One-Shot in Spanish for my BF~

Hello hunnies!!

I've been been real busy with studies and family matters, but I took a few days off to write this one-shot for my BF. I didnt write any names for characters, so Im just going to leave it here so if someone, who knows spanish, wants to read it! Lets just imagine we're talking about a kpop idol hahah :) I didnt publish it as a story per se because it dosent involve an idol, but maybe I could put in some names one day...IDK haha, anyways! Enjoy~ <3

Here's a forword:

A girl is reminiscing about her past, when she was happy with her BF, but apparently he is gone now. However, he is still close and she knows it, she just dosen't know how to bring him back. She is in charge of a child, yet he isn't hers or his... Who could he be? With just an old phrase to guide her, the girl goes back into the past searching for her beloved, without having to leave the present time. A horrible sickness that surged in the mans childhood led to the crumbling of their present happiness, and maybe even their lives...

*PS: If you're reaaaaaallllyyyy intrigued on reading it, but dont know spanish, i could translate it.... If a few people ask for it ^.^ Lemme know peeps!

---------------------------------------------------

Remembranza

Te miro fijamente a los ojos, recordando todas las veces que me perdí en ellos. Al igual que ayer, hoy no parpadean; están eternamente abiertos a la misericordia de una antigua memoria que no pretende convertirse en un presente. Mientras tanto, los míos se llenan de lágrimas, lentamente cayendo por mi rostro y viniendo a parar sobre esa foto que fuertemente agarro, por miedo a olvidarte. Intento hipnotizarme con tus verdes esperanzas, a ver si dejo atrás el mundo que me rodea y llego a ti, donde sea que te encuentres. Y aunque logro despegar mi mente de lo terrenal, no es para obtener deleitables imágenes, sino para devolver a mi memoria el porqué estoy aquí aún. Despreciables palabras retumban en mis oídos, mientras sollozos desgarradores me quiebran el alma. Muchos dicen que el pasado en el pasado se queda, pero mi pasado –nuestro pasado- es una cruda realidad… ¡Maldita enfermedad!.. Cómo nos ha tronchado el porvenir… Tantas promesas e ilusiones se han ido con esta retrospección…

 

El silencio de la sombría sala es interrumpido por suaves pisadas a la cercanía. Rápidamente devuelvo la foto enmarcada a la mesa, junto al resto de las imágenes donde estamos tú y yo con diferentes edades. Me limpio el rostro con la mano para aparentar que todo anda bien, y así no dar a conocer mi angustia. Unos delgados y frágiles brazos me circundan la cintura, abrazándome con dulzura e inocencia por la espalda. Me llama “mami” como de costumbre, pero con una connotación muy distinta  a la que le solía dar. Me suelto de sus cadenas y me volteo, encontrando un pequeño niño de 8 años. Estatura menor a mi talle, cortos cabellos lacios de color castaño, y una piel canela sedosa y homogénea por doquier. Una carita redonda con pómulos definidos, y una sonrisa angelical delineada por gruesos labios rosados. Un tabique del cual el más puro europeo sentiría envidia, terminando en una puntiaguda nariz, dando una exótica elegancia a aquella apariencia cotidiana. Y sus ojos: grandes y almendrados con largas pestañas claras que cobijaban unas brillantes esmeraldas, guarecidas tras unos sencillos espejuelos. Semejante muñeco de porcelana me toma de la mano y me hala tras él, caminando hacia otro lúgubre salón del pequeño apartamento que compartíamos. Saliendo del área paso entre 2 muros, uno de los cuales tenía marcas significativas. Eran medidas de estatura –la tuya. Desde las más pequeñas abajo subía hasta alcanzar una estatura algunos centímetros más a la mía. Pero cualquiera se trastornaría al ver que las fechas escritas al lado de cada marca no siguen un orden común. Siempre me preocupó tu estatura, sin saber que era un indicio… y que en este momento es lo menos que me interesa…

 

Ya entrada en la próxima área, me siento en el sofá a hacerle compañía a la ingenua criatura, la cual se entretiene con sus figuras de soldados sin conocer las desdichas del mundo. Lo miro desde cerca, aceptando nuevamente quién es él, sin él mismo saberlo. El placer de tener hijos ha sido siempre mi mayor sueño, pero este pequeño ser no ha salido de mis entrañas; he sido condenada sin advertencia a este suplicio. Cuidar de él no es problema alguno, más bien son las memorias que regresan al verlo, y los acontecimientos que nunca vendrán por su situación. Me he ido a otra galaxia en pensamiento, cuando la delicada voz del chaval me devuelve al planeta. Con gran sutileza, y cierta consternación, me hace una pregunta curiosa que desarrolla un escalofriante diálogo:

 

- Mami, ¿Qué es una casualidad?

