Y Ranma volvio de la Guerra: La flaqueza de Shampoo

Y Ranma volvió de la Guerra

Bien, aquí está el siguiente capítulo. Que lo disfruten

 

Psdata: si, ya era hora que Akane defendiera lo que es suyo XD.

Y Ranma volvió de la Guerra.

 

Episodio Uno:

Antes del Desastre: La duda de Akane.

Capítulo Dos: Perspectivas, segunda parte.

El restaurante/Las cartas de Mouse/La desazón de Ranma y el mal humor de Akane/La Parca/Las preguntas de Nodoka/ La Furia de Katsunishiki/Los comentarios de Perfume/Las dos Hermanas/La obsesión de Akane, la confesión de Ranma y la debilidad de Shampoo

 

 

 

Si Mouse esperaba no tener que trabajar ese día por que Shampoo estaba enferma y Colonia había recibido visitas, se equivocó. Colonia había temido que tendría que cerrar el local; la llegada de su hermana y su disposición a ayudar le demostraron lo contrario.  Con todo, tampoco es que tal cosa le cayera mal a Mouse; estaba acostumbrado a tener que trabajar fuertemente en el local de la Abuela y la verdad sea dicha la ayuda de las dos Perfumes le caía como anillo al dedo. De hecho, se sentía más contento de lo que se había sentido en años: las cosas parecían estar saliendo a pedir de boca.

—Bienvenidos sean al Nekohanten, Caballeros—una chica vestida con un mandil blanco pero con un vestido verde atendía a un par de clientes después de haberles dedicado una pequeña reverencia—Soy Perfume y tendré el gusto de atenderlos hoy. ¿Qué desean de comer?

Ambos chicos se miraron el uno al otro sin poder creer lo que veían; a pesar de que ellos visitaban el Nekohanten para apreciar la figura de Shampoo,  no pudieron dejar de hacer una distinción entre Perfume y la primera, a la que hay que decirlo, le faltaba sofisticación y parecía una campesina cuando se le comparaba con Perfume.

—Todo lo que provenga de ti sin duda nos sabrá delicioso, preciosa—el más atrevido de todos ellos esbozó una sonrisa y le pasó una mano por la cintura—Elige tú por nosotros.

—Unos tallarines, entonces—Perfume anotó con desfachatez la orden más cara que pudo ocurrírsele —¿Y de tomar?

Mouse sonrió para sus adentros y empezó a silbar. Por primera vez en mucho tiempo, se sentía optimista: la Abuela ya no lo trataba tan mal, el trabajo era más fácil y lo que era mejor, ya no confundía a Shampoo con objetos inanimados tantas veces como antes. Incluso su condición como combatiente había mejorado: sin proponérselo, sus brazos lucían más marcados y más fuertes. Y lo mejor de todo, Shampoo ya lo trataba deferentemente.

—Estúpido, unos tallarines—Perfume dejó una nota al lado del chico ciego—Ahora.

—Unos tallarines pekineses—el chico leyó la orden que le había enseñado Perfume y empezó a cocinar rápidamente—¡En seguida!

El chico agarró uno de los sartenes calientes, puso algo de aceite en él y le echó encima los vegetales que ya tenía preparados: inmediatamente después puso los tallarines en el agua hirviendo y cuando estos estuvieron listos los mezcló con los demás ingredientes en el sartén.

—Vaya este chico trabaja rápido—Perfume miró como Mouse servía la orden en menos de 5 minutos—¿No trabajaba como mesero para ti, Cologne?

—Sí, pero descubrí que trabaja mejor en la cocina—Colonia se encogió de hombros—Es más fácil para él memorizar las cosas que leer las ordenes de los clientes. ¿No es así, Mouse?—el chico no oyó la pregunta—¡Mouse!

—¡¿Qué?!— el grito de Colonia le había hecho dar un respingo tan fuerte que el siguiente plato de comida se le había caído de entre sus dedos—¿Qué le pasa, vieja momia? ¿Por qué me grita?

—Retiro lo dicho, sigues teniendo las manos torpes de un niño de 5 años—la abuela le dio un bastonazo en la cabeza—Quítate, yo cocinaré por ti. Tú ponte a servir las órdenes.

Mouse soltó un gruñido, pero obedeció inmediatamente. Colonia empezó a preparar la comida, y los clientes, ansiosos como estaban por comer desde la mañana, recibieron el cambio con un gesto de exclamación alborozada. Después de todo, y por muy bueno que fuera Mouse cocinando, cuando uno tenía hambre no había nada mejor que un Chef que dominara a la perfección el Kachu Tenshin Amaguriken o  truco de las Castañas.[1]

—Vaya hermanita, veo que lo has dominado—Perfume soltó un chiflido de admiración—Yo jamás he podido alcanzar tal velocidad.

—Sí, pero no olvides que yo siempre he sido la más fuerte—su hermana volteó a verla, sonriente—Tengo más práctica.

—Cómo sea, creo que cometes  un grave error en subestimarme, querida hermanita—Perfume le devolvió la sonrisa—¡Observa esto!

Perfume dió un golpe tan fuerte en la mesa sobre la que Colonia había puesto los platos de comida que estos saltaron al aire: movió los brazos rápidamente y los mandó a sus respectivas mesas, sin confundir ninguno y sin derramar una sola gota.

—Cómo ves, mi memoria no me falla nunca—Perfume hizo un gesto de suficiencia en medio de la ovación general—Y eso que sólo tuve un segundo para leer los pedidos. ¿Qué te parece?

—Impresionante—Colonia hizo un gesto de asentimiento—Nada mal para la que hasta hace algunos siglos era la última de la clase.

Todos los presentes soltaron una risita, incluido Mouse, que aunque ocupado no pudo dejar de sonreír ante cierta clase de cosas que nunca, nunca cambian.

“¿Qué es esto?” Mouse giró rápidamente y al hacerlo sintió como algo puntiagudo le horadaba la pierna “¡Ah!”

Hizo memoria, y pronto recordó las cartas que Perfume le había entregado y que cargaba en el bolsillo. Giró la cabeza y examinó todo el local: todas las mesas estaban ocupadas y todos los clientes en ellas se hallaban comiendo.  Juzgó que tenía tiempo para leer al menos una de sus cartas antes de que se desocupara al menos una de las sillas y se dirigió al baño. Sacó el manojo de cartas de entre sus bolsillos y las examinó detenidamente. Eran de su madre.

“¿Qué sucede?” Mouse se preguntó porque de repente recibía tantas cartas de una misma remitente “¡Espero que no le haya pasado nada malo!”

Mouse abrió la que parecía la más reciente de las cinco y empezó a leer. Su madre no incluía en ella nada grave: sólo los usuales cotilleos y chismes de la Aldea, así como el deseo de que Mouse finalmente se casara con Shampoo y regresaran ambos a la aldea a visitarla.  Mouse soltó un suspiro. Si su madre tenía tiempo de contarle cuantos rábanos había cosechado la vecina no podía estarle ocurriendo nada malo, ¿verdad? Decidió que en la mañana le mandaría algo de dinero. Pero pronto algo más captó su atención.

“¿Qué es esto?” Mouse se ajustó los anteojos “¡No es posible!”

Mouse no estaba en buenos términos con su demás familia, por lo que encontrar una carta proveniente de su tía escondida en medio de todas las demás fue una sorpresa. ¿Debía leerla? En realidad sentía deseos de tirarla. Y es que entre ella y Mouse siempre había habido una relación de lo más escabrosa.

Mouse se guardó el manojo de cartas entre sus ropas y salió hacia el comedor, preocupado porque la abuela hubiera notado su ausencia. Pero no era el caso. Se dirigió hacia el mostrador, ignoró el gruñido que le acabara de dedicar Cologne y revisó la siguiente orden a entregar.

—Demonios, esos fueron los mejores tallarines que he probado nunca—el cliente que no dejaba de ponerle los ojos encima a Perfume se llevó una mano al estómago y volteó a ver al remplazo de Shampoo—¿Por qué no te había visto nunca por aquí, preciosa?

—Mi bisabuela y yo acabamos de llegar desde China para visitar a nuestras parientes—respondió Perfume, inclinando un poco la espalda y soltando una risa coqueta—Aunque nunca imaginé toparme con hombres tan atractivos, tengo que añadir. ¿Desean algo más?

Mouse miró como Perfume coqueteaba con el cliente, pero no dijo nada. De importarle, habría podido decirle que el tipo era un imbécil; un tipo con más ego que cerebro y que traía a una mujer distinta cada fin de semana.  Además, tenía la fuerte sospecha que era él el desconsiderado que le dejaba el baño hecho una porquería todos los viernes. Por lo menos Ranma era fuerte; este era débil y patán, demasiado parecido a uno de esos imbéciles que se paseaban en Beijing en autos de marca aprovechando que sus padres burócratas robaban un montón de dinero que no era suyo y que jamás terminarían de utilizar.

“¡Concéntrate, Mouse!” el chico se obligó a sí mismo a regresar su atención al plato que traía entre las manos  y a buscar al cliente al que le pertenecía “¡Además, tienes cosas más importantes en las que pensar!”

—¡Ya está lista la orden de Ramen!—la Abuela le dió una palmada al mostrador—¡Mouse!

—¡Aquí estoy!—el chico dejó el plato caliente sobre su mesa correspondiente y caminó rápidamente de regreso al mostrador—¿No tiene que gritarme, sabe? Estoy ciego, no sordo…

—Deja de quejarte y muévete—Colonia hizo un gesto de desdén—La comida no se va a servir sola.

—Sí, deja de quejarte y hazle caso a tu jefa, Mutzie—Perfume le dirigió una mirada y esbozó una sonrisa—¡Los clientes no paran de llegar!

—Sabes, deberías dejar de llamarme Mutzie—Mouse tuvo el impulso de estrellarle un plato de tallarines en la cabezota—¡Soy mayor que tú!

Perfume no dijo nada, marchándose como había llegado y moviendo las caderas mientras caminaba entre las mesas levantando su charola.

—Deja de mirarle el trasero a mi sobrina y ponte a trabajar—la Abuela soltó un gruñido bastante siniestro—¡Apresúrate y lleva esta orden de ramen para la mesa número 6!

Mouse sencillamente no pudo soportar que lo acusaran de algo que no era: volteó a ver a la Anciana y gritó:

—¡Vieja momia!

Y un mazo de madera cayó sobre su cabeza…

Mientras tanto, y en otro lugar, una joven (bueno, en realidad un joven con una extraña maldición) paseaba por las calles de su ciudad, molesto y visiblemente malhumorado. Y es que la actitud de sus amigos le había dado que pensar.  A Ranma no le gustaba que nadie (y quiero decir NADIE, y mucho menos sus compañeros) cuestionaran su masculinidad.

“¿Y bien Ranma?” Daisuke había vuelto a tenderle el boleto “¿Vienes o no?”

El aludido había volteado a mirarlo; en la cara de su compañero y amigo había atisbado una sonrisa. Hastiado, Ranma empezó a considerar la posibilidad. Una posibilidad que no le agradaba en absoluto, tengo que añadir.

“¿Van a dejar de molestarme?”

Sus dos amigos adoptaron sendas expresiones de solemnidad.

“Por supuesto” ambos movieron la cabeza “Claro, a no ser que le tengas más miedo a Akane que…”

“No le tengo miedo” Ranma le quitó el boleto de la mano “Iré.”

Ranma apretó las manos que tenía dentro de sus bolsillos y soltó un gruñido. Molesto, pateó la piedra con la que acaba de tropezar y la lanzó hacia arriba.

“Así me gusta” Daisuke esbozó una sonrisa llena de satisfacción  “¡Hasta luego, Ranma! ¿Y tú que quieres, Hiroshi?”

“Quiero mi dinero de vuelta” el chico extendió la mano “¿Aceptó, no es así?

“Eso no cuenta” Daisuke se defendió  ”¡Sólo lo hizo bajo presión!”

Ranma recordó como sus dos amigos se habían alejado; golpeó la piedra que estaba a punto de caer del cielo y la hizo estrujo entre sus dedos. Malditos idiotas. Miró el boleto y leyó:

“¿Quieres divertirte?” encima del anuncio había tres modelos, todas desnudas y con los labios brillantes “¡Sólo tienes que venir!”

Ranma arrugó el papel y lo volvió a meter en su bolsillo. Por experiencia propia, sabía que pensar en eso era como rascarse una picadura: entre más pensara en ello con más frecuencia aparecerían esas mujeres en su mente.

“Necesito una pelea” Ranma volteo a todos lados, buscando con la mirada a alguno de sus rivales o enemigos que tenía esparcidos por toda Nerima y deseando incluso que Herb, Kiima o incluso Pantimedias Taro hicieran acto de presencia “¿Dónde está Ryoga cuando más lo necesito? ¡Demonios!”

Pero no apareció nadie, y Ranma siguió caminando, maldiciendo en todo momento los nombres de Daisuke y Hiroshi y deseando encontrar pronto una solución para su problema. Después de todo, no se había convertido en el mejor combatiente pensando en mujeres, ¿o sí?

—¡Ayyyy!

Los nervios de Ranma respondieron al instante, pero en lugar de huir saltó hacia enfrente y atrapó el cuerpo de la damisela en apuros que pensó en ese momento necesitaba su ayuda. Pero se llevó una sorpresa.

—¡Kodachi!—Ranma miró con una expresión cercana al terror al fardo que cargaba ahora entre sus brazos y que, hay que decirlo, lucía más y que nunca con ese traje suyo tan escotado que no le había visto nunca[2]—¿Qué haces aquí?

—¡Ranma mi amor!—Kodachi lo miró a los ojos mientras pasaba sus brazos por alrededor de su cuello y esbozaba una sonrisa coqueta—¡Es el destino, nuestro maravilloso destino,  quien insiste en unirnos para siempre!

Kodachi se acercó a él y trató de besarlo. Como sea, no lo consiguió: Ranma giró la cabeza y la chico besó su cabello. Ranma soltó una maldición por lo bajo; por toda respuesta, soltó inmediatamente a la mujer entre sus brazos, saltó hacia los arbustos más cercanos y empezó a revisar frenéticamente en ellos.

—¿Dónde está?—Ranma miró incluso debajo de las piedras, temiéndose una de las trampas de Kodachi—¿Dónde está, Kodachi?

—¿Dónde está quien, amor mío?

