Incontrolable

Memories

—Ya lo sabes, ¿no es así? —le dijo Erika a Ai. La aludida levantó la vista y la miró—. Lo que sucedió con tu madre.

—Lo sé. Y por todo eso, todos ustedes deberían estar muertos.

—¿Qué? —preguntó Tadayoshi—. ¿Cómo?

—Shibutani-sama —dijo Aidaku.

Erika sacó las capuchas que protegían los rostros de los hakudaku que estaban frente suyo, mostrándoles a los presentes que aquellos seres, físicamente, no eran tan diferentes a ellos.

—Los hakudaku forman parte de un grupo de elite entrenado para protegerme —dijo—. Ellos son exactamente iguales a nosotros, simplemente aprenden a controlar sus poderes para llevarlos hasta el límite con facilidad. Además se mueven a una velocidad superior a la normal. Tal es así que parecen materializarse en forma de niebla cada vez que se mueven de un lugar a otro.

—Shibutani-sama no sólo imitó nuestros poderes —dijo Shikondaku.

—Él fue capaz de superarnos —dijo Aidaku.

—Y sigue sin usar la mitad de su poder —dijo Erika.

Tadayoshi cerró los ojos por unos segundos. Cayó de rodillas al suelo y suspiró sonoramente, sorprendiendo a los presentes.

—Es estúpido, pero siento cómo una carga enorme me es quitada de los hombros —dijo, mientras masajeaba uno de sus hombros con la mano contraria—. Lamento profundamente el habértelo ocultado, Subaru-kun.

—¿Eso es suficiente para ti? —preguntó Ai—. ¿Tienes idea lo que tuvo que soportar todo este tiempo por culpa de Ikuta?

De repente, miles de imágenes y sensaciones fueron impregnadas en la mente de los presentes y de aquellos en quienes Ai había confiado hasta ese momento. Todas las que Subaru experimentó cuando fue privado de su libertad por parte de Toma.

—Ai, ya basta —le pidió Subaru, siendo él el único que no estaba siendo afectado pero que sin embargo, sabía lo que Ai estaba haciendo.

—¿Saben lo que es desear ser asesinado? ¿Pedirlo entre súplicas y que a nadie le importe? ¡Él no quería ese destino! ¡Una parte suya no quería eso!

—¿Y la otra? —le preguntó Ryo, ocasionando que Ai perdiera el control de aquellas imágenes—. ¿La otra qué quería, Ai?

—La otra contaba los días para salir de ahí y matarlos a todos.

—Entonces, que lo haga. Deja que lo haga. Esa es su naturaleza. Así es Subaru.

—No. Ustedes lo hicieron así.

—Ai —Subaru posó una de sus manos sobre sus hombros y se adelantó, quedando de pie entre Ryo y ella—. Reconozco mis culpas y me haré cargo de ellas. Pagaré todos mis pecados para poder levantar mi rostro con orgullo y decir que soy inocente. Pero, ¿usted, Nishikido-san? ¿Usted cómo puede atreverse a mirar a Ai a los ojos? ¿No es usted peor que yo, que utilizó a los demás para su propio beneficio?

Un sonoro golpe sobre una de sus mejillas interrumpió su monólogo.

—No fue fácil —susurró Ryo—. Yo nunca quise todo esto. Si hubiera sido por Maru y por mí, le hubiéramos dicho la verdad a Ai. Pero Tadayoshi, Erika, todo el resto nos lo impidieron. Cada palabra de afecto que esa muchacha me decía, cada muestra de cariño, no hacía más que destrozarme el alma cada vez un poco más. No tienes ni la más puta idea lo que se siente eso, así que no me vengas a dar sermones, ése fue tu método, ¿o acaso lo olvidaste?

En una fracción de segundo, Ryo levantó su mano para volver a atacar a Subaru, pero éste fue evitado por la barrera que Ai levantó, colocándose ahora ella en medio de ambos. A su lado, Subaru evitó un ataque hecho por Ryuhei. La potencia de sus ataques y defensas hicieron colapsar las escaleras.

 

—¿Qué rayos fue eso? —preguntó Keiichiro. Sus finos dedos llegaron a clavarse en los apoyabrazos del sillón donde estaba sentado de la tensión que habían ocasionado las imágenes que Ai había proyectado en su cerebro.

—Fue Ai-san —dijo Shota, enjugándose las lágrimas que había derramado.

—Tal parece que el destino de Subaru fue algo tétrico —reconoció Shigeaki.

—¿Cómo estará Tegoshi?

—Ikuta-san se lo llevó con él —respondió Shota—. Asumo que estará durmiendo en estos momentos, pero, cuando despierte…

 

Erika y el resto pudieron sentir una fuerza aparentemente superior a la de los hakudaku gestándose en medio de aquellas ruinas.