- Suele ser un evento al azar. Algo que puede ocurrir una vez en la vida, o simplemente no ocurra.

- Suena como si fuera algo especial, mamá.

- Pues depende de las circunstancias: dónde te encuentras, a qué hora, y con quién. Pero, ¿de dónde surge esa pregunta, mi niño?

- No sé; últimamente se ha repetido esa palabra en mi cabeza.

- Y ¿quién te la dijo, cariño?

- No sé; un día apareció en mi mente, pero por alguna razón la siento en el corazón.

- ¡¿En el corazón?! Hijo, ¿qué me estas intentando decir?

- Que eres la casualidad más bonita que llegó a mi vida, mami…

 

Me quedo sin respiración, mientras mis palpitaciones aumentan. Mi mirada fija en él, buscándote. Esas palabras que tantas veces me habías dicho… Este niño –no, ¡tú ¡- … ¡Tú aún estabas allí adentro a pesar del tiempo y los cambios! Me paro del sofá y me arrodillo frente a la confusa figura. Tomo su lozano rostro en mis maltratadas manos, y lo miro a los ojos. Te pensé… te busqué… y finalmente te vi en ellos…

 

Te tomo por la mano, halándote hacia arriba, obligándote a levantarte del piso. Me pongo en cuclillas ofreciéndote mi espalda y empujándote hacia mí, haciendo que te recuestes sobre ella mientras te sostengo por tus cortas piernas. Siento tu agitada respiración en mi cuello; te agarraste de él con fuerza. Tenías miedo, pero explicarte lo que sucedía era en vano. Tenía que tomar acción y rápido, antes de que desaparecieras para siempre. No había tiempo para llamar ambulancias ni pedir ayuda; sólo había que correr.

 

Salgo del departamento a galope, bajando las escaleras con miedo, pero sin piensos de disminuir mi velocidad. Te tengo bien sujeto; no te dejaría caer por nada del mundo. Salimos del edificio y entramos al bullicio de la calle mañanera. Me dirigo al hospital donde comenzó todo: el lugar donde te diagnosticaron, donde la retrospección comenzó, y la tumba de lo que solías ser. El médico te ha estado tratando todos estos años, y él debe saber que hacer en este momento de lucidez. Muchos fueron los que me dijeron que no tuviera esperanzas y me rindiera, pero les mostraré que valió la pena mi optimismo y dedicación. Les revelaré el verdadero poder del amor…

 

Ya me comenzaba a fatigar, pero no me detuve; mi miedo era mucho mayor que el cansancio. Continuo corriendo por las pobladas aceras, cruzando calles sin precaución, tropezando con gente sin disculparme; en pocos minutos pude divisar el hospital. Intento avanzar, pero mi cuerpo no me lo permite. Poco a poco voy disminuyendo la velocidad en contra de mi voluntad; de momento siento tener el doble de carga sobre mis hombros. Justo en frente a la entrada del edificio caigo de rodillas al piso, aún así no te suelto; no te dejo caer. Pero a mi sorpresa, no era necesario tenerte tan fuertemente arraigado a mí. Por tu propia cuenta te pusiste en pie, colocándote frente a mí, mientras me ofreces una mano para levantarme. Levanto la vista para llevarme el susto de la vida…No, no es un susto; es el indicio de una solución… ¡Habías crecido! Desde aquí abajo podía apreciar que tus facciones habían cambiado muy poco, pero tus brazos y piernas se habían estirado; seguías conservando tu color y tu esbelta figura. Tomo tu mano y me halas hacia arriba, como lo había hecho yo anteriormente contigo. Ya en pie noto que tu rostro alcanza mi pecho; tendras unos 12 años. Comprendí que no era necesario buscar ayuda médica; la ciencia ya me había demostrado que no podía arreglar esta situación… ¡Pero yo si puedo!

