This is, Do Kyung Soo

Star Anise

Do Kyung Soo tiene esa imagen de chico solitario que hace que más de uno se aleje asustado después de ver su cara sin expresión. Tiene grandes ojos en lo que apenas se percibe su pupila oscura, perdida en el mar blanco que la rodea. Es un estudiante muy reservado que habla poco y lo justo para saber que tiene una voz propia; esto no es razón para que Junmyeon no corra hasta él envolviéndolo en sus brazos cada vez que tiene una hora libre o se llega el descanso de la facultad de Física y la de Gastronomía. Dos alumnos brillantes, con un ángel que muchos carecen; hay rumores, siempre los hay a su alrededor pero Kyungsoo posee una barrera inquebrantable  que nadie puede traspasar y que los protege a ambos de todos los que hablan a sus espaldas. Junmyeon tiene unos ojos grandes y expresivos, brillantes como ningunos otro sobre el mundo entero, a Kyung Soo le gusta mirarse en ellos por largos segundos como si pudiera descubrir la causa de miles de calamidades y su cura instantánea, pasar sus brazos por entre los brazos delgados de Junmyeon y recargar su rostro en el pecho y sonreírse a sí mismo con pereza. Pero no hay sonrisa como la que el mayor posee, blanca y avergonzada pero no por ello deja de ser hermosa y tranquilizadora.  No, no está enamorado de Junmyeon, solo pensarlo le hace erizar el vello de la nuca.

 

En las lejanías de los patios traseros de la facultad de la Universidad privada de Incheon ─La mejor de la ciudad─ Do Kyung Soo es libre, Do Kyung Soo ríe, juega  y bromea sin importarle parecer grosero, a un par de metros de él hay alguien que lo observa sonriendo con cada ocurrencia que sale de sus gruesos labios que forman un simétrico corazón; con complicidad se miran.

 

-Hoy es su cumpleaños ¿Qué debo hacer?- pocas veces se puede ver al agresivo Kyungsoo nervioso. Se recuestan en el pasto de pecho al suelo mirándose uno al otro, bajo la sombra de un enorme y viejo roble que tiene allí desde que ambos llegaron a la ciudad en busca de libertad e independencia. -Planeo hacer algo único, es el primer cumpleaños que pasamos juntos y no quiero algo tonto que pase desapercibido ¿Lo entiendes?

 

-Claramente- respondió girando sobre su pecho hasta quedar mirando el cielo, pensando en la respuesta-. Una cena- el menor ladeo el rostro para observarle expectante de la continuación, la cual fue forzada a su creación.- Eres un chef Kyung. Puedes hacer una cena romántica para ti y  para, bueno…

 

-Eso es poco masculino, te das cuenta de eso ¿verdad?- le interrumpió, escondiendo el rostro avergonzado de solo pensar en su reacción.-  A veces no tienes tan buenas ideas Junmyeon -se vio de nuevo interrumpido por el toque de la campana informando su regreso a clase, así que saliendo silenciosamente de ese jardín que habían adoptado como suyo desde el primer día, ninguno se regresó la mirada manteniéndose absortos en una plática amena, el hablar de Junmyeon era pausado y no esperaba contestación del menor, sabía que fuera del jardín su amigo era otro. Todos miraban al ser más social de la facultad de Ingeniera con el antisocial en regla de gastronomía, una rara combinación sin duda. Como cada día se lanzaban una mirada por encima de los hombros, Junmyeon se giraba sin emitir palabra alguna y caminaba sin prisas hasta su auto para dirigirse al lugar que le correspondía a su carrera casi concluida, sellando una promesa de verse más tarde en casa, como cada día. Común era para el de ojos grandes pensar que su amigo ─por que verdaderamente lo era y no había ningún otro─ era todo lo que él nunca sería aun esforzándose; él entendía a las personas, Kyungsoo prefería huir de ellas. Frotándose los brazos partía la cancha de futbol a la mitad, siempre sentía frio cuando estaba solo: llevó su mano derecha al bolso de su pantalón capri militar dónde su celular vibraba, alzó el rostro y ya se encontraba frente a su salón de clase, maniobrando a ciegas para llegar a su asiento sin despegar su vista del aparato, era un mensaje, pero no cualquiera; era suyo.

