Twins

쌍둥이 «ssangdung-i» ▶Hunhan

 

"I feel butterflies in my stomach when you look at me with that smile on your face.."

Eran hermanos, eran mellizos, eran idénticos pero a la vez diferentes. Perfectamente se podían notar las similitudes entre ambos chicos, como también las diferencias que había entre ellos. De pequeños eran como dos gotas de agua, iguales tanto en apariencia como en personalidad, si no fuera porque uno tenía el pelo más claro que el otro y los ojos diferentes, estos dos podrían pasar por gemelos y confundir a la gente cuando les diera la gana.

Siempre habían sido muy unidos por lo que era difícil separarles, en la escuela estaban juntos, en casa pasaba lo mismo, si uno hacia una cosa el otro lo hacía con él, si uno iba a algún lado el otro lo acompañaba sin rechistar a pesar de que el lugar no fuera de su agrado. A nadie le molestaba, eran hermanos y era normal que se comportaran así, a los seis años aún seguían durmiendo juntos en la misma habitación y misma cama, no podían despegarlos por más que lo intentaran. A los ocho años dormían en la misma habitación pero en camas diferentes por lo menos hasta que era de madrugada y cualquiera de los dos se colaba a la cama del otro. Era una bonita costumbre, no hacían mal a nadie, les gustaba dormir abrazados no entendían que tenia de malo.

Fue a los diez años cuando todo se fue al garete, su familia se destruía poco a poco, su papa ya no dormía en casa, su mama lloraba todas las noches y ellos solo se tenían el uno al otro. Sabían lo que pasaba, ya no eran niños tan pequeños como antes, sabían que eso significaba que sus padres se estaban separando. Su unión se hizo mucho más fuerte en ese momento porque no querían separarse "si papá y mamá se separan seguramente uno de nosotros se vaya con papá a vivir", su miedo estaba presente cada día. Se habían vuelto más callados con las personas a su alrededor, sus manos unidas no se soltaban nunca, solo hablaban entre ellos dos, se sonreían el uno al otro, seguían durmiendo juntos, cada uno consolando al otro con palabras bonitas y de consuelo. Para ellos nada de eso era extraño, como tampoco los besos que se robaban a veces, lo habían hecho desde que tenían conciencia por lo que ¿había algo malo en ello? Eran hermanos demostrándose cuanto se querían.

A los trece años SeHun entendió aquel "siento mariposas en mi estómago cuando me miras con esa bonita sonrisa en tu rostro" que LuHan le había soltado un día. En aquel momento tan solo le dijo "seguramente son gases por todo lo que has comido" eran dos niños sin conocimiento real de lo que era el amor y el estar enamorado. A los once años LuHan se mudó con su padre, SeHun se quedó con su madre y aunque los hermanos se reunían de vez en cuando tanto para ver a su padre como a su madre, aquellas visitas acabaron cuando su padre se mudó a China junto a LuHan.

Echaba de menos dormir con LuHan, no le gustaba dormir solo y muchas noches se las pasaba en vela por lo mismo, decían que tenía insomnio, él tan solo tenía ganas de ver a su hermano y dormir abrazado a él. También extrañaba sus amplias sonrisas dirigidas solo para él, sus ojos en los que se podía ver un amplio universo, eran preciosos y parecidos a los de un ciervo, también se parecían a los de su madre por eso a penas la miraba porque le recordaban a él. Echaba de menos su cantarina voz, su blanquecina piel en contraste con la suya más morena, sus manos, oh, como echaba de menos sus manos y el agarre que ejercía en las suyas. Sus manos se sentían frías porque ya no tenía la calidez que desprendía las de LuHan.

