Lost Way

Description

Kim Taehyung es un muchacho que vive con sus padres en el campo. Por azares del destino, la banda popular del momento, tiene problemas con su GPS y terminan pidiendo indicaciones en la casa de Taehyung, quien enloquece al verlos, pues es un gran fan, particularmente del líder, con el que tiene un crush.

Foreword

- ¡Ya bájale a ese cacharro infernal! – el potente grito de la mujer, lograba oírse por sobre el estridente sonido de la música que retumbaba en el interior de la casa - ¡Vas a quedar sordo, mocoso! – advertía la dueña de casa, tomando una escoba, con la intención de hacer creíble su molestia - ¡No me obligues a callar ese aparato de un solo golpe!

- ¡Mamá! – se quejó Taehyung, hijo único de la pareja de campesinos, que intentaba penosamente imitar la compleja coreografía de su grupo favorito de música - ¡Sólo estoy bailando! ¿Qué tiene eso de malo?

- ¿Y deben enterarse los vecinos también? – ironizó su madre, yendo hacia el aparato, dejando la música casi en silencio – Ellos están a un kilómetro de distancia, y podría jurar que logran oír esa música horrible – gruñó, poniendo sus manos en jarras.

- ¡No es horrible! – rebatió el menor, ofendido – Sus letras son preciosas y hablan del amor propio y las cosas buenas de la vida.

- Yo te mostraré las cosas buenas de la vida – le soltó un coscorrón en la cabeza - ¡El trabajo! – puso la escoba en sus manos, con una mirada severa – Ahora, ponte a barrer, para que hagas algo útil.

- Mamá~ - su voz se volvió una queja infantil, acompañada de un puchero.

- Quiero la casa reluciente – advirtió, saliendo del cuarto de su hijo.

- ¿Puedo poner música al menos? – gritó la pregunta, sin oír respuesta alguna.

 

Taehyung se encogió de hombros, andando con pereza hasta el equipo de sonido, sin embargo, se detuvo frente a la ventana al ver una furgoneta negra, deteniéndose justo fuera de su casa. Era extraño ver ese tipo de vehículos por el sector, pues la gente prefería otro tipo de autos, más aptos para el terreno lodoso en invierno y polvoriento en verano.

 

Un hombre descendió del vehículo, demasiado cubierto, para los más de 28 grados que indicaba el termostato, con su celular pegado al oído y el ceño fruncido. Parecía molesto con quien le hablaba del otro lado de la línea. La curiosidad de Taehyung aumentó, al verlo mirar el aparato en su mano, como si hubiera traicionado su confianza. Le vio alzarlo, como si fuera a tomar una fotografía de si mismo, moviéndolo en distintas direcciones. Rápidamente comprendió que el hombre buscaba tener mejor señal.

 

Estuvo tentado a salir, preguntando si necesitaban algo de ayuda, sin embargo, al ver al hombre regresar al interior de la furgoneta, desistió. El chico, en sus diecisiete años, se quedó de pie, observando todo lo que ocurría en el exterior, olvidando momentáneamente el mandato de su madre. Parecía ser más interesante aquella oscura camioneta.

 

Nuevamente la puerta se abrió, pero, esta vez, bajaron dos más, junto con el anterior. Sus rostros le parecían familiares a Taehyung, aunque se dijo a sí mismo que no conocía a nadie que tuviera el dinero para andar en tan lujoso vehículo. Los dos hombres que acompañaron al primero, no llevaban gorra, ni cubrebocas. Sólo sus cabellos cubriendo casi por completo sus ojos. Los extraños miraron hacia la casa de Taehyung, quien automáticamente se ocultó, para no ser atrapado mirando por la ventana.

 

- ¿Hola? – gritó uno de los tipos salidos de la furgoneta. Kim se debatió entre salir y ver qué necesitaban, o ir por su madre para que les atendiera. Un nuevo vistazo lo convenció de salir él mismo a averiguar que querían, pues se le hacían realmente guapos - ¿Hola? – volvió a vociferar, un poco más alto.

- Buenos días – saludó Taehyung, saliendo hacia el jardín, con timidez. Los hombres, que desde el interior parecían mayores, no lo eran. El adolescente pudo comprobar con sus propios ojos que eran un trío de atractivos chicos, que no pasaban de los veinticinco años - ¿Puedo ayudarles en algo?

- Hola, sí… - el tipo que estaba completamente cubierto, se quitó la gorra azul que portaba y se deshizo del cubrebocas, casi provocándole un infarto a Tae, quien quedó petrificado en su sitio – Estamos… algo aproblemados – continuó hablando, con una sonrisa de comercial de pasta dental – Perdimos nuestro camino y el GPS está averiado… ¿Nos podrías decir en qué lugar estamos, exactamente?

 

El chico intentó buscar su voz, pero ésta había desaparecido, dejándole sólo un nudo en la garganta, al darse cuenta que esos hombres eran, nada más y nada menos, que los miembros de su banda favorita de música… “Bangtan Boys”.

 

- Am… ¿te sientes bien? – dudó el líder del grupo, al notar lo pálido que el adolescente se encontraba. De un momento a otro, Taehyung cayó al suelo, completamente inconsciente. Se había desmayado de la impresión, al cumplir su más grande sueño recurrente, aquel día. Eso no podía ser real.

 

Para cuando volvió a abrir sus ojos, sólo pudo vislumbrar el techo de su habitación. Desorientado, se sentó sobre la cama, cuestionándose si todo se había tratado únicamente de una cruel ensoñación, como siempre. Se miró a sí mismo, notando que estaba vestido con su conjunto deportivo. ¿Realmente lo había soñado todo?

 

- ¡Mamá! – gritó, echando las mantas atrás, molesto por su desdichada mala suerte - ¡Mamá!

- ¿Por qué te pones a gritar como un loco? – lo reprendió la mujer, en cuanto apareció el chico en la sala, encontrándose con los mismos tipos de hace un rato, sentados en el sofá, bebiendo té. Sintió que volvería a caer al suelo, pero se contuvo. Reparó entonces, que él no estaba vestido para la ocasión, considerando que sus más grandes ídolos estaban en su casa, por algún motivo que aún desconocía. Antes de que su madre pudiera añadir algo más, corrió de regreso al cuarto, quitándose el buzo color naranja, lanzándolo al otro lado de la habitación, metiéndose a registrar su armario, en busca de algo que fuera más adecuado, sintiéndose decepcionado al sólo hallar camisas a cuadros y ropa de trabajo. En ese momento, odió vivir en el campo, donde no necesitabas vestir demasiado elegante, porque seguramente terminarías cubierto de lodo o tierra.

 

Hizo un pequeño berrinche, sacando una camisa roja, la cual lucía más nueva que las demás, poniéndosela desganado. La acompañó con un par de jeans desgastados, suponiendo que sería lo más presentable que podía permitirse al vivir en medio de la nada.

 

Caminó, ahora con una actitud diferente, tratando de aparentar tranquilidad, para no hiperventilar frente a su banda favorita, ridiculizándose a sí mismo. Su corazón latía tan fuerte, que probablemente, los chicos frente a él, podían oírlo.

 

- Ho… - su voz salió estrangulada, y su madre le dio una mirada confundida, frunciendo el ceño. Aclaró la garganta con disimulo, antes de intentar otra vez – Hola… S-soy Kim Taehyung – hizo una gran reverencia, mostrando su respeto y admiración – Es un gusto tenerlos en mi casa y conocerlos en persona… - la banda lo observaba con atención – Soy un gran fan.

