva a Yongguk a pararse a un lado de la mesa de Himchan con la bandeja ya vacía y toser para llamar su atención.

 Himchan tiene el codo apoyado en la mesa y la cabeza en la mano, está mirando hacia la nada, porque las construcciones que rodean el café realmente no son una vista tan bonita. En la otra mano tiene el café y parece que apenas ha tomado un sorbo y ya se está enfriando, pero Himchan sigue mirando hacia alguna parte a la que Yongguk no puede llegar con los ojos.

 Así que tose de nuevo.

 Esta vez Himchan despierta del trance y mira a Yongguk con los ojos tan abiertos como se lo permiten esas dos pequeñísimas cuencas.

—¿Sí?

—Creí sería correcto disculparme por el comportamiento que tuve hace unas semanas.

 Quién sabe, tal vez es un maldito error, porque no es hasta entonces que las luces del reconocimiento se encienden en los ojos de Himchan y su frente se arruga y de pronto Yongguk descubre que el café no se había enfriado tanto, justo cuando Himchan se levanta y se lo derrama justo sobre la nuca.

—Eres un hijo de puta y ni te enteras —Sisea el chico aún con el vaso en el aire, pero lo suelta de inmediato y golpea a Yongguk justo en medio de la cabeza.

iii.

 Himchan vuelve casi un mes después, tiene el cabello rubio esta vez así que a Yongguk le cuesta unos segundo más reconocerlo, pero cuando lo hace su rostro se deforma por un segundo y no sabe si darle el cortado o no porque no quiere otro incidente como el anterior (no después de que las personas no dejasen de mirarlo hasta que él mismo hubo vuelto a su cuerpo, no cuando Jieun puso la foto de su cara húmeda y sorprendida como foto en el grupo de Kakaotalk y menos cuando la broma de la semana fuese “cuidado con los clientes enojados”), pero Himchan le sonríe y aunque no es como las sonrisa de esa vez que se andaba besuqueando con el otro chico es suficiente para sonreír de vuelta.

—Esta vez me vengo a disculpar yo —Dice antes de moverse al costado donde su pedido estará listo en cualquier minuto.

 Ese día es lunes y los lunes son días de ejecutivos odiando los lunes que van a hundirse en café y dulces durante el almuerzo y los descansos, así que Yongguk no tiene tiempo para escabullirse hasta el rincón en el que Himchan está redactando algún texto en una portátil hasta que pide la cuenta y Jieun le mira con extrañeza porque el chico le ha quitado la boleta de las manos así como así y ¡Yongguk-ah! Pero Yongguk no escucha mientras deja caer el papel sobre el teclado del rubio.

 Himchan mira hacia arriba de golpe con cara de que va a golpear al idiota que se está metiendo en su trabajo, pero entonces enfoca a Yongguk y como que le da vergüenza.

—Mi nombre es Yongguk.

—Himchan —Responde el otro, pero eso no es nuevo. Lo nuevo es su mano entre las del camarero en un apretón demasiado corto.

—No tienes porqué disculparte, por cierto, yo fui el… ¿idiota?

 Himchan como que se ríe, pero intenta frenar el sonido apretando los labios y no habla hasta que su rostro deja de querer explotar en una carcajada.

—No, yo no dije idiota, yo dije que eras un hijo de puta, pero como mi idea era disculparme, entonces supongo que idiota igual sirve.

 Es imposible para Yongguk no rodar los ojos, pero tampoco puede dejar de sonreír cuando Himchan lo hace, esta vez de verdad, con los ojos formando las dos pequeñas lunas que se le grabaron en la mente desde hace tanto tiempo.

—¿Debería preguntar que me hace tan “idiota”? —Pregunta Yongguk marcando las comillas con sus dedos.

—¿No deberías estar trabajando? —Ataca a su vez Himchan cerrando la portátil y comenzando a guardar sus cosas.

—Podrías venir el jueves, puedes venir con tu amigo.

 El comentario era eso, Yongguk lo jura, de verdad que no iba con segundas intenciones ni nada por el estilo, sin embargo Himchan tuerce la boca, tomas sus cosas y se va sin dejar de empujar al camarero en el camino.

 No. Yongguk no entiende, pero no importa porque Jieun está apunto de gritarle desde la caja para que vuelva a trabajar.

iv.

