I.

Nuevamente me encuentro aquí en esta jardinera, a la misma hora de siempre observando aquel puesto fuera de esa concurrida cafetería. Mi sonrisa crece al verla tomar asiento en el lugar habitual, en aquel lugar que se ha vuelto su favorito, como de costumbre está sola. Pide lo acostumbrado a un día lluvioso y comienza con su lectura.

Mirarla a ladistancia se ha vuelto una de mis manías, observar como sus labios se curvan al sonreír, como los mismos se mueven al hablar y como sus hermosos ojos brillan con entusiasmo mientras sonríe, cada uno de sus gestos provoca un descontrol en mi interior. Por efímeros momentos ella alza la vista y mira en mi dirección, encontrándose al instante con mi mirada.

Su deslumbrante sonrisa me toma por sorpresa, sus blanquecinos dientes son mostrados al momento que las comisuras de sus labios se elevan y esos bellos ojos se curvan. Su sonrisa es hermosa e hipnotiza a quien la vea. Desvió la mirada, me siento apenada.

¿Me he vuelto una acosadora?

Esa pregunta retumba en mi cabeza una y otra vez cada que la pienso, cada que observo aquellas fotografías que le he tomado a la distancia, cada vez que me la cruzo por el camino y cada vez que llego a este lugar, el mismo día, a la misma hora y sin ningún ánimo de cambiar mi rutina.

Me niego rotundamente a aceptar ese término, porque no lo soy. Tal vez tan solo es admiración la que yo siento por ella y su belleza innata. Una belleza que nadie puede negar. Mis ojos vagaron nuevamente en aquella dirección y ahora ella bebía su taza de café con tranquilidad.

—¿Otra vez observándola? —Mis ojos se apartan de aquella figura para enfocar a la figura frente a mí. Sonrió cálidamente y toco su mejilla.

—No seas celoso BaekHyun —lo observo a los ojos—. Solo observo la lejanía —le sonrío y le hago espacio a mi lado. Él me mira fijamente antes de sentarse a mi lado y deja escapar un largo suspiro.

Él se sienta y toma mi mano entre la suya, entrelazando nuestros dedos al instante. Sonrió ante su tierno acto y vuelvo a mirar en aquella dirección que miraba, y ya no está. Suspiro resignada y pongo atención a mi acompañante.

—¿Por qué no le hablas? —Dice de la nada con la mirada perdida. Hablarle no está entre mis planes.

Sonrió y niego varias veces divertida. Es absurdo que yo me acerque y le hable de buenas a primeras, sabiendo a la perfección que no somos del mismo círculo social.

—Es admiración —divago y le sonrío—. ¿Por qué no vamos por un helado? —Le animo, él gira su rostro y sonríe ampliamente—. Yo invito, pero tú pagas —le guiño un ojo y me pongo de pie, soltando al instante nuestras manos entrelazadas.

—Eres una tramposa —hace un tierno puchero y se pone de pie—, pero aceptó la invitación. —Se encoge de hombros y se acerca a mí para pasar uno de sus brazos por encima de mis hombros. Con una amplia sonrisa y una conversación sin sentido emprendemos nuestro camino a nuestra heladería favorita.

BaekHyun me dejó en la puerta de mi casa, despidiéndose de mí con un beso en la mejilla, me observó profundamente antes de girarse y de regresar por el mismo camino por el cual ingresamos. Sonrío aún viendo su delgada espalda y agito la mano cuando él abre el cerco de madera para poder pisar el pavimento de la banqueta.

Me quedo ahí, de pie. Observando hasta que ya no puedo verle más, es entonces que abro la puerta de mi casa e ingreso. El lugar esta desolado, lo más probable es que mamá haya ido a hacer las compras y papá aún no salga del trabajo. Quito mis zapatos sin prisa alguna, camino por el corto pasillo hasta llegar a una puerta con un letrero pegado con las letras grabadas 'NO ENTRAR'.

Mi interior se estremece al momento de tocar la perilla y mi corazón se desboca al abrir la puerta, mis ojos vagan por toda la habitación y mi sonrisa crece.

Este es mi santuario.

Cierro los ojos y respiro profundamente, en este lugar me siento libre. Al abrirlos puedo observar mi colección de cuadros y fotografías, todos ellos de la misma persona. Me adentro a la habitación y cierro la puerta tras de mi con pestiño, tomo una acuarela y comienzo a pintar en el lienzo en blanco. Su imagen viene a mí, esa deslumbrante sonrisa y su hermoso cabello ondearse por la brisa del viento, es así como le vi hoy.

—¡Taeyeon! —Tocan a la puerta, me sumergí tanto en la pintura que no me di cuenta de las horas—. Sal a cenar —la voz de mi madre es amortiguada por la gruesa puerta de madera. Detengo mis acciones y me alejo con el pincel aún entre mis dedos, sonrío en aceptación al darme cuenta que casi está terminado. Dejo el pincel dentro de un pomo con agua y limpio mis manos con una franela.

Como todas las noches, el sonido de los cubiertos chocando con la cerámica es lo que se escucha en el comedor. Papá se ve sumamente agotado y mamá, bueno ella se ve radiante y desprende energía.

Carraspeo en un intento de llamar la atención y bebo un poco del agua fresca que mamá preparó. Ambos me observan en silencio, sus mandíbulas se mueven constantemente. Suspiro y dejo mi vaso que ya está a la mitad.

—Hoy recibí los resultados —papá interesado pasó y tomó su vaso para después beber—. ¿Recuerdan la solicitud que les mencioné y envié hace semanas?

—Por supuesto —respondió mi padre, dejando los cubiertos para poder centrarse en mí.

—Ayer llegó la respuesta —aparté la mirada de ellos—. Me han aceptado —el silencio volvió.

—¿No estás feliz por ello? —La suave voz de mi madre me hizo alzar la vista. Me encontré con sus grandes ojos pardos y me sentí una niña indefensa.

—Yo... —realmente estaba feliz de ello, pero sé a la perfección que toda mi rutina cambiará al aceptar. Pienso en mis padres, pienso en mis amigos, pienso en mi cómoda vida a