Quizá por eso a los dieciséis años se hartó de esperar a que su padre apareciera por allí para verle a él, aunque poco le interesaba su padre él tan solo quería vera LuHan. No pudo hacer mucho cuando le comento a su madre que quería ir a China a ver a su hermano, el rotundo no llego con un golpe en la mejilla cuando este empezó a reclamarla. Era la primera vez que su madre le levantaba la mano,nunca nadie antes le había pegado y que fuera su propia madre le dolía. No tenía dinero para ir a China pero sí que tenía edad para ponerse a trabajar,ahorrar y visitar a LuHan. Por lo que se puso a trabajar mientras estudiaba, su madre no lo aprobaba pero tampoco le obligaba a dejarlo ya que se arrepentía de haberle pegado, pero las cosas ya estaban hechas y no se podía devolver el tiempo atrás

Su madre enfermó cuando él estaba casi en los 18 años edad en la que había decidido independizarse, vivir alejado de su madre, con su trabajo, siguiendo sus estudios y viviendo con su mejor amigo. Sus planes no estaban yendo como él quería, tampoco fueron cuando fue a China después de conseguir el dinero para hacerlo. Allí solo le esperaba su padre, su hermano estaba estudiando en un instituto donde se quedaba a dormir, era como un internado, según su padre fue a pedido de LuHan el meterse allí. A SeHun le extrañaba aquello pero no dijo nada, estuvo dos días ya que adelantó el vuelo, no le apetecía estar con su padre después de abandonarle allí con su madre.

Ambos volvieron a encontrarse un frío día de octubre, siete años después de no verse. No lo hicieron de la manera más emotiva ni como ellos quisieran, lo hicieron reunidos alrededor de la lápida de su madre junto a sus familiares. A pesar de haber estado separados tanto tiempo, el tiempo ni los kilómetros que les separaban había puesto distancia en ellos. Sus manos entrelazadas fuertemente mientras escuchan las palabras que están diciendo pero las cuales se las lleva el viento nada más salir de los labios de aquel hombre. Querían a su madre ya que después de todo esta les había dado amor y cariño, no podían culparla por haberse separado de su padre, por no haber luchado más por la custodia de ambos, por haber aceptado que Luhan se marchara lejos. Y en esos momentos ambos la perdonaban por todos los momentos difíciles que les había causado a ambos, el perdón fluía en lágrimas que bajaban por sus mejillas, en el último adiós que la estaban dando y pidiéndoles a gritos silenciosos que les perdonen por quererse de la manera en que ambos lo hacen.

Cuando consiguen estar solos ambos se encuentran sentados el uno frente al otro, las piernas de LuHan a cada lado de la cintura de SeHun. Están en la casa de SeHun, ambos solos en las silenciosas paredes que les observan a la espera de algún movimiento o alguna palabra que se escape de sus labios. ChanYeol, el compañero de SeHun, les ha dado el espacio que ambos necesitan para ponerse al día, llorar a su madre y aclarar sus sentimientos.

La mirada de ambos se encuentra en sus manos viendo como sus dedos juguetean, quieren hablar y ponerse al día sobre todos esos años pero a la vez tienen miedo de que cuando hablen no se sientan como cuando eran niños, que hayan perdido aquella conexión que ambos mantenían. Han sido muchos años.

Su siguiente movimiento no son palabras, son acciones. Sus ojos se observan y se pierden en el infinito de estos, sus dedos se entrelazan y poco a poco el espacio entre sus cuerpos se va haciendo cada vez más diminuto. Sus labios se tocan por primera vez con timidez, la primera vez siendo conscientes de lo que eso significa, sus manos antes entrelazadas ahora paran en la camiseta del otro sin saber muy bien donde colocarlas y qué hacer con ellas. El primer toque es tímido, tan solo un roce de labios, reconociéndose, probándose, un beso dulce que se deja caer poco a poco, donde se toman todo el tiempo del mundo para recorrer cada milímetro de sus bocas. Se separan poco a poco y juntan sus frentes, piensan en la ansiedad que se ha acumulado en su pecho, en la sensación de cosquilleo que se ha derramado por sus cuerpos. Como su mente y su cuerpo se ha subido a la cima de una montaña donde lo único que pueden percibir es el calor del cuerpo del otro contra el suyo propio, de cómo sus respiraciones queman sus bocas y de cómo sus almas sonríen nerviosas pero felices

Ambos vuelven a sumirse en otro beso, este más explorador y provocativo que el anterior, uno donde se apropian de sus labios como si fueran los suyos, donde se acarician y se saborean con pequeños mordiscos inocentes que les hacen estremecer. Las manos de SeHun están en la cintura de LuHan atrayéndole a su cuerpo y haciendo que este se deshaga en sus brazos debido a la caricia de sus dedos en su piel, mientras, las manos del contrario se pierden sobre la nuca y el cuello de SeHun.