—Sasuke y la cámara que pretendes usar para grabar esto—contestó Ranma como si su respuesta fuera la más natural del mundo. —¿Dónde está él, Kodachi? ¡Sasuke!

—No hay nadie, amor mío, solo estamos nosotros dos—Kodachi esbozó una sonrisa que no asustó bastante a Ranma—No quiero que nadie más sea testigo de nuestra pasión

Kodachi se cruzó de brazos y resaltó su escote. Ranma saltó inmediatamente hacia delante ante lo que consideró un ataque mortal.

—¡Kodachi!—Ranma no podía creer lo que estaba viendo: frenético, usó el Amaguriken y le colocó un poco de ropa encima —¿Acaso estás loca?

—Loca no, sólo enamorada—Kodachi se acercó a él y se reclinó contra su pecho—¡Sólo quiero hablar contigo en el lenguaje del amor!

—En serio, Kodachi, esto tiene que terminar—Ranma trató de recuperar el aplomo que había perdido por unos momentos al tener entre sus manos el cuerpo curvilíneo de Kodachi—¡No podemos seguir así!

Ranma sujetó a Kodachi de las muñecas y la miró lo más seriamente posible. La verdad es que, y a pesar de reconocer que el cuerpo de Kodachi había evolucionado bastante durante las últimas semanas, el acoso de esta lo tenía más que harto. Pero Kodachi no iba a dar el brazo a torcer.

—Tienes razón, amor mío—Kodachi acercó su cara a la de Ranma—¡Hay que consumar nuestro amor!

Ranma retrocedió, abriendo los ojos completamente en un gesto de sorpresa y tratando de poner tierra de por medio entre él y ella.  Pero era muy tarde.

—¡Kodachi!—Ranma se frotó los labios inmediatamente—¡Estás loca! Qué….

Ranma se limpió los brazos frenéticamente, sumamente enojado consigo mismo por haberse dejado sorprender. Nunca había besado a nadie, ni siquiera a Akane; el hecho de que Kodachi solo hubiera rozado sus labios no aminoraba la cuestión.   Molesto, volteó a ver a Kodachi, pero esta adoptó una actitud tranquila y resignada que lo desconcertó.

—Pero desgraciadamente, tendrá que esperar.

—¿Eh?

Ranma reprimió el impulso de limpiarse los oídos. ¿Había escuchado bien? Confuso, volteó a mirar a Kodachi, que en esos momentos se tocaba los labios con que lo había besado en una expresión cercana al placer.

—Es que me voy, Ranma, amor mío—Kodachi se acercó bruscamente a él, forzando a Ranma a atraparla para evitar que ésta cayera al piso y antes de saber lo que estaba pasando—Yo te juro  que yo no quería, que me opuse intensamente, pero la decisión ya está hecha y es irrevocable….

—¿Te vas a ir?—una luz brilló dentro de la mente de Ranma, olvidándose por un momento de la mala pasada que le estaba jugando la Rosa Negra—¿Lo, lo dices en serio?

—Por un mes—la luz dentro de la mente de Ranma se fue tan repentinamente como había llegado—Pero te prometo que volveré, Ranma mi amor.

—¿Y para eso tenías que besarme?

—Por supuesto—Kodachi parpadeó un par de veces—¿Qué puede animarme más estando tan lejos de ti que el cálido recuerdo de un beso de amor?

—¡Kodachi!—la Rosa Negra se acercó a él una vez más y trató de robarle otro beso—¡Para de una vez!

—Lo lamento mi amor—Kodachi giró la cabeza y puso cara de sufrimiento trágico—¡Sé que soyuna egoísta, que soy una molestia, pero, pero…!

Kodachi se inclinó sobre él, sonriendo y mostrándole su escote de tal manera que a Ranma estuvo a punto de sangrarle la nariz.

—Pero ya sabes lo que dicen—Kodachi soltó una de sus risotadas esquizofrénicas— ¡Es mejor arrepentirse de haberlo intentando que nunca haberse atrevido!

Ranma la miró reír y frunció el ceño. Intentó dar media vuelta e irse, pero antes de que pudiera hacer nada más, Kodachi se acercó a él y se lo impidió.

—Como sea, sé que es muy egoísta marcharme siendo yo la única que cargue con un recuerdo tuyo, mi amor—Kodachi pegó su pecho contra el suyo y lo miró a los ojos—Y por eso quiero dejarte un recuerdo de mi parte. ¿Acéptalo, sí?

Kodachi se sacó un objeto de entre los pliegues de la falda y se lo metió a Ranma en medio de los pantalones.

—¿Qué es esto?

—Sólo una prueba de mi amor— Kodachi se alejó aunque no sin darse media vuelta y dedicarle un beso—Prométeme que pensarás mucho en mí, ¿sí?

—Si es una de esas cosas que cocinas con la intención de hacerme caer rendido, mejor olvídalo—Ranma se cruzó de brazos—No pienso caer.

—Oh, no se trata de eso—Kodachi esbozó una sonrisa de satisfacción—Es otra cosa más….interesante. Solo promete que pensarás mucho en mí. ¡Hasta la vista, mi amor!

Kodachi hizo girar el lazo que siempre cargaba consigo e hizo caer sobre ella un montón de pétalos de rosa.

—Maldita sea—Ranma miró por un instante como Kodachi movía las caderas mientras desaparecía por los tejados—¡Es el colmo! ¿Cuándo va a dejarme tranquilo? Es….¡No es posible!

Por los pantalones de Ranma había asomado una clase de amiguito nada deseable (al menos para él).

“¡No puede ser!” los ojos de Ranma se abrieron en un gesto cercano al terror “¡No es posible!”

—¡Maldición, Kodachi!—Ranma lanzó un grito de frustración hacia los cielos antes de aventarse del puente al agua helada 5 metros más abajo—¡No otra vez!

Ranma cayó al agua, mojándose inmediatamente y activando la transformación que lo tenía más que harto. Como fuera, el sentir el golpe de su cuerpo contra el agua del río era sin duda un precio muy pequeño para alcanzar la paz que necesitaba.

“¡Por fin!” Ranko alzó su puño, aunque más que nada porque necesitaba pensar que acababa de ganar una victoria “¡Chúpate esa, Kodachi!”

Ranma salió del río y emprendió el camino a casa. Pero para su desgracia, una ola de aire frio lo alcanzó, por lo que, cansado y mojado hasta los huesos, apresuró el paso y se dirigió a la Residencia de los Tendo a toda prisa.

—Vaya, hasta que el señor se digna en llegar—una voz más que molesta lo recibió en cuanto cruzó el umbral—¿Dónde estabas?

—Ah, hola Akane—Ranma se sacudió fuertemente y volteó a ver a su alrededor—¿Ya sirvieron la comida? ¡Genial!

Ranma se sentó inmediatamente, colocándose en un extremo de la mesa y mirando con ansias la comida que ya había empezado a servir Kasumi.

—Te hice una pregunta—Akane lo miró de reojo mientras éste se sentaba y empezaba a servirse—¿Dónde estabas?

Ranma ignoró la pregunta de Akane y siguió comiendo. ¡Y es que en verdad estaba muerto de hambre!

—Por ahí—Ranma se metió el arroz en la boca a toda prisa—Nada importante.

—Por ahí—Akane soltó un gruñido de esceptismo—Claro.

—Sabes Ranma, creo que podrías contestarle mejor a Akane—Soún carraspeó un poco—Mi hija sólo se preocupa por ti.

—Sí, Ranma, podrías ser más amable—lo apoyó Kasumi—Todos nos preocupamos por ti.

Ranma dejó de comer por un  momento y volteó a verlos.

—No estaba intentando ser grosero—Ranma se encogió de hombros—Además, fue cierta personita la que me lanzó volando por ahí, ¿verdad, Akane?

 

La aludida dió un respingo y volteó a ver hacia otro lado.

—Exagerado.

Ranma se encogió de hombros.

—Lo que digas—Ranma tragó otro puñado de arroz y siguió comiendo—¿Me pasas la sal?

—Alcánzala tú mismo—Akane frunció el entrecejo—No estás manco.

Ranma dejó de tragar y volteó a verla. La cara de su prometida estaba llena de hostilidad. Incluso Soún alzó una ceja, inquieto.

—Sabes Akane, deberías ser más amable o quizás reconsidere invitar en tu lugar a Ukyo—Ranma la miró de manera subrepticia—Seguro que a ella también le gustaría ir a ver a Teresa Teng.[3]

—¡Adelante, son tus boletos!—Akane lo consideró como un golpe bajo, pero no iba a permitir que la amenazara, por lo que gritó y apoyó ambas manos sobre la mesa— ¿Por algo los compraste, no?

—¿Oh, se refieren a los boletos para el concierto?—Nabiki dejó de comer el miso por un momento y comentó como quien no quiere la cosa—En realidad él no se los compró, se los compró su madre. ¿No es así, Ranma?

Ranma no pudo evitar llevarse una mano al cuello.

—Eso no importa—Ranma trató de defenderse—¿Al fin y al cabo tendré que ser yo quien reparará la casa, no?

—Eres un haragán, Ranma—Akane esbozó una sonrisa de desprecio y volvió a prestar atención a su plato—Inútil.

Esta vez fue a Ranma a quién le empezó a temblar la ceja.

—¿Pero qué rayos te pasa ahora, Akane?—la mala actitud de su prometida le había terminado por llamar la atención—¿Y ahora que te hice?

—¡Pregúntale a tu consciencia!—Akane derramó su plato de sopa tibia sobre la cabeza del chico—¡Malvado!

Todos miraron la escena con una expresión cercana a la consternación. Akane podía ser irracional a veces, pero era claro que algo parecía haberla molestado. Y mucho.

—Sabe, tío Soún, ya no tengo hambre—Ranma se levantó e hizo una pequeña reverencia mientras un montón de fideos de miso caían sobre el piso procedentes de sus hombros—Creo que será mejor que me vaya a reparar mi casa.

—Sí, sería lo mejor—Soún y Genma voltearon a ver de reojo a Akane, que en ese momento se estaba haciendo la occisa—¿Seguro que ustedes no quisieran discutir, sobre, no sé, algo? Pareciera que ustedes dos tienen mucho de qué hablar.

La respuesta  de Ranma fue categórica.

—Como si se pudiera hablar con una marimacha.

Ranma volteó a ver a la chica, pero esta movió la cabeza en la dirección contraria y soltó un gruñido. Derrotado, Ranma—que para entonces ya había agarrado una servilleta y se había limpiado los fideos de encima—se dispuso a abandonar el comedor. Pero entonces algo se le cayó del pantalón.

—Espera Ranma, se te cayó algo—Kasumi levantó el objeto rápidamente he intentó regresárselo a Ranma—Esto es…

A Ranma se le cayó el alma a los pies. ¡Kodachi! ¿Cómo se había atrevido ella a…?

“¡Para que pienses mucho en mí, mi amor!”

—¡Eso no es mío!—Ranma empezó a mover los brazos frenéticamente, espantado ante la evidencia de un comportamiento que no era el suyo—¡De seguro es del maestro! ¡Yo ni siquiera sabía que estaba ahí!

—¿Mío?—Happosai hizo acto de aparición en ese instante, volteando hacia todos lados y cargando con una bolsa llena de ropa interior—Déjame ver.

El viejo tomó las pantaletas negras que estaba sosteniendo Kasumi y las examinó con atención.

—No, no son mías, aunque creo poder reconocer a su dueña—Happosai, en un gesto que llenó a todas las presentes de inmenso asco se llevó la prenda a la nariz y respiró profundamente—Si, lo sabía, ¡es de Kodachi! Sin duda tienes un buen gusto, Ranma.

—¿De Kodachi?

A todos—incluido Ranma, que trató de alzar las manos en un gesto de protección inútil—se les erizó el vello de la nuca.

—¡LÁRGATE!—Akane le tiró una patada que lo mandó hasta la estratósfera—¡No quiero volverte a ver!

—¡Marimachaaaaa!!!

Ranma voló una trayectoria de más o menos larga, cayendo al piso e impactando fuertemente la acera; tan fuerte que todos los transeúntes a su alrededor se asustaron tanto que empezaron a correr. Ranma se incorporó agarrándose una nalga y soltando una maldición.

—Vaya, tu prometida ha vuelto a hacer de las suyas, ¿eh, chico?—una anciana enfrente suyo empezó a reír incontrolablemente—¡Eso es a lo que yo llamo recibir una buena patada en el trasero!

Ranma alzó la cabeza y miró a la mujer. Parecía una anciana normal, pero algo en su risa la hizo a sus ojos bastante desagradable. ¿O era su voz? Su voz no sólo era irónica, sino que además sonaba falsa: no se parecía a ninguna otra que Ranma hubiera escuchado antes.

—Eso a usted no le importa, señora—Ranma siguió caminando—¡Métase en sus propios asuntos, vieja entrometida!

—¡Eh tú!—una mano fuerte se incrustó arriba de su hombro—¡Alto ahí, niño!

A un agente policial no le había gustado el daño que había causado el joven y se dispuso a detenerlo. Pero Ranma había prestado tanta atención a la mujer que no puso atención al oficial que se había dirigido hacia él; al recibir el impacto, Ranma (que para entonces ya estaba de un pésimo humor) noqueó al hombre casi sin darse cuenta de lo que hacía y agradeciendo el tener a algún patán sobre el que descargar su furia. Pero no tardó en descubrir su error.

—¡Cuidado oficial—el compañero del policía había alzado su arma reglamentaria, pero la anciana delante le señaló algo—¡Su patrulla se quema!

A los ojos del oficial la mujer parecía bastante respetable, por lo que decidió voltear y prestar atención a la advertencia de la anciana. Y era verdad; su patrulla estaba incendiándose.

—¡Deprisa, chico!—la Anciana le señaló  a Ranma una puerta abierta—¡Por ahí!!

Ranma hizo caso sin chistar: podía descontar al policía, pero un incidente de esa clase atraería demasiada atención hacia su persona, y considerando las deudas y las estafas que había causado su padre….Entró a la casa que le señalaba la anciana y cerró la puerta.

—Eso estuvo cerca, ¿eh, querido? —la anciana sorprendió al joven hablándole desde otra dirección completamente inesperada—¡Al paso que vas, tendrás el culo lleno de magulladuras y tu historial delictivo lleno de problemas!

Ranma volteó a ver a la señora con una expresión aborrecida.

