Enfrentamiento

Memories

Ai no podía creer lo que había oído. No supo cuánto tiempo se había quedado inmóvil, mirando a Ryuhei, esperando que le dijera que podía reaccionar, y que todo era una broma.

—Parece que la novia se quedó sin palabras —bromeó Ryuhei.

—¿Puedo… pensarlo…? —preguntó Ai.

—No tienes todo el tiempo del mundo, pero puedes —respondió Ryo—. No queremos acaparar todo el tiempo importante que tiene tu tío.

—Oh, no te preocupes por mí —dijo You, con una seña de mano—. Yo sí tengo todo el tiempo del mundo.

—Yoko —llamó su atención Shingo, en voz baja.

—Lamento ser inoportuno, pero, ¿podemos ir a casa? —preguntó Yuya a su secretario y a su supplier.

—¿Para qué? —le dijo Ryo, con una sonrisa—. La casa es lo bastante amplia como para que todos se queden aquí, ¿no, Tadayoshi? Además —agregó sin dejar responder al aludido—…, yo aún no estoy del todo repuesto de lo sucedido…

—Como siempre, haz lo que quieras, cariño —dijo Tadayoshi. You lo miró, sin comprender del todo tal empalagosa muestra de afecto entre ambos. Ryo sonrió sinceramente.

—Entonces…, me retiro —dijo Ai, mirando a Tadayoshi, quien asintió con la cabeza.

—Yasu —llamó la atención del rubio el dueño de la mansión—, ve con Ai, por favor —le pidió. El aludido sin mediar palabra, siguió los pasos de la muchacha, al igual que Subaru—. Ryo, ¿podemos hablar? —le pidió, levantándose de su asiento.

—Ah, lo siento, pero, creas o no, estoy algo cansado. Iré a descansar un rato. Que atiendan a nuestros invitados, por favor —le dijo a Tadayoshi, antes de subir por las escaleras hasta su cuarto. El aludido omitió sonido una vez Yuya fue instalado.

—Yoko, ¿podemos hablar? —le pidió a su hermano, levantándose de su asiento. You lo imitó, al igual que Shingo—. A solas, por favor.

Shingo miró a You, quien negó con la cabeza, dándole el pie a quedarse en el comedor con el resto de los presentes. El vampiro, por su parte, siguió a su hermano menor hasta la biblioteca.

—¿Puedes explicarme qué está sucediendo aquí?

—Cuando te conté lo de Subaru fue para prevenirte.

—¿De?

—Va a estallar una guerra.

—Intuyo contra quiénes se están enfrentando, pero, ¿es en serio…?

—No son solo las mentiras a las que fuimos sometidos, también está el proceso de tortura hacia un igual, y la forma en que se burlaron de Erika…

—¿Quieres saber de qué lado voy a estar?

—Sí —respondió Tadayoshi, en un suspiro.

—Por mi parte, me gustaría seguir viendo a este nuevo Subaru, saber si realmente perdió la memoria.

—Erika nos advirtió que fue un error esperar a que siguiera utilizando sus poderes como si nada. La búsqueda se limitó a grandes cantidades de energía en vez de enfocarse en su fortaleza en sí.

—De todos modos, quisiera hacer las cosas a mi manera. Sin embargo, cuando llegue el momento de pelear, no dudes que obtendrás mi respuesta.

 

La noche pareció llegar más temprano que de costumbre. Cuando se dio cuenta, se había quedado leyendo hasta muy tarde en la madrugada. Inconscientemente, le incomodaba tener que compartir la habitación con el enemigo, pero tenía que tenerlo cerca ante cualquier eventualidad. Además, necesitaba saber por qué había alojado a Yuya en la mansión, cuando sus recuerdos respecto a Subaru habían sido suprimidos. Si su as bajo la manga era Yuya, debía estar preparado.

—Ah, pensé que nunca vendrías —le dijo Ryo, quien estaba sentado en la cama en medio de la oscuridad.