 

Memorias…. Es lo único que necesito en este momento...

 

Aún cogiéndote de la mano, emprendo una nueva carrera hacia un remoto lugar del pasado. Estabas corriendo tras de mí, intentando ir a la par con mi velocidad, pero tus piernas de jovencito no te lo permiten. Me dirijo al parque, donde habíamos tenido nuestra última discusión; había ocurrido unas semanas antes de tu diagnóstico. Yo pensaba que me estabas siendo infiel, pues tu comportamiento era raro; que me imaginaría yo que estabas enfermo. Dudé de tu palabra y te herí, y ahora el recuerdo me hiere con mayor intensidad a mí. Sin embargo, a pesar de la forma en que te traté, me perdonaste y no dejaste que me escapara de tus brazos. Ahora soy yo quien evita que te fugues de los míos.

 

El viento da contra mi rostro, secando las gotas que adornaban mis mejillas. Se escucha el movimiento de las hojas, en una melodía unísona que anunciaban la naturaleza circundante. El parque estaba desolado, algo poco común al medio día. Llegamos frente a la fontana central, deteniéndonos por completo. Me volteo a verte para encontrar tu dulce cara en miedo y confusión. A pesar del dolor que siento, es necesario que haga esto para hacerte recordar. Cierro mis ojos, levanto mi mano derecha y te pego en el rostro, haciendo que tus lentes vuelen y caigan en las profundidades de la fuente. Al volver a abrirlos me encuentro un adolescente de 15 años tocándose la colorada mejilla, aun mirando en la dirección del golpe. Era de mi misma estatura, y tenía un cuerpo más desarrollado; sus cabellos eran más largos. Lentamente regresa su vista hacia mí, y puedo ver en sus ojos que entiende lo que hago. Estabas comprendiendo lo que hacía, y sé que estas determinado a ayudarme – a ayudarte.

 

Me ofreces nuevamente la mano, y la tomo con fuerza. Corremos en la misma dirección, a la misma velocidad, sabiendo cada cual adonde es que nos dirigimos. A las afuera de la ciudad, en un verde valle yace un antiguo faro de ladrillos, donde habíamos formalizado nuestra relación. Muy cerca a la playa, se puede sentir la brisa marina, y un leve olor a sal en el ambiente. En soledad esta edificada la estructura, en medio de la nada donde pocos conocen de su existencia. No necesita adornos, letreros ni pinturas para embellecerse, cuando está rodeada de la más impresionante naturaleza: flores de todos tipos, un atardecer incandescente, y un fresco espiritual, que transportaría el alma de cualquier mortal al otro lado. Sólo se escuchan las olas a la distancia; ausencia total de sonido mundano. Llegamos a semejante paraíso con esperanzas de poder traerte de vuelta. Juntos entramos al faro, subimos sus escaleras espirales lado a lado, al mismo paso. Alcanzamos la cima, donde la vivida y enorme luz de la torre alumbra hacia lo desconocido de las aguas cercanas. Nos colocamos cara a cara, mirándonos a los ojos; te acercas a mi rostro, plantando un dulce beso sobre mis labios; te abrazo para sentirte cerca. Fue un momento mágico, tanto como la primera vez; tan vivido como la imagen que llevo en mi corazón. Al separarnos, ya eres otro; un hombre de 18 años. Corpulento y con la piel de tonalidad más subida; tienes sombras en la cara que reflejan tu hombría. Ahora es mi cara la que te llega al pecho. No esperaste tiempo alguno; me agarras de la mano y me llevas tras de ti. Bajas las escaleras, pero no puedo ir a tu misma velocidad; siento que me puedo caer en un instante. Aún así, continuamos la carrera hasta salir del faro y eventualmente del área. Volvemos hacia la ciudad, pero no sé a dónde vamos; eres tu el que me guia ahora. Pero, tengo una idea a donde te puedes estar dirigiendo… Aquel tenebroso lugar donde te conocí por primera vez, pero donde al igual por poco me quito la vida…

 