 

  Para ser honestos Yongguk tiene la pequeña esperanza de que Himchan aparezca el jueves, sin embargo entiende que metió la pata en alguna parte del encuentro previo así que sus esperanzas no son más grandes que las porciones de brownie que quedan (y son pocas a dos de la tarde).

 Pero llega, llega a las tres en punto según el reloj del café, llega sin nada esta vez, solo su billetera, pero hoy en la caja está Joonmyun, así que Yongguk solo puede hablarle cuando pasa a esperar su Americano en la barra.

—Viniste —Es todo lo que dice antes de comenzar a preparar el brebaje.

—Vine —Le responde Himchan cuando recibe su vaso.

 Es jueves, así que la cosa anda lenta y solo basta que Yongguk le ponga cara de perro abandonado a Joonmyun para que este le mande a hacer vida social y dejarme morir aquí.

—¿Te puedo hacer una pregunta? —Es lo primero que dice Himchan cuando Yongguk ocupa la silla que está al otro extremo de la mesa redonda en la que él está sentado —¿Eres gay?

—¿¡Qué!?

—Eso. Es que lo siento, pero no eres de mi tipo ni nada y…

—¡Claro que no soy tu tipo! —Casi chilla Yongguk arreglándose el amarre de su uniforme —No creo que tu tipo sean los heterouales con voz de cavernícola.

 Himchan lo mira y sonríe.

—Más vale asegurarse antes, ya sabes, primero haces un comentario homofóbico cuando estoy con mi novio y después me pides que venga un día poco movido y te sientas en mi mesa, uno empieza a sospechar, ¿ves?

—Se llama ser amable.

 Himchan no responde de inmediato, Yongguk no sabe qué debería decir y el resto del segundo piso consiste solo en dos chicas con uniforme que hablan de un grupo musical que ninguno de los dos conoce, así que el silencio cae sobre ellos. Incómodo es decir poco para lo que ambos sienten.

—Deberías recordar eso antes de terminar una relación.

 Yongguk frunce el ceño y lleva sus ojos, que antes estaban mirando una mesa mal dispuesta, a Himchan. Lo observa beber de su vaso y no interviene hasta que el chico lo deja sobre la mesa y se pasa la lengua por el labio superior para borrar los trazos de espuma.

—¿A qué te refieres?

—Ya no importa, pero hiciste que mi relación terminara.

—Lo siento… —Dice Yongguk, pero lo dice tan automáticamente que no parece cierto.

—No, está bien, todo pasa por algo y esas cosas… quizás tenía que pasar… quizás.

 Y el silencio cae de nuevo, esta vez es espeso, como que empuja los hombros de Yongguk hacia abajo.

—¿Puedo hacer algo para ayudarte?

—Podrías decirme que todo va a estar bien.

 Himchan está en la misma posición que antes; con ambas manos alrededor del vaso de plástico, los pulgares subiendo y bajando, como si le estuviese haciendo cariño a una mano, la espalda contra el respaldo de la silla, pero sus ojos de pronto se humedecen y toda su apariencia cambia en un segundo. De niño berrinchudo y autosuficiente a uno al que acaban de echar de la casa en un día lluvioso.

—Todo va a estar bien.

v.

 Himchan comienza a ir todos los jueves, así que Yongguk no tarda en arreglar su horarios para tomar sus dos días libres sin que ninguno choque con este nuevo cambio. No es tan difícil, solo Jieun estudia en el día y mientras nadie le quite sus miércoles y fin de semanas no hace reproches, el resto de los que atienden en la cafetería estudian por la noche, así que no hay problemas cuando Yongguk pide que le cambien todos los jueves libres por otro cualquiera.