 

« ¿Te veo más tarde?» decía con un aire casual que siempre lograba que el corazón de Kyungsoo acelerara su ritmo, se apresuró a abrir la caratula y teclear a una velocidad impresionante la respuesta «Claro que si hyung. Espera por mi» no había notado cuándo una sonrisa se instaló en su rostro, iluminando su sombría tempestad interna ¿Había aceptado tan fácilmente? Debía estar loco. No hubo otra expresión facial interesante en toda la clase de repostería avanzada.

 

Do Kyung Soo, llamado Soosoo por solo un pequeño grupo de personas iba por el mundo pensando en su mala suerte. Las clases habían acabado hace un par de horas, Junmyeon no estaba en casa ni lo estaría por el resto de la tarde o noche.  ¿Qué le gusta a un hombre de 21 años? Justo iba pensando en una foto grabada en cristales tintados de colores, tenía un par de buenas fotografías de ellos dos juntos que podrían servir, cuando se detuvo frente a el aparador de una tienda cualquiera que llamo su atención. Era un cachorro. Retrocedió un par de pasos para ver el letrero “Clínica veterinaria Byun” y regresó su mirada al vidrio pulcramente cuidado, nunca había visto esa raza antes pero el pequeño de colores rojizos le miraba tan fijamente como él lo estaba haciendo ¿Le gustarán los animales? Se vio de pronto dentro abrazando al pequeño cachorro de afgano después de soltar 83 dólares sin pudor. Se entendieron al instante, el perro parecía ser hecho para él, pensó incluso en quedárselo  y crear la fotografía de todas formas solo por si acaso el otro fuera alérgico, y así lo hizo. Llegar a casa fue fácil, a pesar de ser casi nuevo en la ciudad conocía el camino bastante bien, solo debía regresar a la facultad para tomar el conocido, cronometrado en cuatro horas para que esté lista la fotografía aun podía descansar.

 

El nuevo inquilino se aprendió fácilmente las reglas y los “No” dichos por Kyungsoo, definitivamente debía quedarse, Junmyeon le había lloriqueado no hacía más de dos meses por un gato, pero él odiaba los gatos, siempre dejando pelos y haciendo del baño donde no deberían, le sacaban de quicio. Era mejor un perro, su amigo debía conformarse, y su novio lo haría con el portarretrato. Se sonrojo en silencio. Patético debía verse sonrojándose al pensar en la palabra novio aun estando solo. La cocina era su campo de concentración, donde olvidaba lo ocurrido fuera del mundo, así que cocinar una simple carne al vapor era pan comido para él, y picándola sin inmiscuir en su proveniencia pensó en como todo comenzó.

 

-!Bacon!- gritó al ver al perro tirar de la cortina de la sala, después rio de llamar a su perro “tocino” y el cachorro ladeo el rostro mirándole atento al regaño-. Más obediente que Junmyeon, creo que lo cambiaré rápido. -Dirigió su mirada al reloj de pared y tomó el control para encender el estéreo, sin poder evitar que su corazón acelerara de nuevo con solo pensar en oír su voz.

 

« ¡Hola! mis queridísimos radioescuchas, les habla Jongdae iniciando como cada tarde su programa Young Club iniciaremos está tarde con un pedido especial hecho por nuestro queridísimo amigo Jongdae ─o sea yo─ para alguien especial, esperó que disfrutes está canción Soosoo, supe de buena fuente que es tu favorita, ahora les dejo con Hello del buen Noh Min Woo»

 

Mira que era idiota, ponerle una dedicación el día de su propio cumpleaños, nada en Jongdae era común. Y aun así tarareaba la canción cada nota le hacía vibrar y recordar. “De buena fuente” había dicho, mataría a Chanyeol con sus propias manos apenas tuviera tiempo.