Después de aquello y de no hablar en ningún momento sobre lo que ha pasado entre ellos porque es el menor de sus problemas, aunque no debería ser así, deciden comer algo e irse a dormir para descansar la mente y estar despejados para el día siguiente donde ambos se enfrentarían a su padre, más bien SeHun se enfrentaría a aquel señor.

Duermen en la cama de SeHun, abrazados el uno al otro como si no quisieran dejar marchar al otro, y es que no querían eso por nada en el mundo. Sus vidas se volvieron un caos cuando eran pequeños, después de estar separados por siete años por fin los gemelos vuelven a estar juntos y no tenían pensado dejar de estarlo. Ya tenían 18 años, SeHun vivía solo, quitando a su compañero de piso, trabajaba y había entrado a la universidad, a LuHan no le iba a ser difícil hacer lo mismo que el menor, por dos minutos pero menor al fin y al cabo.

Como si se hubieran leído la mente, al día siguiente en la conversación que mantenían con su padre ambos dijeron lo que necesitaban y eso era el uno al otro con un "Me quiero quedar en Seúl, con SeHun" y un "Quiero que LuHan se quede conmigo" su padre entendió claramente lo que estos dos querían decirle.

-Siempre supe que haba algo entre vosotros dos.

-¿Qué?

-No me molesta, uno no puede elegir de quien se enamora.

-¿De qué estás hablando papá? – LuHan pregunta nervioso de que hayan descubierto su gran secreto.

-¿Sabéis porque nos separamos vuestra madre y yo? Ya no nos amábamos como antes y yo me enamore de otra mujer, como he dicho uno no puede elegir de quien se enamora. Ambos sabíamos que vuestra relación era muy especial y teníamos sospechas, vuestra madre y yo discutimos bastante el hecho de que entre los dos había algo más que un amor fraternal. Vuestra madre no quería creerlo por eso prefirió que estuvierais separados, que cada uno se quedara con uno de vosotros.

Esa declaración les dejo a ambos un mal sabor de boca, SeHun siempre creyó que su padre era el malo de la historia que fue él quien no lucho por la custodia de ambos, quien quiso separarles y preferir a LuHan por encima de él. Sin embargo no fue así, fue su madre la que causó todo ese desastre, la culpaba pero debía ser empático y ponerse en su situación, al fin y al cabo la entendía.

-La sociedad no os va a entender, vais a sufrir el doble porque no aceptan a una pareja del mismo o y menos que estos sean hermanos. Pero debéis luchar por ello, luchar por lo que queréis, por lo que amáis, luchar por ambos y no os dejéis derrotar por las crudas palabras y las malas acciones de aquellas personas que no entienden que el amor no tiene edad, o, raza ni sangre.

Los tres acabaron en lágrimas, su padre había aceptado que ambos se amaban y eso era lo que más les importaba. No importaba lo que los demás pensaran de ellos, su amor era más fuerte que todo aquello que vendría contra ellos. No se esconderían, por supuesto que no, demostrarían al mundo cuanto se aman y por cuanto han pasado hasta llegar a donde estaban.

Esa misma noche ambos volvieron a estar solos, su padre se había marchado a China, al fin y al cabo allí estaba su nueva vida y su nueva pareja. Entre besos, caricias, suspiros, jadeos, susurros, te amos susurrados hasta la saciedad, ambos se amaron entre las sabanas aterciopeladas de aquella cama que compartían. No hacían falta las palabras para decirse cuanto se amaban, nunca habían hecho falta porque el brillo de sus ojos se lo gritaban todos los días, a todas horas.

 

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