 En más de un par de jueves Yongguk aprende algunas cosas; Kim Himchan tiene su misma edad (contrario a su primera impresión en que lo miró como menor del otro chico), estudia  algo parecido a manejo empresarial con un nombre demasiado técnico y especificaciones que le harán tardar un año extra, pero con lo que saldrá listo para trabajar en la compañía en que su padre es empleado. Himchan es ambicioso y consiguió el permiso para hacer su práctica en ese lugar con el simple deseo de que lo contraten de inmediato tras estos seis meses. Ya va en el cuarto y parece que su plan anda sobre ruedas. Himchan tiene una risa que es inconfundible después de que la has escuchado dos veces, le gusta el café cargado, oscuro, pero detesta el color café. Le gusta el naranja si le preguntan, pero en realidad siente inclinación por todos los tonos claros, excepto el gris (porque “como que no es nada, no es ni negro ni blanco… qué-se-yo, no tiene personalidad, no hagas preguntas idiotas Yongguk”). A Himchan le gusta que lo adulen, pero no cree en una palabra de las lindas que le dicen, en su memoria quedan las críticas, la envidia, la gente en la que no debe confiar y de vez en cuando le gustaría poder hacer desaparecer a todo el mundo para quedarse solo, sin embargo no sabe qué haría después de llorar, Yongguk cree que Himchan tiene un problema con el qué-dirán, pero no se atreve a decírselo más que como bromas. Himchan tiene un to sentido increíble que le hizo al camarero abrir los ojos el día en que se peleó con su hermano y el cliente pregunto “¿problemas en casa?” en el primer silencio. Himchan tiene un sentido del humor extraño y suele reírse de sus propias bromas por más de lo recomendado. A Himchan le basta tomar un poco de confianza para comenzar a regalar trozos de su vida y mucho menos que eso para poner sus manos sobre el cuerpo de Yongguk. Himchan… es gay.

 Están celebrado un año desde que se conocen, y unos tres meses más o menos desde que asumieron son mejores amigos, en el café y para entonces el chico ya habla con todos los trabajadores del lugar. Más tarde planean ir a ver un estreno en el cine, pero por mientras Yongguk está entregando unos pedidos en las sillas de afuera del local y Himchan cotillea con Jieun sobre no-sé-qué-cantante famoso. Sobra decir que ya todos saben sobre las preferencias del chico también (aunque eso es porque un día entró un tipo guapo y de pronto estaba sentado con Himchan y no, el rubio no es discreto para coquetear) y aunque ninguno tiene problemas con eso es más o menos lógico que con Jieun, la única chica del café, hayan tenido mejor conexión que con los otro que solo saben hablar de otras féminas, fútbol y cervezas.

—¿Por qué siento que me estás reemplazando? —Se lamenta Yongguk llegando con un pedido de dulces de leche y una bandeja vacía.

—Idiota, si Jieun tomara el puesto de mi mejor amiga ¿qué serías tú, mi otra mitad?

 Jieun termina de poner los dulces en un plato mientras Himchan se ríe.

 Yongguk no.

vi.

—Tal vez soy gay.

 Yongguk lo dice un día sin siquiera darse cuenta que lo está diciendo en voz alta. Es jueves, hay poca gente pero Himchan le envió un mensaje disculpándose porque hoy no pasará por el café, así que de pronto que haya poca gente no tiene sentido.

 Ya lo ha pensado antes, para ser sinceros, pero no ha llegado a una conclusión, porque se supone que para ser homoual te debes sentir ualmente atraído hacia un ente de tu mismo o y Yongguk no está tan seguro de estar atraído en ese sentido a Himchan.

 Bueno, sí, también.

—Un té de naranja mediano y un aplauso porque te diste cuenta —Dice Joonmyun con voz de doctor y solo entonces Yongguk se da cuenta que debe dejar de pensar en voz alta.

 Joonmyun se empuja con el brazo hasta que la silla de escritorio le permite mirar a su compañero.

—¿Qué? —Cuestiona Yongguk sonando un poco más agresivo de lo que originalmente era su deseo.

—Nada, solo quiero ayudarte en tu viaje interior. Así que dime, ¿con que eres gay?

 Si su jefe supiera que utilizan los horarios de trabajo como terapia de auto-superación no estaría muy contento, pero no importa porque anda de vacaciones en una isla perdida de américa, así que durante toda la tarde Yongguk habla de cómo tal vez, y solo tal vez, Himchan le atrae de una forma diferente a “la que lo hacen todos ustedes”. Joonmyun se siente levemente insultado, pero después recuerda que él es heteroual así que no le importa.

—Te lo quieres ponchar entonces, pero con amor.

—¿Que me lo quiero qué?

—Oh, ya sabes, lo que hace mamá y papá en la cama cuando se quieren mucho, ¿te explico eso también?

 Yongguk va a gritar en frustración, pero Himchan pasa de todas formas, entra a la tienda en un terno que Yongguk no le ha visto jamás y desarreglándose la corbata en un gesto que ahora, por culpa de Joonmyun y sus estúpidas palabras que parecen inventadas, se le hace al camarero malditamente erótico.