—No puede ser —dijo Erika.

—¿Qué sucede, Erika? —preguntó Tadayoshi.

—Hay un nuevo supplier —respondió la aludida.

Sin embargo, cuando pudieron ser capaces de ver más allá de sus propias narices, lo único que vieron fueron sombras chocando unas con las otras. Sólo cuando se detenían por escasos segundos, se dieron cuenta que Ai estaba luchando contra Ryo, y Ryuhei contra Subaru.

—Ai-chan no deja que Ryo ataque a Subaru —advirtió You.

—Y Subaru no permite que Maru ataque a Ai.

Tadayoshi vio por una fracción de segundo que Subaru trastabilló, pero que se recuperó rápidamente.

—Fue Ai… Ella convirtió a Subaru en su supplier.

—Dime una cosa —le preguntó Ai a Ryo—: si hubieras sido capaz de hacerlo con tus propias manos, ¿habrías asesinado a mi madre?

—No. No soy capaz de asesinar a una persona.

—Entonces, ¿por qué sí a Subaru?

—Porque ya he dejado de ver a Subaru como a una persona.

—Si hubieras sabido dónde estaba Subaru, ¿habrías sido cómplice de Ikuta?

Con esa pregunta, Ryo dudó. Esa centésima de segundo fue advertida por los presentes, pero fue Tadayoshi quien se interpuso entre Ai y él, ocasionando que el ataque que era dirigido a Ryo fuera desviado por Ai.

—Tadayoshi…

—Papá…

—Sabía que a mí no me atacarías —dijo el aludido, sosteniendo a Ryo por los brazos y mirando a Ai quien estaba a sus espaldas.

—¡Vete! ¡¿Por qué lo proteges?! ¡Al fin y al cabo, eres igual de hipócrita que él!

La ira de Ai se dispersó por toda la casa. A cada palabra, los presentes sentían cómo la mansión empezaba a temblar poco a poco.

—Ai, tranquilízate. Por favor —le pedía Subaru, pero ni siquiera sus palabras parecían tener efecto en la aludida.

 

El temblor sentido no muy lejos suyo lo hicieron despertar. Sus párpados le pesaban, pero un suspiro a su lado, lo despertaron por completo.

—Yuya…

Toma sostuvo una de sus manos con fuerza y la besó con ternura. Sin embargo, aquella cálida sensación desapareció cuando su dueño la sacó de entre sus manos y la alejó de él.

—¿Qué haces aquí?

—Te traje a casa, donde debes estar.

—No te pregunté eso. Te pregunté qué haces aquí.

—Vine a protegerte.

—¿De qué?

—De todo lo que está ocurriendo.

—¿Cuál es tu forma de proteger, Toma?

El aludido suspiró. Se tomó varios segundos para responder de alguna manera a su pregunta. Cuando lo hizo, su mirada veía algo más allá de los gruesos vidrios del ventanal.

—Sabía que este día llegaría. Pero nunca me preparé para eso. Todo lo que hice, Yuya, fue para protegerte. Siempre lo hice pensando en ti.

—No. Lo hiciste por ti. Mantuviste cautivo a Subaru-kun porque sabías cuál sería mi reacción si me enteraba.

—Y si lo hubiera dejado libre, ¿qué? ¿Lo habrías aprobado? ¿O acaso tendría que haberlo entregado con Erika? Yuya, ¡por favor! ¡Habría asesinado a todos los hakudaku que se le pusieran en frente!

—No lo habríamos permitido…

—No quería perderte —reconoció arrodillándose al costado de la cama y mirando al rubio a los ojos.

—Ya lo hiciste. Ya no eres mi supplier. Ya no tienes nada que hacer aquí. Vete.

—No lo haré.

—No tengo fuerzas para levantarte la mano, Toma —le dijo, mientras se acurrucaba entre las frazadas y le daba la espalda—. Sólo vete. ¡Ah! ¿Puedes hacerme un último favor?

—Dime.

—No vuelvas jamás.

Toma salió de la habitación. A lo lejos podía oír el estrepitoso sonido a guerra proveniente de la mansión de Tadayoshi. Cerró la puerta de la mansión a su paso y dejó que sus sentidos los guiaran donde sea que debía llegar.

 

—Ai-chan.

Una voz desconocida llamó su nombre a sus espaldas. Delante suyo, las miradas de Ryo y Tadayoshi se hallaban desconcertadas. Cuando se giró para ver quién le hablaba pudo ver, al lado de Subaru, una figura que hasta ese momento sólo conocía en imágenes.