 

Hace seis meses

Amanecía, a pesar de tener las ventanas cerradas con cartoncillo viejo sabía que era así. Abril estaba rebosante de colores cálidos y un calor infernal que quemaba su cabeza cada que salía a pasear por las noches, cuando se suponía que estaba más fresco. No tardaba verdaderamente nada en llegar su mejor amigo a saludarle como cada mañana, tan lleno de ánimos y felicidad que a Kyungsoo le daban ganas de meter su cabeza al retrete y tirar de la palanquilla esperando un milagro. Abrió los ojos en la oscuridad aferrándose a su almohada extra, era muy grande para tener un osito de felpa en su recamara pero aún tenía un reemplazo del buen Teddy que dejo valientemente en su alcoba de la casa de sus padres, se removió ligeramente sintiendo algo suave rozar su nariz, seguido de un agradable olor campestre que tanto detestaba pero que sensorialmente era nuevo y le hizo espabilarse. Era una rosa, no, eran decenas de rosas blancas y rojas que le daban los buenos días. Junmyeon estaba más desatornillado cada mañana. «Como una cabra», diría, pero ¿qué culpa tienen las cabras de su amigo desquiciado?

 

Talló su barriga y desperezo como gato revolviendo las sabanas, arrastrando los pies por el alfombrado llegó a la cocina. Una nota descansaba en la isla al lado de unos Hot Cakes que le sonreían gracias a la jalea; era tenebroso, no podía comerse algo que le estuviera sonriendo. «Llegaron está mañana, eran para ti tienen una nota dentro. Disfruta tus cakes. Con amor, yo» se refería a las rosas, ¿nota había dicho? Regresó sobre sus talones escaleras arriba para entrar a su habitación y buscar la endemoniada nota. Una unión, una cita ¡madre mía! Por supuesto que no iría, no era la forma de pedirle a alguien que se reunieran a discutir cualquier asunto.

 

 

 

 

Entonces el tiempo se recurrió entre sus dedos, cuando menos lo esperaba se encontraba frente al espejo, completamente indeciso sobre su ropa. Se mordió los labios por décima vez en los últimos veinte minutos, un suspiro avanzó por su tráquea y abandonó sus pulmones. Miró por encima de sus hombros a través del espejo el ramo de flores rojas y blancas, se encaminó hasta ellas tomando la carta entre sus dedos pequeños. < ¿Quiere salir conmigo? Soy un fan de su programa en Internet, tengo un programa de radio donde me gustaría entrevistarle. Si acepta le veo a las tres con treinta en el restaurante Green Garden>

 

Kyungsoo suspiró profundo de nuevo-. Green Garden es una cafetería -cerró la invitación, la dejó bajo el ramo de rosas y sonrió. Tomó su bolso para echarlo sobre el hombro y salió de casa, no era fan de los programas de radio, no conocía ninguno de ellos de hecho, pero el punto de eso era que alguien visitaba su sitio en Internet sobre recetas de cocina, además de Junmyeon, su mejor amigo y diseñador. Aspiró profundo mientras recorría con miedo la calle, no es que estuviera temeroso de un asalto o algo parecido, sólo que no era bueno con las palabras o expresiones faciales y rara vez se interesaba por la vida de alguien más.  Se preguntaba mentalmente sobre las preguntas que el locutor haría, ¿Cómo será él? Lo imaginaba alto, realmente alto, viejo, de unos 65 años, con bigote y barba en forma de candado, ojos hundidos y una voz capaz de hipnotizar a cualquiera. Alguien que estaría leyendo a las cuatro con quince de la madrugada las actualizaciones de su página, que inicio siendo sólo su propio recetario pero Junmyeon lo convenció de hacerlo público y tiene bastantes visitas y preguntas de los usuarios « ¿Que puedo sustituir por aceite de oliva!?» « ¿Con que puedo acompañar esté platillo?» « ¿Recomienda el uso de vino tinto para flambear?» «GRACIAS CHEF» Sólo entonces Kyungsoo sonreía y contestaba cada uno de los comentarios sin falta cada noche.