—Sabes, no lo decía con ánimo de ofenderte, muchacho—la anciana se dio cuenta del efecto que había tenido su comentario—¿Tienes hambre?

La señora se acercó a él con un bollo de arroz, pero algo—Ranma pensó que los comentarios de la anciana—le impidió tomarlo. Rechazó el bocadillo que ésta le ofrecía y exclamó:

—Es muy amable, señora—el estómago de Ranma soltó un gemido— Pero sería mejor que se guardara mejor sus comentarios sobre mi vida privada para usted, ¿no cree?

Algo en la risa subsecuente de la anciana lo inquietó, aunque no supo identificar el porqué.

—Discúlpame, muchacho—la anciana alzó el puño de su bastón y soltó una carcajada—Pero tres prometidas capaces de destruir tu casa para encontrar un anillo de compromiso….¡No puedes negar que estás metido en un mal negocio!

Ranma iba contestar algo, pero la mujer se zampó el bollo de arroz, y Ranma, tan convenenciero como era, se arrepintió de no haberlo aceptado. 

—Uy, parece que va a llover—un rayo tronó en el cielo: inmediatamente empezaron a caer las primeras gotas de agua—¿No quieres quedarte aquí conmigo, chico?

Como confirmando las palabras de la anciana, una tormenta bastante brutal empezó a caer sobre los edificios de la ciudad, y Ranma pensó en agradecer el gesto. Entraron rápidamente a la casa y se sentaron en el piso de madera.

—Es usted muy amable, abuela—Ranma frente junto a ella—Si, aceptaré su ofrecimiento.

—Una decisión apropiada—la señora asintió con la cabeza frente a él—¡La Tormenta está empeorando!

Así era. Incluso para alguien con tanta aversión a la lluvia como Ranma (para el que todas las lluvias eran iguales), esta tormenta estaba alcanzando niveles bastante impresionantes.

—Aunque pensándolo bien, quizás no sea lo más conveniente, al menos para ti—la señora volteó a verlo y soltó otra carcajada—¡Especialmente si por celos terminas con un mazo gigante en la cabeza!

Ranma volteó a mirarla inmediatamente.

—¿Qué?—la anciana no dejó de reír—¿No es lo que hace ella cada vez que encuentra una razón para enojarse contigo? ¡Esa no es manera de comportarse en una señorita, y mucho menos en una prometida, si me lo preguntas!

No sólo le molestó la risa de la anciana: el hecho de que todos en Nerima parecieran estar al tanto de su relación con Akane y le hicieran burla por ello lo habían puesto bastante furioso. Olvidó la protección que la anciana le ofrecía y saltó hacia delante.

—¡Pues en ese caso que bueno que no le pregunté, señora!—la voz de Ranma resonó en medio de la calle—¡Adiós!

Ranma se alejó sin voltear ni una sola vez; como consecuencia, no pudo ver la sonrisa divertida de la anciana,

Unas dos horas más tarde, y mientras arreglaba el techo de su casa, Ranma Saotome no pudo sino recordar su conversación con la anciana y maldecir un poco la impulsividad de su novia. Por supuesto, podía entender el enojo de su prometida, pero eso no era motivo suficiente como para que no le dejara decir ni pío…

O como para que le diera una patada en el culo sin avisar.

Ranma soltó un suspiro, acomodó una serie de clavos entre sus dientes y alzó el martillo múltiples veces, bajándolos de su boca conforme iba clavando cada teja. Molesto, siguió martillando hasta haber terminado con el techo; inmediatamente  después saltó hacia al jardín, entró hacia la casa y empezó a arreglar las duelas, una por una, maldiciendo mientras tanto a la bola de desquiciadas maniáticas que habían destruido el lugar. Por tercera vez.

Como fuera, pensar en ellas era una pérdida de tiempo, por lo que siguió trabajando rápidamente. Después de unas horas de trabajo (que no lo cansaron en absoluto) llegó la noche, por lo que Ranma se detuvo y se dispuso a prender la luz para así poder seguir trabajando. Pero no pasó nada.

—Maldita sea, ahora resulta que también destrozaron los cables—Ranma soltó un gruñido contra las miembros de su batallón de prometidas o “Bride Batallion” —¡Es el colmo!

No tenía sentido molestarse; revisó los fusibles y notó que estaban fundidos. Trató de recordar en donde habían dejado los de repuesto y cuando por fin pudo ponerles la mano encima, los colocó dentro de la caja correspondiente y soltó un gruñido de satisfacción. 

—Vaya, estás haciendo un buen trabajo, Ranma—una voz femenina le habló por la espalda—En verdad eres impresionante, hijo.

Ranma dejó lo que estaba haciendo y volteó inmediatamente.

—¡Mamá!—la silueta de Nodoka contra la luz de luna era inconfundible—¿Qué haces aquí?

Nodoka sonrió y se acercó a él. Lucía totalmente cambiada: en contraste con el humor de perros que cargaba en la mañana, ahora lucía diáfana y tranquila. Y muy hermosa.

—Te traje algo de comida—Nodoka alzó el cesto que cargaba consigo, se arremangó el kimono con el que siempre iba vestida y se colocó frente a Ranma—Pensé que tendrías hambre.

Nodoka eligió un buen lugar, limpió un poco el piso a sus alrededor y se sentó en él.

—No tenía que haberse molestado—Ranma se sentó frente a ella y un gruñido salió de su estómago—Hace mucho frío. Pudo haber venido papá.

—¿Y a arriesgarme a que se comiera la comida en el camino?—Nodoka esbozó una sonrisa diáfana—Mejor come.  Además, tú no estás usando camisa.

Era verdad. Puede que el arreglar la casa de sus padres no exigiera mucho esfuerzo, pero los abdominales de Ranma brillaban en medio de la sala.

—Sí, pero yo soy un hombre—Ranma alzó el vaso de jugo—No se supone que me tenga que molestar el frío.

—Y vaya hombre que eres, hijo—Nodoka asintió—No me extraña que Akane esté tan locamente enamorada de ti.

—Pues no lo parece—Ranma volvió a probar un poco del arroz—Todavía no deja esa manía suya de pegarme.

Nodoka examinó atentamente a su hijo.

—Bueno, tampoco puedes esperar que te reciba con rosas después de ver como cae de tu pantalón una prenda íntima que no era suya, ¿no crees?

—¡Pero es que ni siquiera sabía lo que era!—Ranma lanzó hacia afuera lo que tenía en la boca—¿Por qué esa marimacho nunca me da la oportunidad de explicarme?

—Ranma, no niegues ninguna de tus responsabilidades—Nodoka frunció el entrecejo—No es nada varonil.

Ranma miró a verla, cansado, confuso, y sobre todo frustrado.

—Sabía que no me creería—Ranma lanzo un suspiro—Nadie me cree.

—¿Significa eso que no te interesa la ropa interior?—preguntó Nodoka, escéptica.

—Por supuesto que no—que lo colocaran siquiera por accidente al mismo nivel que Happosai no era algo de lo que sentirse orgulloso—Fue Kodachi la que se me acercó y me metió esa cosa por debajo del cinturón. Ni siquiera me interesan las chicas, así que, ¿por qué tendría que interesarme en su maloliente ropa interior?

¡Click!

Ranma se acurrucó sobre sus rodillas y miró el firmamento, totalmente absorto en su amargura y sin darse cuenta que Nodoka había empezado a desenvainar su katana.

—Las chicas son egoístas, groseras y cuando uno les hace caso se sienten la gran cosa[4]—Ranma ignoró la ceja temblorosa de su madre, que en ese momento temía que su hijo pudiera no ser heteroual—Además, ni Ukyo, ni Kodachi, ni Shampoo se han preocupado jamás por lo que pudiera interesarme a mí. No puedo siquiera portarme bien con ninguna de ellas, porque inmediatamente las otras ponen el grito en el cielo y destruyen todo a su paso. Sólo mire este lugar. ¿Cuántas veces van ya?—Ranma volvió a soltar un gruñido de frustración, sumido en sus pensamientos y completamente indiferente ante las preparaciones que su madre estaba haciendo para un seppuku eventual—Y para acabar, Akane, la única chica que me interesa, cree que soy un cerdo, cuando en realidad el único cerdo es cierta mascota que ella tiene por ahí. Es el colmo.

Ranma soltó un suspiro.

—A veces quisiera dejar de amarla y largarme—Ranma volteó a ver a su madre, haciendo inmediatamente una mueca de terror al verla vestida de blanco y con la katana desenvainada—¡Mamá! ¡¿Qué está haciendo?!

—Oh, nada importante, hijo, no te preocupes—Nodoka envolvió rápidamente la espada y se puso el kimono de vuelta, contenta de que la declaración de su hijo hubiera eliminado cualquier sospecha de homoualidad—Pero volviendo a lo de Akane, sigo pensando que es culpa tuya.

—¿Mia?—Ranma se llevó una mano al cuello, consciente de lo cerca que había estado de morir—¿Cómo puede ser culpa mía que esa psicópata saque a cada rato ese maldito mazo gigante?

—Es tu culpa por hablarle de esa manera—Nodoka usó un tono de voz que usaba una figura de autoridad cuando trataba de aleccionar a otra persona—Podrías mejorar en la manera en que te diriges a ella, jovencito.

—¡Pero si he mejorado!—Ranma no comprendía el punto—¡Ni siquiera le hablo ya tan mal como le hablaba antes!

—Pues no es suficiente—Nodoka movió la cabeza de un lado a otro—Una mujer no escuchará a nadie que la esté insultando; es una cuestión de principios. ¿Escucharías tú a alguien que te estuviera atacando?

Ranma no entendió el punto.

—Bueno, sí, siempre lo hago—Ranma adoptó una expresión confundida—Tampoco es que uno tenga ocasión de decidir, ¿no?

A Nodoka le resbaló una gota de sudor por la nuca.

—A lo que me refiero es que una mujer responderá de manera directamente proporcional a como la trates. Si la tratas con cortesía, ella hará lo mismo, ¿no crees?

—La trataba con cortesía la primera vez que llegué al Dojo de los Tendo, y lo único que gané fue que me odiara.

Nodoka miró los ojos de su hijo. Ignoraba la mayoría de los detalles de cómo se había llegado al compromiso con Akane, y ciertamente le daba crédito a Ranma que Akane no lo trataba de una forma muy apropiada. Le había costado descubrirlo, porque cuando ella estaba cerca Akane trataba de controlarse, pero la familiaridad se había impuesto y Akane ya no dudaba en golpear a su hijo incluso estando ella presente.

—Aun así trata, ¿de acuerdo?—Nodoka apoyó una mano bajo su barbilla y lo miró a los ojos—¿Dónde está tu sentido del honor? ¡Pensé que un Saotome no se rendía nunca!

—¡Y es cierto!—Ranma se irguió cuan largo era—¡Un Saotome nunca se rinde!

Nodoka sonrió contenta de haber alcanzado lo que se había propuesto. Dió unas palmadas de aprobación, y cuando su hijo se sentó de nuevo, se acercó y apoyó una mano en su hombro 

—Oye hijo, y esa chica que te dió sus bragas….¿Es bonita?

—¡Mamá!

—Tranquilo hijo, llámalo un poco de curiosidad—la señora no le dió mucha importancia a la reacción de su hijo: dio media vuelta, agarró la tetera y prendió un fuego debajo de ella—¡Tengo derecho a saber!

—Supongo que lo es—Ranma tragó otro bollo de arroz con camarones—Es gimnasta.

—¿Gimnasta? —Nodoka parpadeó sorprendida—¡Pero si eso está muy bien, hijo! ¿Y podría conocerla?

Ranma volteó a ver a su madre. Para ser una mujer que acaba de recriminarle su trato con Akane, se mostraba demasiada interesada por conocer a su competencia.

—Ya lo conoce—Ranma regresó su atención a la comida que tenía entre manos y se encogió de hombros— La chica de cabello negro y con un lazo que usa como arma. ¿Se acuerda? Kodachi.

—Ahhhh, ella—Nodoka se mostró decepcionada—Si, me acuerdo de ella.

Nodoka no lo decía, pero todavía no les perdonaba a Shampoo, a Ukyo y a Kodachi que hubieran destruido su casa.  Por tercera vez.

—Bueno, me alegra que incluso una chica como ella no pueda resistirse a tus encantos, hijo—Nodoka no quería que Ranma se sintiera incomodo por su silencio, por lo que volvió a alzar su taza de té—De hecho, me llena de orgullo que un grupo de chicas tan bonitas, fuertes y simpáticas estén detrás de ti. Eso habla muy bien de tu masculinidad, ¿no crees?

Ranma no pudo evitar sonreír. Y es que después de todo, esa era una de las cosas de las que se sentía más orgulloso.

—Bueno, ya es tarde, así que será mejor que regresemos a casa—Nodoka empezó a levantar los enseres que había traído consigo— De seguro nos estarán esperando.

—Sí, será lo mejor—Ranma estaba más que contento en abandonar un tema en el que no se sentía de lo más cómodo—De todas maneras, no podría trabajar en medio de la oscuridad.

Ranma, recogió rápidamente los clavos, el martillo y demás herramientas que había utilizado para arreglar el techo mientras Nodoka se sacudía el polvo de encima del Kimono. Salieron de la maltrecha residencia Saotome y enfilaron hacia el Dojo Tendo. Un golpe de aire frío obligó a Nodoka a retroceder, por lo que Ranma—que se preocupaba por su madre más que por sí mismo—sacó su camisa y la envolvió con ella.

—Oiga mamá, tengo una pregunta—a Ranma pareció ocurrírsele algo—¿De verdad lo decía en serio?

—¿Qué cosa?

—Lo de halagar a Akane.

—Por supuesto que lo decía en serio—Nodoka fue tajante—No hay mujer en el mundo que permanezca impasible ante un buen cumplido.

—Pues no lo sé, Akane es un poco rara—comentó Ranma como quien no quiere la cosa mientras se hurgaba la nariz—La vez pasada traté de halagarla diciéndole que estaba desarrollando los brazos de un luchador, y lo único que recibí fue un golpe en la cabeza…..[5]

La mano de Nodoka impactó contra la cabeza de Ranma.

—¡Auch! ¿Y eso por qué fue?

Nodoka asumió una expresión seria y miró hacia el frente.