—¿Estás bien? Estás rojo.

—Tranquilo, nuestro Yonggukie solo está pensando en gar…

—Joonmyun.

 Himchan no entiende nada, pero pide un café y ni siquiera tiene que decir de cual para que Yongguk le deje un cortado con dos sobrecitos de azúcar al lado.

—Pensé que no ibas a pasar.

—Sí, yo pensé lo mismo, tuve una reunión ejecutiva por primera vez. ¿Qué tal? De terno.

 Yongguk se ríe entonces, fuerte, porque ya a esta hora solo queda una pareja de ancianos que toman su té con demasiada lentitud y probablemente están sordos así que no importa.

—Creo que oficialmente ya lo he visto todo.

—Podría prestártelo, en el camino de la oficina a aquí al menos tres chicas bonitas se voltearon a mirarme.

 Yongguk se ríe de nuevo, pero es un poco forzado si pone atención.

—¿Tú no eras gay? —Justo al terminar la pregunta el camarero se repite mentalmente que necesita comenzar a controlar su acidez.

—Lo soy, pero, por si no te acuerdas, ahora estoy soltero por tu culpa.

—De eso ya ha pasado más de un año Himchan —Dice Yongguk tomando uno de los sobrecitos de azúcar para echarlos en el vaso del otro, todavía sintiéndose algo culpable. Después de todo es cierto y no es hasta hace poco menos de medio año que Yongguk se enteró realmente de que con Daehyun, el ex, el día que Yongguk hizo su no-solicitada intervención estaban celebrando el año de noviazgo, pero los padres de Daehyun se había enterado y a él sí que le importaba besarse en público. La pregunta de Yongguk había terminado de cohibirlo y dos días después había citado a Himchan en un parque para avisarle que iba a tomar la posibilidad de mejorar su carrera de profesor en Nueva Zelanda en un mes. El fin.

—Ya lo superé, idiota. Solo me gusta tu cara de culpa.

 Mierda.

 Si el vaso no se cae es porque Himchan lo sujeta cuando a Yongguk le falla la coordinación y por poco le tira el contenido a Himchan en su terno.

vii.

 Yongguk no quiere ser paranoico, pero Jieun le encuentra razón, y si ella le encuentra razón entonces es verdad.

 Himchan le está coqueteando.

 Se conocen hace casi dos años, se hablan desde hace un año y siete meses, son mejores amigos desde hace más de un año y a Yongguk le gusta desde quién-sabe-cuánto. En un principio el mayor no hizo nada, porque no era el tipo de Himchan, él mismo se lo había dicho, porque no estaba seguro de poder ser gay y porque era extraño. Pero entonces un día estaba sentado en la mesa con su familia y dijo que tal vez la etiqueta de “heteroual” no fuese exactamente la suya, que deberíamos tener la libertad de enamorarnos de quién fuera y su madre solo lo miró y dijo; ¿es el niño Himchan? Su padre estaba molesto, pero tal vez era más porque Natasha no quería tener hijos y Yongnam era un mujeriego empedernido, que Yongguk fuese gay solo hacía menos probable a los nietos. Después lo dijo a sus compañeros de universidad y después a su grupo de amigos de fiestas, que en todos ellos solo uno le dijera que le decepcionaba esa visión de la vida le había dado cierta fuerza para tal vez (y solo tal vez) comenzar a enamorarse.

 El problema de enamorarse es que uno no se da cuenta cuándo pasa, simplemente Yongguk ya estaba pasando su mano por la espalda del otro para tomarle de la cintura en el mismo minuto que Himchan le sostiene la mirada al vendedor de maní por más de ¿un segundo? Y nadie no se queja entonces, así que la cosa se vuelve una costumbre.