- Ya decía yo que los había visto en alguna parte – comentó la señora de la casa, riendo divertida – Son los mismos chicos que están por todos lados en tu habitación, ¿no es así? – los colores le subieron al rostro al aludido, quien quiso enterrar su cabeza en un agujero.

- Sí… - el líder tomó la palabra – Discúlpenos por no presentarnos apropiadamente… - le dio un vistazo a los demás – Nosotros somos Bangtan Boys… - explicó – Y… nos encontrábamos de camino a grabar nuestras primeras vacaciones, pero… el GPS dejó de funcionar y nos extraviamos – el mayor del grupo le dio una mirada deslumbrante a Taehyung, quien sintió sus piernas flaquear, ante la belleza inhumana del idol, a pesar de estar sin maquillaje y con ropa casual – Mi nombre es Kim Seokjin, por cierto – se presentó.

- Ooh… otro Kim – bromeó la señora – Bueno, siéntanse libres de quedarse hasta que contacten con quien quiera que venga a buscarlos… Están en su casa – anunció – Yo debo ayudar a mi marido con la cosecha, pero mi hijo los atenderá muy bien – la advertencia en los ojos pequeños de la mujer, le decía a Taehyung que debía hacerlo de la mejor forma.

- Muchísimas gracias, señora Kim – se apresuró a decir el líder – Y, nuevamente, disculpe las molestias.

 

La madre de Tae asintió, retirándose y dejando la sala en un silencio abrumador.

 

- ¿Puedo… usar el teléfono de casa? – preguntó educadamente Seokjin. El aludido apenas podía decir dos palabras juntas, sin tartamudear, por lo que negó con la cabeza. Jin alzó las cejas, confundido.

- No tenemos – aclaró – Sólo… está mi celular.

- ¿Tienes señal en él? – cuestionó, esperando una respuesta afirmativa.

- No aquí – el líder resopló frustrado. Esas personas habían sido muy amables en acogerlos en su desgracia, pero no deseaba quedarse allí mucho tiempo – En el establo – terminó de decir, con un gesto infantil en su rostro adolescente – Allí hay mejor cobertura.

- ¿Te molestaría llevarme allí? – pidió, sintiendo un rayo de esperanza iluminar su oscuro cielo.

 

Taehyung asintió, nervioso al caminar en compañía de su más grande crush, en medio del campo de sus padres, con el sonido de las gallinas y las ovejas a la distancia, el olor a hierba, abono y tierra húmeda por doquier, además del brillante sol pegando sobre sus cabezas. El chiquillo reparó en las costosas deportivas que portaba el idol, lamentando que se embarraran en su camino al establo, pero nada podía hacer. después de todo, ellos parecían tener el dinero suficiente para comprar toda una zapatería si así lo quisieran, y usar cada par sólo una vez, para desecharlos luego. ¿Qué importaba un poco de lodo, entonces?

 

El líder tomó su móvil, alzándolo en busca de señal, viendo con una sonrisa satisfecha cómo iban aumentando las barras, conforme se acercaban al apestoso lugar.

 

- Debe tener cuidado al caminar, hyung-nim… – le advirtió Taehyung – Aún no se ha limpiado esta zona y… los caballitos hicieron sus cosas por todos lados – sonrió, sintiéndose tonto, lo cual le hizo gracia al mayor.

- Supongo que podré llamar aquí – presionó el contacto de su mánager, acercando el aparato a su oreja. Tae hizo una reverencia, señalando con su mano, que volvería a la casa.

 

El líder pasó una mano por su pelo, tomando una gran bocanada de aire, arrepintiéndose luego, al percibir la peste del establo. Tosió un poco, oyendo la voz del hombre del otro lado de la línea.

 

- ¡Jin! – habló con alivio evidente en su tono - ¡Oh, gracias al cielo! Estaba a nada de comenzar una búsqueda con la policía…

- No exagere, manager Sejin – rio el chico – Estamos sanos y a salvo… Pero, no tenemos idea de dónde y el internet no funciona aquí – aclaró – La señal también es mala… aunque, nos acogió una gente muy amable.

- Cuida que sean de fiar – le advirtió el aprehensivo hombre – Nunca se sabe cuándo una sasaeng pueda estar cerca – Seokjin torció el gesto.

- Nada de eso, sólo son campesinos – afirmó – De todos modos, intentaré hacer funcionar el GPS de mi móvil, para que puedan venir por nosotros.

- Lo haremos, manténganse juntos y tranquilos – le indicó el manager – Confíen en nosotros.

- Adiós, manager Sejin – finalizó la llamada, caminando de regreso, esquivando los charcos de lodo y llegando a la casa, intentando sacudir el barro de sus zapatos.

 

En el interior, Taehyung se encontraba sentado en medio del resto de la banda, haciendo preguntas como el fan que era, con las mejillas sonrojadas y una sonrisa enorme, mientras los cantantes reían de lo tierno que era el adolescente.

 

- ¿Es cierto que Hobi hyung-nim se había resbalado en el último concierto, pero para disimularlo, hizo el “moonwalk”? – recitó su pregunta Taehyung, como una metralleta, oyendo las risas de los demás.

- Waah… creí que había pasado desapercibido – respondió el aludido – Que decepción… tienes buen ojo.

- ¡Oh, oh…! y Namjoon hyung-nim… ¿De verdad tiene una mega colección de Ryan? – se apresuró a preguntar, agitando sus manos en emoción.

- Tengo más de 250 Ryans de peluche – afirmó – Entre otras cosas.

 

El grupo se giró, al oír a Seokjin aclararse la garganta.

 

- Seokjin Hyung – llamó Jimin, golpeando el reposabrazos del sofá – Únase a nosotros.

- ¿Qué están haciendo? – preguntó con curiosidad.

- Estamos conociendo a nuestro fan – aclaró Jungkook, envolviendo un brazo alrededor de los hombros del mencionado, quien le mostró su sonrisa, que tenía la peculiaridad de lucir como un rectángulo.

- Parece más un interrogatorio – se burló Yoongi, sentado al otro costado del chico.

- ¿Los estoy incomodando con mis preguntas? – intentó disculparse el muchacho, pero la mayoría de los cantantes negaron, sin perder el buen humor.

- Nos alegra toparnos con un fan como tú – comentó Namjoon – Sin gritos, ni histeria… o que quiera tomarnos fotos a la fuerza.

- Oh… ni siquiera les he preguntado si tienen hambre – el muchacho se puso en pie, con la preocupación pintada en su cara - ¿Quieren algo de comer? No tenemos gran variedad, pero…

- No tienes que preocuparte – se adelantó a decir Seokjin, al ver al resto del grupo emocionados con la mención de la comida.

- ¿Seguro? – dudó, notando la decepción de los demás.

- Sí – afirmó - ¿Nos permites un momento a solas, por favor? – pidió el mayor, con una sonrisa cortés.

 

Tae asintió, retirándose a la cocina para darles privacidad.

 

- ¡Yah, hyung! – el primero en quejarse fue el menor de todos, sobando su estómago con un puchero - ¿Quieres matarnos de hambre? ¿Por qué le dijiste que no?

- Sí, Jin hyung – se le sumó Hoseok – Aquí, de seguro, tienen verduras frescas…

- Silencio – exigió Jin – No estamos en ningún hotel ni nada parecido – aclaró con severidad – Estas personas, amablemente nos están dando resguardo mientras vienen por nosotros, pero tampoco podemos abusar… Eso no está bien.