—Rayos… Y yo que pensé que estarías durmiendo —se quejó Tadayoshi, cerrando la puerta de la habitación a su paso.

—No sin mi beso de buenas noches —dijo el aludido.

—Te mereces estar en penitencia por lo que hiciste.

—Era eso o algo peor.

Tadayoshi se sentó al lado de Ryo y se arropó con las sábanas.

—Míranos… Estamos en la misma cama, uno al lado del otro y, sin embargo, algo invisible nos separa…

—Y siempre lo hará…

—Porque tú lo crees…

—Ohkura, por favor… ¿Acaso no recuerdas cómo me puse cuando me enteré de la forma en que llegué a este lugar?

—Pero, pese a todo tu rencor, tus sentimientos por mí no cambiaron…

—Ai desconoce su fuerza…

—¿Por eso quieres a Maru? ¿A Tegoshi? ¿Por eso vas a obligar a nuestra hija a casarse con alguien que no quiere?

—De nuevo con eso —susurró Ryo, aferrándose a las sábanas—. ¿Cuándo vas a entender que ella no es mi hija?

—¿Y qué con eso? Ella te ve de esa manera.

—¿Y tú crees que es fácil? —le preguntó, levantándose de la cama. Su cuerpo empezó a dar vueltas alrededor de la cama—. ¿Que Ai me pregunte a mí qué carajo le pasó a su madre? A ver, dímelo tú, señor sabelotodo, ¿cómo respondes a una pregunta así si tú fuiste el causante de todo eso? Estamos de acuerdo en que yo no lo hice directamente, pero usé y lastimé a muchísima gente en el proceso.

—Lo mismo que vas a hacer ahora.

—Quiero protegerla —reconoció Ryo, acercándose a Tadayoshi.

—Utilizando a Tegoshi de nuevo.

—Es la única solución.

—¿Para qué?

—Para que la presencia de Subaru desaparezca de una vez por todas.

—Bingo —susurró Tadayoshi, después de un rato. Ryo, que estaba en la otra punta de la cama, lo miró con el ceño fruncido, sin entender su reacción.

—¿Qué…?

—Lo siento, pero necesitaba conocer tu plan —respondió el aludido, arreglando su parte de las sábanas y acomodándose para dormir—. Ahora voy a poder dormir tranquilo. Buenas noches.

Ryo se quedó de pie frente a la cama, pensando qué era lo importante qué había soltado sin querer.

—Espera un momento, tú sabías que el plan era matar a Subaru. ¿Qué es lo relevante?

—Que utilizarás a Tegoshi para eso —respondió Tadayoshi, quien le daba la espalda.

—Hay una cosa que no sabes, mi amor —dijo Ryo. De su mano, emanó un aura negra la cual utilizó para golpear el lugar del lecho donde Tadayoshi estaba descansando—. Que yo también tengo parte de su poder.

—Eso lo supe desde que Erika dijo lo que hiciste —reconoció el aludido que había saltado de la cama para evitar ser atacado. Su parte de la cama quedó reducida a trozos de madera.

—Debiste haberte ido a dormir al living.

—¿Cuándo nos peleamos? ¿Nos peleamos?

Utilizando el mismo ataque, esta vez, Ryo utilizó aquella aura para expulsarla de su mano y disparar directo a Tadayoshi. Sin embargo, el aludido salió de la habitación y el ataque fue recibido por la puerta. Ryo suspiró y salió en su búsqueda, sin embargo, se notaba la diferencia de experiencia a la legua: cada golpe que trataba de asestarle era evadido por Tadayoshi y desviado a algún sector de la casa donde no hubiera gente. De ese modo, llegaron a la biblioteca, donde Tadayoshi pareció volverse vulnerable. A un extremo de la misma, alzó ambos brazos en dirección a Ryo.

—¿Qué quieres?