Ese día estaba destinada a morir, pensando que mi vida no tenía sentido. Estaba sola, sin nadie que me escuchara ni comprendiera. Todo lo que recibía de la gente eran críticas y hostigamientos; la libertad era algo inexistente en mi diario vivir. Ese día me levanté con la idea de que sería el último día que sufriría en este abominable mundo. Me preparé como si fuera a salir a una gran fiesta; me puse ropa bonita, me peiné y maquillé. Salí de la casa sin advertirle a nadie, tampoco deje una carta escrita dejando mis razones para abandonarlo a todos. Era un día lluvioso, y no traía paraguas; esa era la sensación que llevaba todos los días dentro de mi alma. Caminé hasta el puente que unía las dos mitades de la ciudad; debajo sólo había agua oscura… muy oscura. Solamente pasaban a mi lado autos; nadie en su pleno juicio caminaría bajo este diluvio. Me recosté de la baranda, mirando una vez más al horizonte, sin encontrar una razón para abstenerme de mi decisión. Lentamente me trepé sobre la muralla, preparada para lanzarme al vacio en cualquier momento, pero… Me tomaste de la mano… Apareciste de entre la lluvia como un milagro, y me hablaste con un tono sereno. Por primera vez sentí que alguien no me reprochaba, sino que se ofrecía a mí:

 

- No creo que el Universo este preparado para perder una chica tan hermosa como tú. ¿Por qué no te bajas y hablamos un rato?

- No tengo nada bueno que decirte de mí. Mi vida ha sido un fracaso, o mejor decir un error.

- ¿Eso crees? Pues ven cuéntamelo de todas maneras. Quiero escucharte.

- No. Por favor, suéltame. No entiendes lo que se siente ser yo.

- Eso es cierto, no sé cómo se siente ser tú, pero sí se lo que se siente ser yo.

- ¿Y eso qué? Me vale lo que tú sientes. Nadie puede sentirse tan miserable como yo…

-  Pues, a mi sí me interesa como te sientes, y te podría contar una historia que te hará recapacitar    sobre lo que has dicho.

-  ¡Suéltame!

- ¡No te voy a dejar ir! Antes que tomes esta decisión, quiero que sepas que tienes una oportunidad para arreglar tu vida. Y que hay alguien que está dispuesto a ayudarte…porque a mí nadie me ayudo, y tuve que sufrir mucho para llegar hasta donde estoy ahora… ¡Bájate!

 

 

La sutileza que habías tenido al inicio se convirtió en una ira misericordiosa, con la cual me halaste y trajiste a tu lado. No perdiste tiempo, y rápidamente me amarraste en tus brazos. Se sentía tan bien, que decidí no pelear contra tus fuerzas y simplemente seguirte la corriente. En esos momentos no sabía si lo que bajaba por mi cuerpo eran gotas de agua o lágrimas. Desde ese día cambió mi vida, y tengo a ti a quien agradecer. La felicidad duro unos 3 años, hasta que surgió la retrospección; aparentemente como consecuencia de esa vida oscura que tuviste que afrontar solo…

 

Llegamos al lugar del comienzo justo cuando el sol se escondía tras el horizonte, y comenzaba la lluvia. Estaba fatigada después de la carrera que traíamos, pero más me aceleró el pulso el hecho de estar en ese lugar. Te trepas sobre el muro y me extiendes una mano, la cual tomo con confianza. Me halas y me posas a tu lado, sin soltarme un solo instante. Miramos a lo profundo, sabiendo que era la única forma de completar tu transformación… Tenias que retornar a tus 21 años… No sabemos qué consecuencias salgan de este acto, pero afrontaremos lo que sea, ¡Juntos!

 

Gracias por creer en mí; espero no haberte defraudado… Gracias por no abandonarme aquel día, ni el resto de tus días; espero haberte demostrado lo que eso significó para mí… Gracias por amarme, porque me enseñaste a amar… Gracias por mostrarme las bellezas del mundo; descubrí que eres lo más hermoso sobre la faz de la tierra…

 

Nos miramos, intercambiando sonrisas cálidas entremedio de la fría atmosfera. Cerramos los ojos, y con un leve impulso nos lanzamos a lo desconocido...

Comments

You must be logged in to comment
meemee22
#1
Oooooh are you Spanish? I don't know much but I'm taking it as a subject so I can understand its bits