- Podríamos retribuirles – Yoongi interrumpió, hablando mientras se rascaba un ojo con pereza – Ya sabes, el chico es un fan… Le pagamos con una foto y un par de autógrafos… - Seokjin exhaló aire, resoplando irritado – Él quedará feliz, y nosotros con un estómago lleno.

- No sean descarados – se quejó Namjoon, apoyando a su líder – Además, en la camioneta tenemos mucho ramen, que compramos para cuando llegáramos a la cabaña – les recordó.

- Podríamos preparar un poco – sugirió Jin – Jungkookie y Hobi, vayan por eso, yo hablaré con el chico, para que nos deje usar su cocina.

- ¡Sí! – festejaron al mismo tiempo los mencionados, chocando los cinco y saliendo a cumplir lo ordenado.

 

Seokjin caminó hacia donde Taehyung se marchó antes, entrando a la cocina. El adolescente casi brincó en su sitio al verlo repentinamente entrar.

 

- Disculpa… ¿Tae…yong? – dudó Jin, tratando de recordar su nombre.

- Taehyung – corrigió.

- Cierto, Taehyung… ¿podemos ocupar tu cocina? – pidió, amablemente.

- Oh, por supuesto – se apresuró a decir – Pero, en serio no es ninguna molestia cocinar para ustedes, hyung-nim – insistió, aunque Jin comenzaba a negar con su cabeza – Soy realmente bueno, porque mi madre me ha enseñado bien.

- Sólo prepararemos algo de ramen – aclaró – Estaremos bien con eso, hasta que llegue el staff.

- Okay – el silencio los envolvió, y Tae jugaba con sus manos, para canalizar su nerviosismo, por estar frente a Seokjin – Usted es mi favorito – soltó, sin poder evitarlo, con las orejas y mejillas cubriéndose de rojo – Lo siento, no debí decir eso – Jin lo miraba enternecido – Los amo a todos por igual, pero usted… digo, no es un amor… de estar enamorado… - se enredó con sus propias palabras – Porque no es a lo que me refería, yo… los admiro mucho y los amo, pero como un fan…

- Taehyung… - Seokjin se acercó, revolviéndole el pelo y paralizándolo con ese simple gesto – Eres muy adorable, ¿lo sabías?

- ¡Hyung! – la voz emocionada de Jungkook apareció a su espalda, seguido de Hoseok.

- Trajimos todo… ¡Vamos a cocinar! – añadió el último.

- Muy bien – Jin se volteó, revisando las bolsas - ¿Pueden encargarse ustedes de esto?

- Sí, hyung – confirmó el maknae del grupo.

- Yo los ayudaré, si necesitan cualquier cosa – se sumó Taehyung, recuperando el habla, luego de que el líder lo tocara.

- Aigo~ Que servicial – bromeó Hobi con una radiante sonrisa, atreviéndose a apretar una de las mejillas del menor, provocándole un sonrojo.

 

Jin, quien aún no se iba del todo, observó ese gesto, alzando una ceja ante la reacción del muchacho. Su favorito, sí, como no, pensó, rodando los ojos. A lo largo de su carrera se había encontrado con cientos de fans que aseguraban que él era su favorito, tal como aquel chico había dicho, y bastaba que apareciera cualquier otro integrante de la banda para que pasaran de él como si nada. Tal vez se debiera a su carácter fuerte, o su personalidad algo seria. Pero, él debía liderar el grupo y mantener a ese montón de niños grandes dentro de las restricciones que la agencia les imponía. Se esforzaba en evitar los escándalos y la prensa amarillista, aunque sus colegas no se lo ponían nada fácil.

 

- Los chicos ya están preparando el ramen… yo… - dejó salir una exhalación – Iré a ver si puedo arreglar el bendito GPS – informó y sin esperar una respuesta de los demás, salió. Yoongi, Namjoon y Jimin se miraron con diversas expresiones, preguntándose en sus mentes qué pasaba con su líder. De por sí tenía fama de serio y amargado, pero no lo habían visto tan irritado, quizás, desde sus días de debut.

 

Seokjin entró a la camioneta negra, sentándose en el asiento de piloto, dejando caer su cabeza sobre el asiento para suspirar profundamente.

 

La sonrisa cuadrada y las mejillas sonrojadas de Taehyung aparecieron tras sus párpados cerrados. ¿Cómo podía un niño tan simplón como aquel campesino, ser tan lindo? ¿Sería la inocencia en sus ojos? ¿El entorno natural del campo? Jin no lo sabía, pero ese adolescente le parecía particularmente interesante. De pronto, la curiosidad por averiguar si su madre no mentía con respecto a tener posters de ellos en su cuarto, lo invadió. Se dijo a sí mismo que confirmaría aquello antes de marcharse de esa casa.

 

Miró con desánimo la pantalla averiada de la camioneta. El punto que indicaba su actual ubicación, estaba en medio de un mapa vacío, con el mensaje de “red sin conexión” atravesándolo. Probó con la solución más común, que fue apagándolo y volviéndolo a encender, configurando manualmente la red, pero sus intentos fueron en vano. Parecía estar atrapado en medio del Triángulo de las Bermudas.

 

Perdiendo las esperanzas de poder repararlo, tomó el frasco con kimchi que compró esa mañana y salió de la camioneta, regresando al interior de la casa. Sentados en el suelo de madera, frente a la mesa, el grupo se debatía por una porción de ramen de la olla que reposaba en el centro. 

 

- Traje kimchi – anunció, haciendo que la banda volteara a verle, celebrando.

- ¡Nuestro líder es el mejor! – festejó Hoseok, con un pequeño baile.

- Tan considerado, hyung – Jimin le ofreció un cojín para que se sentara a su lado.

 

Desde la cocina, apareció Taehyung con una gran jarra de lo que parecía ser limonada. El grupo entero lo aplaudió, como un par de niños, contentos con las cosas más simples. Jin, que aún no se sentaba, se apresuró en ayudarle, tocando las manos del menor en el proceso. Ambos se miraron, conectando con un extraño click. Los ojos brillantes y grandemente abiertos del menor, lo observaron con admiración, mientras sus orejas rápidamente adquirían un tono rojizo. Los demás miembros de la banda, repararon en la extraña reacción de ambos, murmurando entre sí. Jin no era el tipo de persona que disfrutara demasiado de la cercanía y el contacto físico, a menos que se tratara de gente de confianza para él, como lo eran sus amigos. Namjoon alzó las cejas repetidamente en un gesto sugerente, dándole a entender a los demás que su líder había quedado flechado con el joven muchachito de campo.

 

- ¡Ajem! – Suga se aclaró sonoramente la garganta – Hmm… tengo mi garganta seca – bromeó, con los demás reprimiendo la risa. Seokjin entendió el mensaje entrelíneas, terminando por dejar la jarra en la mesa.

- ¿Necesitas ayuda con los vasos? – musitó con voz suave. Tae, aun afectado con el toque de sus manos, sólo se limitó a asentir.

 

El chico caminó, como si flotara sobre nubes de algodón rosa. No podía creer que él tenía en su casa a su banda favorita, que ellos cocinaron ramen en su cocina y que el líder, y su máximo amor platónico, acarició su cabello y tocó sus manos. Dios, su piel es tan suave y huele tan bien, pensaba, mientras una sonrisa boba se dibujaba en su rostro. Seguía creyendo que se trataba de un cruel sueño, como tantos que había experimentado desde que era su fan.

 

- ¿Realmente tienes tu cuarto lleno de posters de nosotros? – Jin soltó la pregunta, consiguiendo que el chico se atragantara con su propia saliva.