—Y todavía lo preguntas—Nodoka quería mucho a su hijo, pero a veces la sacaba de quicio—Eso fue algo muy grosero.

—No sabía que le molestaba que me hurgara la nariz—Ranma no parecía haber comprendido el punto—Como papá lo hace todo el tiempo y nadie le dice nunca nada….

—Decirle eso a Akane fue casi un insulto. ¿Pretendías que se sintiera como un gorila?

—La mayor parte del tiempo lo es— Ranma se encogió de hombros—Además, aquella vez no intentaba herirla. ¡Sólo intentaba hacerle un cumplido!

Nodoka volteó a verlo de reojo.

—Sabes, sé que tu padre hizo un gran trabajo entrenándote, pero esto es colmo—Nodoka soltó un gruñido, cosa que hay que decir, casi nunca hacía—¿De dónde sacaste la idea de que a una mujer le gusta que la comparen con un hombre?

—¡Pero si no la estaba comparando con un hombre!—Ranma trató de defenderse—¡Sólo le estaba diciendo que se había vuelto más fuerte!

Nodoka apoyó una mano sobre su hombro.

—Hijo, un halago no consiste en decir una cosa que tú  quieres decir, sino en algo que la otra persona quiere escuchar—le contestó Nodoka con voz queda—Ya sea sobre su vestimenta o sobre una cualidad que no espere que otra persona haya notado, una mujer quiere que la alaben por eso, y en una forma que no dé lugar a enredos ni malinterpretaciones. ¡Es entrenar la mente para decir la cosa adecuada en el momento adecuado!

—Ah, ya entiendo—Ranma tronó los dedos, creyendo haber comprendido lo que quería decir su madre-—Algo así como una mentira, ¿no?

Nodoka  no dudó ni un instante en detenerse y darle otro zape.[6]

—Y sobre todo, consiste en saber cuándo mantener o no la boca cerrada—la mujer volteó a mirarlo con sus grandes ojos marrones y alzó una ceja—En nuestra juventud, tu papá me halagó mucho diciéndome que no había conocido una mujer tan bella como yo. De ninguna manera lo considero una mentira. ¿Y tú?

—Yo…no quise ofenderla, mamá—Ranma palideció en cuanto vió a su madre sonreír mientras alzaba un poco la katana aún envuelta—Yo….¡En ningún momento he conocido mujer más hermosa que usted!

—Eres muy amable hijo, pero a quien tienes que halagar es a Akane—Nodoka guardó su espada y le acarició la cabeza mientras ambos volvían a seguir caminando—Si hubiera sido ella, probablemente te hubiera arrancado la cabeza, ¿no crees?

—O me hubiera pegado con un mazo gigante—Ranma se encogió de hombros—Nunca me da tiempo para explicarle nada…Aunque trataré de hacer lo que usted dice.

—Así me gusta—Nodoka volvió a alzar una mano, pero esta vez le acarició una oreja—Háblale bien y con sinceridad, y ella te responderá de la misma manera, te lo aseguro. Y si no tienes nada bueno que decir, es mejor que no digas nada.

—De acuerdo, ya entendí—Ranma escogió cuidadosamente sus palabras—Intentare halagarla más seguido y refrenar mi lengua cada vez que vaya a ofenderla. Será fácil.

—No tan fácil como crees, pero sin duda tienes que intentarlo—Nodoka asintió complacida—Y por cierto Ranma, ¿te puedo hacer una pregunta?

—Por supuesto—Ranma se sintió feliz de abandonar un tema tan incómodo de conversación—Pregunte lo que quiera.

—Es una pregunta muy seria—Nodoka asumió un tono que hizo que Ranma prestara absoluta atención—De hecho, no sé si sea buena idea preguntártela ahora.

—Mejor ahora que frente a la mirada del entrometido de papá—Ranma se encogió de hombros.

—Bueno, si así lo deseas…—ambos se detuvieron y voltearon a verse el uno al otro—Ranma, pon mucha atención, porque sólo te lo preguntaré una vez. Será una pregunta difícil, pero espero que puedas contestarla. ¿Estás listo?

—¡Siempre estoy listo!

Un viento procedente del Norte acarició sus cabellos, moviéndolos a su compás y dándole a la escena un aura de seriedad que sólo había experimentado en uno de esos combates capaces de decidir su destino.

—¿De verdad no te interesan las demás mujeres?—Ranma cayó hacia atrás, habiéndose esperado otra cosa—¿Ranma?

Ranma se metió las manos a los bolsillos y siguió caminando.

—¡Ranma, te hice una pregunta!--Nodoka no se iba a dar por vencida tan fácil, por lo que trató de darle al menos una palmada en la espalda—¡Ranma!

El chico no contestó; por toda respuesta, tomó a su madre del talle y la alzó entre sus brazos y empezó a correr por sobre los techos inmediatamente.

—Le contestaré después—Ranma agradeció que empezara a llover—¡Ahora hay que darnos prisa!

—¡Ranma!

Ranma saltó una distancia de seis metros y ambos se desvanecieron en la oscuridad.

 

Entre tanto, y a alguna distancia de ahí, un joven conocido como el “Eterno Chico Perdido” tenía un problema.

Bueno, en realidad tenía dos.

El nombre del primer problema respondía al nombre de Akari Unryu

Y una mujer llamada Akane Tendo era su problema número dos.

Aunque en realidad, ambos problemas parecían nada ante un cerdo frente a él con ganas de matarlo, que, hay que decirlo, era su problema número tres.

Ryoga cerró los ojos, preparándose para el aluvión de dolor que sin duda alguna estaba punto de llegar y ante el cual la lluvia que caía en esos momentos sobre la ciudad lo había dejado impotente. 

“No tienes que hacer todo esto, Akari, me encuentro perfectamente” el chico recordó por un momento como había tratado de levantarse de la cama en la que había estado hacía algún tiempo “No estoy tan….”

El chico había hecho un esfuerzo por levantarse que había resultado bastante infructuoso. Molesto, soltó un puñetazo, aunque fue uno tan débil que sólo hizo caer la cama al suelo. El disfrutar de los cuidados de su novia no pudo dejar de hacerlo sentir culpable de estar disfrutando de los cuidados de una chica a la que temía no merecer. ¿Extraña paradoja, no?

“…enfermo.”

Ryoga soltó un gruñido de impotencia. Puede que casi no se enfermara nunca, pero cuando lo hacía, no había mucho que pudiera hacer.

“Basta, Ryoga Hibiki, no te resistas” Akari había volteado a verlo y lo había reconvenido un poco “¿Te encuentro medio muerto y esperas que creas que estás bien?”

Ryoga había soltado un gruñido, pero había estado tan débil que no pudo ni cruzarse de brazos. Había pasado toda la semana tan enfermo que había tenido que arrastrarse en el lodo, y no precisamente convertido en Pechan. 

“Puede que seas tan fuerte como un cerdo, pero eso no significa que no debas descansar de vez en cuando, ¿sabes?” Akari se había acercado a él y había apoyado una mano sobre su mejilla “Pensábamos que ibas a morir.”

Ryoga había tratado de contestar que no podía ser así, pero optó por quedarse callado. Había estado tan débil desde la boda fallida que había sido un verdadero milagro el haber podido llegar a la Granja de su prometida. Aún ahora, y a pesar de sentirse mejor, no podía mover ni un músculo, y bien sabía que allá afuera se había sentido peor. Mucho peor.

“Lo bueno es que Katsunishiki y yo alcanzamos a encontrarte a tiempo” la chica volvió a poner atención en el té “No había visto un caso de influenza porcina tan grave como el tuyo en años; recuerdo que la última vez que Katsunishiki se enfermó tuvimos que….”

Akari se detuvo por un momento, volteando sorpresivamente y dejando de hablar al ver la cara que ponía Ryoga. Y es que era una muchacha bastante perceptiva y no había tardado mucho en darse cuenta de que a su novio le molestaba que cualquier persona—en serio, cualquier persona—lo comparara con un cerdo.

“Oh, Ryoga, discúlpame, no quería…”

“No te preocupes, Akari san, jamás podría molestarme porque cuidaras de mí” Ryoga había sonreído débilmente, consciente de que ella no tenía la culpa de nada “Más bien, tendría yo que molestarme conmigo mismo por estar aquí acostado sin hacer nada.”

Ryoga recordó haber levantado una mano y haber sujetado con un dedo el mentón de su novia.

“Doy gracias a todos los dioses por haberme mandado a alguien como tú”.

Ryoga esbozó una sonrisa mientras miraba a Akari directamente a los ojos y metía la mano que tenía libre bajo su falda.

—¡Prepárate para morir!—de vuelta en el presente, Ryoga pudo oír como la voz de Katsunishiki se dirigía hacia él con la fuerza de un trueno—¡Pagarás por hacer lastimado a mi amita[7]!¡Muere!

—¿Lastimado?— la pezuña del cerdo impactó contra el piso, obligando a Pechan a saltar hacia otro lado mientras la roca donde hasta hace sólo unos instantes había estado saltaba en mil pedazos. —¡Yo jamás me atrevería a lastimar a Akari!

Katsunishiki no contestó: en su lugar, volvió a lanzarse sobre Pechan, que a duras penas pudo volver  a esquivar el golpe.

—¡Eran cebollas!—Ryoga recordó de pronto las lágrimas de Akari—¡Estaba cortando cebollas! ¡Por eso estaba llorando!

—¡Cebollas mis pezuñas!—Katsunishiki volvió a saltar sobre él, impactando a Pechan bajo una tonelada de carne musculosa—¡Eran lágrimas de dolor, y todo por tu culpa! ¿Así es como pagas su amor, siéndole infiel?

Ryoga soltó un quejido que fue ahogado malamente por un aluvión de sangre que empezó a salir inmediatamente de su cavidad bucal. Katsunishiki estaba haciéndole daño de verdad; si no hacía algo podía incluso hasta matarlo. Puede que con su cuerpo humano pudiera noquear fácilmente al cerdo campeón de sumo que tenía su novia como guardaespaldas, pero defenderse de él estando convertido en Pechan era harina de otro costal.  

—No comprendo por qué me odias, Katsunishiki—un quejido ahogado salió del cuerpo de Pechan, que para entonces era completamente irreconocible—Eran cebollas. Sólo…eran cebollas.

La pezuña del cerdo volvió a bajar otra vez.

“¡Akane san, perdóname, por favor!” Ryoga perdió  la consciencia y el sueño que había tenido en la granja de Akari volvió a su mente “¡Te juro que soy diferente, te juro que yo no jugué con tus sentimientos!¡Perdón!”

“Te odio, Ryoga Hibiki, te odio!” la imagen que había tenido en ese momento en su cabeza le dió la espalda “¡Jamás debí haber confiado en ti, jamás debí ser tu amiga! ¡Te odio!¡Ojala estuvieras muerto!”

Ryoga trató de acercarse a Akane, pero esta crecía y crecía, hasta que por más que se esforzaba resultaba imposible alcanzarla. Se me miró las extremidades; ya no eran manos, ahora eran pesuñas.  

“¡Espera Akane, san, puedo explicarlo!” un balde de agua caliente cayó sobre él, permitiéndole asumir forma humana y salir tras Akane “¡Por favor, permíteme explicarte! ¡Todo fue un error, un lamentable error! ¡Yo….!”

Ryoga saltó en su sueño hacia delante e hizo algo que sin duda hubiera censurado en Ranma: sujetó a Akane de un brazo y la obligó a mirarlo. Pero Akane ya no era Akane.

“¡Tú!” de la boca de Ryoga salió un comentario no muy amable “¿Qué haces tú aquí?

 “Ciertamente fue un error enamorarme de ti, Ryoga Hibiki.

Ryoga retrocedió, sorprendido y asustado de tener entre todas las personas que conocía a Akari Unryu frente a él.

 Eres un traidor, Ryoga.

Aquello no fue un reproche, y ni siquiera una frase. No salió de los labios de ella. Pero era una frase que retumbó en su cerebro, con toda claridad y cuyo impacto fue reforzado con la mirada de infinita tristeza de parte de su prometida, que lo miraba con ojos heridos mientras tenía las manos sobre su regazo.

Mentiroso.

Traidor.

Monstruo.

Ryoga había despertado en ese mismo instante. Miró a ambos lados de la habitación y soltó un suspiro de alivio: a pesar de todavía sentirse culpable, se sentía feliz de que todo hubiera sido una pesadilla. Contento, se dejó caer sobre las sábanas y miró al techo.

“Seguro Akari me puso algo en la bebida” pensó para sí mismo el chico perdido “Por un momento pensé…”

Ryoga se sintió mucho mejor. Aunque físicamente y mentalmente aún débil, tenía más fuerza que antes y ya no le dolían los músculos. Solo se sentía cansado. Agradecido, enfocó sus pensamientos en Akari y esperó que ella estuviera bien. De verdad lo deseó.

“Esto tiene que terminar, Ryoga” el hecho de haber pensado en Akari lo hizo sentir culpable, y una voz parecida a la de su madre resonó en su consciencia “¿A quién de todas ellas amas más?

Ryoga había cerrado los ojos. ¿Akari o Akane? Ese había sido el meollo de la cuestión desde que las conocía a ambas. Había pensado que había superado para siempre lo de Akane, pero al verla en su vestido de novia, no pudo dejar de sentir envidia. Celos. Furia  de que Ranma finalmente se quedara con ella.

“Solo cuida de Akane, ¿eh, Ranma?” Ryoga recordó cómo le había dado un codazo a su eterno rival justo antes de desaparecer después de la batalla del Monte Fénix “Promete que lo harás.”

“Por supuesto que lo haré, Pechan” Ranko lo había volteado a mirar por un momento, sorprendido de que el chico perdido se alejara de él sin preocuparle su comentario mordaz “¿A dónde vas?”

“Eso no te importa, Ranma” Hibiki había alzado una mano y se había despedido de él sin darse siquiera la vuelta “Adiós.”

Ryoga había tenido la intención de quedarse en Jusenkyo hasta que los pozos regresaran a la normalidad, cosa que, o al menos así se lo había dicho el guía de los estanques malditos, no era nada probable. Pero no pudo evitar perderse en el camino, lo que lo llevó invariablemente a estar en el lugar y momento correctos para darle un dolor de cabeza: la boda entre Ranma y Akane.

