En realidad no pudimos hacer mucho durante el corto acceso a la ventana al mundo, pero las informaciones elementales estuvieron escritas en un papel manoseado. Me remordaba que habíamos dejado el twitter abierto, donde tuvimos que contar a nuestros fans lo que nos había pasado. Al principio en el blog los comentarios eran escasos, pero después de medio año algo cambió y desde hace algun tiempo gozamos de un interés en unas redes sociales.
Como no se puede desperdiciar algo así, publicamos casi cada día, lo que se convirtio en una adicción. "El cascarrabias del portátil", así le bautizamos, no parecía una persona que quisiera aprovecharlo. Si no tenía un pérfil en el twitter, es posible que núnca se enteraría de que lo habíamos dejado abierto. Pero al mismo tiempo pudiera ser un grosero y querer arruinar nuestro instante de la fama..
—Ágata... ¿Piensas que todavía podríamos encontrarle?
—Encontrar... Talvez sí. Pero no creo que nos dé el portátil otra vez. — Di un suspiro. Tenía razón. Encontramos una cafetería en el areopuerto donde vendían café por precios decentes. Allí enchufamos también nuestros móviles. No hablabamos. Yo estaba contando el dinero para que no muriéramos de hambre durante aquella semana y Ágata intentaba mandar un mensaje a su padre. Sumergida en las cuentas, estaba desplazándome por la pantalla de tumblr, cuando de repente encontré una foto por la cual exclamé una palabrota rudimentaria. Giré la pantalla hacia Ágata que deprisa examinó la foto después de lo cual lavantó la mirada encontrando mi consternación.
El cascarrabias del portátil resultó ser nadie más que Kyuhyun de Super Junior. Estaba esperando su amigo Sungmin quien volvía de una promoción de un musical en Japón. Los fans fieles le encontraron por el areopuerto y las fotos (con las descripciones) enseguida se encontraron en la red. Puse la palma de la mano en la cara.
— Ha de ser por cansancio... — intenté explicarme de qué modo no habíamos reconocido a Kyu. Todo encajaba. El juego, la mascarilla, la gorra. A lo mejor el timbre de su voz sonó diferente, pero fue por los labios tapados. Después de la confusión provocada por nuestra falta de perspicacia nos dimos cuenta de que conversamos con él más que se podía soñar cualquier fan. Nos dio por reír un rato largo.
Pero de repente "nos aguó la fiesta" la entrada de dicho gamer a la cafetería. Nos acallamos deprisa y nos miramos como si alguien quisiera hacernos algo malo.
           Kyuhyun primero se acercó al mostrador, y después empezó a mirar alrededor mientras esperaba su café. Ágata estaba de espaldas y de su expresión facial leí que pedía por la descripción de situación. Cuando abrí la boca para decír que ya le traían el pedido y que debía marcharse, él me miró a mi. La mascarilla que se había deslizado no dejó dudas. Establecí el contacto visual con Cho Kyuhyun.
Le di una sonrisa nerviosa y miré al otro lado. Ví de reojo que, ya con el café en la mano se dirigió hacia nosotras y sentí que me cubría un sudor frío. No hay mucha gente que sólo por su presencia provoca una atmósfera tan tensa. En pánico sólo conseguí decir a Ágata:
— Finja que no le conoces. — el personaje alto se paró al lado de nuestra mesa e indicando con el dedo el maletín con el portátil preguntó en inglés:
— ¿Es esto verdad? — Intercambiamos miradas como si una quisiera comprobar si la otra lo había entendido. Kyuhyun notó nuestra consternación y precisó:
— Lo que escribisteis en el blog, ¿es verdad? ¿Sobre el vuelo? — Su voz sonó de una manera menos grosera que al principio.
— Sí, es verdad. — Respondió Ágata que más rápido dió abasto con las emociones y valientemente miraba al nuestro interlocutor. En respuesta meneó la cabeza e hizo un ágil análisis de lo que se encontraba en nuestra mesa. Los vasos con el café no acabado, los móviles enchufados y el papel con la lista de los moteles y los medios de transporte público; todo esto confirmaba nuesta historia.