 

Miró por la ventanilla del autobús que había andado alrededor de 15 minutos desde que compró su lugar y aspiró profundo de nuevo, la ciudad céntrica acabaría en un par de cuadras, y la calle se hundiría entre maleza bien cuidada y llamativa. Hizo sonar la campaña del autobús y se detuvo lentamente, no agradeció por él servicio, sólo abrazo con fuerza su mochila y bajo elegante por los escalones del autobús. Espero que se marchara y se encaminó por la pedrería olvidada y antigua, encontrando un montón de hierbas comestibles adornando las escaleras del lugar, había ido una vez antes con Junmyeon en esos días de insomnio tan comunes entre ellos, recorrieron él lugar a eso de las dos con cinco de la mañana un poco pasados de copas. -Sobrio se ve todo más bonito-se dijo alto subiendo los escalones con lentitud, observando todo con detenimiento merecido, era como un paraíso silencioso, aunque dentro se escuchaba él murmullo de las personas dentro era tranquilo.

 

-Bienvenido a Green Garden- había un pelirrojo altísimo frente a él, incluso de puntillas alcanzaría sus hombros. Le miró y regresó el gesto apenado de su propia estatura, quizá por eso era él mejor amigo con Junmyeon.- ¿Quiere mesa señor?

 

-Estoy esperando a alguien, gracias- se dejó guiar a una mesa vacía y buscó con la mirada a algún hombre como él de su descripción mental, pero pese a la cantidad de gente que había allí todos eran adolescentes o jóvenes de su edad ¿Será que había despreciado capacidades? Se arrumó contra el asiento viendo la puerta, esperando algo-. ¿Cómo es que te reconoceré señor radio? -masajeó sus sienes con algo de mareo, odiaba los viajes en autobús y tenía mucho de no viajar en uno Junmyeon siempre lo llevaba a todas partes como extrañaba a su amigo en momentos así. Los pasos ligeros revelaron el cuerpo delgado de una mujer de cabellos negros y ojos tan pequeños que le causaba desconfianza, se encontraba limpiando la mesa contigua pero no quitaba la mirada de encima, y no la culpaba después de todo el no paraba de escanearla tampoco-. ¿Desea ordenar ahora, señor?-el negó volviéndose al frente y resopló con fastidio. No soportaba que le dejaran esperando lo odiaba realmente y por eso tomó las llaves de su hogar caminando fuertemente hacia donde nunca debió haber salido. Sin esperarlo el remordimiento le hizo girar directo a la barra, no podía irse sin consumir nada, el chico de cabello rizado y rojo le miró dispuesto a hacer la pregunta de nuevo pero le detuvo con un movimiento de mano.

 

-Me duele la cabeza ¿crees poder ayudar con eso?- el chico río y rechinó los dientes, el sonido era estridente para los desarrollados oídos del gastrónomo que cerró los ojos implorando paciencia-. Hay un olor condenadamente delicioso por aquí, es dulce y amargo, como cuando peleas contigo mismo sobre si ir o no a una reunión y resulta que te dejan plantado. Y todo por un señor anciano calvo que no tiene nada mejor que hacer que mandar flores ¿es posible en este pueblo?- la cara del pelirrojo de alto porte era un poema escrito en letra inelegible.- Dame solo un té de Yerba anís ¿puedes?

 

-Eso si lo entendí, ahora mismo lo hago, puedes tomar asiento aquí, ya que estás solo y, tedejaronplantado, no esperas compañía.- Kyungsoo gruñó y refunfuñó contra el poste de pelo rizado caminando a la barra, el olor seguía surcando su nariz, estaban cocinando con Anís, debía pedir la receta de esa tarta, vendería su alma por ella. A su lado estaba un joven, no le observó por mucho tiempo porque no quería incomodar, era más alto que él ─o eso parecía─, de aspecto travieso, las comisuras de sus labios se hundía dándole un toque gatuno que a Kyungsoo le gustaba. Dejándole de lado y aun molesto con el desconocido, el chef dio un vistazo a los cuadros de madera que exponían un par de reconocimientos y certificados. Debajo de estos había una serie de fotografías de clientes durante “la noche bohemia” A Kyungsoo le gustaba cantar, tenía buena voz pero era demasiado tímido para hacerlo en grupo.

 

-Kim Myungsoo- leyó el nombre de los créditos, seguramente se trataba del fotógrafo. La taza humeante hizo eco frente a él y agradeció a la mujer de aspecto frio que le había estado viendo hace unos minutos con un ligero asentimiento de cabeza-. ¿Cada cuando se celebra la noche bohemia?

