La mano le dolia, pero ella no queria parar. Despegó la vista del papel y la llevó hacia el techo. Cerro los ojos fuertemente y luego los volvió a llevar hacia la hoja de cuaderno en la que habia estado trabajando un par de horas sin parar. Habia tantas letras, tantos tachones, tantos dibujos ridiculos en las esquinas que se mareo por no saber donde mirar.

Encontro los primeros versos, y empezo a cantarlos, susurrando, marcando el ritmo dando golpecitos con el boli sobre la mesa. Cuando termino sonrio, habia hecho un buen trabajo, le gustaba.

Encendio el ordenador que tenia enfrente de ella, la luz de la pantalla le hizo daño en los ojos. ''Mierda, esta habitación esta demasiado oscura''. Se estiro en la silla y pulsó el interruptor que estaba a unos centimetros de ella. Era un cuarto pequeño.

SIn pensarlo abrió el programa con el que empezó a pensar el beat de su nueva composición, pero luego sus ojos se fueron directos a la hora que marcaba la esquina inferior de la pantalla. ''22:16''

''Maldita sea...''

La chica dio un bote y se puso en pie rápidamente. Se fue tropezando con los objetos del cuarto hasta llegar a un armario. Abrió uno de los cajones y empezó a rebuscar entre las prendas de ropa, poniendolo todo patas arriba.

''Hm... dónde demonios está...'' cerró el cajón y abrió otro. Suspiró. No conseguía encontrar sus vaqueros.

MIró a la pared, donde había un espejo de cuerpo entero. Se miró un momento. Estaba hecha un desastre. Llevaba una sudadera negra y grande con capucha que tenía un gran dibujo en blanco de una letra griega, SIgma, en la espalda. Para ella era una sudadera guay, de las que le gustaban a ella, pero claro, necesitaba ponerse unos pantalones, porque no iba a ir a ningún lado en bragas.

Volvió a pensar en la hora, y se puso manos a la obra. Cogió unos vaqueros no muy ajustados, rotos. Se los puso rápidamente. Tenía piernas de atleta, por lo que siempre tenía el mismo problema. Le costaba subirse los pantalones porque sus muslos eran gorditos, pero luego su cintura era más estrecha, así que los pantalones se le caían un poco.

Cogió su pequeña mochila vieja y en ella fue metiendo lo primero que veía por la habitación; una botella de agua, unas gafas de sol (sí, y era de noche), pañuelitos para los mocos, caramelos...

Llegó a la puerta y metió sus pies en sus zapatillas. Se colocó la gorra plana en su cabeza, tapando un poco así su pelo largo y revuelto.

Antes de salir dio una vuelta sobre sus talones y corrió hacia su escritorio, allí cogió el cuaderno en el que había estado escribiendo y lo metió en su mochila.