Ryoga se echó hacia atrás sin evitar sentirse culpable. Después de la boda fallida había vagabundeado por ahí, hambriento y enfermo, sólo para agotarse tanto que el mismo había temido estar a punto de morir, y ahora que Akari lo había salvado y traído hasta su casa, ¿todavía tenía el descaro de pensar en Akane?

Tenía que hacer algo. Todavía no sabía qué, pero si se daba cuenta no tenía el menor derecho a quedarse en esa misma granja bajo el techo protector de Akari mientras no tuviera en claro sus sentimientos hacia ella.

“¿Cómo estás Ryoga?” Akari había entrado a la habitación poco después de que Ryoga recuperara la conciencia “¿Te sientes bien?”

Ryoga asintió con la cabeza, incapaz de decir nada. Y es que a la culpa se le había impuesto el deseo: era imposible que dejara de notar el corsé de Akari.

“Me alegro” Akari esbozó una sonrisa y acomodó la bandeja que cargaba entre sus manos sobre la cama para que su novio pudiera comer de ella “Me alegro mucho por ti, Ryoga.”

Akari tomó una cuchara y empezó a servirle sopa.

“Y también me alegro mucho por mí, a decir verdad” Akari hizo una pausa y se llevó una mano al mentón mientras que con la otra se sujetaba el codo “Hay tantas cosas por hacer aquí en la granja y ….”

Akari siguió hablando, pero Ryoga ya no la escuchaba, absorto como estaba por su dialogo interno. Hasta entonces se las había arreglado para dejar de lado sus escrúpulos, pero el sueño que había tenido le había hecho mella en la consciencia y ya no podía dejar de pensar que disfrutar del cariño de Akari mientras pensaba en Akane no sólo era incorrecto: era traición. 

Especialmente después de todas las veces que había estado con ambas en la intimidad.

No podía evitar sentirse más sucio que un cerdo.

“Me temo que….”

 “Y también hay que arreglar el corral” Akari alzó los dedos de una mano y empezó a contar, completamente entusiasmada “Katsunishiki intentó ayudarme, pero me temo que para arreglar la cerca se necesitan pulgares.  Y también hay que ayudar a una de nuestras cerdas que está a punto de dar a luz, y una persona con brazos me vendría bien. Además tú y yo casi nunca estamos juntos, y ahora que estas aquí hay podemos hacer tantas cosas….Digo, sé que eres una artista marcial y que siempre debes estar entrenando, pero podríamos ir a patinar, o no sé, podríamos ir al nuevo restaurante que acaban de abrir en la ciudad, o al Route de l'Amour, o a…

 “¡Akari!”

Ryoga hizo fuerza y se esforzó en voz alta. Akari parpadeó un par de veces y preguntó:

“¿Acaso pasa algo, Ryoga?”

El chico perdido tuvo que respirar un par de veces.  

“Me temo que eso no podrá ser posible. ”

“Bueno, no esperaba que lo hicieras inmediatamente, es obvio que tienes que descansar” Akari trató de darle una cucharada de sopa en la boca “Aunque si no quieres hacerlo no hay problema, mi familia puede contratar a alguien para que lo haga y…”

“Yo… yo tengo que enfrentar a Ranma” Hibiki alzó la mano y con ella apartó la cuchara con la sopa que Akari le ofrecía “Me temo que no podré quedarme mucho tiempo. “

Akari lo miró a los ojos y bajó la cuchara. Retrocedió, puso ambas manos en su regazo y agachó la mirada.

“Así que es eso. “

Algo en la mirada de Akari alarmó a Ryoga, quien frenético trató de explicarse mejor.

“No tardaré en llegar. Es sólo que…”

“No te preocupes Ryoga, yo entiendo.” Akari alzó de nuevo la cara y le dedicó una sonrisa “Te esperaré todo el tiempo que haga falta. “

“Gracias por ser tan comprehensiva.”

“No digas nada” Akari se levantó de su lugar ”Lo entiendo perfectamente. Tienes que vencer a Ranma ¿Pero por ahora sólo preocúpate por comer bien, sí? ”

Akari se dispuso a abandonar la habitación.

“Pero debo de admitir….”  

Algo en el tono de Akari lo alarmó. Ryoga volteó a verla; Akari giró la cabeza y le dedicó otra sonrisa.

“Que por al menos una vez me dedicarás mucho más tiempo a mí.”

 “¡Akari!” Ryoga había decidido que lo mejor que podía hacer era dejar la habitación e ir detrás de ella “¡Espera!”

La chica se alejó rápidamente y Ryoga trató de buscarla, haciendo que invariablemente se perdiera y que cuando finalmente llegara hasta ella hubiera pasado al menos una hora.

“Akari, ¿Qué estás haciendo?” preguntó Ryoga inmediatamente al momento de encontrarla “Estás…¡Estás llorando!”

Así era. Akari estaba en la cocina picando algunos vegetales; pero al momento de voltear a mirar a Ryoga resultó más que obvio que un aluvión de lágrimas había bajado por sus mejillas.

“Oh, ahí estás, Ryoga” Akari alzo la mano que sostenía el cuchillo y se enjugó las lágrimas “No es nada, sólo un par de cebollas…Sólo quería tener listo el platillo que tanto te gusta.”

Akari iba a seguir hablando, pero el abrazo de Ryoga la cayó inmediatamente. No, no merecía a esa mujer. Abandonaría la granja de su novia lo más pronto posible, y trataría de imponer orden a sus pensamientos. Y entonces, sólo entonces, se molestaría en considerar tener algo serio con Akari.

Lo que no supo es que Akari no lloraba por culpa de las cebollas, que, hay que decirlo, ella había lavado con agua caliente para que no soltaran jugo.

No, en realidad, Akari había estado llorando porque alguien  no había dejado de mencionar a Akane ni siquiera en sueños;  a sus ojos, era obvio que la razón por la que Ryoga pensaba en abandonarla una vez más no respondía precisamente al nombre de Ranma Saotome.

Cosa que su guardaespaldas le dejaría bien en claro a Ryoga más que dolorosamente.

De vuelta en el presente, Katsunishiki se detuvo, aunque sin descuidar la guardia ni por un momento. ¿De verdad Ryoga no sabía cuál era el motivo de su odio?

—No eran sólo cebollas, estúpido—Katsunishiki esperó a que Pechan alzara un poco la cabeza—¡Ella estaba llorando por ti!

Katsunishiki intentó golpearlo, pero Pechan pudo hacerse a un lado y evitar el primer golpe. Desgraciadamente, no pudo evitar completamente el segundo.

—¡No!—Ryoga se negó a creerlo—¡Eso no es posible! Yo nunca...

Un rayo tronó en el cielo, y las facciones del cerdo adquirieron una forma siniestra. Katsunishiki volvió a alzar la pata.

—A pesar de todo el tiempo que ha pasado esperándote, de todo el esfuerzo, de todo el amor que te ha profesado….

Katsunishiki dejó caer con fuerza una de sus pezuña  y asestó el golpe de gracia.

—¡Ni siquiera en sueños puedes evitar serle infiel!

La sangre manchó el piso.

- - - - - - - - - - - - - - - -

 

De vuelta en el Nekohanten, Mouse sintió ganas de llevarse ambas manos a la cabeza.

El restaurante estaba sucio.

No, mejor dicho, el restaurante estaba asquerosamente sucio.

“¡Carajo!” Mouse a duras penas fue capaz de reprimir un grito de furia “¡No es posible!”

Sabía que el restaurante iba a terminar más sucio de lo normal tras la postergación de la hora del cierre, pero los niveles de suciedad habían alcanzado niveles imposibles. Había evitado gritar, pero no pudo resistirse a darle un puñetazo a la mesa.

“Abuela, no esperará que limpie todo esto yo solo, ¿o sí?”

“¿No es obvio?” Colonia había sacado dos botellas de sake del aparador mientras le contestaba con toda la desfachatez del mundo “¿Tienes algo que objetar, Mouse?”

“Algún día me las pagará todas juntas, abuela” Mouse había agarrado la escoba y se había puesto a barrer inmediatamente “¡Esto es un abuso!”

La anciana se había limitado a soltar una carcajada y a recordarle quien había buscado trabajo en dónde.

“Fuiste tú el que me pidió un trabajo aquí en primer lugar” Colonia había alzado una ceja “¿Por qué te quejas?”

Mouse se obligó a regresar al presente, consciente de que permaneciendo en el pasado no iba a terminar nunca. Molesto, y resignándose a su suerte, se quitó la toga que siempre llevaba puesta y empezó a trabajar.

Limpiar un restaurante después de la hora del cierre es una de las tareas más ingratas que hay. Uno tiene que limpiar todas las cosas que los clientes y cocineros desconsiderados dejan: confiados en que otro limpiará en su lugar, los cocineros y demás trabajadores de la cocina no tienen ningún escrúpulo en dejar toda su basura detrás. Y si a la ecuación le añadimos la rencorosa de Perfume….

Mouse tiró la comida que no podía guardarse y se dispuso a cambiar sus recipientes; los sustituyó todos en menos de quince minutos y empezó a limpiar todo lo demás, lo cual era la parte difícil. Pronto terminó también y se atrevió a mirar a la que sin duda sería su tarea más pesada: la estufa, la freidora y la plancha.

Mouse agarró un trapo, se envolvió la mano con él y la pasó sobre la estufa. La cantidad de cochambre era impresionantemente desagradable; seguramente tendría que pasar lavándola toda la noche.

“Pues ya qué” Mouse llenó uno de los lavaderos con agua caliente, tiró algo de ácido dentro y puso las hornillas de la estufa encima. El ácido hizo contacto con la grasa, soltando inmediatamente un vapor tóxico y obligando a Mouse a apartarse. Hasta que recordó algo.

—¡Oh, mierda—Mouse se dio una palmada en la cabeza—¡La Medicina de Shampoo! ¡

Había olvidado por completo el té que sobre la mesa le había dejado la abuela. Agarró una de las teteras sucias, la lavó minuciosamente, metió algo de agua dentro y empezó a calentarla en una estufilla eléctrica arrumbada que tenían por ahí. Intento también hacer unos bocadillos, hasta que recordó que todas las hornillas estaban sumergidas en ácido. Mala suerte.

“Esto no me detendrá” Mouse alzó un puño y miró hacia el cielo “Mi amor por Shampoo es puro e incondicional!” Mouse alzó un puño y miró hacia el cielo  “¡Por ella!”

Mouse metió la mano en el agua y sacó la hornilla, cosa de la que se arrepintió casi inmediatamente después  cuando cayó en la cuenta que pudo haber usado unas tenazas.

“¡Maldición!”

Mouse se llevó ambas manos a la boca, cosa de la que también se arrepintió. Pero se recompuso y cuando el té estuvo listo y el agua tuvo la temperatura apropiada, enfiló hacia la habitación de Shampoo con la tetera, unas tazas y una bandeja de bocadillos entre sus brazos.

 —No puedo creer la cantidad de propinas que me dió ese chico—Mouse alcanzó a oír la voz de Perfume mientras subía las escaleras—¡Mira nada más!

—Y lo mejor de todo es que está muy guapo—hasta él llegó la voz débil de la dueña de su corazón—¿Eh, Perfume?

La chica soltó una carcajada, que dicho sea de paso, sólo sirvió para tensar el corazón de Mouse. Presuroso, llegó hasta el final y empujó la puerta; como se lo imaginó las encontró juntas, aunque una acostada sobre la cama y a la otra sentada sobre ella.

—Puede ser, pero es un patán de primera indigno de llamarse así mismo un hombre—que a Perfume le gustara era una cosa, pero que dijera que estaba guapo enfrente de Shampoo lo sacaba de quicio—Incluso lo he descubierto mirando ografía. Ni Saotome ha caído tan bajo.[8] Harías bien en fijarte en otra persona y tener un poco más de juicio, niña tonta.

—Pero aún y eso es más hombre que tú—Perfume había estado tan ocupada contando su dinero que no notó a Mouse acercarse, cosa que la había molestado mucho—Tiene un coche deportivo, y me pagó en dólares, no en yenes, mientras que tú...¿No tienes que limpiar los baños, niño ciego?

—El dinero no lo es todo—Mouse prefirió pasar por alto el comentario mezquino de su anterior amiga  y puso el té y los bocadillos sobre la mesa al lado de la cama—¿Cómo puedes considerarte a ti mismo de valía si te sobra dinero pero te falta la habilidad? Además, el sentimiento es lo que cuenta al final, ¿no?

Perfume no dijo nada; tomó un bocadillo y lo examinó como si no hubiera nada más importante en el mundo antes de tragarlo.

—Dinero y habilidad—Perfume se llenó otro bocadillo a la boca y le dio la espalda—¿Y qué piensas de ti mismo, si careces de las dos?

Mientras tanto, y en otro lado de la casa, dos hermanas que no se habían visto en años se miraban la una a la otra mientras se contaban lo que ambas habían estado haciendo durante la pasada década. Aunque Colonia y Shampoo por lo general compartían habitación, con el tiempo Colonia se había convencido de la necesidad de su hija de tener una habitación propia. Mouse no tuvo problema en moverse a la cocina.

—Vaya, jamás pensé que vendrías a visitarme… ¿Cuánto tiempo ha sido ya?

Colonia y Perfume estaban sentadas la una frente a la otra, sirviéndose té y disfrutando del ambiente mientras una gruesa cortina de incienso le daba a la habitación una aura bastante surrealista.

—Han pasado 3 años…

Perfume retiró la pipa que cargaba en la boca para poder hablar.

—Tuve mis asuntos—Perfume alzó una ceja—Una no puede visitar otro continente y estar en él menos de tres años, ¿sabes?

Colonia asintió con la cabeza.

—Espero que la estancia haya valido la pena.

Perfume dejó de fumar, metiéndose una mano dentro del vestido y sacando un manojo de 30 páginas, todas encuadernadas y numeradas perfectamente.

—Lo valió—Perfume asintió también mientras Colonia revisaba las página con ojo avizor—He descubierto gran cantidad de información y algunos artefactos que podrían serle útiles a la aldea, incluidos dos secretos que se creían perdidos hasta ahora.

Colonia examinó las páginas cuidadosamente. A diferencia de ella, Perfume se había molestado en recibir una educación formal; aunque claro, sólo cuando ésta había estado disponible en China después de su apertura forzosa al mundo durante el siglo XIX.