- ¿Y-Yo? – una risita nerviosa se le escapó en medio de la frase – S-Sí, o sea, no así como lleno, pero… Sí, bueno… - en su mente solo pensaba en la gigantografía de Seokjin junto a su escritorio y el gran cartel con su rostro, además de todos los otros repartidos por las paredes de su habitación – Algo así… - terminó, en balbuceos.

- Ya veo… ¿sabes? Nunca había tenido ocasión de compartir con un fan así – dijo, pensativo. Tae no se perdió ninguno de los gestos de su cara, mirándolo con atención – El tiempo durante las firmas de autógrafos es tan reducido, que los fans apenas alcanzan a decirte un par de cosas, y ya… - el menor quiso decirle que él nunca pudo asistir a uno de esos eventos, o a un concierto siquiera, y que, si tuviera la ocasión, le diría muchas cosas.

 

Pero, ¿qué demonios? están en mi casa ahora mismo, por quién sabe cuánto tiempo, se recriminó internamente.

 

- Yo…

- ¿Tienes una bandeja? – le interrumpió, antes de que alcanzara a decir aquellas palabras que por años ensayaba una y otra vez, para cuando hipotéticamente los conociera en persona – Digo, para llevar todos los vasos de una vez.

- Hm… sí, sí – tomó una de lo alto de un mueble y se la entregó, acomodando los vasos en esta, notando los brazos musculosos del cantante, que resaltaban en su ropa.

- Como demorados, ¿no? – soltó Namjoon cuando volvieron a la mesa. Los otros rieron, burlándose. Inevitablemente, las orejas del líder de colorearon ante las insinuaciones de sus amigos.

- ¿De qué hablan, idiotas? – se quejó, tomando el lugar junto a Jimin, luego de entregarle un vaso a cada uno.

 

La comida pasó rápido, entre bromas y risas. Taehyung compartió con ellos ese momento, y se sintió como parte de un grupo de amigos que se conocen de toda la vida. A pesar de ser un fan acérrimo, por un instante olvidó que se trataba de una banda reconocida internacionalmente y que él moría por conocerlos. Fuera del escenario, los “Bangtan Boys” eran sólo unos chicos normales, sencillos y con ganas de disfrutar de las cosas simples de la vida, como en aquella casa de campo, comiendo todos de la misma olla de ramen.

 

- Sin ánimos de ofender al dueño de casa… - comentó Suga, recostándose en el sofá – Pero, ¿porqué el staff tarda tanto en encontrarnos? Digo, sólo debían regresar hasta el lugar en que se dividían los caminos y coger por el otro lado… ¿Será que pasaron de largo? – miró hacia afuera, como si pudiera verlos.

- Es imposible que no notaran nuestra camioneta negra allí – señaló Hoseok con una mano – Aquí sólo hay tractores y camionetas llenas de lodo.

 

Taehyung se rascó la nuca, notando que los chicos tenían razón. El lujo de vehículo contrastaba demasiado con el ambiente que le rodeaba.

 

- Yah, dejen de quejarse, o harán sentir mal a Taehyung, quien nos ha atendido tan amablemente – les regañó Namjoon pasando un brazo por encima de los hombros del menor, quien se sonrojó hasta la frente. Aquel acto no fue indiferente para el líder, quien sintió un pinchazo en su ego.

- Namjoon-ah, ¿por qué no me acompañas a llamar otra vez? – pidió, separándolo rápidamente de Taehyung – Así sabremos que tan cerca están, o si algo los está retrasando.

- ¿No sería mejor que Tae te acompañara? – sugirió el aludido.

- Oh, hyung-nim… - el dueño de casa se apresuró a hablar – Usted ya conoce el camino, puede ir por su cuenta, no necesita mi autorización… Esta es su casa también – dejó ver una adorable sonrisa cuadrada, que le produjo unos aleteos en la boca del estómago y una amarga sensación por perder la pequeña oportunidad de estar nuevamente a solas con el chico. Pero, ¿qué le estaba pasando? ¿Desde cuándo se dejaba deslumbrar así de fácil? ¿Acaso era el tipo de idol que caía ante el primer fan que lo nombraba su favorito de la banda?

 

Seokjin se sentía ridículo, mientras caminaba hacia el maloliente establo. Las barras de señal poco a poco iban aumentando, hasta que tuvo la cantidad suficiente para marcarle al manager.

 

- ¡Seokjin-ah! – vociferó el hombre del otro lado, con su voz entrecortándose por la mala cobertura - ¿Está todo bien?

- Sí, sí… Manager Sejin… - cubrió su nariz para evitar la pestilencia – Los chicos estaban preguntándose porqué tardaban tanto – dijo, tratando de ignorar el mal olor – No fueron más de un par de kilómetros, desde el cruce en la carretera…

- Sí, lo sé… Ya estamos cerca, pero---rueda---paramos---no tenemos---así q---

- ¿Manager Sejin? – Seokjin miró la pantalla del celular, notando que sus preciadas barras habían desaparecido repentinamente - ¡Manager Sejin! – el sonido de la llamada finalizada fue desolador - ¿Y ahora qué voy a decirles a los demás?

 

Supongo que estaban por llegar, pero se les pinchó un neumático y eso los retrasó, concluyó, atando cabos con las pocas palabras que alcanzó a escuchar. No era una información cien por ciento fiable, pero al menos mantendría al grupo tranquilo, sabiendo que pronto retomarían la ruta de camino a sus vacaciones programadas.

 

De regreso en la casa, escuchó al grupo riendo a carcajadas. Entró a la sala, notando lo concentrados que estaban en una competencia de baile. En el suelo, un tipo de alfombra plástica con flechas, similar a una máquina “Pump It Up”, que se podían encontrar en los locales de arcade. Taehyung y Jimin se batían a duelo en una reñida pelea, moviendo sus pies con rapidez, mientras los demás apoyaban a su favorito. Seokjin los observó a la distancia, sin que nadie hubiera notado aún su llegada. Sus ojos voltearon hacia el pasillo que, asumió, llevaba a las habitaciones. Su curiosidad fue más grande, y a pesar de saber que no era correcto lo que estaba haciendo, sus manos ya estaban girando el picaporte y metiendo la cabeza para asegurarse que se tratara del cuarto que le interesaba ver y no el de los señores Kim.

 

Sus ojos brillantes, barrieron el lugar con la mirada. Su boca cayó abierta y se metió cerrando la puerta tras él, sin dar crédito de lo que veía. No logró encontrar un solo centímetro de pared que no estuviera cubierto por fotos de ellos; la repisa con sus discos y algunas figuras decorativas del grupo. Pero, lo que más lo golpeó, fue verse a sí mismo en el costado, junto al escritorio, en una especie de altar. Taehyung tenía una pared completa dedicada a Seokjin, con su nombre escrito en papel dorado con glitter y una gigantografía de tamaño real de sí mismo. Caminó hacia su retrato, mientras una sonrisa emocionada aparecía en su rostro. Esta era la primera vez que veía el amor y dedicación de un fan de primera mano. En el muro, puestos con real precisión, cientos de imágenes con su rostro. Era como ver pequeños espejos, con su reflejo en ellos.

 

Entendió entonces, que Taehyung no mentía. Seokjin era su favorito, a pesar de ser catalogado como serio y algo antipático a veces.

 

- ¿Hyung-nim? – la voz del dueño del cuarto que estaba profanando, le hizo dar un brinco, volteando al instante. La culpa se reflejaba en su rostro - ¿Qué está haciendo en aquí?

- L-Lo siento… Yo… - su mente estaba demasiado avergonzada como para pensar en algo que sirviera para justificar su presencia allí.