 

-Viernes, a partir de las 10:00pm, puedes inscribirte días antes para que la banda preparé la canción, o traer tu presentación armada- contestó cambiando su semblante a uno más relajado, el chef asintió dando un sorbo a su bebida-. ¿Te interesa participar? Es libre y gratis, pareces alguien con buena voz- Kyungsoo estiró sus labios en una media sonrisa pero no alcanzó a responder cuando la mujer miró a su lado, el chico destilaba un aura negra y pesada-. ¿Estás bien?

 

-La estupidez no se paga ¿verdad?

 

-Me temo que no, pero sería un gran negocio- sonrío ella- ¿Qué pasa? Todos nos equivocamos y matamos por libertad, el tiempo quiero decir.

 

-¿Qué más sino?- suspiró pesado y retiró con la legua los restos de su bebida de sus labios que los hacían brillar y poner rosados. Un tono que no era natural pero que tenía la mirada de Kyungsoo atento a esos labios gatunos y delgados.- He hecho una cita a ciegas, no he preguntado el nombre, edad, físico, nada. No sé qué rayos paso por mi cabeza hueca- tenía una voz embriagante, que transportaba al tercero a otra época donde Seúl se volvió muy grande para él solo. El tintinear de la plaquita de metal que tenía grabado el nombre de la dependiente brilló como una señal del cielo.

 

-Suele pasar- resopló ganando la atención de los otros- me ha pasado lo mismo, quiero decir. Es un idiota y cuando sepa quién es, le meteré su micrófono por donde me sea posible- una carcajada limpia invadió sus oídos pero no demostró la sonrisa que sus labios lucharon por formar, solo mantenía la vista en el líquido de colores opacos-. Con lo que odio esperar. Me atrajo con mentiras, diciendo que tenía un programa de radio, ya no creeré más en nadie si no le conozco primero de vista.

 

-Oh- el hombre recargó su codo en la barra y sus mejillas en su palma abierta, miraba directamente a Kyungsoo con una sonrisa atrevida y un tono pícaro en su hacer-. Hazlo ahora entonces, que sea uno pequeño, no quiero sentir mucho dolor- Eunsook río retirándose en silencio para darle más privacidad a ambos, sin pasar desapercibida esa sonrisa torcida y llena de dientes blancos que tenía el más bajito. Sería una foto muy interesante, sin lugar a dudas-. Mi nombre es Kim Jong Dae, tengo un programa de radio llamado Youth Club, y para serte sincero esperaba a una mujer de mediana edad, no a un joven universitario. Ya decía yo que el que te llamarán “Chef” era bastante ambiguo- hablaba para él mismo sosteniendo las cuerdas de su campera con ambas manos, buscando no reír de la cara de espanto que tenía el joven- ¿Estás bien? No me digas que te has arrepentido de la propuesta del micrófono. Con lo interesante que sonaba.

 

-Oh grandísima mierda, lo siento mucho- cubrió su rostro con ambas manos y quiso que lo aventaran a una taza gigante con té de Yerba Anís a cien grados centígrados-. Soy Do Kyung Soo, soy el chef al que mandaste la invitación. Y lamento todo lo que dije- sintió una manos suaves apartar las suyas y se encontró con él rostro perfilado del locutor, sonriendo tan dulce como el pastel que había hecho jamás. Pudo también leer un “está todo bien” de sus labios mareándose con el movimiento de estos, mordiéndose los propios para no abalanzarse sobre el otro y comérselo-. ¿Puedo preguntar cómo es que diste con mi página? Es decir, no pareces alguien que lea las actualizaciones cada día.

 

-Está bien, entiendo que quizá esperabas un hombre grande de poco cabello y tal vez con un ojo ido- se sonrieron, pensaban muy parecido para gusto propio, eran una bomba en cuenta regresiva- tengo un primo que ama cocinar, y él tiene el blog como página principal alegando que todo sale tal y como tú dices que lo hará. Hablé de ello una vez en el programa y  muchas mujeres pidieron que hiciera una entrevista con la chef, disculpa pensé que eras mujer- Kyungsoo negó pasando por alto ese horrible error-. Y así llegué a ti, sin querer rastree el IP de tu computadora y ¡Voila! La dirección me fue dada, fue una sorpresa que fueras del mismo pueblo, supongo que el mundo es muy pequeño.

