¿Qué se cree el amor?

¿Qué se cree el amor?
¿Qué se cree el amor?
 


Donghae estaba sentado en su cama, con la espalda apoyada contra la pared, las piernas cruzadas y un almohadón entre sus brazos. Sólo una cosa ocupaba su mente; mejor dicho, sólo una pregunta: ¿Qué se creía el amor?
Era algo que iba más allá de su comprensión. 

Ese sentimiento se creía con todo el derecho de cambiarle la vida, o eso era lo que él pensaba: le hacía tomar las cosas de una manera diferente, le hacía ver los colores más vivos; le hacía sentir el aire más fresco, hacía que las comidas parecieran más sabrosas, etc. ¿Y Donghae lo había pedido? No, para nada, y a eso precisamente venía la pregunta… ¿qué se creía el amor?

Bueno, la culpa no la tenía solamente el amor en sí porque, seamos sinceros, alguien debe provocar ese sentimiento en primer lugar ¿no? Para Donghae, ese alguien era Hyukjae… y en él recaía toda la culpa. Él era el responsable de producir aquel sentimiento egocéntrico llamado amor en el interior del pez.

Donghae sabía que era amor, y había sido del peor tipo: a primera vista. El problema era que se había dado cuenta de ello luego de un tiempo y sólo gracias a distintos cambios que había notado en sí mismo y en su comportamiento desde aquel día en que había visto al mayor por primera vez.

Había que remitirse a las pruebas. Por ejemplo, el castaño nunca había sido una persona que gustara mucho del contacto físico con los demás, pero ni bien el monito ingresaba en su campo visual, el cuerpo de Donghae se abría camino por donde fuese y se pegaba al cuerpo del mayor. Era extraño, pero no le desagradaba, muy por el contrario, pero ese era otro tema y no quería desviarse.

“¿Sería un alien disfrazado de humano?”, pensaba el castaño, pero luego se regañó mentalmente; no podía ser, Hyukjae era demasiado… demasiado humano para ser un alienígena. Sus sonrisas eran demasiado bonitas, sus labios eran demasiado suaves, sus ojos eran demasiado transparentes, sus manos eran demasiado cálidas…

Y ahí estaba nuevamente el amor haciendo de las suyas, creyendo que podía convertir a alguien (Hyukjae) en una persona ideal y perfecta para él (Donghae). Y lo peor era que una vez más lo conseguía; eso era lo que más le molestaba del amor: este siempre se salía con la suya y siempre estaba de parte de Hyukjae. Si Hyukjae se dormía en medio de la película que Donghae moría por ver con el mayor, el amor le decía “Está cansado, déjalo dormir”; si Hyukjae le robaba lo más rico de su plato de comida, el amor le decía “No importa, de todas maneras no te gustaba tanto”. Era frustrante.

¿Cómo luchar contra algo así? Su mayor problema era que el amor lo atacaba desde adentro. Era como tener al enemigo en casa y dormir bajo el mismo techo que él. El amor manejaba los hilos de su corazón y estaba constantemente en su cabeza; no tenía escapatoria.

Siempre había escuchado a la gente decir que el amar te hacía fuerte, y luego de experimentarlo, Donghae creía que era un intercambio justo: soportar que ese sentimiento le manejara la vida y las emociones a su antojo a cambio de fortaleza.

En parte era así, pero el amor también lo volvía vulnerable. Era un arma de doble filo… sobre todo en lo concerniente a Hyukjae. Si el mayor decía que daba gracias por el nacimiento de Donghae, este se sentía flotar por las nubes de tanta dicha y felicidad. Cuando Hyukjae decía que Donghae y él no eran más que simples compañeros de trabajo, el castaño se sentía morir.

Era realmente injusto y por eso mismo se encontraba ahora en su habitación, solo y malhumorado. Era por culpa del amor, de su vulnerabilidad y de Hyukjae.

Hasta hacía unos momentos había estado en el living del departamento junto al mayor, pidiéndole que jugaran juntos al juego nuevo que había comprado Kyu, pero el más alto se negaba, argumentando que tenía sueño; pero Donghae no tenía sueño, estaba aburrido y quería jugar con el mayor.