 Eso es el otro contra del amor, nunca es suficiente. Ahora es necesario que Himchan esté más cerca, todo el tiempo, en serio que Yongguk ya no quiere a Jieun robándose la atención del menor, no quiere, porque lo quiere todo para sí. Ahora le gusta sentarse a su lado y dejar caer su mano en el muslo del otro, le gustó cuando la primera vez Himchan observó esos dedos reposar sobre la tela de su pantalón y por un momento Yongguk temió que le hiciera quitarla, sin embargo después Himchan solo le buscó la mirada  y sonrió. Ahora le gusta decirle las cosas al oído a Himchan, le gusta sentir su aliento caliente causando estragos en las respuestas del rubio. Le gusta todo lo que envuelve a Himchan en realidad, y le gusta más cuando la mano de dedos largos busca la suya, o cuando de pronto siente en su cintura el abrazo del otro chico y no se despegan hasta que es estrictamente necesario. Sí, todo le gusta. Todo excepto cuando Himchan parece temblar un poco y sonreír con una sinceridad fingida, cuando se separa de su cuerpo y le dice “yah, amigo”, porque la etiqueta de amigo es la que ahora le está quedando chica.

 El problema es que la única otra etiqueta que ya ha probado con Himchan es la de “hijo de puta” y digamos que tampoco le gusta mucho esa opción, así que de una u otra forma sigue estancado en ese tira-y-afloja. En los te amo disfrazados de broma y en los yo también que le dan escalofríos.

 Así que sí, Yongguk no quiere ser paranoico, no quiere crearse un mundo que se pueda caer cuando Himchan encuentre a alguien que sí sea de su tipo, pero Jieun le está mirando a los ojos y hay algo en su expresión que le hace creer al el chico que ella tiene la solución a sus problemas, pero ¿por qué no dice nada?

—Jieun-ssi.

—No.

—Pero tú hablas con Himchan más que nadie aquí y…

—Y ya te dije que creo que él también te coquetea, pero no te voy a decir más.

 Algo es algo, se dice Yongguk mientras prepara un agua de limón y pica.

viii.

 Jiho y Mino son alguno de sus compañeros de borrachera, específicamente los que desde que saben Yongguk puede sentir una leve atracción por un chico que pasa por el café han insistido que la forma de comprobarlo consiste en tomarlo de la cintura, cerrar la distancia que exista entre sus rostro y robarle el alma en un beso. No suena tan mal, de hecho, pero hacerlo es más complicado y no sirve que ahora Mino esté haciendo movimientos pélvicos que indican otras cosas además de un beso. De todas formas Yongguk se ríe, para tapar las ganas que tiene de decir “ESO ES LO QUE YO QUIERO HACER”, tan fuerte que lo escuche hasta el DJ que está a casi un kilómetro con una música que está a un decibel de romperle los tímpanos.

 De todas formas esa noche se embriaga lo suficiente como para celebrar que ha terminado el año de su mención en Ingeniería Química. Se emborracha y baila con el resto de los chicos y hasta con una chica que se le atrapa del cuello con sus brazos delgados, y siente esas caderas moverse contra las suyas pero el pensamiento que le hace responder el baile es el de que el que está en frente sea Himchan.

 Himchan en efecto está en frente, pero eso es al otro día, cuando todavía está bajo ciertos efectos de la fiesta y ¡no!, su madre le está hablando a Himchan con una sonrisa en el rostro. La escena nunca es buena (menos desde que ella ha comenzado a preguntar cuando hará lo suyo con el menor oficial).

—Estás castaño.

—Y tú en piyama.

 La madre de Yongguk se ríe y los deja subir hasta la habitación de su hijo.

—Estás castaño —Repite Yongguk cuando cierra la puerta tras él, lo repite y es como si con esas palabras se fuera un poco de su espíritu porque; —Estás castaño… se te ve bien.

 No hay respuesta, pero Yongguk puede ver la sonrisa que Himchan intenta controlar antes de dejarse caer en su cama. Yongguk lo imita, no porque quiera sentirse a su lado en la cama (oh dios, esto está mal), pero porque realmente necesita seguir descansando.

—Felicitaciones por terminar tu carrera oficialmente.

 Yongguk sonríe acomodándose bien en la cama mientras susurra gracias, gracias. Al principio es una sonrisa floja, de pura conformidad porque sí lo ha hecho, él, solo, trabajando para pagarlo y estudiando todo lo que fuese necesario, pero de pronto la sonrisa se expande, todavía floja pero es otro tipo de sonrisa, porque ahora la causa es la forma en que el cuerpo de Himchan se amolda al suyo, por como el chico se deja abrazar y como apoya su oreja en el pecho de Yongguk. Porque ambos se están abrazando y quedándose dormidos.