- ¿Estaba buscando el baño? – dijo, y como si le arrojara un salvavidas, Seokjin se aferró de eso para salir de la penosa situación.

- ¡S-Sí! – se apresuró a confirmar – Yo… entré por accidente aquí, lo lamento – juntó sus manos en una disculpa.

 

De pronto, el pánico se reflejó en el rostro del menor al percatarse que su máximo ídolo y amor platónico estaba en medio de su habitación, rodeado de cientos de imágenes con su cara, y no había manera en el mundo que su fanatismo no pareciera algo enfermizo para el mayor.

 

- Hyung-nim… - los ojos asustados de Taehyung miraron a su alrededor, evidentemente inquieto. El líder siguió la mirada del chico, regresando a la gigantografía tras él – Yo… puedo explicarlo – dijo, sin tener una verdadera explicación, más allá de la gran admiración que sentía por él, por ellos… Por “Bangtan Boys”.

- No te preocupes, yo… creo que es lindo, pero… - sus ojos oscuros atraparon los del menor - ¿Por qué yo? ¿Por qué me consideras tu favorito, si la mayoría prefiere a los demás? Y no los culpo, yo sólo soy… el líder serio y amargado – dejó salir una risa sin humor – No lo termino de entender.

- Hyung-nim… Usted no me parece alguien amargado, para nada – negó con entusiasmo – Además, yo he sido su fan desde su debut… He visto lo mucho que se han esforzado y las cosas que tuvieron que superar para llegar a donde están y lograr todo lo que han logrado… No se imagina lo mucho que sus canciones y, principalmente sus letras me han ayudado – sus ojos se empañaron, recordando sus malos días en la escuela, y lo marginado que era por ser un simple campesino – Gracias a ustedes, yo he aprendido a quererme a mí mismo y a aceptar tanto mis cosas buenas como mis cosas malas… Ustedes son lo mejor que me ha pasado…

- Wow… - Seokjin se acercó a Tae, con sus manos picando por las ganas que tenía de abrazarlo, pero sentía que no era correcto – Eso… es muy conmovedor, de verdad… Saber que todo el trabajo que hemos hecho no ha sido en vano y que el mensaje que queremos enviar, realmente llega a quienes nos escuchan.

- Pero, aunque los admiro y amo a todos… Usted se convirtió en mi favorito después de escuchar su discurso de agradecimiento en la premiación del año pasado – confesó, quitándose el pudor y tomando la oportunidad de, por fin, decir todo lo que guardaba en su corazón – No sé de dónde sacan eso de que usted es “serio y amargado” – hizo comillas en el aire – Cuando se puede ver a kilómetros que es el hermano mayor del grupo, que siempre está preocupado de cada uno de ellos, que los protege de cualquiera que quiera ensuciar su imagen, que cuida que todos estén saludables y que coman bien… Usted es lo máximo, y yo veo eso en cada video; siempre pagando la cuenta cuando van a comer, incluso es amable con su staff, sus mánagers y sus guardaespaldas… - Seokjin no daba crédito de todo lo que oía, porque el chico parecía conocerlo mejor que nadie y le maravillaba que alguien pudiera notar tantos detalles y cualidades en él, sólo a través de una pantalla – También he visto todo lo que se esfuerza para estar a la altura de los hyungs bailarines, como Hoseok hyung-nim, Jimin hyung-nim y Jungkook hyung-nim… Yo aprecio ese esfuerzo, como fan y como persona… Porque cualquiera pudo quedarse sólo con cantar, o bailar, pero usted se esmera en hacer ambas cosas de la mejor manera… Y… si me lo permite… - las mejillas se le tiñeron de rojo, anticipando sus siguientes palabras – También pienso que es el más guapo de los seis… digo, todos son muy lindos, pero usted es… irreal – sus ojos brillaron, notando lo mucho que Jin se había acercado a él, para oír todo su discurso.

- Tú también eres muy bonito – dijo, sin detenerse a pensar en lo que acababa de soltar, ruborizando al chico hasta los huesos.

- Hyung-nim~ - canturreó, apenado, rascando la parte trasera de su cabeza.

- Taehyung… Tú… - la mirada de Seokjin fue penetrante, mientras lo miraba directo a los ojos - ¿Gustas de hyung-nim? – quiso saber.

 

El chico se quedó pasmado. ¿Qué se supone que debía responder a eso? Claro que gustaba de él, lo amaba, soñaba con él a diario y en sus más profundas fantasías, él era un príncipe y lo llevaba a recorrer el mundo en su blanco corcel, pero no podía decir nada de eso, sin sonar como un demente obsesivo.

 

- ¿Tal vez? – soltó, como respuesta, sacando una risita en el mayor.

- Hmm… con que tal vez… - suspiró, revolviéndole el pelo – Supongo que es mejor que un no.

- ¿Cómo puedo responderle, hyung-nim, si apenas hoy lo estoy conociendo en persona? – dijo con sinceridad – Una cosa es, la idea que pueda tener de usted, por los videos que he visto, pero me gustaría comprobar que usted es realmente así, aunque no dudo que sea una persona maravillosa.

- ¿Es esa una manera de pedirme pasar tiempo juntos? – preguntó, dando un paso más cerca.

- N-No… yo no quise decir eso… yo sé que eso es imposible porque ustedes…

- Sí, eso es cierto – lo interrumpió, tomando el mentón del chico, alzando su rostro para que lo mirara – Pero… existe una manera – ladeó la cabeza, con una sonrisa traviesa - ¿Puedo confiar realmente en ti, Taehyung? ¿No vas a traicionarme, hablando de esto en internet?

- No tengo internet – le recordó – Y, aunque me torturaran, jamás revelaría nada que ustedes me pidieran mantener en secreto… sé lo mucho que los acosan, en cuanto se enteran de dónde están… Yo, seré discreto, y me aseguraré que mis padres tampoco digan nada a nadie – prometió.

- Sí, eso también es importante, aunque… yo hablaba de otra cosa – miró sus ojos nuevamente, como si quisiera decirle muchas cosas más de las que era capaz de formular.

- ¿Taehyung? – la voz de Jimin se oyó en el pasillo y ambos brincaron, como si hubieran sido atrapados haciendo algo malo.

- ¡Sí, hyung-nim! – dijo en voz alta, yendo hacia la puerta, para encontrarse con un sorprendido Jimin, al notar la presencia del líder en el cuarto del chico.

- ¿Qué hacen encerrados aquí? – cuestionó. Las voces de los demás miembros de la banda se hicieron oír, llegando todos a la habitación del dueño de casa - ¡Woah! ¡Miren esto! – exclamó Park, entrando a mirar el lugar, como si fuera la mejor exposición que hubiera visto en su vida.

- ¡Ese soy yo! – se alegró Hoseok, al ver un cojín con su cara estampada en él.

- ¡Waah! ¡Taehyung tiene una gigantografía de Seokjin hyung! – lo expuso Namjoon, riendo con entusiasmo al notar las orejas rojas del mayor del grupo. Intentó tomarla, para bromear con los demás, pero Jin se interpuso antes de que siquiera la tocara.

- ¡Yah, tú! ¿Cómo puedes revolver las cosas de nuestro fan? – le reprendió – Él gastó dinero y tiempo en comprarlas… ¡Ten cuidado o romperás algo! – el resto de la banda lo miró, sorprendidos de su aprehensiva reacción. Todos sabían que Kim Namjoon era algo torpe y solía romper cosas, pero, aun así, se les hacía excesivo su regaño.