—Espera, espera, espera. Aquí, no —le pidió—. Por favor —Ryo se acercó a él, pero un agarre sobrenatural lo estampó contra la pared y agarró sus extremidades para impedirle el movimiento—. Tienes a Tegoshi, tienes a Maru, pero, ¡oh! ¿Recuerdas quién le cedió a Maru los atributos que tanto alardeas tener de tu lado?

—De ti —respondió el aludido.

—Muy bien, Ryo-chan. ¿Y sabes una cosa? —de repente, el agarre sobre Ryo fue reemplazado por la mano de Tadayoshi sobre su cuello—. Hace mucho tiempo que no los uso.

Lejos de hacer alarde de sus poderes, Tadayoshi besó a Ryo apasionadamente. El más bajo utilizó sus manos para que ahora fuera Tadayoshi quien estuviera contra la pared, empujándolo con fuerza. Abrazándolo él también, lanzó un gemido de placer que hizo sonreír a su pareja. En medio de aquella pelea que apenas estaba comenzando, no pudieron evitar seguir sintiendo una pasión que los consumía por dentro y que necesariamente necesitaba del otro para poder seguir viva.

 

En el corto camino que Toma hizo desde su habitación hasta encontrarse con Ryuhei en el pasillo, le pareció que había pasado un tornado.

—¿Qué pasó aquí…?

—Parece que Ryo hizo las paces con Ohkura.

—¿A esto le llamas hacer las paces? A propósito, ¿sabías que han vuelto a desaparecer dos archivos del registro negro?

—¿De nuevo Ai? —suspiró Ryuhei.

—Sabes que ella no puede abrirlo —el aludido miró a Toma.

—Entonces fue…

—Exacto. ¿No te interesa saber cuáles archivos desaparecieron?

Toma se acercó a Ryuhei y le dijo algo al oído que lo dejó sorprendido.

—Buenos días —saludó Yuya a ambos, mientras salía de su habitación.

—Buenos días —lo saludó Ryuhei.

—¿Cómo dormiste? —le preguntó Toma, acercándose a él.

—Mal porque estabas a mi lado.

—Perdón por eso.

—Ah, Maru, ¿podemos hablar? —la voz de Shingo alertó al grupo.

—Claro, vamos a mi habitación —respondió el aludido.

—¿Sucede algo malo? —preguntó Yuya a su supplier, una vez estuvieron solos.

—No, ¿por qué? —dijo Toma, pasando su brazo por sobre la espalda del rubio y caminando ambos hacia las escaleras.

—Siento el clima un poco tenso… ¿Cómo es eso que Maru le pidió matrimonio a Ai-chan?

—Cosas que pasan —respondió Toma, hincándose de hombros.

—Estás parco de palabras, Toma —le recriminó su pareja con una sonrisa.

—Perdón. Oye, Yuya —llamó su atención el aludido, aminorando el paso.

—Dime…

—¿Recuerdas lo que pasó en la empresa hace unos días? ¿O cómo nació Ai-chan?

—Por supuesto que… no —la segura voz del vampiro se tornó en una llena de duda—… N… No lo recuerdo…

—Pronto lo harás, pero no te esfuerces —le advirtió Takahisa, apareciendo en el pasillo—. Es una secuela del golpe que tuviste.

—Ah, sí. Erika me lo dijo —reconoció Yuya—. Si es así, no tienes de qué preocuparte, mi amor —le dijo a Toma—; tarde o temprano los recuperaré.

El aludido sonrió y dirigió luego su mirada a Takahisa.

—¿Quieres ir bajando? Me olvidé algo en el cuarto —le dijo el secretario.

—¿Tú no vienes? —le preguntó a Toma.

—Tengo que preguntarle algo a Maru, lo esperaré aquí.

—Está bien.

Takahisa esperó prudentemente a que Yuya se hubiera ido para hablar con Toma.

—¿Estás consciente de lo que estás haciendo?

—Por supuesto que sí.

—Algo me dice que no.

—Ryo lo detendrá. O, en el peor de los casos, Maru.