 

 Esta vez es la luz la que lo despierta, Himchan ya no está entre sus brazos, pero no importa porque está abriendo las persianas con una sonrisa dormilona y con la mitad del cabello revuelto, seguramente la mitad que Yongguk tuvo contra su mentón durante las horas que duró el sueño. Así que Yongguk se estira y se levanta, ya no le duele la cabeza y siente que ha recuperado un poco de sueño. Es sábado y debería estar en el café, pero ha pedido la semana libre.

—Asumo que saliste a festejar ayer.

—¿Te lo dijo mi cara o mi sueño?

—Opción C, todas las anteriores.

 Yongguk se ríe, apenas, mientras vuelve a estirar los brazos hacia arriba. De pronto le da un impulso, debe ser porque Himchan se ve muy bien allí contra la ventana con la luz como bañándolo. Bah, en realidad no importa. Baja los brazos hasta tenerlos enfrente y llama al otro con las manos. Himchan no tarda en comenzar a caminar hasta la cama y la imagen mental de Mino moviéndose en el asiento del pub vuelve a su cabeza. Yongguk intenta que el cambio en su mente no se le note en el rostro, pero es un poco inevitable y Himchan lo mira extrañado antes de terminar de acercarse. Yongguk lo envuelve con sus brazos y de nuevo están recostados.

—De la nada te pusiste rojo, ¿estás bien?

—¿No me vas a dar un regalo? —Himchan responde con un sonido como de pregunta y después dice algo como “oh, claro, te traje…”, pero Yongguk no quiere eso que le trajeron, quiere algo que tiene entre los brazos ya —¿Y puedo yo pedir otro?

—¿Y tú crees que a mí ya me contrataron de forma indefinida? Todavía me están pagando como asistente y…

—Lo que quiero es gratis.

 Himchan guarda silencio y se queda como tieso en los brazos de Yongguk, tal vez el último tenga la culpa, después de todo; sus palabras, su tono, su cuerpo hablaron por sí mismos.

—¿Qué quieres?

 Yongguk no se atreve a responder, simplemente manipula a Himchan hasta tenerlo sobre sí, una pierna a cada costado (y, Mino sal de mi cabeza). Himchan se deja y a Yongguk le da un poco de miedo porque el ahora-castaño jamás ha sido de los que se dejan dominar, pero no hay tiempo para dudar. Se incorpora un poco, lo suficiente para poder respirar el mismo aire de Himchan.

—¿Me lo puedes dar?

 Himchan se remueve un poco, pero no tiene intenciones de escapar al parecer, solo se sube un poco más y como que esquiva la mirada de Yongguk pero la devuelve enseguida.

 Se lo da despacio, un beso sin inicio, es directamente profundo, como tiene que ser, con ambas manos en ambos hombros de Yongguk para encontrar equilibrio, con los muslos apretados en nervios y sin parar hasta que están los dos jadeando.

—Felicitaciones —Dice Himchan en un susurro sin separase demasiado. Yongguk sonríe y Himchan lo hace también, sin despegar los ojos de los labios del mayor.

—¿No importa que no sea de tu tipo?

 Himchan gruñe antes de besarlo de nuevo.

ix.

 Y su madre dice en medio del almuerzo que abrió la puerta cuando Yongguk estaba acorralando a Himchan contra la ventana y todos se ríen excepto los involucrados que se derriten en sus asientos de la vergüenza.


 Juro que mañaña lo arreglo ;; /y sí, se darán cuenta que entodas mis historias de b.a.p hay similitudes de personajes (por lo general, Jieun, Lizzy, Zico y Mino)

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Comments

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mara17
#1
Chapter 1: oookey soy tu fan (/^▽^)/
wadekm #2
Chapter 1: Leer fanfics en español no es algo que particularmente me guste, normalmente las comienzo a leer y del tercer párrafo no paso porque algo siempre me detiene, sin embargo con la tuya no hubo nada que me detuviera, al contrario, tiene algo que siempre me mantuvo leyendo, así que no queda más que decir que Felicidades, una historia simple pero bonita, de esas que uno vuelve a leer y vuelve a sentir lo que sintió la primera vez. Muy bonito todo <3
Strong_Bang #3
Yo no acostumbro a comentar, soy más bien una lectora silenciosa, pero creo que tu historia merece uno.
Hace mucho que no leia algo en español y me alegra haber encontrado una historia bien escrita, con una fluidez perfecta que deja un sentimiento de calidez en mi corazón.
Muchas gracias y espero nunca dejes de escribir <3