—Ma… Mamá —musitó la muchacha.

—Mi pequeña Ai-chan —la presencia de Mirei se arrodilló junto a su hija.

—Mamá. ¡Mamá! —exclamó Ai, abrazando a su progenitora.

—Mamá ha cometido muchos errores, Ai. Debí perderlo todo para darme cuenta de eso. Debí perder lo que más amaba. No tengo mucho tiempo, pero quiero que sepas que las cosas no podían suceder de otra manera. Todo lo que pasó, debió suceder de esa forma. De no ser así, ahora mismo no estaría hablando contigo. Estaba escrito que Subaru-kun debía pasar por todo eso, estaba escrito que Ryo ocuparía mi lugar, y estaba escrito que yo no debía estar físicamente en este lugar. Pero, ¿sabes algo, Ai? Aún estoy aquí —finalizó Mirei, señalando el corazón de Ai—. Sigo aquí. Y nunca me iré de ese lugar. Cada vez que me necesites, allí estaré. Cada vez que quieras que te escuche, lo haré. Y estoy segura que cada vez que quieras respuestas —el espíritu de la mujer dirigió su vista a Subaru—…, creo que podré ser capaz de dártelas con un poco de paciencia de tu parte. Por eso, deja de hurgar en el pasado, reescribe este presente y sigue tu camino hacia el futuro. Nunca dudes de las personas que te aman. Ellos no hacían otra cosa más que protegerte. Y esto último, creo que hay varias personas que necesitan recordar eso de sus seres amados. Ryuhei-kun —llamó la mujer al aludido—, gracias por proteger a Ai-chan todo este tiempo. Lamento mucho todo lo que te hice en el pasado —la figura de la mujer fue diluyéndose poco a poco, como si el sol buscara llevársela con él—. ¡A propósito! —exclamó, luego de ponerse de pie—. Lo que le dijiste a Ai no es cierto.

—¿Qué cosa? —preguntó la aludido.

—Esto —respondió Mirei, levantando la mano de Ai donde estaba su anillo de casada—. Su hechizo sí puede deshacerse —agregó. Acercó el objeto a sus labios y luego de decir unas palabras, tanto el de Ai como el de Ryuhei se desprendieron de sus dedos y se esfumaron en el aire—… si lo hace una bruja —reconoció Mirei con una sonrisa.

—Mamá, espera. No me dejes —le pidió Ai a la figura que estaba desapareciendo poco a poco.

—Ai-chan, no seas egoísta. Subaru-kun está haciendo un esfuerzo increíble para materializarme. Erika, la aparición de Subaru-kun y el despliegue de poder de Ai-chan llamaron la atención de gente poco fiable. Por favor, no ca… no… ie…

Las palabras de Mirei no pudieron ser oídas por nadie más. Su figura desapareció antes de dar una última advertencia a los presentes. El cuerpo exhausto de Subaru fue sostenido por Ryuhei quien también había llegado al límite de su fuerza.

—Entonces, ¿esto termina aquí? —preguntó You un poco para sí mismo—. ¿Cierto? —agregó, dirigiéndose a Shingo, quien se hincó de hombros.

—¿Al pedo hicimos todo esto? —reconoció su supplier.

Erika lo miró para regañarlo, pero terminó sonriendo.

—Creo que todo esto nos dejó una valiosa lección, ¿no lo crees?

 

—¿Puedo volver a casa? —le preguntó Ai a Erika, saliendo ambas de la reunión.

—¡Por supuesto que no! —exclamó Subaru saliendo detrás de ellas—. Debes practicar junto a Shikondaku.

—Tú también debes hacerlo —recriminó Ai, mirándolo de reojo.

—Sí, pero yo aprendo las cosas más rápido que tú.

—Shibutani, no te levantes contra el vampiro al que sirves —le dijo Ryo. Junto a él, salió Tadayoshi—. Aunque lo intentes, no podrás contra él.

Ai y Subaru se quedaron en medio del pasillo, viendo a las personas pasar a su alrededor. Cuando sus miradas se cruzaron, se sonrieron. Por algún motivo sus movimientos parecieron ser más rápidos que las personas que los rodeaban.

—¿Han encontrado a Ikuta-kun? —preguntó Subaru.

—Aún no —respondió Ai—. ¿Por qué? ¿Quieres ir a matarlo?

—Claro que no. Sólo quiero hablar con él. Además, debe entregarse.

—Oí que Tegoshi sigue sin querer verlo.

—Quizás él aparente eso, pero las palabras que dijo Nishikido-san también se aplican a los vampiros respecto a sus suppliers.

—Uno realmente no puede vivir sin el otro, ¿eh?