 

-Ras… treaste mi IP, eso es de acosadores.- chillo sonriendo al final de cuentas- bueno ya estamos aquí, vamos a hacerlo.

 

-Encantado.

 

-Eso fue sucio.

 

Rieron juntos y se pusieron al tanto de lo que hablarían en el programa de radio. Se entendieron al instante, el menor ni siquiera parecía ser consciente de su reputación de “antisocial” en la facultad y cuando se lo dijo a Jongdae mientras dos días después se encontraron comiendo pollo empanizado en algún restaurante de mala muerte ─según Kyungsoo─ éste río alto y se retorció por varios minutos, negándose a creer semejante bobería. Al final acabaron gritándose de estupideces por que el mayor limpio la grasa de sus dedos en la camisa negra del uniforme de Chef del menor. El dependiente estaba tan enfadado con ambos que les hecho con ayuda de dos monigotes más. Al principio Jongdae estaba indignado con el trato pero luego hecho a correr dejando al otro atrás, sin entender mucho solo corrió detrás de él, escuchando un par de minutos después como el encargado les llamaba bribones por no pagar la cuenta. Kyungsoo estaba impresionado consigo mismo, estaba haciendo lo que nunca pensó, se estaba abriendo a otro humano que no era Junmyeon y se sentía tan bien. Cayeron desplomados sobre el césped seco del jardín infantil,  el locutor cayó primero  haciendo tropezar a quien cayó sobre él, envueltos en risas dementes que no auguraban un buen final para ambos, quizá se encontrarían en un asilo mental al tener los 56 años.

 

En el parque solo sus risas se escuchaban. Quedaron en silencio mientras se miraban aun tumbados en el césped, con fuerza, con ganas de todo; con miedo. Fue Jongdae quien acortó distancias, lo pensó dos veces antes de impulsarse sobre su propio eje quedando sobre Kyungsoo, quien llevó sus manos hasta la espalda del otro, quieto y obediente como siempre lo fue. El mayor paso sus manos por el pequeño rostro asustado del otro, echando su cabello atrás para despejar su frente, besándola con apenas un rose, que bajo con sutileza hasta su nariz y se abrió paso entre sus labios. Supuso que así debía saber la gloria o el éxito. Al principio cuando la entrevista fue hecha ambos vieron el fin de su extraña amistad, pero ninguno quería dejar de verse y siguieron frecuentándose por un par de meses hasta ese entonces. El sonido húmedo de su saliva era escuchado perfectamente por ambos, así que añadir una caricia con la lengua sobre los labios acorazonados fue solo un permiso formal de algo que ya había pasado. Ninguno se movía un milímetro temiendo caer de la cama y llevarse una sorpresa amarga.

 

Kyungsoo suspiró al quedar unido a los labios lejanos de Jongdae con solo un hilo de saliva. Nada era diferente, pero nada era igual. Una risita nerviosa los asaltó y volvieron a unirse con más confianza, los dedos gordos y pequeños del chef se enredaron en las hebras oscuras de quien lo aplastaba, evitándole separarse. Su estómago quedaba descubierto con esa pequeña camisa negra y los dedos de Jongdae no tardaron en aprovechar esa jugosa oportunidad, la piel debajo de sus yemas ardía tanto que era excitante, y necesitaba refrescarse antes de acabar traumando a un chiquillo travieso que pasara de noche por allí. Al parecer alguien en el cielo le escuchaba por que los aspersores fueron encendidos empapándoles al instante, tuvo que forzar más sus manos sobre el suelo cuando Kyungsoo intentó erguirse.

 

-Con un carajo Jongdae déjame ir, nos enfermaremos si nos quedamos aquí- trató de sonar amable, pero los nervios lo estaban traicionando.