—Pensé que querrías echarles un vistazo—Perfume agarró su taza de té y se encogió de hombros al ver la mirada incrédula de su hermana—¿Qué te parece?

Colonia regresó la mirada a las páginas. Era un trabajo escrito en forma de tesis, con gran cantidad de diagramas y una explicación bastante detallada sobre lo que parecía que era…

—¡No es posible!

—Tomaré eso como una prueba incuestionable de mi éxito—Perfume sonrió ante la expresión escandalizada de su hermana—Tres años de investigación valieron la pena, ¿eh, Connie?

—Por algo te decían “la universitaria”—“Connie” le devolvió los papeles—Estoy segura que las demás estarán muy contentas de que hayas desobedecido a las Ancianas de aquel entonces.

—Yo estoy muy contenta—Perfume revolvió la taza de chocolate en su mano con una cucharita—Y eso es lo importante. Una existencia apartada de lo común me ha permitido enseñarle a mi bisnieta más de un par de trucos.

—Se nota—Colonia conocía el sentimiento, pues era el mismo que la había hecho salir de la aldea a ella también—Perfume es muy fuerte. Salta a la vista. Y se ve que es inteligente: tiene una mirada muy astuta que sólo le he visto a alguien y a nadie más. Has hecho un buen trabajo.

Hasta ese momento, Colonia había pensado que esa mirada taimada e inteligente le pertenecía a Ranma Saotome y sólo a él.

—Bueno, después de que cierto mesero le rompiera el corazón no ha hecho más que entrenar—Perfume dirigió la mirada hacia la otra habitación—Hasta a mí misma me sorprende su progreso. A veces pienso que hubiera estado mejor bajo tu tutela, hermana.

Colonia no dijo nada: se limitó a beber de su taza y a seguir fumando.

—Aunque por cierto, Shampoo está bastante descuidada.

El comentario de Perfume no era una acusación: en cuestiones de disciplina, Perfume era bastante laxa también. Colonia levantó el bastón y se sirvió más té.

—Pensé que la campeona del torneo anual en la Aldea debía tener más músculo.

—Bueno, Shampoo no ha tenido oportunidad de entrenar desde aquella vez—esta vez era a Colonia a quien le correspondía alzar una ceja—Hubo… complicaciones.

—Me enteré—Perfume soltó una carcajada—Un problema de pelo rojo, ¿no? Hermana, sinceramente no sé por qué a ti te tocan los fenómenos.

—Yo tampoco lo sé—repuso Colonia sinceramente—Aunque tiene sus ventajas.

—Dime la verdad, hermana—Perfume adoptó una expresión extremadamente seria—¿Está Shampoo casada, o no?

—¿A qué viene eso?—el cambio de actitud sobresaltó a Colonia.

—Bueno, son las 12 de la noche y no veo a su esposo cuidándola—Perfume trató de hablar con cuidado—De hecho, no lo he visto por ninguna parte; al único que he visto preocupándose por ella es a Mouse, lo cual ha sido bastante inquietante. ¿Qué sucede?

Colonia la miró detenidamente. Era obvio que su hermana sabía algo. ¿Qué estaba pasando? Uno no llega de visita tras ausentarse por tres años para preguntar por su bisnieta con renovado interés, ¿o sí?

—¿Porque que quieres saberlo?

—Bueno, todo mundo se ha preguntado allá en casa porque Shampoo no ha regresado a casa a presentar a un hijo suyo—Perfume se encogió de hombros—Los rumores dicen…

—Ya veo—Colonia entrecerró los ojos, molesta—Debí saber que no vendrías a visitarme si no era para satisfacer tu curiosidad malsana, Perfume.

La interlocutora de Colonia soltó una risotada, aunque no una que demostrara felicidad alguna.

—Mira, normalmente no prestaría atención a cualquier clase de chisme estúpido, especialmente a uno en contra de mi sobrina—Perfume  se dió cuenta de que más le valía no irse por las ramas—Sé distinguir cuando un chisme tiene mala intención o no, y la mera verdad, la mayoría de los rumores concernientes a tu bisnieta son francamente ridículos.  Pero…

—¿Pero qué?

—Pero hay algunas personas que se los están tragando—Perfume le echó una mirada al lugar como quien no quiere la cosa, notando muy claramente la creciente hostilidad de su hermana—Hay personas que han llegado a afirmar que , bueno…..

Colonia alzó una ceja.

—¿Qué cosa?.

—Que ustedes dos tienen miedo de presentarse ante el Consejo de las Seis.

—¿Qué? ¡Pero si eso es absurdo!—Colonia no podía creer lo que estaba oyendo—¿Porque tendríamos miedo de hacer tal cosa?

—Es lo mismo que pienso yo—la mujer se reclinó sobre la silla y la hizo rechinar un poco —Aunque tienes que aceptar que es bastante sospechoso que Shampoo no haya regresado a la Aldea a presentar a un hijo suyo.

—Que Shampoo no se haya presentado ante el Consejo de la Seis para mostrar un hijo suyo no constituye ninguna prueba de culpabilidad—repuso Colonia con dureza —¡Especialmente porque ni siquiera ha estado embarazada!

—Conforme, aunque supongo que eso confirma el rumor sobre la esterilidad—la mujer sacó una hoja de papel y tachó uno de los puntos de una lista—Bueno, supongo que no hay nada perfecto en este mundo. Supongo que la dureza no tiene nada que ver con la fertilidad, ¿eh, Connie?

A Colonia le resbaló una gota de sudor. ¿Es que acaso su hermana había tenido la desfachatez de traer consigo una lista con las estupideces que sobre ella se murmuraban en la aldea? La Anciana movió el bastón como si de repente tuviera que luchar contra una mosca molesta y preguntó:

—¿De qué estás hablando?

Perfume no contestó: por toda respuesta, volvió a meter la mano dentro del vestido y sacó una copia del Mensual de Joketsuzoku.

“Airen es un excelente Amante” la anciana carraspeó un poco antes de leer “Es vigoroso, infatigable, fuerte y la tiene de 37 centí….[9] 

Colonia alzó el bastón y con un golpe lanzó la revista a la basura.

—Claro puedes tirarla, con eso de que no tuve que pagar nada por ella—Perfume esbozó una sonrisa sarcástica—Yo no tuve la culpa de que tu bisnieta haya sido bastante descriptiva.

—Puede que Shampoo haya exagerado un poco—Colonia soltó un gruñido bastante elocuente—¡Pero ambas tenemos muchas mejores cosas que hacer como para encima preocuparnos de las estupideces plasmadas en una revista!

Colonia había hablado bastante fuerte, y pronto se lamentó de haberlo hecho. Aunque Perfume lo dejó pasar.

—Admito que por lo general me importa un rábano lo que pueda decir esa revista del corazón de porquería—Perfume agachó un poco la cabeza mientras volvía a llenar su pipa—En una cultura tan competitiva como la nuestra, que las demás hablen mal de ti no es prueba de culpabilidad, como tampoco lo es el hecho de que ustedes dos no regresen a la Aldea. Después de todo, puede que ni ella ni su marido quieran tener hijos por el momento y ustedes son libres de marcharse a donde se les dé la gana. Por algo los servicios que has prestado a la Aldea han sido formidables.

Perfume se quedó inmóvil por unos momentos. Colonia hizo lo mismo, y si Mouse, Shampoo o cualquier otro hubiera entrado en ese momento hubiera creído que estaban dormidas. El cuarto se había llenado fuertemente de humo.

—Pero no puedo evitar preocuparme, Colonia—Perfume levantó la cara y la miró a los ojos mientras la pipa en su boca emitía un chisporroteo—Las Ancianas sospechan algo. Ariel sospecha algo, y tú sabes que con ella es mejor no meterse. Es más, diría que sabe algo. Incluso Bing y Ming fruncen el entrecejo cada vez que escuchan el nombre de mi sobrina. Y eso es mala señal, más aún por tratarse de personas tan afables como ellas y que además son nuestras amigas.

¿Por qué Rin Rin y Ran Ran evitan las confrontaciones? Con tales rumores circulando por ahí no es muy difícil atar cabos. ¿Por qué las amigas que Shampoo tenía en la aldea no han recibido noticias suyas sino por medio de una revista? Y más importante, porqué Ranma, a pesar de haber viajado desde Japón hasta el Monte Fénix para vencer a Saffron no pasó a presentar sus respetos a la Aldea de su esposa estando ésta a sólo tres días de camino?

La espalda de Colonia se tensó habiéndose puesta ella inmediatamente alerta. Volteó a ver su hermana, completamente azorada.

—Lo sé todo, Colonia—Perfume esbozó una sonrisa forzada al ver la cara de consternación de su hermana—Todo lo que se puede saber en la aldea al menos, y un poco más, gracias a los clientes poco discretos que atiendes en tu local. No, no vine aquí por encargo de las Seis. Ni siquiera vine a molestarte, y bien sabes que me gusta hacerte pasar males ratos de vez en cuando. Pero no vine a molestarte…No vendría a este país por algo como eso, y tú lo sabes muy bien.

O si, Colonia lo sabía muy bien.  A pesar de haber pasado más de 50 años, Perfume seguía despreciando al Japón, a la mayoría de su gente y todo lo que esta representaba.

—Lo sé—Colonia asintió con la cabeza—Es por eso que me sorprendió tanto tu visita.

—Es por eso que vine a advertirte, hermanita. No sé qué puedas hacer al respecto, pero si tienes un plan en mente, será mejor que lo pongas en marcha de una vez. Ariel no ha tomado acción todavía, pero la tomará. No tengas duda alguna. Se fué a Mongolia a no sé qué, pero cuando vuelva sin duda tomara cartas en el asunto. Las otras no tardarán en dejarse de la vista gorda. ¿Qué piensas hacer con Akane Tendo?

—No lo sé—Colonia soltó un suspiro completamente honesto que fue comprendido por su hermana—El chico está completamente enamorado de ella.

Perfume asintió en un gesto que mostraba a las claras lo difícil que era lidiar con una emoción con la que las Amazonas no estaban acostumbradas a pelear. Por lo general, la belleza y el trato de las Nyuchiehzu las hacían altamente valiosas a los ojos de la mayoría de los mortales. ¿Qué cualidades tenía la chica para colocarla por encima de las demás? ¿Era más hermosa? ¿Tenía mejor trato? ¿O simplemente Ranma tenía otros gustos? Perfume decidió que tenía que averiguarlo.

—Dime la verdad hermanita—Perfume lanzó una bocanada de humo tras un momento más o menos largo de silencio—¿Fue por ella por la que Ranma luchó en el monte Fénix, no es así?

La mirada de Colonia lo dijo todo.

  • - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

—Ese engreído de Ranma —en otro lugar, una Akane furiosa golpeaba su cama en un gesto de frustración—¡No puedo creer de que de verdad haya tenido una erección al mirar a Kodachi!

—Sí, es un monstruo—Nabiki no pudo evitar soltar una carcajada bastante fuerte mientras su hermana mayor evitaba hacer lo mismo tomando un poco de té—¡Acaba con él, Akane!

La menor de las Tendo se llevó ambas manos a la cadera y frunció los labios en un gesto de Furia. ¿Es que acaso Nabiki no comprendía la gravedad de la situación? Akane misma se había asombrado de su autocontrol; ¡había sentido ganas de conseguir una metralleta y vaciarla sobre Ranma!

—Parece que no comprendes la gravedad de la situación, Nabiki—Akane frunció el entrecejo: quizás pedirles ayuda después de la cena no había sido buena idea—¡Ranma! ¡Teniendo una erección!¡Con Kodachi!—Akane estaba tan furiosa que incluso su grito de guerra no le salió con la naturalidad acostumbrada—Ba….¡Baka!

Por toda respuesta, Nabiki rió más fuerte; Kasumi volteó a mirar a Nabiki con una mirada de reproche.

—Bueno Akane, no creo que puedas culpar a Ranma de lo que le está pasando—Kasumi trató de usar un tono de voz conciliador—Es natural pasar por esa clase de episodios vergonzoso una vez has alcanzado la adolescencia, ¿sabes?

—¿Pero una erección?—Akane estaba que se subía por las paredes—¿Con Kodachi? ¡Y encima esa maldita se atreve a restregármelo en la cara!

—En realidad deberías darle las gracias de  que te haya pasado esa información, Akane—Nabiki volteó a verla subrepticiamente—Yo te la hubiera vendido bastante más cara.

—¡Ese no es el punto!—exclamó Akane—¡Él, el….ÉL!

Akane no lo aparentaba, pero por debajo de toda esa ira incontrolable se sentía más que triste.

—Me siento traicionada—Akane se llevó las manos a su regazo—Es un, un….

—Sabes, Akane, no te lo deberías tomar tan a pecho—Kasumi pasó un brazo sobre su espalda—No es tan malo.

—Sí Akane, no debería importarte mucho de que haya tenido una erección—Nabiki asintió con la cabeza—Había llegado a creer que era incapaz de tenerlas.

Ambas hermanas se le quedaron observando, incrédulas.

—¿Qué?—Nabiki se encogió de hombros—No me negarán que es muy extraño, ¿a qué no? ¿Alguna vez alguna de ustedes ha visto a Ranma excitado por otra cosa que no sean las artes marciales?

Ambas negaron con la cabeza.

—Lo mismo pienso yo—Nabiki masticó uno de los bocadillos que había preparado Kasumi—Nunca he visto a  Ranma interesado de esa manera en una chica, ni siquiera aquella vez[10]. Había llegado a pensar que era impotente o que los golpes recibidos durante sus entrenamientos lo habían incapacitado en ese sentido.

Akane le dedicó una mirada cargada de furia. ¿Acaso Nabiki no comprendía que ese no era el punto?

—Tuvo una erección con Kodachi. ¡Con Kodachi, nada menos! ¡Baka!

—¿Pero es que a ti te hubiera gustado que la erección la hubiera tuviera contigo, Akane?—preguntó Nabiki, intrigada.

—¡Por supuesto que no!—Akane se ofendió muchísimo—¡Yo no soy esa clase de chica!

—Pero entonces…¿ porque te quejas?—preguntó Nabiki , encogiéndose de hombros—¡Deberías estar agradecida de que es capaz de tenerlas!

A Akane le dolió el golpe bajo. Puede que el tono de su hermana fuera neutral, pero en sus ojos podía notar que se estaba divirtiendo.