- Hyung-nim, no pasa nada… No creo que pueda romperlo – lo tranquilizó Taehyung, con una de sus particulares sonrisas cuadradas – Es normal que estén curiosos por saber como es el cuarto de un fan.

- ¿No te sientes observado con tantos posters aquí dentro? – quiso saber Jungkook, dejándose caer sobre la cama, con confianza, importándole muy poco la mirada de advertencia de su líder.

- N-No… - Tae pensó en los cientos de veces que hablaba con la gigantografía de Seokjin, sin contar aquella vez que la besó, sintiéndose culpable luego – Ustedes son mi modelo a seguir, ¿Por qué me incomodarían?

- ¡Aigo! Que niño tan dulce… Jin hyung, ¿no podemos adoptarlo? – Hoseok lo envolvió en un abrazo espontáneo, sacando chispas del mayor.

- ¿Qué piensas? ¿Qué es una mascota? – se quejó.

- Estoy de acuerdo con Hoseok – se sumó Jimin – Tae es tan adorable, que me encantaría ser su amigo.

 

Taehyung sentía sus mejillas tirantes de tanto sonreír.

 

- Tenemos que volver a visitarlo, antes de regresar a Seúl – propuso Yoongi.

- Sería genial… - estuvo de acuerdo el líder – Pero, ya sabes que tenemos un itinerario muy apretado, y con lo que pasó hoy, todas las actividades se retrasarán.

 

Una queja general se escuchó.

 

- No importa si no pueden venir pronto… - habló Tae, con voz tranquila – Entiendo que son personas realmente ocupadas y me alegra saber que me consideren un amigo… Ustedes ya saben dónde vivo, y las puertas de mi casa están abiertas para cuando quieran volver – aseguró, recibiendo un “aw” prolongado del grupo entero, que lo rodeó, envolviéndolo en un abrazo, entre risas y quejas de quienes quedaron apretados en medio.

 

El sonido de un claxon los interrumpió, en su emotiva charla. Namjoon observó por la ventana, reconociendo la furgoneta negra del staff.

 

- ¡Es el manager Sejin! – anunció, caminando hacia la salida, seguido por todos.

 

Taehyung también caminó tras ellos, pero Seokjin lo detuvo, tomando su mano.

 

- Tae… - sus rostros quedaron demasiado cerca – Voy a extrañarte – afirmó.

- Yo también, hyung-nim – sonrió – Espero que no se olvide de mí.

- No lo haré, lo prometo – dicho esto, se acercó al chico y besó su frente, congelándolo en su sitio.

 

Seokjin caminó con el cuerpo ligero, reencontrándose con Sejin, el mánager, quien se tranquilizó al ver que el grupo estaba en perfectas condiciones, y parecían felices.

 

- Tenemos que despedirnos de la familia Kim y agradecerles por su hospitalidad – habló el líder, recibiendo la aprobación de todos.

 

La despedida fue dura para Taehyung, quien había pasado todo el día con su grupo favorito, además de recibir autógrafos de ellos y tomar una foto grupal; sin embargo, sus ojos se llenaron de lágrimas cuando el último de ellos subió a la camioneta, y Seokjin se despidió de él con su mano a través de la ventanilla, antes de marcharse. Permaneció en el umbral de la puerta mucho tiempo, después de eso. Lloró silenciosamente, en parte triste por su partida, y feliz por el tiempo maravilloso compartido. Sólo rogaba porque algún día pudiera volver a verlos así.

 

Los días pasaron aburridos para Taehyung, quien se limitó a imprimir la fotografía que habían tomado todos juntos, pegándola en su techo, justo sobre su cama. Ya nada parecía igual, y se sentía deprimido por algún motivo. Se dormía observando el rostro sonriente de cada uno de sus ídolos en la foto y cerraba los ojos, recordando las sensaciones de ese día. El aroma suave de cada uno de ellos, el sonido de sus risas, el brillo en sus ojos, la mano de Seokjin tomando la suya y sus labios sobre su frente

 

Los extrañaba.

 

.

.

.

 

- ¿Lo has oído? – su mejor amiga chilló en su oído, apenas llegó al salón de clases.

- ¿Qué cosa, Lis? – quiso saber, dejando la mochila tras su silla y desparramándose en esta, desganado.

- ¡Bangtan Boys vendrán a la ciudad! – la chica lo sostuvo del brazo, zamarreándolo producto de su emoción.

- ¿Qué? – los ojos esperanzados de Taehyung brillaron al instante.

 

Habían pasado casi dos meses de aquella vez. Demasiado tiempo. ¿Aun lo recordarían?

 

- Le estoy rogando a mi madre para que convenza a mi padre de que me dé el dinero para comprar el boleto – siguió hablando la chica, ajena a la batalla interna de su amigo – Te juro que, no me importa si tengo que vender mi alma, es la primera vez que vienen acá, y no puedo perder la oportunidad de verlos… De verdad que me conformo con un boleto, aunque termine en el último asiento, pero tengo que ir.

- Lis – la interrumpió - ¿Cuándo vendrán? – quiso saber.

- El próximo mes – anunció – Por eso estoy tan desesperada, porque la venta de boletos empieza mañana y siento que no voy a conseguir uno a tiempo.

- Estoy jodido… mis padres no me dan ni para los discos, mucho menos para un concierto – hizo un puchero, cabizbajo – He trabajado en el minisúper por meses, y no he logrado juntar ni la mitad de lo que vale una entrada.

- Ay, Tae… - la chica puso una mano en su hombro para consolarlo – Es la realidad de los desdichados… Probablemente, yo tampoco vaya.

 

Ambos adolescentes suspiraron apesadumbrados.

 

Como presagiaban, ninguno de los dos consiguió ni el dinero ni la oportunidad de tener una entrada para el concierto de Bangtan Boys. Taehyung se sentía decepcionado de que, a pesar de que estarían en la misma ciudad, ellos no se pusieran con contacto con él, por lo menos, para saludarlo o saber cómo estaba. Entendía su duro itinerario, mucho más con los conciertos que iniciaban el siguiente mes, pero él los extrañaba, como si se tratara de sus amigos de toda la vida.

 

- Taehyung… ¿Has estado comprando cosas de ese grupito, otra vez? – cuestionó la madre de Taehyung, entrando a su cuarto con una caja pequeña en sus manos – Ya te dicho que, el dinero que ganes en el minisúper, debes invertirlo en cosas útiles… como comprar ropa interior ¡Debería darte vergüenza andar por ahí con esos calzoncillos agujereados! – lo apuntó con un dedo.

- ¡Yah, mamá! Sólo se me descoció un poco, no tenían ningún agujero – se defendió – Además, no he comprado nada...

- ¿Y esto qué es? – le lanzó la caja sobre la cama, donde estaba recostado. Taehyung tomó el paquete, mirándolo por todas partes, en busca de algo que le indicara de qué tienda venía.

- No lo sé, no luce como algo que compras por internet – comentó más para sí mismo. Se encogió de hombros y buscó una tijera para romper el sello y averiguar de qué se trataba.

 

Al abrir el paquete, encontró una caja que parecía verdaderamente costosa, de superficie brillante, con el logo prismático de Bangtan Boys en colores holográficos.

 

- ¿Qué…? – Taehyung a ese punto, sentía que comenzaría a hiperventilar, por sólo ver que se trataba de algo de su grupo favorito.

