Rain, Coffee & Hot Chocolate

Rain, Coffee & Hot Chocolate

Rain, Coffee & Hot Chocolate

 

Era sábado y llovía, como había sido toda la semana. Se hubiera podido quedar durmiendo, pero se había despertado temprano y necesitaba tomar un poco de aire fresco; por eso estaba parado en la esquina de su casa, esperando para poder cruzar y adentrarse cuanto antes en su cafetería preferida. 

Había salido a pesar de la lluvia torrencial, o tal vez especialmente por eso. La lluvia le gustaba, no sabía por qué, simplemente le daba una sensación placentera. El problema había sido el viento.

La lluvia solamente hubiese estado perfecta para él, pero el viento, se dio cuenta la salir, era horrible. Hacía que la temperatura se sintiera, por lo menos, diez grados mas baja de lo que estaba. Había considerado volverse a meter en su departamento, pero la cafetería quedaba en la esquina de la cuadra de enfrente… y realmente se le antojaba el café que preparaban ahí.

Eso le hizo decidirse y ahí estaba, listo para cruzar cuando la figura del hombrecito que señalaba que podía avanzar cambio a verde. “Perfecto”, pensó, y dio un paso.

“No tan perfecto”, pensó cuando a su izquierda sintió un traqueteo. Al voltearse hacia la fuente del sonido, esta le dio en plena cara, haciendo que perdiera el equilibrio y mandándolo al piso.

Adiós paraguas y bienvenida humedad, aunque Kyuhyun había quedado algo mas que “húmedo”. Estaba sentado en el piso, su paraguas estaba tirado a su lado, la lluvia caía libremente sobre él y le dolía la cara del golpe que le había propinado (buscó con la mirada al objeto responsable de su dolor) un paraguas rosa.

¿Alguien podía explicarle qué hacia un paraguas –rosa– dando tumbos por la calle? Y no sabía cómo, pero su pregunta mental al parecer había sido escuchada porque nuevamente sintió algo aproximándose. Eran pasos… de alguien que llevaba prisa. Cuando llego a su lado, Kyuhyun pudo sentir la respiración agitada de esa persona, era como si hubiese corrido los cien metros planos en cinco segundos.

—¡Lo siento mucho! El viento es demasiado fuerte… me arrebató el paraguas y no alcancé a agarrarlo. ¡Perdón! —dijo la persona. Kyuhyun levantó la vista hacia quien, ahora a su lado, trataba de recobrar el aliento y le devolvía la mirada con expresión preocupada.

Tenía el pelo corto y negro, era más bajo que Kyuhyun y parecía ser menor también, por el aire infantil que lo rodeaba. Tenía las mejillas rojas, ya fuese por el frío, la carrera, la vergüenza o todas las anteriores juntas. Tenía ojos claros, y Kyuhyun no se refería al color –aquellos irises eran negros–, sino a lo que transmitían: una sensación de pureza y calidez. El agua le resbalaba por el rostro y se colaba por la comisura de sus labios, los cuales tenían una forma especial, eran definidos y acorazonados. Fueron esos labios, junto con aquellos ojos lo que más llamó su atención.

—¡Tienes que levantarte! La luz cambiará a rojo pronto —le dijo mientras le tendía una mano delicada. Kyuhyun se regañó por haberse quedado como un bobo mirando aquel extraño, porque a pesar de sus rasgos un tanto femeninos, se notaba que era hombre. Tomó la mano que se le ofrecía, agarró los paraguas, se levantó y ambos salieron de la calle para ubicarse sobre la vereda.

—¡Realmente lo siento mucho! No fue mi intención, pero no pude evitarlo… —siguió hablando y disculpándose el pelinegro. La incertidumbre y la desesperación eran visibles en aquellos ojos tan expresivos. Esa persona lo miraba por todos lados, como queriendo hacer inventario de los daños que había provocado y la preocupación era cada vez más creciente en el más bajo. Kyuhyun se miró a sí mismo.

Estaba empapado y ese era el hecho más obvio. También tenía el pantalón y las manos embarradas, y por el dolor en su mejilla y la expresión de horror en la cara del pelinegro al posarse sus ojos en el rostro del más alto, Kyuhyun supo que no debía verse nada bien.

—Yo…yo l-lo siento…—dejó escapar el bajito a medida que se le llenaban los ojitos de lágrimas.

Kyuhyun no lo podía creer, ¿Qué no era él quien tendría que llorar? Estaba embarrado, mojado, dolorido y con frío; pero el que atentaba con llorar era el otro. Sí que era extraño, pero Kyuhyun no quería que llorara, algo en su interior le decía que esa persona no debía llorar, como que no era natural.

—No te preocupes, no es nada—dijo con voz suave y Kyuhyun se sorprendió de no haber sonado mordaz como generalmente era el caso, pero no quiso saber realmente la causa de aquello.

—¿E-estas…se-seguro?—preguntó el pelinegro, no creyéndole del todo, y estrujándose las manos.

—Seguro. Además vivo a solo unos metros, por lo que puedo ir a cambiarme—dijo con una sonrisa, que tampoco supo de donde había salido; generalmente hubiese mirado muy feo a quien hubiese provocado semejante infortunio, pero al parecer esa persona provocaba que no actuara como usualmente lo hacia, pero no quiso saber realmente la causa de aquello.

—Menos mal—susurró el bajito con lo que pareció ser una nota de alivio.

Kyuhyun se dio tiempo de mirarlo por segunda vez y se sorprendió. No sabía si era posible, pero el pelinegro parecía estar mas mojado que él y Kyuhyun de por sí se sentía como si lo hubiesen arrojado en una pileta. 