—¿Matándolo?

—Reteniéndolo. Así como Ryo pudo tomar parte de su alma, también podrá hacerlo con el poder que tiene en su interior.

—Lo de la otra vez no fue más que pura suerte. Ryo no tiene el conocimiento suficiente ni la fortaleza para hacer frente a tremendo poder.

—Gracias, Masuda. Por primera vez estamos de acuerdo en algo.

—¿En qué?

—En que seremos enemigos.

—Siempre lo fuimos.

—Pero ahora vienes a mostrar tus garritas.

—No quieres verme enojado, Ikuta.

—Mira cómo tiemblo —le dijo el aludido, a centímetros suyo.

 

—¿De qué querías hablar? —le preguntó Ryuhei a Shingo.

—Lo que sea que estén tramando para derrotar a Subaru, cuentan conmigo.

—Así que tú eras la cuarta persona de la cual hablaba Ryo…

—¿Qué?

—Hace unos días Ryo dijo que alguien más se nos uniría. Gracias.

—Pero saben que todos los demás están en su contra.

—Lo sé. Erika, Koyama, Ai…, Sho-chan…

—Me di cuenta de todo cuando le dijiste eso a Ai… ¿Realmente vas a sacrificar lo que sientes por Yasu?

—Él lo entenderá…, tarde o temprano —reconoció en un suspiro.

—Más vale que lo haga temprano, porque está sufriendo.

—¿En serio estás de mi lado? —le preguntó Ryuhei, sonriendo de lado.

—Aunque, a decir verdad…, en parte no me sorprende la situación… Es decir, Ai y tú…, podrían funcionar…

—No ahora. Hace algunos meses, tal vez, pero no ahora.

 

Ryo miraba a Ai, Shota y Subaru recorriendo el parque desde el balcón aunque frente suyo se estaba exhibiendo un banquete que estaba pasando desapercibido.

—De aquí puedes asestarle un golpe mortal —le susurró Tadayoshi al oído, haciéndolo asustar.

—¿Con todos esos hakudaku acechando? Olvídalo, no soy un suicida.

—¿No sientes pena por Yasu? —le preguntó el más alto, sentándose frente a él.

—Daño colateral.

—Si te oyera decir eso… no lo creería viniendo de ti…

—Las personas cambian.

—No así sus corazones.

—¿Otra vez vamos a tener una conversación de esta índole?

—Tiene razón —dijo Erika, sentándose en la silla vacía entre ambos. Hiroki, que estaba de pie detrás suyo, se sentó en la silla frente a ella—. Sería un suicidio que te atrevieras a levantar la mano y atacar a Subaru.

—Pensé que yo tenía inmunidad —dijo Ryo.

—Eso se terminó cuando me cambiaste por Tadayoshi-kun.

—Pensé que no había más rencores al respecto —le dijo, sirviéndole té en un pocillo.

—¡Qué poco conoces a las mujeres!

—También pensé que eras mi amigo, Hiro. ¿Té?

—Que no comparta tus mismas intenciones, no quiere decir que haya dejado de serlo. No, gracias. No tengo apetito.

—¿Quién lo hubiera dicho? —dijo Ryo, dejando la tetera en medio de la mesa—. Antes Tadayoshi hubiera sido capaz de matarte, y ahora…, los dos están en el mismo bando…

—Como dijiste, las personas cambian, Ryo-chan.

—Alguien como Subaru, no lo hace.

—Wow… ¡Qué clima más tenso! —exclamó Yuya, acercándose al grupo. Hiroki se levantó para darle su asiento. El rubio agradeció con un movimiento de cabeza y se sentó—. ¿Me perdí de algo?

—No, de nada en particular —respondió Erika, bebiendo té.

—¿Qué sucedió anoche? —preguntó Yuya—. Escuché algunas voces, pero…, no podría decir si estaba despierto o era parte de un sueño.  

—Depende lo que hayas oído —dijo Ryo—. Tuvimos una pequeña discusión con Tadayoshi.