—Aunque Nishikido-san haya decidido volverse él el supplier de Tegoshi-san, hay una parte de Tegoshi-san que ni su sangre ni su existencia podrán llenar —reconoció mirando a Yuya a la distancia.

—¿Puedo dejarte un momento? —Subaru la miró—. Tengo que hacer una diligencia. No me tardo.

—¿Lo dices para que me quede tranquilo y no te siga?

—Perdón —dijo la muchacha con una sonrisa.

—No tardes mucho.

—Lo intentaré.

 

Aquella isla parecía ser el único lugar en ese mundo donde encontraba tranquilidad. Sin embargo, una vez al día regresaba al centro de la misma esperando que el portal que se encontraba dormido se despertara y lo transportara a un mejor lugar.

—Sigue sin abrirse, ¿eh?

—¿Por qué quieres que se abra? —Toma se sorprendió por aquella presencia desconocida que estaba a escasos pasos detrás suyo. Sobre todo porque no había sentido que había alguien más allí y estaba seguro de no haber visto llegar a ningún tipo de transporte—. Hace mucho que no comes, ¿cierto? Tu sentido de la percepción se está debilitando, Ikuta Toma-kun.

Aquella presencia vestía de una forma similar a la de los hakudaku, pero no parecía ser uno de ellos.

—¿Quién eres?

—Oh —dijo aquella persona levantando luego una antorcha devenida en rama del suelo y encendiendo su luz, al igual que las demás antorchas que formaban un círculo en torno al portal dormido que poco a poco fue abriéndose hasta tomar su forma original—. ¿Yo? Yo soy sólo una persona que puede hacer realidad todos tus deseos.

—Y según tú, ¿cuál es ese deseo?

—Despierta y verás —respondió, empujándolo hacia dentro de aquel portal. En el instante mismo en que Toma fue absorbido, el portal, la presencia que lo había abierto y el fuego sobre las antorchas desaparecieron. Ai apareció segundos más tarde en la isla.

—¿Ikuta-kun? ¿Ikuta-kun? —lo llamó, con todas sus fuerzas. De repente, aún con el brillante sol sobre su cabeza, la muchacha llegó a ver una mariposa violácea surcando el cielo hasta llegar cerca suyo. Ai la siguió con la vista hasta reconocer un par de huellas frescas sobre la arena—. No puede ser… ¿Esto era lo que querías advertirnos antes de irte, mamá?

 

Oyó un estrepitoso sonido que tardó en reconocer. Hacía más de un siglo que no oía algo como eso y su oído estaba lejos de recordarlo. Cuando finalmente se dio cuenta a que correspondía, se sentó de un salto. Sus ojos tardaron en reconocer aquel sitio. Había sido uno al que él había llamado hogar hace ya mucho tiempo. Y en un mundo distinto del que había compartido con Yuya. Poco a poco ató los pocos cabos que pudo para intentar comprender cómo había vuelto allí. Lo que más lo perturbaba era el por qué. Hace pocos segundos lo único que lo separaba de Yuya era su necedad de no romper su promesa y aparecer frente a él. Sin embargo, aún podía verlo a lo lejos, saber si estaba bien o no por boca de terceros, pero ahora, en ese tiempo y lugar, no tenía idea dónde estaba.

Es más, ni siquiera sabía si en ese tiempo y lugar, él sería capaz de verlo.

 

 

 

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Notas:

- ¿Termina acá? Sí, termina acá.

- hakudaku: En una de sus acepciones, hakudaku puede traducirse como neblina.

- aidaku: Palabra inventada. Todos los hakudaku se diferencian por su color de capa. Aidaku, como su nombre lo indica tiene por color de capa el índigo (el kanji que se utiliza acá es diferente del que se usa para decir que el color es azul).

- shikondaku: Su color de capa es el púrpura azulado.

- En serio, ¿termina acá? Bueno... Sí y no xD Memories termina acá, sí; pero la historia sigue en Time Gap (si están medio chusmeando seguido el blog ya deben tener los ovarios/ huevos al plato con esa combinación de palabras porque suelo mencionarlo cada tanto), PERO Time Gap si bien está bastante adelantada (llegué al capítulo 8 si mal no recuerdo) no está terminada :) y ya no voy a cometer la misma pel*tudez de publicar cosas cuyo documento de Word no esté completo. Por ende, van a tener que esperar que me siente a terminar de pasar las cosas por el teclado para ver cómo termina todo esto.

¿Les gustó? ¿No? ¿Se esperaron todo lo que pasó? ¿Algo los sorprendió? ¿Fue divertido? ¿Aburrido? ¡Díganme! :)

Espero sus tomatazos comentarios. Nos leemos en algún otro fic. Que estén bien :)

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