—¿Pero porque no la tiene conmigo?—Akane soltó un hipido—¡Sé que siempre me dice fea, pero jamás pensé que lo dijera en serio!

—Creo que deberías ser más indulgente con él en ese aspecto, Akane—Kasumi intercedió, mientras se esforzaba en hablar con cuidado—Si te molestas con él solo por andar desnudo…es obvio que no se arriesgara a mostrarte una erección, ¿no crees? Además, por lo que dijo Kodachi, no parece haber tenido mala intención…

—Es precisamente eso lo que más me duele—Akane apretó la taza entre sus dedos—Eso… ¡Eso sólo puede significar que le gusta Kodachi!

Kasumi miró a su hermanita pequeña y formuló una pregunta con el mayor cuidado posible.

—¿No crees que estás exagerando aunque sólo sea un poquito, hermanita?

—¿Exagerar? ¡No puede haber otra posible explicación¡ Ranma…¡Ay!

Akane había apretado tan fuerte su taza que la había hecho añicos, dando como resultado que algunos pedazos se clavaran en sus manos. Kasumi—que siempre estaba preparada para esa clase de cosas—sacó un desinfectante y una venda de uno de los bolsillos de su mandil y atendió su herida.

—Comprendo que pueda ser bastante ofensivo que haya tenido una erección con otra mujer que no seas tú—Kasumi levantó la mano y la vendó rápidamente—Pero creo que deberías darle el beneficio de la duda. Después de todo, es el hombre que te salvó la vida, ¿no? Además tampoco es que no te fijes tú en los chicos guapos, ¿eh?

—¡Pero no lo hago!—Akane apretó las manos, cosa que le causó un poco de dolor—¡No de esa forma!

Nabiki volteó a mirar a su hermana pequeña, aunque sin esbozar sonrisa alguna. ¿De verdad estaba hablando en serio?

—Todas las mujeres nos fijamos en los chicos guapos de esa forma—Nabiki la volteó a ver en un gesto que mostraba a las claras su incredulidad—No tiene nada de malo, Akane. Kasumi lo hace.

Akane al principio no supo que le impactó más, si el comentario de Nabiki o el asentimiento de Kasumi. Pero luego no tuvo ninguna duda: Kasumi se había llevado las palmas. Atónita, volteó a ver a su hermana mayor, pero esta no perdió la compostura.

—Creo que lo mejor que puedes hacer ahora es dormir, hermanita—Kasumi se acercó a ella y apoyó una mano sobre su hombro—Ahora estás molesta y cansada, lo cual es natural. Mañana sin duda verás las cosas de una forma diferente. Trata de dormir, ¿sí?

—Kasumi tiene razón—la apoyó Nabiki—Lo mejor que puedes hacer es dormir.

—Si tú lo dices—el hecho de descubrir que Kasumi podía interesarse en los chicos de esa manera había sido bastante perturbador—Sólo espero que no haya interrupciones.

—¿Lo dices por el maestro?—Nabiki se levantó y se cruzó de brazos—Na, está demasiado dolorido por los golpes que le dio la tía Nodoka  como para preocuparnos por él. Por cierto, ¿dónde está ella? Sigue durmiendo?

—No lo sé—Kasumi se llevó el índice a la barbilla—¿Y que habrá pasado con Ranma? ¡Tampoco lo vi durante la cena!

—Bueno, el golpe que le tendió Akane fue bastante fuerte—Nabiki se llevó ambas manos a las caderas—¡Después de todo, tiene la fuerza de veinte hombres, Kasumi!

—¡Cállate!—el humor de Akane no estaba para bromas—¡No empieces tú también, Nabiki!

Akane había agarrado su almohada y le había pegado con ella a Nabiki en la espalda. Su hermana se llevó una mano a la frente en gesto de burla y sacó la lengua.

—Ya nos vamos Akane, no te preocupes—Nabiki no pudo ocultar que se estaba divirtiendo—¡Sólo trata de no golpear a Ranma también en sueños, ¿eh, hermanita?

Nabiki y Kasumi abandonaron la habitación antes de que la almohada de Akane golpeara a la primera. Akane se tiró sobre su cama y miró hacia el techo: hablar con sus dos hermanas no había servido para nada, salvo para descubrir la ualidad oculta de Kasumi, lo cual la había dejado bastante perturbada, habría que admitir. Pero, ¿acaso no se daban cuenta de que la conducta de Ranma suponía una grave traición?

Akane se entristeció y se tapó con las sabanas. Sabía que era la menos bonita de todas las demás prometidas, y eso la desanimaba mucho. Por un momento se cuestionó si en realidad Ranma no había bromeado aquella vez y de verdad había estado dispuesto a intentar algo con Nabiki.[11] Peor aún: otro pensamiento más hiriente atravesó su mente.

¿Y si Ranma se negaba a admitir lo que había dicho en el Monte Fénix y había cambiado de opinión?

 

Akane bloqueó tal línea de pensamiento, pero no pudo evitar sentirse aún más deprimida, pero en lugar de entristecerse aún más optó por aventar un pesado florero hacia la ventana, y soltar su grito de guerra.

—¡Ranma no baka!

¡CRASH!

Como era natural el florero no pudo evitar estrellarse contra la cabeza de alguien: un grito ahogado resonó en la habitación, y Akane brincó de la cama inmediatamente para ver quien había sido. No tuvo que esforzarse mucho: aún en medio de la semioscuridad, ese tono de cabello era inconfundible.

—Demonios Akane, eres una bruta—una joven (o lo que parecía ser una joven) de cabello rojo se asobó la cabeza y volteó a ver a Akane con furia—¿Es esa tu forma de recibirme?

—Te lo tienes bien merecido—Akane se cruzó de brazos y volteó hacia el otro lado—Además, es tu culpa por tratar de entrar por la ventana.  ¿Qué quieres?

—Quería hablar contigo—Ranma movió el cuello y saltó hacia ella—¡Necesito saber si estás bien!

—Estoy bien, y yo no necesito hablar contigo—Akane cerró la ventana de madera, dándole un palmo de narices—¡Lárgate!

—No, necesitamos hablar ahora—Ranma saltó otra vez, abrió la ventana y entró dentro de la habitación—Tengo que explicarte….¿Por qué estás tan enojada?

—¿Por qué?—Akane sacó su mazo gigante y le pegó en la cabeza con él de manera imprevisible—¿Y todavía tienes el descaro de preguntar el por qué? ¡Pregúntaselo a Kodachi!

Ranma a duras penas pudo esquivar el quinto golpe.

—¡Maldita sea Akane, piensa un poco!¿De verdad crees que a mí me gusta robar prendas íntimas de las mujeres como el depravado del maestro? ¿Por qué demonios estaría interesado en su maloliente ropa interior? ¡Fué Kodachi la que me metió esas pantimedias en mis pantalones!

—¡No trates de disminuir tu responsabilidad, mal, malvado!—ahora la chica se dejó caer sobre la cama y soltó un hipido—¿Quién está hablando de esas pantimedias? ¡Tuviste una erección con Kodachi!

Ranma caminó hacia atrás, sin poder creer en lo que oía. Luego, y con un gesto de furia, soltó una exclamación:

—¡Esa maldita Kodachi!

—¡O sea que es verdad!—así se derrumbaron las últimas esperanzas de Akane de que todo eso fuera una mentira—¡Es verdad!

Le costó mucho trabajo a Ranma convencer a Akane de escucharlo; de hecho, no pudo hacerlo hasta pasadas tres horas y múltiples accidentes, que involucraron un tubo galvanizado, algunos cables de cobre, una botella de ácido y a un osito de felpa. Pero finalmente, y para alivio del joven, Akane se calmó y lo dejó hablar.

—No puedo creer que de verdad no te interesen las demás mujeres—Akane alzó la mirada y lo miró directamente a los ojos—¡Debe ser una mentira!

“¿De verdad no te interesan las mujeres?” Ranma recordó la conversación que hacía rato había tenido con su madre “¿Ranma? ¡Ranma, te hice una pregunta ¡Ranma!”

Ranma se sentó al lado de ella, cruzándose de brazos y frunciendo el entrecejo.

—¿Por qué les es tan difícil creerlo? Escucha, Akane, te lo diré una vez más: No me interesan las mujeres. Ninguna. Ya se lo dije a mi madre. Las mujeres no son nada más que una molestia y un estorbo. ¿Acaso crees que hubiera podido llegar tan lejos en las Artes Marciales si me interesaran en lo más mínimo? ¡Lo más probable es que hubiera terminado igual que Kuno! Las mujeres son sólo un obstáculo en nuestro camino en la perfección del Arte. 

—¡Pero tuviste una erección!—Akane no dió su brazo a torcer—¡Kodachi me lo contó!¡Cómo explicas eso?

Ranma se puso rojo y volteó a ver hacia otro lado.

—Pues la verdad no sé porque te importa tanto, Akane. Eres una exagerada.

—¿Qué por qué me importa tanto?—Akane se encolerizó ante o que consideraba una desfachatez imperdonable—¿Me la pasas diciéndome, fea y marimacha y aun así te atreves a preguntarme que me pasa? ¡Tú jamás has tenido una erección por culpa mía!

Akane alzó el mazo para pegarle en la cabeza, pero pronto cayó en la cuenta de lo que había dicho y se llevó ambas manos a la boca, avergonzada.

—¡Ajá!—Ranma saltó de la cama y la miró hacia abajo mientras la señalaba con el dedo índice en un gesto de triunfo—¡Te mueres por mí![12] ¡Lo sabía!

—¡Deja de regocijarte tanto y contesta, cretino!—la cabeza de Ranma se clavó contra el colchón—¿Por qué?

—Ni loco, no pienso decirte—al chico el golpe no dolió tanto como cabría esperar—¡No quiero que me pegues otra vez en la cabeza!

—Si no me dices te voy a pegar, y con más fuerza—la mano opuesta de Akane hizo un chasquido al tocar la madera—¡Contesta!

—Bueno, si tengo que decir algo, diría que ni siquiera yo lo sé—Ranma empezó a hacer memoria—Venía muy hambriento y sólo quería llegar cuanto antes a casa, así que cuando Kodachi me saltó encima yo...

—¡No me refiero a eso, idiota!¡Ella te parece más bonita, confiésalo! ¿Porque con ella sí y no conmigo?

Ranma no pudo evitar mirarla como si ella tuviera una deficiencia mental. ¿De verdad era una pregunta seria?

—¿Pero Akane, como demonios quieres que me pase algo así contigo? ¡Si de por si no puedo andar desnudo sin que me pegues con ese maldito mazo gigante en la cabeza!

Akane iba a alzar el mazo otra vez ante el tono de Ranma, pero las palabras de su prometido le hicieron mella. ¡Eran casi las mismas que le había dicho Kasumi!

—Así que es mi culpa—musitó Akane con voz queda mientras se sentaba otra vez en la cama—Soy una tonta.

Bajo  otras circunstancias Ranma hubiera brincado de gozo y empezado a bailar la Danza de la Victoria; pero la Akane sentada en la cama no era la misma que él conocía. Si su problema había afectado a una chica tan violenta y tan fuerte como ella, era obvio que él, Ranma, tenía que tomar una decisión. A pesar de sentirse la víctima, no pudo dejar de sentirse también culpable ante las lágrimas de Akane.

—Sabes Akane, si te importa tanto, te prometo que no tendré erecciones nunca más—Ranma se tiró un balde de agua fría y se transformó en chica—¿Contenta?

Akane volvió a sentir ganas de golpearlo, pero algo dentro de su corazón se enterneció

—No es necesario que hagas eso Ranma—Akane volteó a verlo—Después de todo, y al final, lo que importa es que me amas.

—¿Qué te amo?—Ranko la miró con toda la desfachatez del mundo y se dirigió a ella con un tono de esceptismo mientras parpadeaba—¿Cuándo he dicho yo que te amo, Akane?

¡RANMAAAA!

—¡Idiota!—Akane no dudó en tirarle una patada, lanzándolo por la ventana—¿Por qué tenías que arruinar un momento tan perfecto? ¡Baka!

Y Ranma volvió a salir despedido por los aires…..

—¡Marimacha!!!!!!!

—¡Y ni creas que me vestiré o me rebajaré igual que ellas!—Akane lo miró y se llevó ambas manos a la boca para magnificar su voz  antes de que Ranma se perdiera en la distancia—¡Por mi puedes seguir teniendo erecciones, me da igual!

Akane frunció los labios y cerró la ventana de un golpe. Se había tranquilizado, pero una vez se puso su ropa para dormir y se metió entre sus sabanas, permaneció bastante tiempo despierta. ‘

Pensando.

“¿Por qué les es tan difícil creerlo?” las palabras de Ranma resonaron de nuevo en su cabeza “Escucha, Akane, te lo diré una vez más: No me interesan las mujeres. Ninguna. Ya se lo dije a mi madre. Las mujeres no son nada más que una molestia y un estorbo. ¿Acaso crees que hubiera podido llegar tan lejos en las Artes Marciales si me interesaran en lo más mínimo? ¡Lo más probable es que hubiera terminado igual que Kuno! Las mujeres son sólo un obstáculo en nuestro camino en la perfección del Arte. “

La verdad es que las palabras de Ranma no la convencían. Si, habían vivido lo suficientemente juntos como para que ella se diera cuenta de que por lo general sus celos eran bastante exagerados, pero de ahí a que esperara de que le creyera que de verdad no le interesaban las demás mujeres….Akane ya había pasado por eso en una relación anterior y sabia claramente que los hombres solían mentir con esa clase de cosas. De hecho, y tocante a ese tema, los hombres por lo general eran unos cerdos…con perdón de Pechan.

Aunque quizás….

Bueno, tampoco es que fuera la primera vez que escuchaba tales palabras, al menos de él. ¿Acaso no le había dicho lo mismo aquella vez? [13] ¿Y si esa era la razón por la que se mostraba tan recio a admitir que la amaba, porque en realidad no quería tener ninguna relación seria con ella ni con nadie?

La chica soltó un sollozo. Le daría a Ranma el beneficio de la duda… porque, y para empezar, estaba llena de dudas ella misma.

Akane se tapó con las almohadas.

Y es que si a Ranma no quería tener nada que ver con las demás mujeres en su camino a la perfección de su arte, a Akane le parecía que con mucha mayor razón no querría tener nada que ver con ella.