—¿Ah, sí? ¿Por qué?

—Nos sirvió para arreglar nuestras diferencias —dijo Tadayoshi, tratando de terminar con esa conversación.

 

—Pobre Tegoshi-san —dijo Shota, mirando hacia el balcón.

—¿Por qué? —preguntó Subaru.

—Debieron suprimir parte de sus recuerdos para evitar una recaída.

—¿Recaída?

—Ustedes no lo saben, pero, una vez, la fuerza de Tegoshi-san nos puso a todos en peligro.

—Ehh… No sabía que Tego era así de poderoso… Es decir…, no lo aparenta —dijo Ai.

—Es verdad —reconoció Shota con una sonrisa—. Pero cuando estás en problemas es cuando muestras tu verdadera fuerza, Ai-san.

—Debe ser horrible llegar hasta esos extremos —dijo la aludida—. Es decir, tuvo que enfrentarse a todos ustedes, ¿no?

—En realidad, fue Maru el que se le enfrentó.

—¿En serio? —preguntó Ai después de lo que pareció una eternidad.

—Sí. Él también estuvo en problemas por su culpa —dijo Shota—. Pero, al fin y al cabo fue el amor de Ikuta-san lo que lo salvó y lo trajo de vuelta.

—Ai —dijo Subaru.

—Exacto —dijo Shota con una sonrisa.

—¡Ay, Yasu! Siempre me siento tan bien cuando hablo contigo —reconoció Ai.

—¿En serio?

—Eso es porque Yasuda-kun tiene un corazón lindo —dijo Subaru.

—Debes aprender más palabras, Subaru —dijo la muchacha.

 

—Que Ikuta-kun hizo, ¿qué? —dijo Keiichiro que, aunque había escuchado perfectamente cada una de las palabras pronunciadas por Takahisa, algo le impedía creerlo.

—Tengo la impresión de que Ryo quiere tomar posesión de sus poderes.

—Tadayoshi debe saber esto —dijo el vampiro con la intención de dirigirse al balcón, pero Takahisa agarró su brazo y lo detuvo.

—Espere… Algo me dice que Ohkura-san ya lo sabe…

—Y también sabe que Toma mantuvo cautivo a Subaru-kun y los mantiene a todos viviendo bajo el mismo techo.

—Yo también pienso que es una locura, pero…, es mejor tener cerca al enemigo, ¿no? —dijo Takahisa, comprendiendo sus sentimientos.

—Aún así, voy a ir a decírselo. No podemos permitir que pongan en peligro la vida de uno de los nuestros por un capricho —hecho una furia como nadie nunca lo había visto, Keiichiro se dirigió al balcón donde aún estaban desayunando y, al mismo tiempo, desafiándose con las palabras. La tensión que podía sentirse en el aire aumentó su descontento. Sin mediar palabras, se acercó a Ryo y le dio un golpe que lo hizo caer al suelo. Los presentes se levantaron de sus asientos, y Ai, Subaru y Shota miraron hacia aquel lugar debido al ruido de la silla de Ryo cayendo al suelo junto con él. Ryo, por su parte, no terminó de salir de su asombro que Keiichiro lo estaba levantando del suelo agarrándolo del cuello con una mano—. No te atrevas a hacerlo.

—Kei-chan, espera —intentó calmarlo Erika posando una mano sobre su espalda, pero lejos de responderle, Keiichiro seguía sosteniendo a Ryo de aquella forma tan riesgosa.

—¡Papá! —exclamó Ai, airosa por salir corriendo en su ayuda.

—Ai-san, espere —le pidió Shota—. Creo que Nishikido-san la ayuda que menos espera es la suya…

—Pero…

—No se preocupe, todo estará bien —le dijo el aludido, con una sonrisa.