 

Sacó la costosa caja de la de cartón que la protegía. La miró como si se tratara de una preciosa obra de arte, mientras su madre torcía el gesto a la distancia, cuestionándose si su hijo había perdido la razón después de tantas horas de escuchar aquella música. El menor giró el pequeño seguro que tenía la caja y abrió la tapa con sumo cuidado, como quien hurgaba en el cofre de un tesoro. En el interior aterciopelado, una reluciente entrada premium para el concierto le quitó el habla, junto a una pequeña nota doblada, y un pase V.I.P., además de la pulsera distintiva.

 

- ¿Qué es eso? ¿Qué compraste, que no quieres decírmelo? – intentó averiguar, viendo al adolescente aletear, buscando recuperar el aire que perdía, mientras hiperventilaba, preso de la emoción. Taehyung no podía hablar y las lágrimas estaban nublando su visión. Un agudo chillido salió de lo más profundo de su garganta y su madre le soltó un golpe que le sacudió el cabello - ¿Qué rayos te pasa ahora, mocoso? – exigió, molesta.

- ¡Mamá! – se quejó, pero no podía sentirse enojado en absoluto, después de ese regalo – Me han enviado… una entrada… para el concierto – se las arregló para decir, en medio de su emoción.

- ¿Concierto? – dudó su madre.

- ¡Sí! ¡Aaahhhh! – el chico comenzó a gritar, brincando sobre su cama, celebrando su dicha.

 

Esta era la primera vez que Taehyung asistía a un concierto, y jamás imaginó que lo haría en primera fila, donde casi podía tocar el escenario. Todo era tan irreal, que no le importó llegar demasiado temprano al lugar, con tal de asegurarse que la entrada era auténtica y que no se trataba de una broma cruel. Al llegar, el encargado de chequear su entrada, quedó mirando la pulsera que el chico portaba, alzando las cejas en un gesto de reconocimiento. No lo entendió entonces, y sólo sonrió cuando pudo entrar sin problemas. Se sentó en su lugar, que quedaba justo en el centro de la primera fila, de frente al escenario. Si alguno de sus ídolos sudaba, él sería capaz de apreciar su sudor, de eso estaba seguro.

 

A pesar de la espera, mientras el lugar poco a poco se iba llenando, su nerviosismo aumentaba, pero las chicas a su lado parecían amables y le regalaron algunas cosas, indicándole que cuando cantaran cierta canción, debía alzar su banner.

 

De improviso, la música ambiente se detuvo y el escenario quedó a oscuras. Un grito general y prolongado de las fans, acompañó el inicio del concierto, en donde los Bangtan Boys aparecieron desde el suelo, en una plataforma, despertando la euforia de todos, incluyendo a Taehyung que se desgarró la garganta gritando por ellos.

 

Verlos bailar sobre el escenario, con sus atuendos impecables y sus hermosos rostros, después de tenerlos en su casa con ropa deportiva y escuchar su conversación casual, era utópico. En cuanto la primera canción terminó, se acercaron al público, para saludarlos a todos, como acostumbraban. Seokjin caminó directamente hasta el sector donde Taehyung estaba, sonriendo ampliamente al hacer contacto visual, guiñándole un ojo y enloqueciendo a las chicas alrededor de él, mientras el chico quedaba petrificado por el gesto espontaneo del líder.

 

- ¡Es increíble poder estar aquí por primera vez! – habló Namjoon, alzando su brazo en un saludo.

- ¿Primera vez? – lo interrumpió Seokjin – Ya habíamos venido aquí antes, en nuestras vacaciones… - el público rio por la cara de Nam, al hacer un puchero - ¡Y este lugar se robó mi corazón! – añadió, mirando a Taehyung, sacando más gritos de los fans – Desde ese día, prometimos volver… ¡Y aquí estamos! – vociferó, con las primeras notas de su siguiente canción sonando.

 

Taehyung, desde su lugar privilegiado, disfrutó de cada baile y coreografía, gritó y se emocionó con cada canción. Recibió los saludos de cada uno de los miembros que se acercaba a la orilla del escenario, sólo para señalarlo o lanzarle un corazón con sus dedos, además de que Seokjin se mantuvo allí, como si no quisiera perderlo de vista.

 

Cuando llegó la canción indicada, en donde debía alzar su cartel, Taehyung no lo dudó, e imitando a las demás chicas a su alrededor, lo levantó, siguiendo el ritmo de la canción dedicada a las fans. A mitad del coro, el chico abrió grande los ojos al notar cómo Seokjin bajaba del escenario, con tres guardaespaldas rodeándolo, para cuidar que las fans no le hicieran daño en su desesperación por tocarlo.

 

- Ven conmigo – le pidió a Taehyung, estirando su mano en una invitación que no pudo rechazar. La chica a su lado quedó helada por estar tan cerca de Jin, y que él prefiriera sacar a Taehyung en su lugar.

 

El chico fue subido al escenario y su timidez lo congeló sin saber qué debía hacer. El resto del grupo no dudó en ir hacia él, mientras lo envolvían en un abrazo, para luego posicionarse en una hilera, continuando con la canción, ahora, en compañía del menor. Seokjin lo acercó a él con su brazo, ofreciéndole su micrófono para que ambos cantaran juntos; y aunque el chico se moría de nervios, logró sacar la voz y cantar hermosamente, sorprendiendo a todo mundo. Tae tenía una voz profunda y aireada, que encantó a los fans y a la banda.  

 

- ¡Woah! ¿No tiene nuestro amigo una voz hermosa? – lo elogió Seokjin, quien estaba particularmente emocionado esa noche, por tener finalmente a su lado al chico en el que no dejó de pensar desde que se despidió de él.

- Hyung-nim… - se cubrió el rostro, ahora preso del pánico escénico.

- Y es tan guapo también – Hoseok se abrazó a él con un brazo, riendo luego.

- ¿Debería ser un Bangtan Boy? – preguntó Jimin al público. Una ola renovada de gritos se escuchó.

- Quédate con nosotros el resto del concierto – pidió el líder. Taehyung sólo pudo asentir.

 

Un miembro del staff corrió hacia el escenario, disponiendo de un taburete para que el chico se sentara, admirando de cerca cada paso de baile y cada nota cantada. Taehyung estaba viviendo un sueño del que rogaba con todas las fuerzas de su alma, no despertar.

 

Agradecía profundamente aquel GPS averiado, que el destino los plantara en la puerta de su casa… estaba feliz de que ellos hubieran perdido su camino, llegando a él.

 

El concierto terminó, y el adolescente sintió de cerca el llanto de las fans, al tener que despedirse de la banda. Él también tendría que hacerlo, una vez más, y no se sentía capaz. Ni siquiera podía recordar cómo lo consiguió la primera vez, sin morir de tristeza.

 

Las luces se apagaron y los fuegos artificiales fueron lanzados a la noche, iluminándola como una navidad adelantada.

 

- Taehyung… - escuchó la voz del líder, tan cerca de él que se sobresaltó - ¿Te gustó el concierto?

- ¡Sí! – asintió, sacudiendo su cabello castaño lacio – Ha sido lo mejor de la vida, después de conocerlos a ustedes, hyung-nim – sonrió ampliamente.

- ¿Sabes? No tienes que llamarme “hyung-nim” todo el tiempo – le revolvió el pelo – Basta con decirme hyung.

- Oh, yo… no podría… - se rascó la nuca como señal de vergüenza – Es que usted es… tan increíble y yo soy…

- Ni se te ocurra decir algo como que eres sólo un chico – le interrumpió – Para mí, eres alguien increíble también.

- Hyung-ni… - los labios del mayor contra su mejilla, lo silenciaron por completo.