El bajito lo miró y le regaló una sonrisa que hizo que una gran calidez le recorriera todo el cuerpo. ¿Frió? ¿Qué frío? Kyuhyun ya no sentía eso que la palabra “frío” definía, pero era obvio que el de ojos claros (no por el color) sí lo sentía. Se estrujaba las manos, notó, para que no le temblaran, pero no podía detener las sacudidas de sus labios ni en castaño de sus dientes. Pobre.

— ¿Tú vives cerca,…?—preguntó de manera que el otro completara la frase con su nombre.

—Vivo como a diez minutos en coche desde aquí, no tan lejos —dijo sin completar la frase con su nombre y tratando de sonreír como pudo a causa del frío, el viento y la lluvia.

Kyuhyun, en cualquier otro momento, lo hubiese dejado pasar pero realmente quería saber el nombre del pelinegro, y en realidad no sólo su nombre, pero no seguiría indagando en el por qué de aquello.

—¿Cómo te llamas? —preguntó el más alto mientras abría su paraguas y los cubría a ambos con él. Sí, recién se daba cuenta de que habían estado hablando aún parados bajo la lluvia.

—Oh, gracias —dijo ante la acción del otro—. Mi nombre es Lee Sungmin, ¡mucho gusto! Tu nombre es,… —dejó la frase colgando, pero Kyuhyun sí la completó.

—Kyuhyun, Cho Kyuhyun.

—Es una pena que nos hayamos conocido de esta manera. Realmente lo siento —dijo haciendo una venia exagerada para luego tomar su paraguas, el cual le había extendido el moreno—. Y ahora me voy, así tú también puedes ir a tu casa a cambiarte —le sonrió nuevamente y abrió su paraguas rosa.

Kyuhyun tenía que detenerlo; tenía que pasar más tiempo con él, tenía que conocerlo mejor. No sabía por qué, pero lo necesitaba; sentía que si lo dejaba marchar, luego se arrepentiría. Había algo en el interior de Kyuhyun que lo empujaba hacia el pelinegro, pero ya no le importaba que pudiera ser. Estiró su mano y agarró la ajena.

Sungmin se volteó, miró la conexión entre sus manos y luego dirigió la vista hacia el rostro del moreno. Su expresión era de clara pregunta.

—¿Estás apurado? —preguntó rápidamente Kyuhyun y casi sin pensar.

—No. Sólo estaba dando un paseo. Me gusta la lluvia y por eso salí, pero por lo visto mi paseo terminó, viendo lo mojado que estoy —y sonrió como un niño travieso.

—Entonces puedes venir a mi casa y secarte un poco. Si te quedas así hasta que llegues a la tuya, vas a enfermarte —dijo firmemente.

Sungmin lo miró dubitativo y su expresión se ensombreció un poco. “¿Habrá pensado que me quiero aprovechar de él?”, pensó Kyuhyun, quien comenzó a entrar en pánico ante esa posibilidad, soltando la mano del otro.

—No deberías hacer eso… —respondió Sungmin poniéndose serio.

—¿Qué cosa? —preguntó el moreno a la defensiva. Veía venir un sermón de que “cómo se le ocurría tratar de llevarse a un desconocido a su casa para quién sabe qué cosa”. Estaba ya preparando las disculpas pertinentes.

—Eso de invitar a cualquier desconocido a tu casa —dijo. “Ahí está”, pensó Kyuhyun—. ¿Qué pasaría si yo fuese un psicópata o un asesino? —volvió a preguntar serio.

Kyuhyun quedó de una pieza. ¿O sea que el llamado Sungmin (muy lindo nombre, por cierto) estaba preocupado más por la integridad física del más alto en vez de la propia? Cuando se hubo recuperado de la sorpresa, Kyuhyun soltó una gran carcajada, una de esas muy raras en él. El pelinegro lo miró confundido.

—Disculpa, no es mi intención ofenderte ni nada por el estilo, pero creo que jamás, nadie, podría pensar eso de ti. Pongo las manos al fuego —dijo el moreno divertido. Sungmin sí que era raro.

—Las apariencias engañan. Soy una persona muy fuerte —dijo el bajito con aire ofendido y haciendo –Kyuhyun no lo podía creer– un puchero.

Si su intención había sido parecer macho y duro, no lo estaba logrando en absoluto, pero Kyuhyun creyó que lo mejor sería no decírselo.

—Estoy seguro de que así es, pero de verdad no creo que seas mala persona ni peligroso… ¿lo eres? —preguntó Kyuhyun con las cejas alzadas y Sungmin abrió grande los ojos y meneó la cabeza frenéticamente en negativa — Entonces no creo que haya problema, tomaré el riesgo —dijo mientras tomaba al pelinegro del brazo y medio lo arrastraba hasta su departamento.

Mientras abría la puerta y lo dejaba pasar, Kyuhyun volvió a hablar.

—¿Qué tomas habitualmente en los días de lluvia? —preguntó como quien no quiere la cosa.

—Chocolate caliente —respondió el otro, y por su expresión de felicidad al decirlo, Kyuhyun supo que más que gustarle, le encantaba—. ¿Y tú?

—A mi me gusta el café —y el rostro de Sungmin se frunció un poco—… pero el chocolate caliente es lo segundo que más me gusta —dijo con convicción y hasta se lo creyó.

Ambos entraron y Kyuhyun cerró la puerta tras de sí.

¿Quién sabe? Tal vez de ahora en más podría dejar un poco de lado la solitaria amargura del café, y probar la acogedora y dulce compañía del chocolate caliente.

 

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Comments

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Pilikita
#1
Chapter 1: Me gustan este tipo de shots fluff, son ideales para leer cuando está feo el clima :)))

Hermoso Kyumin *^* saludos~