— Conozco un lugar donde podríais pernoctar esta semana. Un conocido se ha ido para medio año a EEUU y me ha pedido que me ocupe de su piso. Ha tomado consigo muchas cosas y el piso está casi vacío, pero es posible que os quedéis allí.
— G-gracias. — Las dos no esperábamos que los acontecimientos se desarrollarían de esta manera. Cuando vi a Kyuyun acercándose en nuestra dirección, por algún motivo pensé que iba a reprocharnos que no habíamos cerrado las ventanillas u otra tontería. Y él acudió con ayuda. De alguna manera razoné al tiempo: el músico primero tuvo que leer nuestro blog y luego constatar que no le conocíamos. De otro modo no nos propondría algo así. Tuvimos que confirmar esta creencia:
— ¿Y como podemos saber que no nos secuestres y mates? No sabemos quién eres. —Lo dije en broma. Kyu se detuvo un momento mirándome como si desconfiara de lo que estaba oyendo, pero después de un rato la comisura de sus labios se movió. Respiré con alivio, porque en una fracción de segundo pensé que había desperdiciado nuesta oportunidad.
— Parece que tengáis que arriesgar si no queréis acabar en algún lugar miserable — un dedo largo mostró nuestra lista de hostales. Se presentó y añadió:
— Estoy esperando mi amigo que debe aterrizar en media hora. Si os decidéis, estaré en dónde estuve antes. — Asentímos con las cabezas y le dejamos salir de la cafetería.
Apenas desapareció tras la esquina y nos aseguramos de que ya no nos podía ni ver ni oír, un torrente de palabras inundó nuestra mesa. Ágata enseguida captó porque quería que fingiera que no le conocíamos. Una afluencia que nos salvó los culos. Pues está claro que nadie con un sentido común no propondría algo así a sus fans desenfrenadas.
Media hora después le esperábamos al lado del lugar concertado. Cuando detrás de un tablón de anuncios salió primero Kyuhyun y luego Sungmin, mis piernas casi no me obedecieron. Tenía debilidad por el Rey de Aegyo, pero en vivo estaba aún mejor. Cuando Kyu, aparentemente explicando las circunstancias, nos indicó, en su rostro apareció una sonrisa ancha:
— Os habéis decidido, si entiendo bien. Este es mi amigo, Sungmin. — Involuntariamente extendí la mano, olvidando que el apretón de manos no es un típico saludo asiático. En un instante me sentí incómoda, lo que siempre se manifiesta con las mejillas rojas, como en Ana, la de Tejas Verdes. Sungmin, al verme totalmente avergonzada, alargó el brazo para coger mi mano y la apretó. Sonreí sin querer. Ágata me codeó. Tenía razón. Tenía que dejar mis emociones para poder sobrevivir en aquella ciudad una semana.
Sungmin no hablaba inglés tan bien como Kyuhyun, pero intentaba y no tuvimos problemas con entenderle, tanto más que nosotras conocíamos unas pocas palabras en coreano. Talvez algunas más que pocas... Además según íbamos en coche, no hablábamos mucho. Kyuhyun nos explicó cémo iba la cuestión con el piso y qué nos podría sorprender. Luego se hizo silencio, que fue interrumpido por Ágata:
—¿Por qué quieres ayudarnos? No nos conoces y nos ofreces que quedemos en el piso de tu amigo— Kyuhyun lo pensó un rato.
— He leido algunos posts de vuestro blog y ya sé algo sobre vosotras, además me gusta como promocionáis la cultura coreana. No quiero que partáis de aquí con malos recuerdos.
Llegamos bastante pronto. El edificio me parecía familiar, pero constaté que probablemente lo habíamos pasado antes o lo ví en una foto. El porque me parecía familiar leí en un tablón al lado de la entrada. Estuvimos debajo del edificio donde en dos plantas vivían casi todos los miembros de Super Junior. Cada año envíamos los postales a esta dirección sin saber si por lo menos una de ellas había llegado. Afortunadamente ya se oscureció, porque mi rostro diría más que quisiera. Cuando Kyuhyun y Sungmin nos mostraron el piso, donde ibamos a pernoctar y luego dijeron que por si acaso pasara algo podíamos venir a por ellos porque viven en frente; tuve que sacar una botella de agua y empezar a beber para no romper a reír como una fan histérica y no revelarnos.