Capítulo XVII
2. Predestined
Los cementerios en la noche son mucho más espeluznantes que durante el día. Intenté desesperadamente ignorar a las almas cerniéndose sobre las tumbas que supuse que eran suyas. Pero era muy difícil no saltar cada vez que pasábamos por delante de una tumba y un alma aparecía frente de nosotras. Quería agarrar a Jessica por el brazo y detenerla para que el alma pudiese vagar más allá, pero eso sólo la habría confundido y les haría saber a las almas que yo las podía ver. Así que en vez de eso, cerré los ojos con fuerza y traté de fingir que no caminábamos entre las almas. Oh, cómo odiaba al padre de Siwon por esta estúpida maldición.
—Hace frío aquí —dijo Jessica, rompiendo el silencio.
Le miré mientras tomaba otro sorbo de la botella de vino que tenía en las manos. Había encontrado un vino de postre que yo sabía que ella podría manejar. Venir al cementerio en la noche no era mi mejor idea de pasar un rato agradable, pero no quería que ella perdiese el control o, Dios no lo quiera, que corriese asustada en la noche de la manera que corrió por el centro comercial. Yo no estaba dispuesta a perseguirla entre almas.
—Sip —dije, tirando de mi chaqueta de cuero beige y abotonándomela. —¿Quieres? Te calentará —Jessica me ofreció la botella de vino.
La miré en su mano. El color pálido y el aroma afrutado me tentaban. Podía beber un poco para mitigar mi incomodidad. Pero yo conducía, así que negué con la cabeza.
—No, estoy bien.
Jessica esperó un segundo más antes de atraer el vino a su pecho.
—De acuerdo, si estás segura. Pero ayuda de verdad.
No iba a discutir con ella. Estoy segura de que el vino le ayudaba muchísimo. Tres semanas antes no habría podido pagarle para caminar a través del cementerio por noche. Tener a alguien querido enterrado aquí cambia las cosas.
—Ahí está —susurró, deteniéndose finalmente.
Mi mirada siguió la suya. La tumba de Yuri se encontraba todavía fresca y cubierta de flores. Unas pocas comenzaban a marchitarse, pero la mayor parte de las flores todavía seguía tan encantadoras como lo habían estado en su funeral.
—Sentémonos en el banco —dijo Jessica casi reverentemente.
Los padres de Yuri habían puesto un banco a los pies de su tumba. Me pregunté sobre eso cuando lo vi el día del funeral. Pensé que solo estaría allí durante el funeral, pero cuando nos fuimos miré atrás y todavía estaba allí.
—Ahí está el que mandé yo —La voz de Jessica se quebró mientras nos sentábamos y mirábamos los arreglos florales que había delante nuestro. La pelota de baloncesto grande y redonda que se recostaba en la cabeza de su tumba estaba hecha de claveles naranjas y botones de oro negros. Jessica había insistido histéricamente al florista que hiciera un arreglo que pareciese una pelota de baloncesto. Lo hicieron para ella. Era bonito. A Yuri le habría encantado.
—Quedó muy bien —Le aseguré.
—Sí. Ojalá ella pudiera verlo.
No estaba segura de cómo responder a eso. No quería empezar a decirle que su alma no estaba aquí y que yo lo vi irse. Mentir no era mi punto fuerte y lo pasé mal estando de acuerdo con ella cuando yo sabía más cosas.
—¿Recuerdas la vez que trajimos la cuatrimoto de Yuri hasta aquí, por el camino del bosque de detrás de su casa? —La voz de Jessica tenía un toque divertido.
—Sí —La policía nos persiguió por saltar tumbas con su cuatrimoto. Yuri y yo asumimos la culpa y dejamos a Jessica fuera. Yuri siempre había sido protectora con ella y, honestamente, nos había rogado que no lo hiciéramos. Le habíamos escuchado durante todo el camino hasta aquí hablar sobre lo mal que estaba eso y cómo los fantasmas de las personas sobre cuyas tumbas habíamos saltado nos perseguirían. Yo sabía, claro, que se equivocaba y no me preocupaba.
—Mi madre todavía no tiene ni idea de lo que pasó. Ni siquiera le he dicho que fueron perseguidos, porque temí que no me dejase salir con delincuentes.
Me reí y una pequeña sonrisa apareció en los labios de Jessica. Era tan bueno ver esas sonrisas. Eran muy pocas y distantes entre sí.
Jessica tomó otro trago de vino. Sus sorbos habían vuelto tragos.
La mirada vidriosa en sus ojos me dijo que conseguía el efecto deseado.
Me sentí culpable de conseguirle el vino, pero ella necesitaba estar relajada para afrontar esto. Recordar el pasado. Eso era bueno. Valían la pena una botella de vino y consumo de alcohol de menores.
—Whoa, no son a quienes esperaba ver aquí —dijo Siwon mientras se acercaba a nuestro lado. Jessica dejó escapar un pequeño grito, luego le siguió una risilla después de darse cuenta que era Siwon y no un zombi quien se nos había unido.
—¿Y bebiendo? —Los ojos de Siwon se levantaron de la botella de vino de Jessica para encontrarse con mi mirada.
—Ella quería venir aquí. Me imaginé qu
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