—Koyama-san, todo está bien —Shingo salió junto a You e imitó a Erika. A diferencia de la mujer, él sí tuvo éxito. Keiichiro soltó a Ryo, quien cayó estrepitosamente al suelo, tosiendo, y pestañeó varias veces, como si hubiera despertado de un largo sueño, acto seguido se volvió a Shingo.

—No vuelvas a usar tus trucos conmigo —le pidió.

—Si no lo hacía, iba a matar a Ryo —le dijo, extendiéndole la mano al aludido, quien la aceptó y se levantó del suelo.

—No sé de qué rayos me estás hablando —le dijo Ryo a Keiichiro, quien se giró para mirarlo.

—Kei-chan —llamó su atención Shigeaki, pero este le hizo una seña con la mano.

—Lo que estés por hacerle a Tegoshi, no lo hagas. Sabes muy bien a qué me refiero.

Con Yuya a pasos suyo, Keiichiro no podía ahondar en detalles, pero él sabía muy bien a qué se estaba refiriendo.

—Realmente no sé de qué me hablas…

You, a pasos de todo aquel asunto, se dio cuenta de qué grupo iba a formar parte. Miró a Tadayoshi y negó con la cabeza con una expresión de lástima.

—¿Lo ve? —le dijo Shota a Ai—. Le dije que todo estaría bien.

—Pero…, ¿no parece como si se acercara una guerra? —preguntó Subaru.

Ryo entró a la mansión junto con Shingo.

—Estoy bien —le dijo Ryo, un poco alejado del grupo que estaba afuera—. Ahora ya saben contra qué se van a enfrentar. Ve a cumplir tus labores como secretario y supplier.

—¿Y tú?

—¡Oh! Yo ya lo hice —respondió, mirando las marcas que había en uno de sus brazos—. Pero Tadayoshi no salió airoso de esta.

—¡Esto es una locura, Tadayoshi! —exclamó Keiichiro, caminando de un lado a otro como una fiera enjaulada—. ¡No podemos estar todos juntos bajo un mismo techo!

—Sé que no, Koyama-san, pero no encuentro otra forma de pasar esta situación lo mejor posible.

—¡¿Acaso no ves lo que estás logrando?! ¡Nos vamos a matar entre nosotros antes de tiempo!

—¡¿Crees que no lo sé?! —soltó finalmente el dueño de casa, levantándose de un salto y golpeando la mesa con el puño—. ¡Anoche casi termino matando a Ryo! —el silencio provocado por sus palabras duró lo suficiente como para que él volviera a tomar asiento—. Y no te preocupes por Tegoshi. Sé lo que quiere hacer Ryo, y no pienso permitirlo. Aunque deba ser yo el que tenga que entregar su cabeza en bandeja de plata…, que así sea para que todo esto termine.

—Espera, Tadayoshi-kun, ¿qué quieres decir con eso? —le dijo Erika, sintiendo un sudor frío recorriéndole la espalda.

El aludido miró a Yuya y posó una mano sobre la suya. Cuando el rubio lo miró, el morocho le sonrió. Palmeó el dorso de su mano y se acercó a él para decirle algo al oído. Yuya se alejó de él con los ojos abiertos como platos. Tadayoshi negó con la cabeza.

—No hay otra alternativa. Tendremos que hacerlo apenas pase el casamiento de Ai.

—Entonces, ¿yo no cuento en sus planes? —preguntó la aludida, quien había llegado en ese instante al lugar, junto con Shota y Subaru—. Es decir, sólo soy un objeto más en sus planes…

Su padre no respondió. La muchacha volvió corriendo sobre sus pasos.

—Subaru-kun, Yasu, por favor, quédense con ella —Shota asintió y siguió los pasos de Ai, sin embargo, Subaru se lo quedó mirando—. ¿Algo que objetar?

—Ai no quiere casarse con ese tipo…

—Lo sé —dijo su padre—. Pero no saldrá nada malo de todo eso, te lo aseguro. A propósito, cuida también a Yasu. Aunque no lo aparente, él también está sufriendo con ese casamiento.

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