- Vamos a ver los fuegos artificiales – le invitó, llevándolo hacia un espacio abierto tras el escenario – Son hermosos, ¿no? – preguntó. Los ojos grandes de Taehyung reflejaban a la perfección el brillo del cielo, y Jin consideró que ese era el paisaje más lindo que había podido apreciar en su vida.

- Sí, aunque hyung-nim, lo es más – se atrevió a decir, sintiendo el ardor en sus orejas.

 

El resplandeciente espectáculo en el cielo, pasó a segundo plano, cuando sus miradas se encontraron. Taehyung estaba nervioso aun, en presencia del mayor, y una voz en su interior le decía que él quería hacer algo. Seokjin, por su parte, sabía que era inapropiado y no entendía qué le pasaba con ese chico que lo atraía como un imán hacia él. Deseaba tanto sellar aquella perfecta noche con un beso, pero temía ser rechazado. Sin embargo, se inclinó ligeramente, atento a cualquier reacción negativa que pudiera mostrar el menor, para detenerse a tiempo. Tae se mantuvo quieto en su sitio, pues entendió rápidamente las intenciones del líder, y no podía estar más de acuerdo con él, aunque fuera incapaz de manifestarlo en voz alta, debido a su timidez.

 

- ¡Heey!~ - Suga apareció de la nada, interrumpiéndolos. Seokjin reprimió las ganas de gruñirle – Estábamos buscándolos… El manager Sejin dice que nos llevará a todos a comer a un lindo restaurante…

- ¡Suga hyung! – Hoseok apareció tras él, colgándose de su cuello – Los encontraste… ¿Por qué tan solitarios, los dos aquí? ¿Eh? – alzó sus cejas con una cara sugerente, recibiendo un codazo suave en el estómago de parte de su amigo al que abrazaba por la espalda.

- Veíamos los fuegos artificiales – informó Seokjin, pretendiendo normalidad, pero Taehyung no dejaba de estar sonrojado.

- ¡Vamos a comer, ya que terminaron! – pidió Hoseok, jalando a Suga para que le siguiera.

- ¿Debería tomar una ducha primero? – cuestionó este, dejándose tironear por el menor.

- Debes tener hambre – Seokjin miró al adolescente – Vamos por algo de comer…

- Pero, ya es tarde y… - la sonrisa tranquilizadora del líder lo detuvo de seguir hablando.

- Me encargaré de que regreses a casa sano y a salvo, después de la cena… No te preocupes – Jin posó una mano en la parte trasera de su cabeza, y lo acercó para besar su frente, como hace dos meses había hecho al despedirse de él.

- Voy a extrañarlos… - soltó, mientras retomaban su camino hacia el interior.

- Yo también voy a extrañarte – confesó, y la tristeza se reflejó en su mirada – Pero, siempre buscaré la manera de que estemos cerca, lo prometo… Si tienes un poco de paciencia con este hyung ocupado, te lo compensaré.

- Yo… esperaría toda la vida si así me lo pidiera – respondió, conmoviendo al otro.

- Ah… Taehyungie… - suspiró, mirando a su alrededor – Tienes mi corazón… - acarició su mejilla – No lo olvides, ¿de acuerdo?

- No lo haré – aseguró.

 

Luego de la cena, y de compartir por última vez con el resto del grupo, llegó la hora de la despedida. El chico sabía que el tiempo sin verlos sería indefinido, ahora que acababan de iniciar la gira mundial, por lo que su corazón dolía al tener eso presente, mientras recibía los abrazos de cada uno de los integrantes de la banda. Seokjin aguardó hasta el final, acompañándolo a la camioneta negra que lo llevaría a casa.

 

- Manténgase saludable, hyung-nim – pidió, con sus ojos comenzando a brillar de tristeza – No se salte comidas y no se exija demasiado…

- Taehyung… ¿Es demasiado inapropiado si te pido que me dejes darte un beso? – el menor se paralizó por completo. Como no encontró su voz, se limitó a asentir muy lento, convencido de que colapsaría si el mayor realmente lo besara – Oh… lo siento… yo…

- N-No… quiero decir… - el chico recuperó su voz al instante en que comprendió que su respuesta había sido la incorrecta – Sí… sí quiero – balbuceó, ruborizándose.

 

Jin reprimió su risa y, acunando el rostro suave del chico, dejó un casto beso en sus labios. Fue un simple roce, como una promesa de algo más.

 

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- ¿Es necesario que estemos allí? – dudó Suga, estirándose en su cómodo sofá individual de masajes – Entiendo que hay que darle apoyo a los nuevos trainees, pero… ¿justo a la hora de la siesta? – un bostezo largo, le siguió a su frase. Los demás lo miraron con una ceja alzada.

- Las 24 horas del día para ti, son la hora de la siesta – bromeó Namjoon, y Hoseok se apresuró a jalonearlo de un brazo.

- ¡Vamos, Suga hyung! – pidió – Los nuevos chicos están ansiosos por oír unas palabras de aliento de sus hyungs, no puedes ser egoísta con ellos… Necesitan de tu sabiduría.

- Si no quiere ir, que se quede a dormir aquí – le restó importancia el líder – Y que después le dé una explicación al manager – le dio una sonrisa malvada – Los demás, vamos – ordenó, dirigiendo al grupo por los pasillos de la agencia.

 

Entraron a un salón, donde fueron recibidos por el staff, los managers y el dueño de la compañía.

 

- Que bueno que hayan venido tan pronto, chicos – comentó el PD-nim, indicándoles que se sentaran – No nos tomará mucho tiempo, sólo quería que conocieran y pudieran alentar a los nuevos miembros que se unen a nuestra familia el día de hoy, después de pasar por exhaustivas audiciones.

 

El hombre le hizo una seña para que entraran. Los rostros jóvenes, asustados y nerviosos de los chicos, indicaban que no pasaban de los 18 años y que les emocionaba realmente estar ahí. El asombro se pintó en cada uno de ellos, a medida que iban entrando, al ver al grupo estrella de la empresa, sentados esperando para darles la bienvenida.

 

Sin embargo, el último chico en entrar, consiguió que Seokjin se ahogara con el agua de su botella, que acababa de beber. Sus ojos parpadearon repetidas veces para confirmar que no estaba alucinando y que, en realidad, era Taehyung el chico al final de la hilera de trainees. Éste miró directamente al líder, sonriendo de aquella forma especial, despejando las dudas de Jin. Era él y estaba ahí… Tal vez, definitivamente. Los miembros de Bangtan Boys también reconocieron de inmediato al chico, que no veían desde hacía seis meses. La espera había sido larga, y aunque intentaron mantener contacto telefónico, las circunstancias en las que vivía Taehyung, imposibilitaban todo.

 

Pero, ahora estaba frente a él, como un futuro colega, en su misma empresa. A sólo un par de pisos de distancia, y no cientos de kilómetros.

 

- Buenos días, soy Kim Taehyung – dijo el castaño, cuando su turno de presentarse llegó – Y estoy muy feliz de estar aquí… Gracias por la oportunidad, cuiden bien de mí – finalizó con una reverencia respetuosa.

 

Seokjin no podía ni siquiera disimular la enorme sonrisa en su rostro, y rogaba porque aquella reunión terminara pronto para enterarse hasta del último detalle de cómo Taehyung había llegado allí.

 

Por ahora, sólo podía regocijarse de que la vida les permitiera estar cerca, y que hubiera desaparecido la distancia entre ellos.

 

FIN.

Comments

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MakiBrown1 #1
Awww me gustó mucho! Creo que al subir el capítulo el formato te cambia palabras, pero son mínimas. En verdad me imaginé todo y me imaginé a Jin rubio como en la época de Save me