En realidad, el estar aburrido y querer jugar eran excusas, se conformaba sólo con estar con Hyukjae y pasar la tarde juntos, pero era imposible si el otro se ponía a dormir, por lo que el castaño insistió e insistió.
 

“¡¿Por qué no me dejas en paz de una buena vez?!”

Y no insistió más. Se levantó del sillón en donde habían estado sentados, Hyukjae tratando de dormir y él tratando de evitarlo, y luego de lanzarle una mirada dolida al mayor, se metió en la habitación que compartían y se encerró.

Y ahí era donde se encontraba ahora. Al principio había estado triste y hasta deprimido, pero luego se empezó a molestar. ¿Por qué tenía que afectarle tanto? “No es justo, no es justo”, se repetía una y otra vez mientras se deslizaba por la pared hasta quedar acostado en la cama, aún abrazando la almohada.

Pero había tomado una decisión. Ya no dejaría que el tonto amor siguiera al mando. Ahora tomaría las riendas de sí mismo, y la primera regla a seguir sería ignorar a Hyukjae y sus estúpidas e hirientes palabras. La segunda sería que ya nada le importaría.

Donghae oyó que tocaban a la puerta y, al encontrarse solo ellos dos en el departamento, sabía que era Hyukjae. El castaño rodó sobre sí para quedar mirando hacia la pared, pero no habló. Sintió que la puerta se abría y cerró rápidamente los ojos. Luego hubo unos cuantos pasos y un peso extra a los pies de su cama.

—Hae… lo siento —escuchó que le decía Hyukjae, pero el menor permaneció inmóvil. Tenía que acatar las reglas. No debía ceder. Ahora el control lo tenía él, al fin, y no lo dejaría escapar tan fácilmente.

Silencio.

—Sé que no debí decirte eso, es sólo que tenía sueño y me tenía de mal humor —dijo el más alto mientras apoyaba una de sus manos en la pierna de Donghae. Era cálida y reconfortante…

“¡No!”, se dijo el castaño, “¡No caigas ante sus trucos!”, pero realmente le estaba costando trabajo. Además, tenía aún dentro de él al amor que le decía que Hyukjae tenía razón, que debía perdonarlo, que en realidad había sido Donghae quien había hecho mal, que había sido él quien había sido insensible.

Así es, a Donghae le estaba costando horrores mantener al amor y su griterío a raya, pero aún mantenía el control. Y no iba a perdonar a Hyukjae.

Repentinamente, la calidez que había sentido en su pierna a causa de la mano del mayor sobre la misma desapareció, cosa que hizo que se aliviara: si no tenía contacto con el otro, mantenerse frío no sería tan difícil.

Ese pensamiento tuvo un final abrupto marcado por el torrente de calor que recorrió su espalda. Hyukjae lo abrazaba. Sus cuerpos ahora estaban en completo contacto y el amor se hacía cada vez más fuerte… no sabría cuánto más podría mantenerlo confinado.

—Pececito, realmente lo siento. Te amo.

Y hasta ahí había llegado su momento de liderazgo. El amor se volvió a desatar por completo. El sentimiento egocéntrico había vuelto con fuerzas renovadas y había traído consigo nuevamente a la injusticia y a la vulnerabilidad. Ya no podía ignorar a Hyukjae, no podía cumplir su primera regla autoimpuesta, pero sí podía cumplir la segunda: ya no le importaría nada.

No le importaría que el amor lo manejara, no le importaría que fuese injusto ni que lo volviera vulnerable, no le importaría que le cambiara la forma de ver las cosas, ya no le importaría nada… porque era Hyukjae quién provocaba ese amor.

—Yo también te amo, monito —dijo volteándose hacia el mayor y mirándolo a los ojos.

¿Qué más podía hacer? El amor era el amor… y siempre se salía con la suya.
 

 

Fin.

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Comments

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Animefreak28 #1
Chapter 1: Es hermoooso! Me encanto la historia, es super tierna ^^ . Ademas, es cierto, el amor siempre se sale con la suya -.-
Adore el abrazo al final >.< gracias por compartir esta linda historia!