 

-Lo haré, solo debes prometerme algo- «dirá que ignore lo que acaba de pasar» pensó entristeciendo su semblante vivaracho-. Sal conmigo Soosoo, sé que no soy el mejor de los partidos y que te meto en muchos líos contantemente pero caí por ti desde que te sentaste a mi lado hace dos meses en el café, no lo podía decir tan fácilmente porque no te merezco.

 

-Déjate de estupideces Dae- levanto su rostro con ambas manos y le salto encima tumbándolo de nuevo, dejando que el sonido de los aspersores al girar ahogara más de un sonido indebido estando a intemperie y a esas horas de la noche.

 

En la actualidad

El tiempo se escurría sin prisas, las cuatro estaban dadas y Junmyeon había llegado hace un par de horas. Chilló, rodó, brincó, corrió por las paredes e hizo otras cosas extrañas y sin explicación científica cuando vio al pequeño Bacon sobre el sillón ¿tanto podía emocionarle una rata peluda que orinaría en cada rincón o tela de la casa para hacerla su territorio? Al parecer, y por la forma en la que ambos estaban tirados sobre el alfombrado mirando las fotografías del celular de Junmyeon, sí. No faltaba mucho para que se diera la hora del encuentro y no quería llegar tarde. No se molestó en despedirse del par de malnacidos desagradecidos que se olvidaron de su presencia, y salió casi corriendo para llegar a la tienda a la hora adecuada, odiaba llegar tarde, casi tanto como que le dejaran esperando. Amablemente la mujer forro una caja de madera para él, donde introdujo el portarretrato finamente tintado con las iniciales “Feliz cumpleaños” y “Soosoo & Chen ─recuerdo de que eres un año más viejo que yo─” para no quedar tan a secas, la mujer hizo hincapié en que la foto de su novia debería verse hermosa allí dentro y no discutió, solo pagó y se fue.

 

Tomó el mismo autobús que le llevó hace tiempo a conocerle e incluso se sentó en el mismo lugar que seguía pegajoso como aquel día. Y en menos de lo que decía “sorpresa” estaba frente a la cafetería que los acogió. Decorada con globos y pegatinas de dinosaurio y gatos en las puertas. Parecía más tema de Halloween que de cumpleaños, definitivamente no dejaría a Chanyeol hacerlo de nuevo, aunque fuera gratis. Un número considerable de personas estaban dentro, quienes lo saludaron cálidamente entre abrazos y bromas de mal gusto, anotando mentalmente incendiar el lugar al finalizar la fiesta con todos dentro.

 

 

«Estoy llegando» decía el mensaje que le llegó, apresurado miró hacia afuera por las ventanas pero no había señales de vida «El jardín infantil está un poco descuidado ¿no lo crees?» Los colores se subieron al rostro de Kyungsoo al leer eso y salió corriendo desde la esquina del local donde los letreros de felicidades se alzaban sobre los instrumentos, era viernes, noche bohemia.

 

-¡Eres un completo imbécil Jongdae!- gritó al aire, el corazón de Chanyeol, quien se encontraba a su lado cuando dio esa repentina maldición, subió hasta su garganta- el muy imbécil se fue a otro lado, ¡Aish!- salió echando humo por la nariz, pero a su hoguera le volcaron un bote con hielo en cubos cuando fue recibido por los brazos fuertes de su novio y el olor característico a colonia campestre que tanto aborrecía. Su risa era como las campanadas de la iglesia en tiempo de guerra y calmó toda la furia del más bajito.

 

-Siempre quise hacer eso- miró hacia adentro donde todos se miraban unos a otros confundidos y Jinki alzó los brazos soltando un globo que se desinfló, gritando un “Sorpresa” que hizo reír a todos-. Me pregunto dónde cabe tanta maldad en tu pequeño cuerpo, quizá me la estoy comiendo con tanto beso, o quizá por eso estás subiendo de peso- Kyungsoo fue besado con calma y ternura, esos besos infinitos que le tenían tan enamorado de un maldito insensible que le quería matar de un coraje. Entre todo lo posible Kyungsoo odiaba que las cosas no le salieran bien, pero podía soportarlo si cada que se equivocara Chen le besara para recordar que no tenía que pretender ser perfecto, porque él locutor era su otra mitad, su equilibrio perfecto.

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