 

 

Akane finalmente se durmió, pero si ella llegó a pensar por algún momento que ella era la única con problemas para dormir, se equivocó. Ranma también los tenía, aunque de otro tipo. Y si Akane tenía problemas sobre si creer  o no las palabras de Ranma, Ranma tenía problemas sobre si las palabras con las que había intentado calmar a Akane seguían siendo verdad.  

No había intentado mentirle: el dedicar su tiempo a entrenar lo habían convertido en un guerrero más que formidable. Si, había tenido cierta experiencia en el pasado que lo había llevado a alejarse de las mujeres (sobre todo de las que estaban bastante pagadas de sí mismas), pero tal experiencia ya no era sino un borroso recuerdo en su memoria; si había permanecido totalmente ajeno al contacto femenino era porque podía hacer muchas mejores cosas prescindiendo de ellas.

“Otra vez tarde, Ranma” Ranma recordó como un Genma más joven empezaba a reconvenirlo “Empezaba a creer que te habías olvidado del entrenamiento”.

Ranma no le había prestado atención: por toda respuesta, se sentó sobre una piedra particularmente grande  y soltó un eructo. Habían pasado las últimas semanas recorriendo las prefecturas más al norte en medio de la naturaleza y Ranma no había perdido la oportunidad de hacerse con comida caliente en el pueblo más cercano, cortesía de una adolescente algo mayor que él a la que le aprecia simpático. 

“Sólo lo dices porque tienes envidia” Ranma se acarició el estómago ”¿Acaso no es cierto, papá?”

“¿Cómo puedes decir eso? “ respondió Genma, completamente escandalizado “¡Me preocupo por ti! ¡Ella sólo es un obstáculo en tu camino en el dominio de nuestro Arte!”

“Por favor, solo estas molesto porque te llamó viejo feo cuando intentabas coquetear con ella” Ranma se encogió de hombros “¿No deberías tomártelo tan apecho, sabes? Después de todo soy más apuesto que tú”

“Hmm, puede que tengas razón” Genma se acarició la barbilla “Después de todo, tu eres él más joven y….”

“¿Ves?” Ranma se acercó a su padre y le dió una palmada “Incluso tú …”

Genma no dijo nada: por toda respuesta tiró un golpe y le dio a Ranma un severo golpe en el estómago.

 “¡Qué vergüenza que te hayas dejado sorprender, Ranma!” Genma se acomodó los lentes con el dedo índice mientras Ranma trataba de levantarse del suelo “Empiezo a creer que esa mujer ha empezado a sorberte el cerebro”

“¡Fuiste tú quien me ataco sin avisarme!”

“¡Fue tu culpa por no haber prestado atención!” Genma empezó a emanar un aura de superioridad “¿Ranma, quieres ser el mejor, sí o no?

“¿A qué demonios viene eso?”

“¡Contesta!” Genma perdió la paciencia “¿Sí o no?”

“¡Por supuesto que quiero ser el mejor!” Ranma saltó hacia a él y empezó a atacarlo “¡Y no me detendré hasta conseguirlo!”

“¡Pues entonces deberás permanecer completamente enfocado en  nuestro objetivo final!” Genma esbozó una sonrisa de satisfacción tras haberlo hecho desviar un golpe “Para una artista como nosotros hay muchos peligros en el camino de la perfección, y las mujeres son uno de ellos! ¡De hecho, y en nuestra búsqueda del arte, las mujeres están completamente fuera de lugar.”

Genma distrajo a Ranma lo suficiente como poder asestarle una dolorosa patada.

Ranma regresó al presente y soltó un suspiro. Quería seguir siendo el mejor, y ese objetivo seguía siendo tan inamovible como una roca (como una roca que no tuviera que enfrentarse al Bakusai Tenketsu al menos): pero, y por otro lado, tenía que admitir que las cosas habían cambiado, y la prueba era Kodachi. Se veía tan y….

La rama sobre la que Ranma yacía agazapado crujió como si respondiera al peso de sus pensamientos. Nunca le había pasado algo así. Si ni siquiera Shampoo….

Ranma se estremeció. Si Kodachi le había provocado tantos problemas, no quería ni imaginarse lo que les causaría la amazona si llegara a enterarse de su nueva vulnerabilidad. Empezó a llover. Y a Ranma, que en eso momentos necesitaba poner en orden sus pensamientos, no le importó caminar.

¿Qué había cambiado? Si nunca había tenido esa clase de problema con Shampoo ni con ninguna otra chica, ¿por qué de repente empezaba a estremecerlo el cuerpo de Kodachi?

“Quizás…”

Quizás todo se debía al traje voluptuoso de Kodachi. No era vulgar (o al menos a él no se lo parecía, aunque Akane sin duda tendría otra opinión al respecto); esos tonos de color negro y azules la hacían ver exuberante. …

Na, no tenía sentido. Shampoo era mil veces más  voluptuosa y no le había provocado tales reacciones el verla desnuda.

Aunque no dudada de que encontrársela desnuda, no tardaría en provocarle una reacción aun mayor que la que le había causado Kodachi.

De todos modos, nada parecía encajar. Ni Kodachi ni Shampoo le caían particularmente bien.  Si, eran hermosas, pero estaban tan locas como una cabra. Las dos podían ser atentas, pero ambas no podían dejar de ser egoístas y francamente abrumadoras. Ninguna de ellas cumplía con los requisitos básicos que se había imaginado que tenía que tener una esposa.

Aunque para el caso, tampoco lo hacia Akane.

Y hablando de Akane….

Ella era la única que no le provocaba erecciones.

Ranma se estremeció momentáneamente ante el despreciable sonido de la palabra, pero el punto no desapareció. ¿Por qué? ¿Acaso de verdad lo había traumado ella con tantos golpes?

Ranma alzó la cabeza y miró la luna semioculta entre las nubes.  Akane era la única chica con la que quería casarse, y sin embargo no podía mirarla bajo la misma forma que a Kodachi o a Shampoo. Si acaso, a veces no podía evitar mirarla bajo la misma luz con la que miraba a Uchan.

¿Era porque Akane le había ensenado que su intimidad no estaba hecha para ser vista por ningún hombre?

¿O porque ella no hacia esfuerzo alguno en verse tan voluptuosa como las otras dos?

¿O porque, simple y sencillamente, uno no podía mirar bajo una luz ersa a alguien por la que había luchado a brazo partido y estado dispuesto a sacrificar su vida?

La lluvia se detuvo, y Ranma regresó al Dojo Tendo.  Entró a la casa y se puso a entrenar en el patio. No dormiría esa noche.

Esperaba olvidar todo con una sesión de entrenamiento.

Mientras tanto, y en su habitación, Shampoo despertaba súbitamente y se levantaba para ir al baño. Se sentía peor; trató de abrir la boca para pedirle a Mouse que le trajera algo de agua, pero de su garganta no salió ningún sonido. Molesta, y bastante deprimida, abrió la puerta y trató de abandonar la habitación; no pudo ver bien en la oscuridad y tropezó con algo. Con Mouse.

“Ciego estúpido” se dijo para sí misma, aunque más que nada por culpa de su mal humor “¿Qué está haciendo aquí?”

Por su parte, Mouse se despertó inmediatamente y soltó un quejido; se levantó cuán largo era, se acomodó los lentes y volteó a ver a la amazona.

—¿Shampoo?

“¡Estúpido Mouse, ¿qué haces aquí?!” trató de decir la amazona, pero de su boca no salió ningún sonido “¡Rayos!”

—¡Shampoo!—Mouse se alarmó—¿Por qué no puedes hablar?¿Estás bien?

“Por supuesto que no estoy bien, idiota” Shampoo sacó un letrero, escribió rápidamente en él y le dio un golpe en la cabeza “¿Qué haces aquí?”

—Yo, yo sólo quería estar cerca de ti por si llegabas a necesitarme, Shampoo—Mouse agachó un poco la cabeza—Espero que puedas perdonarme.

A Shampoo (y a pesar de las molestias que le hacía pasar el chico de los lentes) los ojos se le llenaron de ternura. No sabía si era por la culpa, por el aprecio, o por la enfermedad, pero de repente recordó todas y cada una de las ocasiones que Mouse le había demostrado su amor incondicional.

“No hace falta perdonar nada, Mouse” la cara de la Amazona se suavizó y sujetó al chico de la barbilla “Sólo no te pongas en frente de la puerta, ¿sí?”

—¡Sha, Shampoo!—el chico tocó la mano bajo el mentón con la suya propia—Tu…

“Tengo sed, e iba a ir por un vaso de agua” Shampoo dejó de mirarlo directamente y volvió a escribir “¿Te importaría qui…

—¡Enseguida!—Mouse soltó una exclamación especialmente fuerte que fue contestada con un golpe por parte de la Amazona—Quiero decir….¡Sólo espera aquí por un momento, Shampoo!

La chica vió con lástima como el chico bajaba rápidamente las escaleras y le servía un vaso de agua. Y entonces, y sin saber por qué recordó las palabras de la anciana.

“La persona que te habrá amado y con la que te casarás serán dos personas distintas” le había dicho la mujer aquella misma mañana, justo después de salir de Ucchans “No ‘podrá ser de otro modo.“’

Shampoo había volteado a ver a la mujer, y ésta le había dedicado una sonrisa con una cara que le había parecido tan vieja como el tiempo mismo. No era una sonrisa hostil ni burlona; era más bien una sonrisa que dedicaba una persona mayor ante la ingenuidad de otra que no era tan experimentada como ella.

“Métase en sus propios asuntos, abuela” Shampoo no estaba de humor para bromas “Yo..¡Maldición!”

El pie de Shampoo se había atorado en uno de los largos pliegues de la ropa que le había prestado Konatzu, haciendo caer a su dueña aparatosamente.

“Vaya jovencita más inquieta” la anciana se había acercado a ella y le había extendido una mano “¿Estás bien?”

“Si, muchas gracias” Shampoo se levantó rápidamente y se sacudió el vestido “¿Quién es usted?”

La Adivinadora sonrió, pero no dijo nada; se alejó de ahí rápidamente y Shampoo siguió caminando. 

Al principio a Shampoo le había reconfortado la…¿profecía? de la anciana, pero ahora, y viendo a Mouse, empezaba a verla de otra manera.

“La persona que te habrá amado y con la que te casarás serán dos personas distintas”.

Y es que…¿No era obvio lo que había intentado decir con eso?

“Muchas gracias por el agua, Mouse” Shampoo tomó el vaso de entre sus dedos y lo bebió todo “¿Qué es esto?”

—Pensé que sería mucho mejor que te preparara un vaso de chocolate caliente—repuso Mouse—Bueno, ¿no?

“Muy bueno” Shampoo asintió con la cabeza “Mouse…te importa si te hago una pregunta?”

—¿Necesitas algo más, Shampoo?

“No, no es eso” Shampoo hizo una pausa “Tu…¿Tú me amas, Mouse? ¡Mouse!”

—Vamos, tienes que descansar— por un momento el chico se quedó observándola, atónito ante la pregunta que creía no haber oído: una vez se hubo recuperado de la sorpresa había subido a Shampoo sobre su espalda y entrado a la habitación con ella—¡Jamás pensé que estuvieras tan enferma!

“¡Suéltame!” los puños de Shampoo se estrellaron contra su espalda, pero para su frustración no le hicieron a éste ni cosquillas “¡Mouse!”

Molesta, Shampoo alzó su puño y lo estrelló contra su cabeza: el chico tembló y la dejó caer al suelo.

“Te hice una pregunta seria” la Amazona se llevó una mano a la cadera “¿Me amas o no?”

—Pero Shampoo, yo siempre te he amado—el chico moreno alzó la cabeza y la miró con incredulidad—Siempre lo he hecho y siempre lo haré. Tú….

“¿Yo qué?” preguntó Shampoo, exasperada.

—Tu siempre serás la persona más importante en mi vida—Mouse puso ojos de borrego a medio morir—Pensé que lo sabías.

Por la ventana abierta de la habitación de la Amazona entró la luz de la luna; una luna brillante, roja como la sangre y que inundó la habitación con una luz que hizo parecer a Shampoo como una diosa.

—Es tarde, y tú necesitas descansar—Mouse le retiró la mirada, cabizbajo—Si necesitas algo…

Shampoo pensó por un momento que sería mala idea, pero no vaciló; tomó el cordón que mantenía unido su vestido y deshizo el nudo.

—¡Shampoo!—Mouse quedó atónito—¿Qué estás haciendo?

Shampoo no dijo nada: se acercó a él y le plantó un beso en la mejilla.

“Mouse debe entender que esto no volverá a pasar. Mouse debe entender que es mejor que se olvide de Shampoo” las palabras en el letrero de madera brillaron intensamente bajo la luz de la luna “¿Mouse está deacuerd…?

Mouse no la dejó acabar; avanzó hacia ella y le plantó un beso. Un beso que a él le supo a gloria y que Shampoo, aunque intentó esquivarlo al principio, después no intentó rechazar.

Después de todo, quería saber lo que se sentía hacerlo con alguien que la amara.

 

 

 

 

 

 

 

 

[1] Amaguriken.

[2] Tzoli hizo una imagen que me gustaría citar aquí y que todos ustedes pueden ver en deviant art: la pueden encontrar con el nombre de “Mistress of the Black Rose”

[3] Teresa Teng fue una cantante muy popular en Asia. Recomiendo ampliamente sus canciones “Aijin” y “Tsugunai.”

[4] Ranma es un Don Juan, capítulo 102.

[5] En el capítulo 110, Akane le estrella una mesa en la cabeza por dejarle saber que a sus ojos, el vestido de entrenamiento es el que le queda mejor.

[6] Zape: Ignoro que significará en otros países de Latinoamérica, pero en México un zape es un golpe en la cabeza que le das a alguien cuando te hace pasar una vergüenza o dice una estupidez.

[7] Amita: word in spanish for “my little and cute female master” or " my little and cute mistress".

[8] En varios de los capítulos, Mouse ha acusado a Ranma de duplicidad con las mujeres, considerándolo por tanto indigno de los afectos de Shampoo.

[9] This is an indirect comment: the proper translate would be: And his is 37 centimeters… ¿You know what I am talking about, don’t you?

[10] Capitulo 102

[11] Capítulo 110.

[12] The best way to say it: you are madly in love with me.

[13] Capitulo 102

Like this story? Give it an Upvote!
Thank you!

Comments

You must be logged in to comment
justleave #1
<3